En España, el ejemplo paradigmático de documento incomprensible es (o era) el recibo de la luz, con sus cifras que nadie sabe de dónde salen, los impuestos que nadie sabe qué base tienen, y todo tipo de arcanos incomprensibles para el pagador.
En Rusia, hay documentos incomprensibles para aburrir, pero el recibo de la luz no es uno de ellos. De hecho, el recibo es tan sencillo que, durante mucho tiempo, era un formulario que rellenabas tú mismo con lo que veías en tu contador, lo multiplicabas por lo que costaba el kilovatio, y con eso ibas al banco a pagar. En realidad, lo difícil no era la parte del recibo, sino la parte de ir al banco a pagar, pero ésa es otra historia.
Como documento incomprensible, tomemos uno que todo quisqui que haya pasado por Rusia de manera más o menos autónoma ha tenido en sus manos: el billete de tren de largo recorrido. Recuerdo la primera vez que tuve uno en mis manos, allá por el lejano 1994, y me entraban mareos al intentar descifrarlo, en lugar de tomar ejemplo de mis compañeros de viaje, fueran rusos o extranjeros, que ni se planteaban la utilidad de una actividad como ésa.
Bueno, pues, para evitar dolores de cabeza a aquéllos que, como yo en 1994, deseen conocer la razón última que hay detrás de todas las cosas, he aquí lo que todo avezado viajero de tren ha estado esperando a lo largo de todos estos años: un billete de tren descifrado. O casi, porque hay cosas que aún no sé a santo de qué vienen. Pinchen en la imagen para hacerla más grande.
En ruso asusta, claro, pero, cuando está traducido al castellano, la magia del asunto se pierde bastante. Está el número de tren, la fecha de salida y la de llegada, que pueden perfectamente ser distintas, porque Rusia es muy grande, el asiento (o cama, en su caso) que te han dado, y algunas particularidades.
Una de ellas es el desglose del precio. En general, en Rusia el desglose del precio de cualquier cosa es la repera. En España, como mucho, te dicen "materiales, tanto; mano de obra, tanto", y va que arde, ni tú exiges más.
Aquí, no.
Aquí los desgloses son la leche. Recuerdo una obra que tuvimos que pagar en un apartamento que ocupamos en su día. El jefe de obra presupuestaba, no las horas de trabajo, sino casi que los minutos. Y en el apartado de "materiales" ponía los precios de cada clavo y lo que costaba clavarlo, y el margen que se llevaba. Sí, señor, el margen. Y el otro día, que estuve en el dentista, la factura era larguísima e incluía un apartado de "120 rublos por las indicaciones para usar la ortodoncia". La repera. Que no se entere mi dentista española...
Pues el billete de tren es algo parecido. En España, te ponen el precio final y, si lo has comprado en taquilla, tienes que pagar algo, creo que no llega a dos euros, por la gestión. Vale. En Rusia, van por separado el precio del billete (1335,9 rublos, en este caso) y el de la "platzkarta", palabra alemana rusificada que ha vivido su vida propia tras nacionalizarse y que vagamente podemos traducir como "asiento" y que aquí asciende a 2179,7 rublos. Luego, unas cuantas líneas más abajo, tenemos el precio del billete total, que es de 3517,9 rublos. Esa cifra es la suma de las dos cantidades anteriores y 2,3 rublos, que son el seguro. Sí, sí, 2,3 rublos son unos 7 céntimos de euro y el seguro cuesta eso. Por ese precio, me temo que las coberturas serán más bien modestas.
Fuera de eso, hay algunos códigos raros que debo confesar que no sé bien qué son, y en la última línea unas advertencias finales:
"El horario de salida y el de llegada es el de Moscú". En un país con nueve husos horarios, no es ninguna tontería; como estándar han tomado el huso moscovita que, al fin y a la postre, es donde está la red ferroviaria más densa. Y en Siberia que se aguanten. Más de un español confiado ha perdido trenes en la quinta porra por no saber este pequeño detalle, así que ojo.
"Está prohibido fumar". Y menos mal, porque no siempre fue así y, con lo que fuman los rusos, había vagones en los que tenías que cortar la nube de humo con un cuchillo para poder pasar.
"Control de equipajes previo". Pero sólo es ciertos trenes como éste, que es el orgullo del ferrocarril ruso (aunque el tren es alemán) y donde ya ha habido algún intento de atentado. Normalmente no hay ningún control de equipajes y puedes pasar al vagón sin ningún problema.
Pues hala, éste es el misterio (casi) resuelto del famoso billete de tren ruso. Ahora sólo falta montarse al tren y vivir aventuras, porque, otra cosa no, pero en los trenes rusos pasa absolutamente de todo, ¿a que sí?
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Hace 1 mes
4 comentarios:
"Está prohibido fumar". Y menos mal, porque no siempre fue así y, con lo que fuman los rusos, había vagones en los que tenías que cortar la nube de humo con un cuchillo para poder pasar.
Hasta principio de los 90 estaba prohibído fumar en casi todas partes incluidos restaurantes. Después con la llegada de la "libertad" empezó el "caos de humo". En contraste en esa época (principios de los 90) en España era todo lo contrario, se fumaba hasta en los hospitales. Hasta hace bien poco existía en los auotobuses de largo recorrido como Alsas, plazas de fumadores y no fumadores en el mismo autobus!
Lo de RZhD es un escándalo lo mal que funcionan, la página web es imposible y el sistema de compra absurdo y de las taquilleras es mejor ni hablar... aunque gracias a dios ya pasó la época en la que demoraban las colas por horas y horas para vender los billetes con intermediarios.
Buen viaje y a disfrutar de Piter.
¿con lo que efectivamente fuman los rusos, no hay un vagón de fumadores en los trenes moscú-Píter?
Andriey, no sé como eran las cosas hasta principios de los noventa, pero me resulta difícil de creer que las prohibiciones de fumar se impusieran realmente, excepto en el metro. Desde luego, en los hospitales, en Moscú y en 1994, había gente fumando incluso dentro de las habitaciones, y nadie parecía muy extrañado.
En España, gracias a Zapatero, las cosas no son así, aunque lo han sido, ya lo creo que lo han sido.
Javier, al menos en el tren rápido no los hay.
1994 annus horribilis, lo mismo que el 91,93,95.
Rusia ha cambidao mucho y muy rápido y no siempre para mejor.
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