sábado, 29 de septiembre de 2007

Taxistas

San Petersburgo, Lígovsky prospekt, frente al hotel Octubre. Domingo y sin mucha prisa. Marca del coche: Volga.

- ¿Cuánto por llevarme hasta Lenexpo?
- Mil.
- ¿Mil? ¿Qué dice? Le doy setecientos.
- Ochocientos.
- Ni eso.
- Ya le he hecho una rebaja.
- Setecientos cincuenta.
- Eh, eh, que es un robo. Es domingo, hay atasco ¿Y qué es eso de regatear? Como si esto fuera un mercado.
- Setecientos cincuenta, y con recibo.
- Venga, vamos.

***

San Petersburgo, ploschad Vosstaniya, frente a la estación de Moscú, y con prisa. Lunes. Marca del coche: BMW.

- ¿Cuánto hasta Lenexpo?
- Tenemos una tarifa fija: mil cuatrocientos.
- ¿Qué dice? Nunca más de mil.
- Tenemos una tarifa fija: mil cuatrocientos.
- Venga, mil doscientos y vamos.
- Va, de acuerdo.
- ¿Tiene recibo?
- Claro.

***

San Petersburgo, avenida Nevsky, un poco más lejos de la estación de Moscú, y sin tanta prisa. Marca del coche: Volga.

- ¿Cuánto hasta Lenexpo?
- Lenexpo, ¿eh? Ayer ya llevé a alguien allí. Voy por seiscientos. Pero seguramente querrán recibo. Si es con recibo, entonces serán setecientos. Y le daré dos recibos. En blanco. Ya los rellenará usted, ponga la cifra que quiera.

***

San Petersburgo, ploshad Vosstaniya, frente a la estación de Moscú, pero un poco más lejos que el lunes. Marca del coche: Volga.

- ¿Cuánto hasta Lenexpo?
- Ochocientos.
- ¿Tiene recibo?
- Sí.
- ¿Y tiene cambio de mil?
- Tengo.
- Vamos.

***

Moscú, aeropuerto Sheremetyevo-1, única estación de taxi del aeropuerto. Hay otra, pero siempre está cerrada, por lo que pueda pasar. Dicen que al que la tenía abierta le pasó "algo".

- Voy al centro.

El "manager", un hombre recio y canoso, de pelo corto, me mira atentamente mientras esboza una sonrisita.

- ¿Rublos o dólares?
- Rublos.

El "manager" se cree que no entiendo nada y escribe una cifra en una calculadora: tres mil.

- ¿Pero qué se ha creído? ¿Tres mil? -refuto con indignación- ¡Yo no tengo tanto!
- ¿Y cuánto tiene?
- Dos mil -mentí, sabiendo que era el precio, y que lo otro era a ver si picaba.
- Venga, le escribo dos mil. Misha, llévatelo.

***

Madrid, aeropuerto de Barajas.

- ¿Por cuánto va hasta la estación de Conde de Casal?

El taxista se me queda mirando como si viniera de otro planeta.

- Pues por lo que marque el taxímetro.

"Leches, es verdad. Qué invento, el taxímetro."

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Un ejemplo práctico

Así es como se ve a pie de calle. Un edificio aseado, en Ligovsky prospekt, sede no sólo de un comercio serio y formal, sino de un centro médico ¿Reparación capital?











No, cosmética: así es como se ve desde la ventana de mi hotel.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Remonty

San Petersburgo, ciudad en la que me encuentro en la actualidad, es un ejemplo del estilo ruso de reparaciones de inmuebles. En sí, es una maravilla de ciudad, poblada por gente estupenda, mucho más habitable que Moscú... y además es un ejemplo ideal para elucubrar sobre el concepto ruso de reparación y mantenimiento. Allá va.

En ruso, reparación se dice "remont". Pero esto no es todo, pues existen dos clases de "remont": el "capital" y el "cosmético".

1.- El "capital" (kapital'ny remont) es una reparación en profundidad, cambiando todos los elementos defectuosos del inmueble, como tuberías, cables, desagües... todo todo. Hay una subespecie del "kapital'ny remont" especialmente cualificada, llamada "evroremont", y que significa dejar la vivienda o el local como se podría encontrar en cualquier lugar de Europa (de ahí lo de "evro"), es decir, con las comodidades occidentales, lo que implica cosas como grifos decentes, azulejos razonables, enchufes que no haya diseñado Edison o lámparas sin moscas.

El problema de estas reformas es que cuestan un ojo de la cara, y el bolsillo del usuario no está como para tonterías, y menos si el inmueble es para alquilarlo a terceros. Entonces, se pasa a la segunda clase de "remont".

2.- El "kosmetichesky remont". Ése, ése es el recurso de los quiero-y-no-puedo locales. Consiste en echar una manita de pintura por encima, ajustar los ladrillos sueltos y dejar la fachada mona y pulida. El resto del edificio puede esperar hasta que las cucarachas sean suficientes como para derribar al Gobierno, momento en que ya habrá que pensar si vale la pena ponerse en serio con el inmueble, o directamente es mejor llamar a la empresa de derribos, o simplemente dejar que la ley de la gravedad actúe y al edificio le pase lo mismo que a la casa Usher.

También en este caso hay una subespecie, en este caso no deseable por inferior, del "kosmetichesky remont", llamada "jaltúra" y cuya traducción más exacta es "chapuza". La palabra es sumamente popular y no sólo se aplica a las reparaciones, sino a los más diversos menesteres, por lo que conviene tenerla en cuenta.

San Petersburgo cumplió hace cuatro años su tercer centenario, con motivo del cual hubo un aluvión de reformas y reparaciones en las vías principales de su enorme centro histórico. Comenzaron concienzudamente y con las mejores intenciones, pero el tiempo apremiaba, las fechas de los faustos se venían encima, las obras no terminaban y todos temían que el presidente Putin, que, por cierto, es de San Petersburgo, tuviese la guadaña a punto, así que empezaron a proliferar las reparaciones sálvese-quien-pueda de tipo cosmético.

Mañana trataré de completar esto con un ejemplo práctico.

sábado, 22 de septiembre de 2007

La iglesia oculta (II): segundo intento.

El segundo intento de llegar a la iglesia oculta tuvo lugar unos meses después, un viernes por la tarde, en que, aburrido en casa, decidí salir a dar una vuelta en bicicleta sin rumbo fijo y aparecí por el lugar de la foto. Descubrí la entrada de la iglesia casi sin pensarlo, y rodé hacia ella, pero, cuando iba a entrar, me encontré con una pareja, hombre y mujer, que salieron a mi encuentro y se pusieron a cerrar el portón por medio del cual se accedía a lo que yo esperaba fuera la iglesia.

- ¿A dónde va usted, joven?
- Quería ir a ver la iglesia.
- Es tarde. Estoy cerrándola.

Debía ser el sacristán o algo así.

- ¿No se puede ver?
- Ahora no -dijo la mujer-. Vuelva mañana, y a las ocho hay una misa.

Puse cara de circunstancias y me di la vuelta. La iglesia se me seguía resistiendo.

En 1930, el idílico paisaje de la entrada anterior se vio transformado bruscamente, tal y como se muestra en las fotos adjuntas, tomadas de la edición de entonces del "Krasny Proletariets" ("El proletario rojo"). A pie de página se ve un texto muy ilustrativo, que paso a traducir:

EN LUGAR DE UN MONASTERIO, HABRÁ UN PALACIO DE LA CULTURA

Al amanecer del día de Lenin (era el aniversario de su muerte) ha sido volada con dinamita una vieja fortaleza del oscurantismo, el monasterio Simonovsky en el arrabal Leninsky (antes, arrabal Simonovsky). El 26 de enero tuvo lugar un sábado de trabajo voluntario (un "subbotnik", en jerga soviética), que reunió a más de seis mil proletarios de las fábricas circundantes con el fin de demoler las ruinas del monasterio. Creando una cadena humana, los participantes del "subbotnik" fueron amigablemente al trabajo. Y he aquí los trofeos bélicos de los trabajadores: 35.000 ladrillos apilados y más de 200.000 ladrillos transportados a los almacenes.

El secretario del Comité del Barrio "Proletarsky" intervino con el siguiente saludo:

- Sobre las ruinas de este viejo monasterio -dijo el camarada Davidson-, debemos erigir algo nuevo. El arrabal Leninsky, con su participación en el "subbotnik", ha realizado un trabajo heroico para destruir este trozo del oscurantismo, creado por los sicarios zaristas y el clero. En este día debemos destacar el trabajo de nuestros zapadores rojos. Durante casi una semana entera, la cuadrilla de minadores, dirigida por los camaradas Kondakov y Leba, destruyó incansablemente todas las fortificaciones construidas por el clero a lo largo de los siglos.


- Antes -dijo el Presidente del Comité Ejecutivo del Consejo de Moscú, camarada Ujánov-, cada empresa construía un club de ocio partiendo de sus intereses propios. Pero ahora los leninistas construirán un club del barrio, que servirá a todas las fábricas del arrabal Leninsky. Al construir en el lugar donde se basaban la barbarie y la ignorancia un palacio de cultura, estamos consolidando el nombre de Lenin, nombre que lleva el mismo arrabal... Ustedes, como pioneros de esta tarea, tendrán a partir de ahora mucho trabajo para construir el palacio de Lenin. El Consejo de Moscú les promete todo tipo de colaboración.

Hasta aquí el artículo. A despecho del mismo y de los zapadores rojos, la destrucción no fue totalmente completa. Quedó la torre que se ve en la foto de arriba, y una pequeña iglesia tras el muro. Quieren unos que se conservaron como testimonio histórico de... bueno, de los tiempos del oscurantismo, como dice el texto; otros opinan que los camaradas Kondakov y Leba se quedaron sin dinamita y que tuvieron que dejar un poco de tiniebla y zarismo entre el futuro paraíso socialista. El caso es que las siete octavas partes de un edificio del siglo XIV fueron demolidas.

Pero claro, la cosa no quedó exactamente así, pero lo dejo para la próxima.

jueves, 20 de septiembre de 2007

La iglesia oculta (I): primer intento.

De entre los rincones no demasiado conocidos de Moscú, destaca la iglesia de la Natividad de la Santísima Madre de Dios, junto al antiguo monasterio Simonovsky. Se caracteriza por estar totalmente rodeada por la fábrica "Dinamo", paisaje industrial devastado en estado puro, además de por algunas cosas que voy a ir relatando.

Hasta hace poco, yo vivía relativamente cerca. Una vez, cuando estaba planificando mis rutas para correr en verano, me llamó la atención en el mapa la iglesita de marras y me propuse aprovechar alguno de los rodajes largos a ritmo bajo para tratar de llegar hasta ella. Según los mapas, debía poder llegarse siguiendo simplemente el río, por un camino que iba a dar a ella.

Sin mucha prisa, me puse a correr, dejé a un lado el campo del Torpedo y seguí adelante. Aquello, que era una fábrica, estaba lleno de coches de autoescuela, unos Zhigulis renqueantes con una "У", que equivale a nuestra "L", y lleno de jovencitas temblorosas al volante. Aquello era peligroso, muy peligroso, así que, con mucho cuidado, pasé adelante, y me encontré con el típico paisaje industrial devastado, con desperdicios tirados por el suelo, torretas herrumbrosas, muros con desconchones... y, como no podía ser menos, con un guardia de seguridad.

- ¿A dónde va?

- Allí - dije, señalando a una valla, detrás de la cual se adivinaba ya la iglesilla. La verdad es que pegaditos a la valla, pero, gracias a Dios, por el otro lado, había unos cuantos perros ladrándome con todas las ganas.

El guardia de seguridad ni se molestó en pedirme el propusk, sino, que directamente, negó con la cabeza. Yo, que, como casi la totalidad de los corredores, corro sin documentación, y veía que los perros del otro lado de la valla no iban a aplacarse por mucho propusk que les enseñara, decidí reconocer mi fracaso y dar la vuelta.
Si el entrenamiento hubiera tenido lugar antes de 1930, en lugar del desastre industrial, la autoescuela pirata, el estadio del Torpedo y el segurata y los perros jorobando al personal, me hubiera encontrado con un panorama como el de la imagen de aquí al lado, que cualquiera que lo vea coincindirá que, para un corredor, es sensiblemente más agradable. La iglesita que iba buscando es la pequeña edificación que se atisba a la derecha.

Lo que pasó en 1930 casi mejor que lo cuento en la siguiente entrada, que ésta ya se va haciendo un poco larga. Sólo anticiparé que la imagen de la izquierda representa lo que he citado al principio de la entrada, el "antiguo monasterio Simonovsky". Cómo pasó a convertirse en "antiguo" exige remontarse a 1930.

martes, 18 de septiembre de 2007

Potencia y acto

Los servicios públicos de caballeros (que son los que uso, no sé lo que ocurrirá en los de señoras) suelen caracterizarse por una profusión de pintadas obscenas, palabras soeces, escritos faltones y todo tipo de literatura barriobajera. Eso en España.

En Rusia, aunque lo anterior ocurre en ocasiones, lo hace en menor medida, probablemente porque en la mayoría de las veces la gente que hace uso de esas instalaciones no quiere prolongar el sufrimiento de su pituitaria más tiempo del estrictamente necesario y no está para recrearse en la redacción de ensayos.

Eso se junta con otro problema que, a tenor del bombardeo publicitario que se presencia, debe ser bastante acuciante en Rusia, y es que la población masculina, al parecer, tiene dificultades para vencer la fuerza de la gravedad y poner horizontal y rígido lo que de suyo es de natural fláccido. Las retransmisiones deportivas y otros programas menos recomendables dirigidos fundamentalmente al público masculino no pasan sin anuncios que representan al principio a hombres de rictus preocupado y que, después de tomar el mejunje que se recomienda, adquieren un aspecto entre satisfecho y orgulloso, mientras una mujer de bandera le rodea con sus brazos y cara de estar pensando en el peazo masssho que menudo trabajo que ha hecho.

La palma se la lleva el anuncio de la foto, que no está situado en ningún prostíbulo, sex-shop, gasolinera de comarcal secundaria o Duma estatal, sino en los servicios de caballeros (y de hombres en general) del aeropuerto de Moscú, un sitio que tengo tan visto últimamente, y lo que me queda, que parte del personal ya me podría llamar de tú. El que sepa ruso, que pinche en la foto para verla más grande. Para el que no sepa, ahí va la traducción, sin comentarios.

"Oh, oh, oh..."

"Todo hombre, en los momentos de intimidad con la amada, sueña con escuchar de ella ese dulce suspiro que no se puede confundir con ninguna otra cosa... pero, por desgracia, la edad, el estrés y otras muchas causas no siempre le permiten a usted regalar a la mujer este sentir mágico y disfrutar de su éxtasis."

"Oh, oh, oh... Oh, oh, oh... ¡Oh!"
"Mmmmmmm... sí... ¡sí!
"Sigue... ¡Sigue! Oh, oh, oh..."

¡El amor no puede esperar!

Ahora usted tiene el ENVASE DE LA LLAMA. Unos cuantos minutos, y volverá a tener veinte años. Y su amada volverá a abrazarle impetuosamente, agotada de placer. y, mirando a sus ojos, usted verá como en ellos se reflejan las llamas de su amor."


Leía yo este texto con cara de asombro.

"Leches, ya decía yo que el tío de antes tardaba mucho en salir", pensé

sábado, 15 de septiembre de 2007

Cumpliendo

A partir de cierta edad, parece que la gente considera que cumplir años deja de ser algo celebrable, y yo debo estar llegando a ese punto. Los signos de los tiempos se empezaron a manifestar el año pasado, cuando me estaba abrochando las botas delante de Abi, que me echó un vistazo a la coronilla y dijo:

- Papà, estàs perdent monyo per ahi. Te podrias posar una coseta en el cap per a que t'en ixca o no es caiga (Papá, estás perdiendo pelo por ahí. Te podrías poner una cosita en la cabeza para que creciera o no cayera).

A principios de mes, tuvo lugar otra indirecta infantil, cuando estábamos en la playa y Ro se me acercó por detrás.

- Papà, ¿te puc pentinar l'esquena? (Papá, ¿te puedo peinar la espalda?)

Y, poco después, otra más, cuando Alfina dijo:

- Vaya, te están saliendo canas por aquí - y señaló la nuca.

Pero lo que ya era mosqueante es que el otro día cumplí años y, al mediodía, sólo me habían felicitado mi banco, con un SMS, y mi suegra.

Mosca del todo, llegué a casa de mis padres con una bolsa, tras comprar una tarta y unas velitas de cumpleaños. Mi padre, mientras yo trajinaba por la cocina, husmeó por la bolsa, sacó las velas y dijo:

- ¿Esto que es? ¿Tenéis alguna celebración?
- Papá...
- ¿Qué?
- Es MI cumpleaños.
- ¿Hoy?

No sé qué pensar. A partir de ahora, mis cumpleaños los tendré que pasar vestido de sayo y cubierto de ceniza.

(Por la tarde me resarcí y corrí la carrera de montaña más rápida de mi vida, mejorando más de dos minutos mi marca personal. Y a la que volví a Moscú me hicieron una fiesta. A lo mejor, en lugar de sayo y ceniza, me depilo y me rapo y punto en boca).

jueves, 13 de septiembre de 2007

Preguntando se llega a Roma

Cuando un niño de tres años, de nombre Ame, ha pasado casi toda su vida en Rusia, pero es español, y reparte su tiempo en España entre dos ciudades, puede ocurrir que esté confuso. En este caso, el niño, además, está en la etapa de las preguntas, y de qué manera.

- Papá.
- ¿Qué, Ame?
- ¿Cuándo vamos a España?
- Estamos en España. Estamos en Valencia, y Valencia es España.
- ¿Y Madrid es España?
- Sí, Madrid también es España.
- ¿Por qué?
- Estoo...
- ¿Por qué, papá, por qué?
- Porque está dentro de las fronteras de España.
- Papá.
- ¿Qué?
- ¿Y qué es España?

"Ufff..."

- España es una unidad de destino en lo universal, luz de Trento y espada de la Cristiandad.
- Ahhhh...

martes, 11 de septiembre de 2007

La boda (y V): el convite.

D. JUAN. ___¿Estamos listos?
D. LUIS. ________________Estamos.
D. JUAN.____Como quien somos cumplimos.
D. LUIS. ____Veamos, pues, lo que hicimos.
D. JUAN.____Bebamos antes.
D. LUIS. ________________Bebamos.


- ¡Gorko! ¡Gorko!

Los rusos de la mesa de al lado se pusieron a gritar esto a voz en grito. Literalmente, la traducción es algo así como "¡Qué amargor! ¡Qué amargor!" y es lo más repetido en las bodas donde hay rusos. Equivale a nuestro "que se besen". La razón es que los besos entre los novios lo endulzan todo y se llevan el amargor.

Los novios se besaron, y los rusos comenzaron a contar los segundos que duraba el beso. Ocho segundos de beso.

- Parece que lo de meter pico no se le ha olvidado.
- A ver cuando se pone a arrimar cebolleta.
- Aún así, yo le veo muy tranquilo.
- Ya se sabe que éste es un clon. El verdadero Gannivet está en Plutón de farra.

Acto seguido, los españoles dimos la respuesta:

- ¡Que se besen! ¡Que se besen!

Los novios no se hicieron de rogar. Otros ocho segundos de beso.

- No, no, lo de meter pico no se le ha olvidado.
- Como pilota. Me mola, oye, me mola este tío.

Otras cosas que abundan en las bodas son los fotógrafos. El de esta boda acertó a pasar por nuestra mesa en un momento en que Alfina se había ido, se nos quedó mirando sin saber cómo empezar y dijo:

- Hola, os voy a hacer unas fotos. Los que seáis pareja poneos juntos, por favor.

Los ocho tíos que estábamos allí alucinamos tanto que ni siquiera le partimos la cara. Es más, alguno, no diré quién, por muy de cachondeo que fuera, se juntó a su vecino y se hicieron foto. Alfina acertó a volver para salir en un par de fotos (catorce euros me costó el retorno, maldición) y reírse a carcajadas de las ideítas del fotógrafo. Nos tomó por la mesa de flojos que hay en cada vez más sitios. La culpa debe ser de Planeta y Satélite, que orbitaban mutuamente con su atuendo modernillo de cuello ancho y colores claros. O de Kloonich y Federico, los dos con una perilla algo sospechosa. O de Roberto, que cuando va tocadillo se pone a hablar a la gente a dos centímetros, y luego la peña piensa mal. O de Akelarre, ¿a quién se le ocurre ir a una boda en vaqueros? ¿Y el Coronel? Esa melenilla, ese descuido... para pensarlo. No sé, España está muy mal.

- Alfina, creo que nos quedaremos en Rusia un par de añitos más al menos, que esto está muy degenerado -dije, mientras le daba un beso. No me fijé, pero espero que me viera el fotógrafo.

- A ver, Coronel, ¿a ti que te ha pasado?
- Por dondequiera que fui
la razón atropellé
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí -recitó el Coronel con su voz recia, acarajillada.

Y prosiguió Roberto, siguiendo al Coronel como el Capitán Centellas apostaba por don Juan:

- Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.

Antes de que llegase don Luis Mejía a armar pendencia, o Avellaneda a apostar por él, el Coronel y Roberto decidieron no recitar, como hubieran podido, todo el acto primero del don Juan.

- Sí, vale, pero ¿qué te ha pasado?
- Estuve haciendo surf en Zarauz y me choqué contra unas piedras.

No hubo forma de sacarle más de momento. Entretanto, iban saliendo platos y más platos y ya era difícil encontrar hueco en el estómago para acomodarlos.

- ¿Otro plato más? ¡Qué infierno! - dijo Akelarre, desesperado, y eso que es de los de buen saque, aunque hasta entonces, más que en comer, se había ocupado en hablar de política con su vecino de mesa, que no suele hacerlo, pero que se avino.

Planeta y la Zorra empezaron a mirar a su alrededor. La verdad es que llevaban algún tiempo consecutivo sentados en la mesa, cosa impropia de ellos. Un momento que me descuidé vi que se habían ido, y ya no volvieron a aparecer por la sala hasta algún tiempo después. Probablemente estarían orbitando por allí fuera, cosa quizá incómoda, porque estaba lloviendo con bastante fuerza, pero forzosa en personas de natural tan movedizo.

En esto, antes de que llegara la tarta...

- ¿Que aún queda la tarta? ¡Esto es un infierno! Es como en Navarra, que a medida que avanza el año en las bodas van sacando cada vez más platos y al final llegan a sacar hasta doce y quince platos, y todo por ser más que la anterior. Menudo infierno.

... antes, como iba diciendo, de que llegara la tarta, salió la novia con un violín y se puso a tocar allí mismo, delante de los invitados. Los rusos lo encontraron normal, pero a los españoles nos resultó chocante. Es como si yo, en mi boda, me hubiera echado unas simultáneas de ajedrez con todos los presentes. No deja de ser un arte.

A Abi, que es española, pero que se está criando en Rusia y estudia violín, en cambio, le gustó mucho la idea y se fue a felicitar a la novia. Tomo nota de que, dentro de quince años, o los que sean, cuando la que esté vestida de blanco sea Abi, tengo que esconder el violín.

Ya llegó la tarta, y comimos el trozo que nos tocó. Planeta y la Zorra seguían en los quehaceres que les mantenían alejados de la mesa, pero los demás, Akelarre incluido, comimos nuestra ración, y ya llegó el momento de salir a bailar. Los novios se marcaron un vals impecable.

- Pero, ¿cuándo ha aprendido este tío un vals?
- Ha estado yendo a clases de bailes de salón.
- ¿Pero no era heavy?
- Era, era...

Los españoles somos bastante remolones a la hora de bailar, pero los rusos no. Salieron un par de rusos, luego otro par, luego otro, y luego llegó Ro y nos empujó a Alfina y a mí. Bueno, me empujó a mí, porque a Alfina no había ninguna necesidad de empujarla. Pero si yo también era heavy... ¿eh? ¿Cómo que "era"? ¡Soy! Entonces, ¿qué hago bailando un pasodoble? ¡Si no tengo ni idea! Bueno, ni yo, ni los rusos que me rodean.

Federico estaba de pie mirando el panorama, mientras una rusa había ocupado el centro de la pista y bailaba a ritmo tecno o así con movimientos rígidos ante la atónita mirada de su pareja, que, más que de bailar, se cuidaba de no recibir algún bofetón involuntario. Lo malo es que la banda no estaba tocando tecno, sino el baile de los pajaritos, y el baile de la rusa no pegaba ni con cola. Entonces Federico me vio y se puso a filosofar sobre el asunto.

- Vale, los españoles no somos como los hispanoamericanos, que ésos sí que llevan el ritmo y bailan bien. Lo llevan en la sangre. Pero tampoco es esto. Lo que más flipo es que no tienen el menor sentido del ritmo.
- Son como un látigo aleatorio.
- Eso.

En su defensa hay que decir que los pasodobles, los pajaritos y los éxitos de Georgie Dann, que tal era el repertorio de la banda (por cierto, buenísima la banda), no son ritmos conocidos por allí. Pero todo tiene un límite.

En esto, aparecieron dos amigos de Kloonich, que habían venido desde Madrid a las copas, y reaparecieron Planeta y la Zorra, muy animados. Los niños estaban bailando. Y los rusos. Y la población indígena, joven, adulta y anciana. Y los paracaidistas llegados desde Moscú ¡Hasta yo estaba bailando! Alguno se escaqueó, pero fue más que nada por no quitarse la máscara.

Al que se echaba en falta era al Coronel. Poco después llegó Roberto sudando copiosamente.

- ¡Cómo está! He tenido que llevarlo al hotel. Se me ha acercado, me ha mirado a los ojos y me ha dicho "Robertxus, necesito descansar".
- Pero, ¿qué le ha pasado?
- Dice que se ha escapado del hospital en San Sebastián esta mañana y que han hecho firmar un papel comprometiéndose a asumir la responsabilidad si le pasaba algo. Ha tomado el vuelo a Valencia y yo que lo veo salir del avión y me dice "Robertxus, llévame a un hospital". Y se ha pasado la mitad del camino durmiendo.
- Jo, es un figura hasta cuando no puede más.

Ame, que había estado aguantando como un león, comenzó a quedarse totalmente sin pilas, y tuve que cogerlo en brazos. Parece que estaba llegando la hora de marcharse.

- Abi, Ro, creo que tendremos que irnos.

Alfina también estuvo de acuerdo. Abi y Ro se despidieron muy formales de las niñas con las que habían estado bailando y jugando y luego ya nos fuimos a despedirnos de los novios. Gannivet estaba sospechosamente tranquilo y sosegado. Quizá lo de la abducción y lo de la farra en Plutón tiene más fundamento del que parece.

- Gannivet, ha estado estupendo. Muchas gracias por todo.
- Gracias a vosotros. Ah, quiero un resumen de lo que se ha dicho en esa mesa en el blog.
- ¿En el blog? - balbucí.

Y, así, arriba queda escrito lo que se puede contar. Lo que no se puede contar quedará para cuando los archivos de la CIA se desclasifiquen. Por cierto que me consta que, al día siguiente, según comentó Kloonich, los extraterrestres, con el Coronel repuesto tras una noche de descanso, se dirigieron a la provincia vecina a seguir haciendo honor a quien dijo de sí mismo

Ni reconocí sagrado
ni hubo razón ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquél a quien yo maté.

Pero ésa es otra historia, y no seré yo quien la cuente, porque, no habiendo estado presente, se antoja atrevido intuirla, tanto más cuanto que mi estilo de aventura es mucho menos ruidoso.

- Bueno, que sea menos ruidoso, pero lleva siempre la bandera en tus viajes. Porque, si llevas la bandera, es una invasión; pero, si no la llevas, son meros actos vandálicos.
- Oído cocina. Rojo y gualda y a poner el mundo a los pies del Rey de España.

jueves, 6 de septiembre de 2007

La boda (IV): La ceremonia.

Tras los prolegómenos antedichos, y en un lugar cuyo nombre, como el verdadero de los protagonistas de esta historia, voy a callar, aconteció el casorío que estamos despachando. No diré sino que era en un castillo, y dentro del mismo en la iglesia que lo corona y que es famosa en toda la Cristiandad por las reliquias que guarda. Acudimos, pues, los Von Buchweizen en pleno, ocupamos un banco, no muy lejano del altar ni muy cercano al mismo, y esperamos al comienzo de la ceremonia. El cura y el sacristán daban los últimos toques en el altar, y el coro rociero (para alegría de Alfina, rociera de pro, y estupor mío, rociero de contra) ensayaba los cantos que entraban en la liturgia, mientras el novio veía que le faltaban manos, ojos, bocas y cabeza para atender lo que se le venía encima. Pero me echó el ojo encima y me abordó:

- Localízame a la familia de la novia y diles que se pongan en primera fila y que tienen que hacer unas peticiones.

Me cayó curro, pues. Salí de la iglesia con Abi y Ro de intérpretes auxiliares, localicé a un tipo con cara de ruso y le dije, recuperando el ruso que llevaba una semana sin hablar:

- Usted es ruso, ¿verdad?
- Sí, vengo por la parte de la novia.
- Eso lo sospechaba, pero ¿me puede decir dónde está la familia de la novia?

El ruso miró en derredor suyo y, tras unos segundos, me señaló tres figuras que avanzaban trabajosamente por la subida que llevaba hasta la iglesia.

- Ahí están. Es esa señora de rosa claro al lado de la azul claro con la diadema.
- Ya las veo -es evidente que mantenían las costumbres nacionales en lo referente al atuendo y reivindicación de la coentor más genuina.

Abordé a las señoras, me presenté y les dije que tenía indicaciones del novio de conducirlas hasta sus puestos y de informarles de que estaba previsto que leyeran unas peticiones. Iba a añadir de mi cosecha que sería después del Credo, pero me pareció difícil que pudieran identificar el Credo en la liturgia católica en castellano y preferí dejarlo en manos más cercanas a ellos (supongo que esas manos más cercanas les darían un pellizco cuando les tocara).

A punto de empezar, aparecieron, primero, y sudando copiosamente, Federico y Kloonich, éste armado de cámara.

- Este pueblo está muy lejos - dijeron, dando un suspiro.

Luego llegaron Roberto y el Coronel, al ver al cual en el estado que venía, aún más lamentable que de costumbre, todos dimos un respingo.

- ¡Pero qué lejos está este pueblo!

Y aún llegaron Planeta y la Zorra.

- Casi llegamos tarde. Está lejos, esto. Y ayer nos fuimos de marcha por ***.

En éstas, llegó la novia, galana y hermosa ella, vestida de blanco, con paso firme y sonriendo a diestra y siniestra. Ocupó su lugar junto a Gannivet, no menos garrido mozo, y así se inició la liturgia. El cura, que no sé qué pláticas habría tenido antes con los novios, o más bien sólo con el novio, porque difícilmente pudo entenderse con la novia, no parecía entusiasmado por el evento. Antes bien, a lo largo de la Eucaristía insistió a la feligresía varias veces en que pidiéramos a Dios por los novios, señal de que ve la ayuda divina más necesaria que de ordinario. Los familiares de la novia recitaron sus peticiones a la perfección, en ruso académico, y fueron los familiares del novio los que se equivocaron y perdieron la chuleta donde llevaban la petición escrita, para impaciencia del cura, que les echó algún rejón. Pero finalmente todo se remató como es debido, y Gannivet y Forqueta (la llamaremos así) se convirtieron en la familia Lecter, a la espera de aumentar sus cuitas con el cuidado de los hijos que tuvieren, para, después de una feliz ancianidad, reunirse con el Creador.

Pero eso será más adelante. Entretanto, tocaba convite, así que, no bien pudimos ir en paz, dimos gracias a Dios, salimos de la iglesia y he aquí que fuera nos encontramos con Akelarre, recién llegado del Norte y vestido con camisa y vaqueros.

- Pues no pensaba venir, pero esta mañana me he decidido. No tengo traje y he llegado tarde a la iglesia, pero aquí estoy.

Parecía lógico que Akelarre no hubiera entrado en la iglesia, lugar poco propicio para buscar infiernos. Por cierto que había llegado con la madre de sus hijos y su hijo mayor correteaba por el patio del castillo, igual que Abi, Ro y Ame; pero ya no los volvimos a ver en toda la noche.

Y con esto llegamos a la auténtica entrada por encargo, cuando, después de un accidentado viaje por las empinadas y atascadas calles del pueblo, llegamos al restaurante del convite. De lo que pasó allí contaré lo que se pueda contar, pero eso no será ahora.

martes, 4 de septiembre de 2007

La boda (III): Prolegómenos.

Los prolegómenos de la ceremonia a la que estábamos asistiendo, al parecer, fueron paulatinos, y yo no me di cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que organicé en mi casa una especie de ciclo Santiago Segura. Creo que aquella tarde íbamos a ver una película de la serie de Torrente cuando recibí un mensaje de Gannivet Lecter en mi móvil.

"Alfor, q no puedo ir xq tengo q ir al Bolshoi"


Abrí mucho los ojos.

"Gannivet, ¿al Bolshoi? ¿Será para pegarle fuego? ¿Sabrá dónde está?", pensé. Y es que era impensable que Gannivet renunciara a ver "Torrente" por asistir a las cuatro horas de "Borís Godunov", de Mussorgsky, a no ser que tuviese serios, pero muy serios, problemas de insomnio.

Los demás asistentes al ciclo, durante el coloquio, me confirmaron que Gannivet últimamente frecuentaba el Bolshoi, y no para quemarlo, sino, efectivamente, para asistir a representaciones, algo impensable hasta pocos meses antes. Y no sólo eso, sino que se estaba dedicando a la lectura, y no sólo de los rótulos del supermercado, sino de literatura de cierta calidad. Parece que una mujer estaba siendo la causante de semejante vuelco.

- ¿No le habrán abducido?

- Sí, igual han enviado a la Tierra a un clon, y el verdadero Gannivet está en Plutón de farra.

Hace unos meses, Carbuncho me abordó.

- Oye, que te va a llamar Gannivet Lecter.
- ¿Si? Bueno.
- Quiere que le digas dónde está la iglesia católica de Moscú.
- ¿Quéeeeee? ¿Qué quiere, profanarla?
- No, es que se va a casar.
- ¿Por la iglesia?
- Parece ser.
- ¿Y ha de ser aquí?
- No, es en España.
- Cosas veredes, Sancho.

Efectivamente, Gannivet Lecter me llamó y yo le dije dónde estaba la iglesia católica de Moscú y con quién tenía que hablar. Los siguientes meses debieron ser un batiburrillo de papeleo y formularios, en los que sólo me vi envuelto muy de refilón para recomendar traducciones de términos tales como "impedimento dirimente", "disparidad de cultos", "vicio del consentimiento", "error in persona" y otros tales que tuve que ir desenterrando de mis ya lejanas clases de Derecho Canónico. Y es que, al menos en teoría, la Iglesia Católica toma sus precauciones en los matrimonios mixtos entre católicos y ortodoxos, en parte porque los ortodoxos admiten el divorcio en ciertos casos, y los católicos, como es bien sabido, no lo admitimos en ninguno. Pero no es cuestión de extenderse mucho en este punto, al menos no ahora. Baste saber que Gannivet debió superar la burocracia episcopal, y que probablemente no se lo pusieron todo lo difícil que hubieran podido, teniendo en cuenta que un par de meses antes de la boda aún recitaba el Padrenuestro con problemas y apuntador (aunue el apuntador no era mucho mejor que él). Pero claro, es que no puede ser que uno pase sólo veintipico años ausente de la liturgia, y entretanto le cambien el texto y que ya no sea "perdónanos nuestras deudas". Habráse visto estos curas...

También debió sudar tinta Gannivet Lecter para conseguir visados para sus invitados rusos (que estaban en las dos mesas contiguas), habida cuenta de que el consulado español suele ser bastante displicente, por decir algo suave, a la hora de flexibilizar sus procedimientos. Pero Gannivet Lecter no había topado en vano con la Iglesia, para que le fuera a parar el Estado, y también superó este obstáculo.

Y con esto llegamos al día clave, cosa que dejaré para la próxima.

domingo, 2 de septiembre de 2007

La boda (II): Más amigos de Gannivet Lecter

Completaban la mesa otras cuatro personas. Uno de ellos, al que llamaremos Akelarre, es un avezado buscador de infiernos. Que si una chica le gorronea capuccinos hasta hartarse y luego hasta aquí hemos llegado, eso es un infierno; que si el casero le mete presión con las chocantes exigencias que suelen tener los caseros rusos, eso también es un infierno. Moscú, en general, es un infierno; pero también lo puede ser España o cualquier otro país, con tal de que esté lo suficientemente cerca de Akelarre para que éste se sienta disgustado por algún aspecto del mismo. Por lo demás, aunque es un hábil vendemotos, es una persona con carisma, inteligencia e imaginación, características que, como ya dije en otra oasión, le impedirán llegar a lehendakari. Como, además, ha trabajado en algo durante su vida, probablemente ni siquiera podrá llegar a candidato a lehendakari.

El sexto comensal, a quien llamaremos... mmm... Federico, es una persona impulsiva y levantisca, liberal de pro (lo que, en esta bitácora, no es necesariamente un elogio) y de verbo fácil, prolijo y vehemente. A diferencia de la mayoría de los demás, llegó a Moscú decidido a quedarse antes incluso de salir de las Españas y, al igual que Gannivet Lecter, va consiguiendo permanecer a base de remover Roma con Santiago y de empalmar cambalache con chapucilla. Eso sí, a diferencia de Gannivet, y previsor como es, el asunto de su soltería lo traía resuelto desde antes de salir, sin necesidad (ni conveniencia) de una selección de candidatas similar a la del anterior. Como igualmente es un tío brillante, arrojado y con la cabeza bien amueblada, nunca podrá llegar a President de la Generalitat.

Los otros dos comensales son gente tan conocida como que se trata de mi señora esposa, única mujer en la mesa, y de mí mismo; pero no voy a hacer una autosemblanza a estas alturas. Y ahora baste añadir que se echó de menos en la mesa a otras personas que bien pudieran haber estado allí, pero que, por sus ocupaciones familiares recientemente aumentadas, o por su dedicación exclusiva a asuntos balcánico-folklóricos, se encontraban en otras partes del planeta.

La mayoría de los citados, aparte de su conexión moscovita, tienen en común su pase por una entidad que se suponía debía ocuparse de formarlos, de-formarlos, en dos palabras, y que son buena gente, más o menos estrambóticos o estrafalarios, pero en todo caso buena gente.

Con lo cual queda descrita la gente que había por allí, compartiendo mesa y mantel y con la servilleta en el regazo. Ahora toca pasar a cómo se gestó el evento, al menos en lo que respecta a mi leal saber y entender. Cosa que queda para la próxima entrada.