martes, 19 de noviembre de 2024

Un partido musulmán en Bruselas

Después del mal trago de la riada de Valencia, volvamos a las elecciones en Bélgica, que nos han dejado algunas conclusiones interesantes, una de las cuales es la irrupción de una fuerza política que podríamos llamar novedosa, porque se trata de un partido claramente confesional, cosa que no sucedía en Bélgica desde que el antiguo partido católico decidió sacudirse la confesionalidad de encima y hacer creer a la gente que conviene votarles porque son buenos gestores, no porque defiendan (no lo hacen) supuestos "valores". No sé a quién me recuerdan en España...

La novedad es que el Team Fouad Ahidar es un partido musulmán y que su líder (sí, Fouad Ahidar, no se han roto mucho la cabeza buscando el nombre) no oculta que es musulmán practicante. Es un caso curioso. Procede del partido socialista flamenco, llamado “Vooruit”, del que se separó hace un par de años por un quítame allá esos mataderos rituales. “Vooruit” buscaba regular los sacrificios de corderos o, al menos, que los corderos fueran anestesiados antes de la matanza. Fouad Ahidar votó en contra de la anestesia y a partir de ahí ya tenemos partido musulmán y solamente musulmán. En diciembre de 2023 consumó la ruptura con Vooruit al declarar que los atentados de Hamás eran una pequeña respuesta a la violencia ejercida por los israelíes durante décadas.

Su bautismo de fuego electoral sucedió en las elecciones regionales de antes del verano, en las que muy cucamente se presentó en la sección neerlandófona. La vasta mayoría de musulmanes bruselenses son francófonos, pero precisamente él es bilingüe (por lo menos), así que coló una lista en la sección neerlandófona, donde los requisitos para ser elegidos son menores. Sus algo más de trece mil votos le llevaron a conseguir tres diputados neerlandófonos (con los mismos votos, en la sección francófona no hubiera obtenido ninguno), a lo que se añadió uno más en el parlamento flamenco. Y ya tenemos un partido parlamentario abiertamente musulmán.

En las elecciones municipales de octubre se presentó en varios municipios bruselenses. En Uccle, ya vimos que no, porque en Uccle hay una clara mayoría masoncilla y los partidos confesionales de cualquier índole, incluso la musulmana que está al alza, no tienen el menor éxito electoral. Sin embargo, en municipios como Molenbeek, Anderlecht o Schaarbeek (como era de esperar, por otra parte), entre otros, ha obtenido varios concejales, mientras que, fuera de Bruselas, sólo ha logrado representación en Vilvoorde (probablemente también era de esperar).

No hay que tomarse a broma a Fouad Ahidar ni mucho menos. Es una persona enormemente popular entre su público, que conoce mejor que ningún otro político, y es perfectamente capaz de detectar las incoherencias del sistema y aprovecharlas. Al reproche que se le hace de no respetar la separación entre política y religión, responde categóricamente que en Bélgica no hay separación entre política y religión y que es la política la que decide todo, incluyendo cómo se puede consumir carne, o si se puede llevar velo o no, o una cruz o no (atención al guiño), y que el que decide si una mezquita o una iglesia puede funcionar es un funcionario del Estado sentado tras una ventanilla. Y le parece incoherente que le reprochen a él que no separe ambos ámbitos, cuando lo cierto es que en Bélgica no están separados. La verdad es que resulta complicado rebatirle, y menos aún desde una perspectiva católica, habida cuenta de que el Estado belga tiene absolutamente cogida por el cuello a la Iglesia católica (bueno, más o menos católica…) en Bélgica, a la que mantiene los templos, que son propiedad estatal, y a cuyos sacerdotes les paga un sueldo que les permite dedicarse exclusivamente a la predicación del Evangelio, o a lo que sea que hagan. Si Fouad Ahidar ha venido a poner de manifiesto la profunda hipocresía que anida detrás de la llamada separación de religión y política, ya se puede decir que su llegada tiene algo de bueno.

De momento, toca esperar. Hasta ahora, los candidatos musulmanes, que los había, estaban en todos los partidos por igual, pero no había una lista únicamente musulmana. Ahora la hay. No sabemos si la irrupción de esta lista y de este carismático candidato será el factor que lleve hacia los parlamentos belgas (¡Hay tantos!) a unos parlamentarios que no se opondrían mucho (ni poco) a la implantación de algunas normas musulmanas que chocan con la cultura occidental. El resultado tiene toda la pinta de ser una radicalización de las posturas de unos y otros, y quizá no es casualidad que Vlaams Belang haya experimentado un fuerte aumento en las elecciones regionales flamencas. De momento, parece que el cordón sanitario se aplica a ambos, pero ya veremos cuanto dura.

O quizá sea tarde para detener la marea que viene. Como a mí se me está haciendo tarde, porras, que tengo que ir a cenar…

sábado, 16 de noviembre de 2024

El semáforo español

Probablemente todos conocemos esos semáforos que se sitúan en las entradas de las poblaciones, justo cuando pasamos a zona urbana y la velocidad máxima de los vehículos deja de ser la que sea en la carretera de que se trate y pasa a ser de 30 ó 50 kilómetros por hora, normalmente la segunda. El objeto de semejante tipo de semáforos no consiste en dejar pasar a quienes estén esperando en un cruce (porque frecuentemente no hay ningún cruce que regular), sino únicamente en obligar a los conductores a reducir la velocidad ante de entrar en la zona urbana. Incluso es muy habitual que, poco antes del semáforo, veamos la limitación de velocidad con la advertencia "a más velocidad, semáforo en rojo". Porque, en efecto, si te pasas, el semáforo se pone rojo. Es un semáforo que no tiene disco verde, sino únicamente dos discos naranja intermitentes y el disco rojo fijo.

Yo pensaba que esos semáforos existían en todo el mundo, pero he aquí que me encuentro con la sorpresa de que en Bélgica no han existido hasta hace poco y que se llaman "feu à l'espagnole", es decir, "semáforo a la española" o, más simplemente "semáforo español", lo cual me induce a pensar que estamos ante una contribución española a la seguridad vial de todo el mundo.

En la región de Bruselas, hay tres municipios que ya han instalado alguno de ellos, normalmente cerca de algún colegio. Los concejales encargados les ven ventajas claras con respecto al radar. Claro, si pones un semáforo de éstos, los conductores reducen la velocidad y no llegan a cometer ninguna infracción, a no ser que se empeñen mucho; en cambio, si pones un radar y el conductor se lo traga, comete la infracción, pero sigue rodando por encima del límite. Recibirá la multa unos días después y el municipio recaudará lo suyo, pero se supone que el objetivo no es recaudatorio (bueno, se supone...), sino la seguridad vial, y no digamos cuando pones el semáforo cerca de un colegio. Con el semáforo español el municipio quizá recaude menos, pero los niños van a poder cruzar la calle más tranquilos.

En fin, que no todo son los tercios de Flandes ni la tortilla de patatas. La contribución de España a Bélgica llega hasta nuestros días, en este caso de una manera que, al menos para mí, era completamente inesperada. Esta visto que nunca es tarde para aprender algo nuevo.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Riadas

En el Museo Histórico Militar de Valencia, que por cierto es una preciosidad que bien merece pasar en ella una mañana o más para verla con el debido detalle, hay una serie de salas dedicadas a las distintas épocas en que el ejército de tierra español ha tenido una actitud destacada. Así, hay una sala dedicada a los tercios y a su época, otra a la guerra de la Independencia, otra a la guerra de África, más allá otra a las guerras carlistas y luego a la Guerra Civil y, finalmente, cuando ya parece que se acaba la Historia y no queda sino llegar a la actualidad y, todo lo más, a las misiones de paz en el marco de la ONU, hay una sala más.

Esa sala, sin embargo, no está dedicada a una guerra, al menos no a una guerra tal y como la solemos considerar, en el sentido de que no se enfrentan dos bandos armados. La sala lleva el curioso título de "La guerra contra el fango" y se refiere a la intervención del ejército tras la riada de 1957 que dejó Valencia en un estado tan lamentable como hoy están los pueblos situados inmediatamente al sur de la ciudad. En efecto, en aquel tiempo el ejército se empleó a fondo desde el primer momento con resultados muy positivos, hasta el punto de que las autoridades militares que decidieron la configuración del Museo Militar no dudaron en incluir en la misma una actuación que tiene muy poco de bélica, como no sea en sentido muy figurado, pero de la que estaban tremendamente orgullosos y, cuando uno sale de la sala en cuestión, hay que coincidir en que no es para menos.

A estas alturas no hay nadie que ignore que una nueva riada ha causado más de doscientos muertos y enormes daños en distintas poblaciones de la comarca de l'Horta Sud y algunas, menos, de la Ribera Baja. La ciudad de Valencia estaría en las mismas condiciones, de no ser porque las autoridades que gobernaban España en 1957 (fascistas, dictatoriales y bla) llevaron a cabo una obra de enorme envergadura con el fin de desviar el río Turia del centro de la ciudad y hacerlo desembocar en el Mediterráneo por el Sur. La obra ha demostrado su eficacia estos días, porque ha resistido perfectamente lo que se le vino encima y ha arrojado al mar la avenida que de otra forma hubiera terminado destrozando la ciudad.

En comparación con lo sucedido en 1957 (y también podría escribir sobre la pantanada de 1982, que me pilló cerca de la zona afectada), la reacción de 2024 deja una agria impresión de incompetencia de muchos de quienes hubieran debido tomar las decisiones adecuadas. Ello es tanto más lamentable cuanto que los medios de 2024 son infinitamente mejores que los que existían en 1957. En aquel entonces, el ejército español no disponía, ni de lejísimos, de los medios que tiene hoy. Era más numeroso que el actual, pero técnicamente estaba a años luz de ser una fuerza comparable a la de cualquier país puntero de entonces; estaba compuesto de soldados de reemplazo que en buena medida estaban allí muy de mala gana, mientras que ahora se trata de un ejército profesional parangonable con los mejores del mundo. Hay una unidad militar de emergencias que no existía en 1957 ¿Qué ha sucedido, entonces, para que se haya dado una imagen de ineptitud tan lamentable?

Se ha escrito mucho estos días sobre las causas. Muchos echan la culpa a los políticos y yo creo que no les falta razón, pero sólo he visto algunas, no tantas, voces señalar con el dedo a los partidos políticos, que se han convertido en la carcoma del sistema. Hay que decir claro que los partidos políticos hace mucho tiempo que han abandonado el que se supone que era su propósito inicial y que debía consistir en canalizar una opinión política determinada y proponerla a los electores, una mayoría de los cuales decidiría cuál (o cuáles) de ellas tendría la responsabilidad de ejercer el poder durante un tiempo.

La perversión del sistema ha llevado a que los partidos políticos hayan dejado de ser lo que se supone que deberían ser. Ahora su propósito es conquistar el poder, para lo cual adaptan vergonzosamente su programa electoral a lo que creen que va a gustar a la mayoría de los electores, a la vez que les modulan el gusto mediante campañas de mercadotecnia de lo más refinado ¿Y para qué quieren el poder? Para colocar a sus afiliados. Los partidos políticos se han convertido en gigantescas agencias de colocación en las que el mérito y la capacidad se han visto reemplazadas por la fidelidad perruna como único factor determinante para desempeñar un cargo, a veces -por desgracia- de mucha responsabilidad.

El resultado ha sido una colonización de la administración pública por parte de arribistas de escasas luces que difícilmente llegarían lejos en ningún lugar mínimamente exitoso del sector privado. La administración pública franquista era bastante reducida en tamaño, como el Estado franquista en general, y (con todas las excepciones que se quieran) básicamente compuesta de profesionales que forzosamente eran apartidistas porque no había partidos. Cuando los hubo, los primeros partidos políticos se nutrieron de tecnócratas que habían trabajado en aquellas administraciones o en las universidades para encomendarles los altos cargos públicos. Los ministros de los primeros gobiernos democráticos, tanto de la UCD como del PSOE, eran gente, por lo general, bien preparada y con experiencia, que venían de la administración o del sector privado anterior.

En algún momento de la década de 1980 la cosa empezó a torcerse con la multiplicación de la administración pública, que ganó enormemente en tamaño, al mismo tiempo que los partidos políticos empezaban a colonizarla, primero en los niveles más altos, y luego descendiendo a los de rango inferior. Después de un proceso lento, pero seguro, una cantidad absurda de mandos intermedios, además multiplicados de manera no menos absurda, han venido a ser ocupados por afiliados sin preparación suficiente para desempeñarlos con una mínima eficacia. Alternativamente, miembros de esas administraciones que por su desempeño y capacidades no podrían acceder a puestos de mando, al menos sin que sus compañeros se llevasen las manos a la cabeza, lo han conseguido con el simple expediente de darse de alta en el partido político que les conviniera más a sus propósitos. Como eso ha sucedido igualmente en la administración educativa, funcionarizada hasta la náusea, buena parte de los puestos en los centros educativos y en las universidades están copados por coleguillas que los ocupan no por ser los mejores docentes o investigadores, sino por eso, por ser coleguillas. Y así, la educación languidece y quienes salen de allí no están en condiciones de mantener el listón de sus predecesores.

Los dos responsables máximos de la pésima reacción a la nueva riada de Valencia son dos ejemplos de libro de la calamitosa situación a la que hemos llegado. Ni el presidente del Gobierno ni el presidente autonómico han hecho nada en la vida fuera de sus respectivos partidos políticos. El uno estudió Economía, y hasta ostenta un doctorado por el que habría que destituir, cuando no colgar de los pulgares, a quienes tuvieron la osadía de calificarlo positivamente, pero no se le conoce la menor contribución aplicando lo que hubiera estudiado en la universidad; el otro estudió Derecho y pasó de las juventudes de su partido a empalmar un cargo detrás de otro sin solución de continuidad, y si no ha dimitido todavía es porque en su partido no tienen más remedio que aguantarlo como sea hasta que caiga, si cae, el gobierno central, ya que, de lo contrario, sería como aceptar que tiene toda la culpa del desaguisado que se ha montado.

Hasta aquí, la culpa es nuestra, porque la información que obra en el párrafo anterior es fácil de encontrar. Lo sabíamos, ellos se han presentado a las elecciones y los hemos elegido, así que allá nosotros. Lo malo es que, una vez elegidos, han ido colocando en los escalones inferiores de la administración a cargos de confianza en puestos muy bien pagados. Se supone que están bien pagados para que sean atractivos a los mejores profesionales, pero, como el sistema está podrido, el hecho de que estén bien pagados atrae a los lameculos de los partidos como las moscas a la miel, de manera que se amplifican méritos de los mediocres que terminan ocupándolos.

El currículum de los que hubieran debido responder ante la emergencia que ha sucedido en Valencia ha sido aireado por no poca gente en las redes sociales y es bastante elocuente a este respecto. No puedo resistirme a poner un ejemplo que conocí en mi pasado en Moscú y que era de un funcionario que se había puesto el carné de su partido político entre los dientes y había logrado ser nombrado, Dios sabrá con qué otros méritos, Secretario General de Hacienda, lo cual le dio preferencia para acceder a un puesto tremendamente bien pagado en el servicio exterior español, en este caso en Moscú. El susodicho ignoraba lo más básico de Rusia y de su trabajo, pasaba los fines de semana -a veces alargados- en España usando los coches y chóferes oficiales para traerle y llevarle al aeropuerto, no aprendió una palabra de ruso en los cinco años que se chupó en Moscú y provocaba la vergüenza ajena de quienes le acompañaban a cualquier reunión con alguien mínimamente competente, pero se embolsó un sueldo público anual de seis cifras (y la primera no era un uno) a lo largo de cinco años. Sí, con el sistema que nos hemos dado y que concede todo el poder a los partidos hegemónicos, un buen sueldo público no significa que el puesto va a ser ocupado por alguien competente que se lo gane con creces, sino por todo lo contrario.

Estamos avanzando hacia el final de este ciclo, que algunos llaman con cierta displicencia "el régimen del 78", y no sabemos lo que va a reemplazarlo. Los incidentes de estos días harían desear una situación en que el Estado, tan mal gestionado, se redujera, y los partidos políticos perdieran poder mediante expedientes tan sencillos como eliminar las listas cerradas y bloqueadas y finalizar la financiación pública de los mismos (un sistema como el de dedicar un 0,7% de la recaudación del IRPF a los partidos elegidos por los contribuyentes sería una opción, como se hace con la Iglesia Católica), por no hablar de medidas más radicales. Una situación en que las comunidades autónomas, que han quedado en evidencia, se ocuparan mucho más de gestión de lo básico y mucho menos de política. Y una situación en que el Estado fuera sustituido por iniciativas sociales, que es lo que ha pasado en esta crisis, pero de manera totalmente desorganizada. Porque, contra lo que piensa casi todo el mundo, "lo público" y "lo estatal" no tienen por qué sinónimos, aunque el liberalismo gobernante nos lo quiera vender así; hay, o debería haber, un sector público no estatal, que sale de la sociedad y que no necesariamente es una empresa mercantil con su ánimo de lucro, como querrían los liberales, sino entes que se mueven con ánimo de servir a la sociedad de la que salen. Se ha demostrado estos días, en que la "guerrilla" ha sido mucho más ágil que el "ejército" para luchar contra el barro con prontitud, aunque finalmente ha tenido que llegar el ejército con su maquinaria.

Eso sí, al ejército se le ha hecho tarde. Como a mí ahora.

martes, 22 de octubre de 2024

Después de las elecciones

Como es preciso, después de las elecciones municipales, a pesar de que el seguimiento que se les ha dado desde esta bitácora no ha sido todo lo profundo que me hubiera gustado, me toca referir cuál ha sido el resultado de las mismas.

Ha ganado la lista del alcalde, o sea, la alianza entre MR y DéFi, lo cual no era ninguna sorpresa en este pueblo habitado mayoritariamente por gente de clase media-alta. El alcalde Boris Dilliés ha obtenido 6692 votos preferentes (el total de votos válidos es de algo más de 35.000), lo cual le coloca claramente en cabeza de esta categoría, triplicando al siguiente candidato y que también es de su lista. Un voto preferente es una particularidad del sistema electoral belga para hacer creer al pueblo que quien manda no son completamente los partidos políticos. Es un sistema de listas cerradas, pero no bloqueadas, al menos no del todo. Los votantes pueden poner una crucecita en uno o varios candidatos de una lista, queriendo decir que quieren alterar el orden de la lista del partido político que la ha presentado; si ponen la crucecita en la casilla del propio partido, quiere decir que aceptan el orden propuesto (y, si no ponen crucecitas, también). Lo que no pueden es poner crucecitas al lado de candidatos de distintas listas, lo que serían listas abiertas. El caso es que 6692 votantes han marcado la casilla de Boris Dilliés, que, de todas formas, era el cabeza de lista, así que, o yo he entendido mal el sistema, o no veo la diferencia, pero lo que está claro es que el alcalde debería estar contento.

O no tanto. Ha perdido votos, porque los resultados de su lista son algo inferiores a los que obtuvo la suma de MR y DéFi, por separado, hace seis años. Sin embargo, ha ganado apoyos, porque DéFi se quedó en la oposición hace seis años y ahora los tiene, no ya en la mayoría, sino incluso en su propia lista.

En segundo lugar han quedado los verdes de Ecolo-Groen, que estaban en la coalición mayoritaria saliente. Han perdido tres concejales y bastantes votos, después de la sorpresa que dieron hace seis años. El hecho es que han llegado rápidamente a un acuerdo con Dilliés para formar una coalición y seguir en el gobierno municipal, supongo que porque los sillones son cómodos y atraen lo suyo. La coalición tiene 29 concejales de un total de 43, así que no van a tener ningún problema en la asamblea municipal para hacer más o menos lo que prefieran.

¿Quién queda? Pues seis concejales de los sociatas, que ganan bastante peso; cuatro de los, -as Comprometidos, -as, que doblan sus resultados, y cuatro más del díscolo Marc Cools y su lista de "Uccle en Avant". Por cierto que los medios de comunicación se están cansando de la murga igualitarista de los, -as, Comprometidos, -as, y ya ponen "Les Engagés" sin marca de género gramatical, y eso que en francés es mucho más sencillo que en español, así que voy a seguir su ejemplo y voy a hacer lo propio en lo sucesivo. 

En toda esta historia, y después de su para mí inesperado éxito en las elecciones regionales de antes del verano, los Comprometidos creo que se las prometían mucho más felices que el resultado que finalmente han obtenido, y eso que han doblado lo que tenían, pero no les ha ido demasiado bien, ni aquí ni en el resto de municipios de la región de Bruselas, donde se han mantenido, pero nada más. En Uccle, estaban en la coalición de gobierno y, sorpresa, la concejala que habían metido en el equipo de gobierno les ha dicho adiós y se ha metido en la lista del alcalde, así que han tenido que ser originales, una vez más. Su cabeza de lista en las elecciones de Uccle era nada menos que la presidenta de la Federación Valonia-Bruselas, Élisabeth Degryse, que dijo que, si era elegida concejala, iba a participar en el consejo municipal. Pues lo ha sido...

En resumidas cuentas, pocos cambios, nada demasiado nuevo y Uccle queda fuera de las dos listas que van avanzando en el resto de Bruselas. El PTB ni siquiera se presenta, y la lista de musulmanes local, el Colectivo Ciudadano, no ha llegado al 2% de los votos, y me parecen muchos para lo que es esto, mientras que en el resto de Bruselas hay lugares donde listas semejantes han tenido un éxito resonante. No sé si ya será tarde para evitar el califato, pero, desde luego, al que se está haciendo tarde es a mí, así que aquí lo dejo.

sábado, 12 de octubre de 2024

Medidas electoralistas

Falta nada para las elecciones, así que éste es el momento ideal para que los partidos se empleen a fondo en adoptar medidas que gusten a sus votantes ¡A ver si los lectores que le queden a esta bitácora van a pensar que este fenómeno sólo sucede en sus países! En últimas entradas ya se había mencionado la intención del MR, de los Comprometidos, -as y de los sociatas, probables socios de coalición en el gobierno de la Región de Bruselas, de prolongar dos años la vida útil de los coches de motor Diésel Euro 5 y gasolina Euro 2, que, de lo contrario, hubieran debido desaparecer de las calles de Bruselas a final de este año. Gracias a la confluencia de una nueva mayoría parlamentaria en la región, esta vez sin ecologistas, y de unas elecciones municipales inminentes, esta medida ya ha sido adoptada (de ahí sale la foto, sí), con lo que voy a tener dos años de prórroga del Topomóvil, que va a estar contaminando horriblemente las calles de Bruselas los cuatro días mal contados que se usa.

Los ecologistas, además de en bicicleta, han montado en cólera. Hasta ahí, bien, porque la cólera tampoco contamina el medio ambiente. Aducen que esto no puede ser y que no cuenten con ellos para nada y mucho menos para ayudarles a formar gobierno. Y que vamos a morir todos.

Los ecologistas, por su parte, se han quedado prácticamente solos en su oposición al aplazamiento de la prohibición de mi coche. El PTB, nada menos, que es algo así como Podemos, pero más estalinista, también ha votado a favor, así como Vlaams Belang. Ver votar en el mismo sentido al PTB y a Vlaams Belang es una cosa totalmente insólita que no presenciaremos en muchas ocasiones, así que más vale que tomemos buena nota del hecho. Los otros partidos neerlandófonos del Parlamento de la Región de Bruselas han optado por una prudente abstención, supongo que para no malquistarse demasiado con los ecologistas, que siguen siendo lo suficientemente importantes en el Parlamento como para no convertirlos en algo así como un movimiento antisistema.

Así las cosas, a los verdes sólo les ha quedado el derecho al pataleo. Como suele suceder, han encontrado el apoyo de asociaciones medioambientalistas, que se dicen apolíticas, pero a las que se les puede perfectamente aplicar el típico refrán español de "Dime de qué presumes, y te diré de qué careces". Estas asociaciones, pues, han convocado una manifestación masiva delante del Parlamento para protestar contra lo que se estaba cociendo dentro de él. En España, como sabéis, está prohibido manifestarse delante del Parlamento, en principio para todo el mundo, pero en la práctica, si eres de izquierdas, sí que puedes manifestarte, porque estás luchando contra el fascismo y tararí, tarará. Aquí no sé si está prohibido o no, pero de hecho ocurre delante de todos los parlamentos, y ya sabéis que en Bruselas, sol y sangría no habrá, pero parlamentos, todos los que queráis.

Los convocantes de la manifestación lograron convocar, según la prensa, un centenar de personas, entre los cuales se encontraban delegados de la asociación "Abuelos por el Clima", obviamente apolítica, como todas, que incluso entraron en el Parlamento para seguir el debate, con lo que lógicamente diezmaron la manifestación, porque, si ya un centenar es una cifra generosa (y dudosa), si encima los manifestantes no están a lo que debían estar y se distraen con debates parlamentarios, esto no hay quien lo aguante. Si es a Rólex, a Rólex; y si es a setas, a setas; y es que soplar y sorber, no puede ser.

En resumidas cuentas, que mis planes han cambiado. El Topomóvil se iba a España a ser utilizado allí hasta el final de su vida útil, pero eso puede esperar de momento a abril de 2027, momento en el que decidiré si me compro otro coche o no vale la pena y ya me espero a jubilarme. De momento, me toca pasar la ITV belga, no se me vaya a hacer tarde. Pero ésa es otra historia, que habrá que contar a su debido tiempo.

viernes, 4 de octubre de 2024

Antes de las elecciones: los candidatos

Las elecciones municipales van a ser el domingo de la semana que viene. Qué emoción. Bueno, igual no tanta. Desde que hay memoria, en este municipio gana las elecciones el MR, Movimiento Reformista, partido liberal masoncillo, algunas veces incluso con mayoría absoluta de votos. Es lo que tiene este municipio o barrio, poblado por gente con el riñón bastante bien cubierto que no quiere aventuras izquierdistas ni que se metan en su vida. Vamos, no es por nada, pero la propia Reina de los Belgas es de aquí, por poner un ejemplo evidente de clase alta. El caldo de cultivo ideal, pues, para un partido como el MR. En las últimas elecciones, las de 2018, seguramente también hubiera arrasado si no hubiera sido por un escandalillo de segunda división, pero que llevó a la fragmentación del partido en dos partes antagónicas.

La parte oficialista se llevó el gato al agua, y consiguió seguir siendo la lista más votada, pero el defraudado disidente Marc Cools consiguió cerca de un 10% de los votos y tres concejales, que no está nada mal para empezar. Eso sí, hubo una novedad interesante: los votantes se mosquearon lo suyo y un porcentaje importante se pasó a otro partido, los Verdes, que prácticamente doblaron su representación.

El alcalde, visto lo visto, construyó una mayoría aliándose, precisamente, con los Verdes y con los dos concejales de lo que entonces todavía era el Centro Democrático Humanista y a lo largo de la legislatura pasaron a ser "Los,-as Comprometidos, -as". Sea como fuere, la mayoría se quedó con 31 concejales sobre los 41 totales, lo cual es prácticamente todo lo holgado que se puede ser. En la oposición se quedaron los tres concejales de Cools, que ideológicamente son la misma cosa que el MR, tres socialistas y seis concejales de DéFi, un partido creado para defender los derechos de los francófonos y que tampoco parece precisamente de extrema izquierda, como vamos a ver. Poca oposición ha tenido el alcalde durante estos años. El Partido del Trabajo, que es algo así como Podemos, pero en Bélgica, lo tiene extremadamente crudo en este municipio, qué se le va a hacer. Y los independentistas flamencos parecían haber tirado la toalla, después de no haberse comido un rosco jamás. Parecían...

Esta vez hay seis (o siete, si se quiere) listas para elegir, aunque sólo cuatro de ellas presentan los cuarenta y tres candidatos máximos que podrían potencialmente ser elegidos. Se trata del MR, enmascarado bajo la denominación "Lista del Alcalde" (Liste du Bourgmestre, en vernáculo francés y que nadie se ha molestado en pedir en otra lengua, como, un suponer, el flamenco); los Verdes; Los,-as Comprometidos, -as, que están muy subiditos después de su buen resultado en las elecciones regionales; y, finalmente, los socialistas, entre los que se ve incluso algún apellido español (hay censados cerca de dos mil españoles en Uccle, ahí es nada). Treinta y nueve candidatos ha logrado reunir el disidente Marc Cools para su candidatura de "Uccle en Avant".

Fuera de esos cinco que evidentemente se van a partir el bacalao, hay una llamada "Candidatura ciudadana" que no parece tener muchas posibilidades, porque sólo presenta dos candidatos, uno de ellos, o de ellas, con un nombre marroquí que no sé de dónde habrán sacado, porque en Uccle, no es que no haya marroquíes, vale, pero no abundan demasiado, desde luego menos que los españoles y no digamos que los diez mil franceses que huyen aquí del régimen fiscal de su país.

La séptima candidatura es otra que me ha dejado un pasquín en el buzón, el único pasquín bilingüe que me ha llegado. Se trata de la Alianza Neoflamenca, que presenta seis candidatos de aspecto combativo que hacen hincapié en la seguridad, en la necesidad de poner en marcha alguna escuela neerlandófona y en que la documentación en el municipio sea bilingüe. No les auguro ningún éxito, pero bueno, ¿qué sé yo de estas cosas? Tampoco me parecía que los Comprometidos fueran a tener éxito con su cambio de nombre y de actitud y aquí estoy, comiéndome mis palabras.

Se echan de menos a los francófonos de DéFi, pero no es que no se hayan presentado, sino que están incluidos en la Lista del Alcalde. La verdad es que uno no se explicaba bien la necesidad de defender los derechos de los francófonos en Uccle, que debe ser algo así como defender los derechos de los francófonos en París o de los hispanohablantes en Madrid ¿Qué más quieren? ¡Si todo se hace en francés! El caso es que unos cuantos han debido integrarse en la lista del alcalde, que por eso seguramente no se llama "MR", pero tiene una lista de color azul intensito, que es el del Movimiento Reformador, para que nadie se llame a engaño.

En fin, que el domingo se vota y el lunes veremos a quién tenemos de alcalde los próximos seis años. A ver, no es que se esperen grandes sorpresas.

De hecho, no se esperan ni sorpresas pequeñas.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Francisco

El papa ha pasado por Bélgica el pasado fin de semana. Yo, bien lo sabe Dios, entre el papa actualmente reinante y sus dos predecesores, que son los que he conocido en mi vida adulta, me quedo con sus dos predecesores, que tendrían sus cosas, no lo dudo, pero, cuando decían o escribían algo, lo hacían con suma claridad y sin que hubiera que preguntar a ningún oráculo si realmente querían decir lo que parecía que habían dicho. Con Francisco los mensajes son algo más confusos, no siendo éste un terreno que debiera prestarse a la confusión.

Pero eso es asunto mío. Conozco bastante gente que es muy partidaria del papa actual, al que considera un pastor que cuida de sus ovejas, y desde luego no seré yo quien se lo discuta. Estos partidarios del papa actual, sin embargo, no son de misa frecuente ni siquiera semanal, pero oye, al menos están bautizados, así que, como diría él mismo ¿quién soy yo para juzgar? Sí que parece claro que algunas ovejas tienen más fácil desmandarse que otras bajo este pontificado, y los que fatalmente nos hemos desmandado, esperemos que sólo de momento, tampoco recibimos un mensaje demasiado nítido sobre lo que efectivamente hemos hecho. A lo mejor estamos más dentro que fuera, o más fuera que dentro; es más difícil de discernir que en los buenos tiempos en que lo blanco era blanco, y lo negro, negro.

En cualquier caso, con estos antecedentes, mi entusiasmo para asistir a los eventos del viaje no era demasiado elevado. Bueno, en realidad, con "los eventos del viaje" me refiero únicamente a la misa masiva del estadio de Heysel, que hoy se llama del Rey Balduino, porque la celebración en la Universidad Católica de Lovaina no estaba entre mis posibilidades, y mucho menos las reuniones con jesuitas que ha estado manteniendo y que, por lo visto, mantiene allá donde va.

Tuve ocasión de ir, lo reconozco, y no la aproveché, aduciendo que prefería dejar la entrada a alguien que quizá la necesitara más. En Bruselas, Heysel está lo más lejos que se puede estar de Uccle y, aunque la misa empezaba a las diez de la mañana, había que estar allí a las ocho y media. La misa acabaría a las doce y se nos hizo saber que contáramos con dos horas para salir del estadio. Creo que, si hubiera sido para ver a Juan Pablo II o a Benedicto XVI, hubiera ido, pero no estaba muy seguro de recibir un mensaje suficientemente relevante y, de todas formas, a las dos tenía que estar en algún lugar de Overijse actuando con mi equipo. Como el campo se llenó, todo apunta a que hice bien, porque mi plaza la ocupó alguien más devoto que yo y esa gente merece respeto. Cuarenta mil personas, que se dice pronto, pasaron la mañana enterita en Heysel asistiendo a una misa de campo, más que de campaña.

El problema consistió en otra cosa. Vale, yo me había excusado de ir a la misa del papa, pero eso no quería decir que fuera a ignorar el mandato dominical. El sábado no pude ir porque estuve de excursión (eso es otra entrada, por cierto), el domingo por la mañana, sorpresa, todas las misas de Bruselas (y de varios lugares de fuera) fueron canceladas y, como mucho, reemplazadas por la retransmisión de la misa del papa en una pantalla, con distribución de la comunión, sí, pero no tengo claro que eso sea realmente una misa.

Quedaba el domingo por la tarde. El domingo por la tarde no es sencillo encontrar una misa en Bruselas, pero uno siempre puede confiar en la misa de las ocho de la tarde en la Viale Europe, que recoge a todos los fieles rezagados y despistados del fin de semana y que, como cualquiera supondrá, es frecuentada por un número razonable de españoles ¿Que siempre puede confiar uno, he dicho? Pues no. Es verdad que no había mucha gente por allí, pero había gente esperando que comenzara la misa, hasta que un acólito dijo que no la habría y se ofreció, al menos, a organizar una exposición del Santísimo y adoración allí mismo, cosa que hizo.

Vamos, yo entiendo que hacen falta muchos sacerdotes para atender a los cuarenta mil de Heysel, y que esos mismos sacerdotes también querrían asistir a la visita de Francisco acompañando a los feligreses de sus parroquias que se hicieron con entradas, pero, claro, si el precio a pagar es que en un domingo sólo se organice una misa de verdad, la del papa, en toda la ciudad de Bruselas, me parece un poco excesivo.

Total, que precisamente cuando el papa viene a Bruselas, yo me he quedado sin ir a misa.

En cuanto a la visita en sí misma, no me he enterado demasiado. Si uno lee la prensa belga, parece que sólo se habló de los abusos a menores y de la ordenación de mujeres. Bueno, y del cambio climático. Con estos asuntos de conversación, no parece probable que se aborde la situación calamitosa de la iglesia católica en Bélgica, ese cascarón que sobrevive a duras penas en reductos muy puntuales, mientras los que la han llevado hasta donde está ahora siguen haciendo las mismas cosas que han hecho siempre y cuyo resultado está siendo la desaparición de la fe en este país en el que vivo.

Pero eso ya ha sido tratado en muchas otras ocasiones y no es cuestión de repetirlo una y otra vez, y menos hoy, que se hace tarde.