De vez en cuando navego por páginas en internet relacionadas, como ésta misma, con Rusia, lo cual a veces resulta muy útil para aprender cosas sobre el pasado ruso. En cambio, sobre el presente, la mayoría de esas páginas yo diría que despistan con más frecuencia de lo que parece.
Eso no es de extrañar. Y no es de extrañar porque el conocimiento de la realidad rusa caduca con mucha rapidez. Hay cosas que no cambian, vale; pero hay otras muchas que sí lo hacen, y hay que ver lo deprisa que cambian aquí, leches.
Anatoly Dobrynin es, seguramente, el más famoso de todos los diplomáticos rusos de todos los tiempos. Dirigió la embajada de la Unión Soviética en Estados Unidos durante la friolera de veinticuatro años, entre 1962 y 1986, y le tocó lidiar con la Guerra Fría en todo su esplendor, desde la crisis de los misiles hasta muy poco antes de la caída del muro. Durante su mandato se sucedieron seis presidentes estadounidenses y cinco secretarios generales del PCUS.
Los que le conocieron, en particular en sus últimos años como embajador, coinciden en que lo sorprendente no era que no tuviera prácticamente ni idea de la realidad cotidiana del país en el que estaba destinado. Eso no era sorprendente, porque en realidad es lo más habitual en los diplomáticos de alto copete, probablemente de cualquier país, y con más razón en el caso soviético, y ahora ruso, que yo diría que en su ministerio no les estimulan demasiado a salir de los muros de sus residencias y confraternizar con el pueblo.
En el caso de Dobrynin, lo verdaderamente sorprendente no era eso, sino que no tenía ni idea de la realidad en su propio país, la Unión Soviética. Parecía que viniera de otro sitio, y probablemente, a la vista de lo que cambió la URSS entre su entrada al cargo y la salida del mismo, algo de eso había.
Ésa es la impresión que se tiene al leer cómo pontifica por internet gente que lleva más de un lustro fuera de Rusia. Españoles, sí, pero no sólo españoles: tampoco bastantes rusos que sólo pasan por aquí un par de semanas al año de vacaciones parecen enterarse mucho de los avatares que sufren los residentes locales.
Hace unos años, creo que en 1997, una compañera asumió la tarea de buscar acomodo a un español que venía a pasar a Moscú unos cuantos meses. El español en cuestión no era novato en el país, sino que había estado cosa de un año en 1991. No mucho antes, pues.
El español envió por escrito sus preferencias de alojamiento:
"Quiero que me busquéis un piso de dos habitaciones a no más de diez minutos del metro. En el centro, o como mucho una parada fuera del anillo. Que no cueste más de cien dólares al mes."
En 1997, el conjunto de apartamentos que cumplían esos requisitos era el conjunto vacío. Mi compañera intentó hacerle ver al español que la variable precio debería ser un poco más flexible, ante lo que llegó una respuesta más o menos como sigue:
"A mí no me vengáis con que no se puede, que yo he vivido ahí y sé que no cobran tanto. A vosotros os engañan porque saben que es para extranjeros, pero claro que se puede sacar por cien dólares."
Después de una correspondencia por lo demás interesante, mi compañera decidió escaquearse del asunto y dejar al español que se cerciorara él mismo de las particularidades del mercado inmobiliario local. Finalmente, el español apareció por aquí y no tardó mucho en darse cuenta de que los conocimientos que pudiera haber adquirido en 1991 debían ser actualizados urgentemente, en particular en lo referente a los precios de las cosas, que se habían multiplicado varias veces. Pero, durante las primeras semanas, aún le aparecían retazos de su visión soviética de 1991 que le hacían a continuación estrellarse contra la realidad rabiosamente capitalista de 1997. Al final, creo que contrató por un par de meses un cuchitril diminuto alejado del metro por trescientos dólares y poco a poco fue superando el choque intertemporal. Nunca se atrevió a invitarnos a verlo, así que todos dedujimos que su vivienda era especialmente impresentable, en sentido literal.
Aunque no con tal extremo como en aquellos años, hoy día ciertos cambios en Rusia siguen siendo vertiginosos. Hay cosas inmanentes, rígidas, pétreas, que son así y posiblemente nunca cambiarán (no sé, por ejemplo, las colas) Pero otras dan bandazos tremendos, así que cualquiera que no haya visitado Rusia en los últimos, pongamos, cinco años, no debería decir que conoce Rusia, sino, todo lo más, que conoce la Rusia del último año en que estuvo.
Así que, cuando veáis a algún pontífice de internet sentar cátedra sobre Rusia, aunque sea tan ruso como Dobrynin o haya pasado en Moscú más años que Carrillo, no toméis sus palabras como la verdad absoluta. Porque aquí muchas cosas cambian con velocidad y dejan el conocimiento acumulado tan caduco como, posiblemente, algunas de las primeras entradas de esta bitácora. Que, quieras que no, ya van teniendo su edad.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
-
"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 1 mes
7 comentarios:
Parece que el caso de su cocido es un caso bastante extremo. La diferencia entre 1991 y 1997 es como de un planeta a otro planeta ,de hecho la diferencia es tan grande que son incluso 2 países diferentes, su amigo sin duda debió estar muy,muy alejado de la realidad rusa pues sólo entre 1991 y enero 1992 (con la liberación de los precios) la diferencia era abismal.
Cuando una persona cambia de país desde lugo que se deshabitua cuanto más tiempo pasa todo se vuelve lejano e incluso ajeno , pero quizá en los tiempos que corren con llamadas a 0,3 centimos por minuto (creo recordar que en 1992 eran unos 150 pesetas por minuto) y el internet quien no se entera de los "avatares" de los familiares y amigos es por que no quiere o no le interesan.
Rusia ha cambiado mucho pero muchas veces en la dirección equivocada y otras cosas que deberian haber cambiado siguen como siempre o peor!.
Saludos.
Cosas que no han cambiado en esta tierra:
* el codigo penal
* el reglamente gral de aduanas
* la burocracia, especialmente para extranjeros
* muchos rusos
* la policia
* los politicos
* mi jefe
-El código penal ha cambido por ejemplo ahora(desde 1996) no hay pena de muerte y ademas ahora se aplica como se da la gana
-El reglamento general de aduanas ha cambiado 500 veces desde los tiempos que no se podia importar nada, despues una época de todo , despues otra vez con " regalos" y ahora una nueva forma mezcla de soborno y regulaciñones técnicas al estilo barrera comercial de la UE o USA.
La burocracia ha pasaso también por sus cambios una ñepoca de mucha burocracia pero con reglas claras e iguales para todos dio paso a una burocracia caótica ( buena para los extanjeros que ssabian poner "un poco" en el sitio adecuado) y ahora otra vez un mmodelo mixto, lo peor de la burocracia desde mi punto de vista, es la prepotencia y despotismo de los funcionarios que cuando se ven con un mínimo poder se inflan como globos y cuanto más débil sea la persona con la que tratan peor.
La gente ha cambiado también el individualismo, la groseria y la insolidaridad se han multiplicado exponecialmente en los últimos 15 años , los borrachos lo eran y lo siguen siendo de igual manera.
-La policia fue un organismo respetado en sus tiempos que se ha ido deslizando por el camino de la putrefacción estos si que de forma acelerada.
-Aquí si estoy de acuerdo los políticos no han cambiado casi nada pero bueeeeno despues de B.Yeltsin cualquier cosa puede parecer un cambio.
-A tu jefe no tengo el gusto (o disguto) de conocer.
Saludos.
Andriey, de acuerdo. 1991-1997 es un caso extremo. Pero 2004-2009 también lo es más de lo que parece, y se lee cada cosa...
En 1994, que es la fecha más anterior de que puedo hablar, creo que las llamadas a partir de las ocho eran de unas 60 pesetas por minutos, que es caro, pero no tanto como parece que era en 1992. De todas formas, en aquellos tiempos los precios cambiaban todos los meses.
Y ahora les doy mi opinión a Bruno y a usted sobre las cosas que discuten. Soy abogado, así que igual me pongo un poco pesado, pero no me hagan caso :) :
1.- Código Penal. Ha cambiado algo, pero no demasiado sustancialmente. Lo de la pena de muerte es técnicamente una moratoria, pero realmente no está abolida, simplemente no se aplica en tanto no se den ciertos requisitos (que no es poco).
2.- Reglamento General de Aduanas. En realidad, se llama Código Aduanero de la Federación Rusa y pasa por ser técnicamente uno de los mejores del mundo... ahora bien, la aplicación del mismo es una castaña, pero la culpa no es de la normativa, sino de las personas que tienen que aplicarla, cada cual hace de su capa un sayo y lo que diga una aduana puede ser totalmente distinto de lo que diga otra. Inseguridad jurídica, lo llaman.
3.- La burocracia. Ahí estoy con Andriey y con Bruno a medias. Ha habido cambios, pero la base sigue igual. Esto me da ideas para alguna entrada, que ya escribiré.
4.- Muchos rusos. La verdad es que no percibo grandes diferencias entre 1994 y esta parte, aunque es verdad que a algunos les cambian los cargos y el dinero, y de esto último hay bastante.
5.- La policía. Desde que estoy por aquí, no he notado cambios. Por desgracia, porque sólo podrían ser a mejor.
6.- Los políticos. Uf, los de aquí hacen buenos a los de casi cualquier sitio (posiblemente habría que excluir a España, y me temo que también a Argentina). Vaya tropa, ¡menos mal que está Vladimir Volfovich!
7.- Mi jefe. El mío sí que ha cambiado, incluso más de una vez; pero, en el fondo, es más de lo mismo. :(
Saludos. Ah, Andriey, he leído su comentario sobre los policías suizos. Sigo, sigo preparando esa entrada sobre sobornos...
A mí, como diplomático incombustible, me parece que no hay comparación con Andrei Gromyko (mis disculpas por la transcripción, creo que así lo aprendí). Dobrynin no me es tan familiar, porque supongo que durante mi infancia Gromyko era más "mediático" que se dice ahora.
Decían que en treinta años no había pisado la calle en Moscú, pues siempre iba en coche oficial.
Con respecto a los cambios en Rusia, a mí como visitante ocasional me llama la atención la relajación en la declaración de aduanas al entrar.
Antes, (sobre 1992) mi compañero de viaje, colega de trabajo, tuvo que declarar hasta el anillo con un escudo grabado que llevaba "por si luego no se lo dejaban sacar", ahora es otra cosa.
Por otro lado he vuelto anualmente en los últimos 4 años, o son 5, y el "aspecto" general de la gente a mejorado muchísimo. Otro estilo de ropa, más colorida, cuando antes predominaba el gris y el negro.
Las caras en el metro muestran menos angustia o agobio.
Pequeños cambios pero notorios.
Caducidad: brotes tiernos que no florecen
La diferencia entre el "espectador" y el "actor", es que el primero cómodamente en un sillón observa lo que el segundo ha tenido que sudar para representar, y además, el primero, tiene es quien juzga o critica. Me considero un "espectador" de la realidad rusa, aunque con frecuencia sufro o me beneficio de esa realidad. Pienso que esta entrada ref a "Caducidad" expresa de forma muy pedagógica lo que los espectadores de Rusia percibimos sin muchas veces ser capaces de exponer. Es cierto que una fachada luce como limpia cuando se le pasa una capa de pintura, pero, si los cimientos de la casa que luce sufren de aluminosis, la construcción acabará por irse abajo, por mucho que se apuntale esa construcción. Por favor, no hay más que introducirse en las entrañas de Moscú, en el metro, o caminar por sus calles, y no tener una actitud indiferente o no dejarse deslumbrar por los espejismos y colores para constatar que la Rusia de hoy todavía sufre de un elevado grado de aluminosis y apuntalamiento (sino que se lo pregunten a toda esa gente que habita la megaurbe y que subsiste sólo gracias a la caridad o la picardía). Agullent for ever
Danferesp, pues sí, Gromyko (¡correcto!) es el más conocido, pero yo creo que Dobrynin tiene mucho mérito. No creo que apenas se encuentre a nadie destinado tanto tiempo en una embajada, y menos en ésa.
En cuanto a los cambios, efectivamente los pasajeros ahora lo tenemos más fácil con las aduanas. Posiblemente la causa esté en la competencia entre aeropuertos, que antes no existía. Y los del aspecto de la gente también es importante, y ciertamente es cada vez mejor. Antes podías reconocer a un ruso en el extranjero por cómo vestía, y ahora eso cada vez se ve menos.
Agullent for ever, es propio de las grandes ciudades que haya muchísima gente que vienen a la misma con la intención de medrar, y no creo que Moscú sea muy diferente en eso que las restantes ciudades. Lo que sí es cierto es que Moscú está en Europa, es la capital de una gran potencia, y por eso pensaría uno que la situación podría ser mejor. No lo es, pero no sabemos si lo será. Como ya digo, una de las características de Rusia es que, tanto para mejor como para peor, muchas cosas cambian con rapidez.
Publicar un comentario