Veamos. Como salió en una reciente entrada, las elecciones municipales en Moscú fueron un tongo bastante descarado que terminó con más del 90% de los concejales en manos del partido (perdón, del Partido) gobernante, Rusia Unida, con un porcentaje de votos digno de las elecciones en Turkmenistán. Excepto tres concejales comunistas, los demás partidos fueron barridos, siendo especialmente destacable, aparte del mal resultado del LDPR (y eso porque todo lo que rodea al LDPR es destacable), el hecho de que desapariciera la hasta entonces existente representación municipal del Yabloko, un partido de oposición que podríamos llamar liberal, o socialdemócrata, o algo así.
Ello es tanto más curioso cuanto que en el distrito en que votaba su candidato y presidente Mitrojin, junto con toda su familia y sus vecinos, el Yabloko no obtuvo ni un sólo voto en el recuento final, cosa que a Mitrojin, que aseguró que había votado por sí mismo, le pareció feo.
Además de Mitrojin, que al fin y al cabo es el líder de un reducido partido extraparlamentario y que, de no cambiar muchísimo las cosas, seguirá siendo pequeño y extraparlamentario per saecula, se mosquearon los líderes de los tres partidos parlamentarios, el comunista Ziuganov, el liberal-demócrata (habrá que llamarlo así) Zhirinovsky, y el vaya-usted-a-saber-qué Mirónov, líder de Rusia Justa. Sus grupos parlamentarios abandonaron estrepitosamente la Duma, aunque volvieron pocos días después para una sesión plenaria. Protestar, sí, pero sin pasarse, porque, si te pasas, te conviertes en un partido a la altura de Yabloko y surge otro en tu lugar, y está demostrado que el Kremlin y sus títeres de la Comisión Electoral Central tienen medios para hacer surgir -y para hacer desaparecer- partidos políticos.
El sábado pasado, el presidente Medvedev se reunió con los tres políticos citados, además de con el jefe del grupo parlamentario de Rusia Unida, en su residencia. Ésa es la noticia que vamos a ver:
Empezamos con Rossiyskaya Gazeta. Como ya escribí, las páginas de la Rossiyskaya Gazeta son amarillas hasta extremos inimaginables en un país con libertad de prensa, como digno continuador que es de la tradición de diarios como el "Völkischer Beobachter", "Pravda" o "Granma". En realidad, es el órgano oficial del gobierno ruso, y donde se producen las publicaciones oficiales de normas centrales, algo así como si el BOE español, además de recoger las normas que se publican cada día, tuviera artículos de noticias y opinión como los demás periódicos. Eso ocurría efectivamente hace tiempo, pero ya va para bastante que no es así.
En Rusia, sí, y de esta forma tenemos un medio de información como la Rossiyskaya Gazeta, para la que Rusia es el bastión espiritual de Oriente. O de Occidente, según desde donde se mire. Rusia mola, Rusia va bien, y está dirigida por líderes benéficos que no miran más que por el bien del pueblo y están dispuestos a sacrificar todo su bienestar y su vida en aras del progreso de Rusia y de su pueblo.
Sin embargo, la realidad es tozuda, y es evidente que Rusia no va bien, que hay unas bolsas de pobreza brutales, que la corrupción campa por sus respetos y que, en fin, siendo suaves, la situación es mejorable ¿Qué puede hacer el periodismo soberano de RG en tal tesitura?
La función de Rossiyskaya Gazeta en todo este embrollo es la de buscar culpables de los males que aquejan a Rusia. Como culpables, queda excluido el presidente Medvedev. El presidente no tiene la culpa de nada de lo que pasa en el país (de lo malo, claro). Además, desde que Putin es Primer Ministro, también hay otro puesto libre de toda culpa: precisamente, el de Primer Ministro.
Antes, hay que decirlo, no era así. Con Yeltsin, el Primer Ministro tenía la función de chivo expiatorio cuando los desmanes llegaban demasiado lejos y podían salpicar al presidente. Ahora, Putin no es culpable ni chivo expiatorio de nadie, y por eso RG omite pudorosamente cualquier referencia al respecto. Para expiar culpas hay otra gente.
Las culpa de los males del país, por tanto, las tienen otros: según el caso, se trata de los americanos, los chinos, los polacos, el ministro Fulanito, el gobernador Menganito y, casi siempre, los funcionarios.
Lo de los funcionarios es de chiste. Durante un montón de tiempo, Rossiyskaya Gazeta, cuando algo iba mal o no funcionaba, se ha estado dedicando a dar caña a los funcionarios, llamándolos de todo menos bonitos, mientras por otra parte, cuando algo iba bien (y, si algo va bien, Rossiyskaya Gazeta es la primera en reconocerlo, no faltaría más), también destacaba a los servidores públicos. Semejante esquizofrenia no es extraña en un periódico cuya plantilla, al fin y al cabo, está compuesta por funcionarios.
Pasando al artículo, su versión original está aquí. Como los artículos de RG son un rollo macabeo e interminable, sólo traduciré los primeros párrafos, que ya dan una idea del asuntillo.
El presidente puso punto final al acta electoral
Dmitri Medvedev: "En líneas generales, las elecciones estuvieron bien organizadas."
El presidente mantuvo una reunión con los líderes de los cuatro grupos parlamentarios y escuchó su opinión sobre las elecciones.
El presidente Dmitri Medvedev no aprobó los métodos de lucha de la oposición parlamentaria y dio a entender que, si los descontentos quieren protestar contra los resultados de las elecciones, deben dirigirse no al Jefe del Estado, sino a los tribunales.
El sábado, Dmitri Medvedev mantuvo una reunión con representantes de los cuatro partidos parlamentarios. La conversación no se presentaba sencilla, pues, tras las elecciones del 11 de octubre, toda la oposición parlamentaria, descontenta con el transcurso y los resultados de las elecciones, estaba ansiosa por reunirse con el presidente.
El Kremlin no se sometió a la presión opositora. Inmediatamente dieron a entender que en ningún caso se iban a reunir bajo presión de nadie. Lo único que sucedió fue que no se había planeado una reunión con los partidos hasta el 27 de octubre, pero posteriormente la adelantaron unos cuantos días. Con todo, la reunión tenía una carácter exclusivamente ordinario, pues Dmitri Medvedev ha adoptado la norma de conversar con los líderes de los grupos parlamentarios. Es por ello que, a la misma mesa que los descontentos comunistas, liberal-democratas y errejotistas (los de Rusia Justa, vaya, que ni RG sabe a qué ideología adscribirlos), estaban sentados los representantes de Rusia Unida, que están totalmente satisfechos con las elecciones.
El artículo sigue, pero los párrafos precedentes dan una idea de qué va esto.
En la próxima entrega, que ya veremos cuándo será, le tocará el turno a la quintaesencia del periodismo ruso, al periódico "de toda la vida", a la flor y nata de las crónicas parlamentarias.
En resumidas cuentas, le tocará el turno a "Izvestia".