sábado, 21 de septiembre de 2024

Más elecciones

En este año multielectoral, en Bélgica no sólo ha habido elecciones europeas y regionales, sino que dentro de unos días, el 13 de octubre, habrá elecciones municipales. Ya nos dedicamos a ellas la última vez, cuando apareció una entrada sobre el candidato aparentemente, y sólo aparentemente, llamado a terminar con el sistema de partidos, al menos a nivel municipal, pero que toda la vida estuvo en un partido que no le daba toda la cancha que él deseaba, así que se enfadó y montó el suyo.

Hasta donde yo sé, a día de hoy sigue siendo concejal opositor a su propio partido de siempre, y cuyas ideas no se diferencian gran cosa de las suyas propias, y tengo entendido que tiene la intención de presentarse de nuevo. Estos masones...

Aunque la proclamación oficial de los candidatos tendrá lugar dentro de unos días, ya hay madrugadores que se han dedicado al buzoneo; los lugares indicados para pegar los pósteres electorales ya lucen con la efigie de los candidatos a próceres dedicados a sus municipios. Todo huele a elecciones, incluso las medidas electoralistas del Parlamento bruselense, que ojalá las tomen pronto, porras, por la cuenta que me trae. Pero a las medidas electoralistas es mejor que dediquemos otra entrada.

En esta nos dedicamos a los primeros que han dejado su pasquín en mi buzón, que resultan ser nada menos que "Les engagé·e·s", o sea, "Los, -as comprometidos, -as", y que, como sabemos, no son sino los antiguos demócrata-cristianos, que hoy se avergüenzan visiblemente de la mitad de su ideología, y me temo que no de la primera parte, así que hace algún tiempo efectuaron un cambio de nombre, en lenguaje mercadotécnico rebranding, y la verdad es que el susodicho cambio, a despecho de los agoreros como yo mismo, les ha venido de perlas, porque han roto la acusada tendencia a la baja que venían sufriendo en las anteriores elecciones. De hecho, en la región de Bruselas han doblado el número de diputados.

El pasquín está en francés, y sólo en francés, lo cual es un signo elocuente de que no esperan obtener votos del electorado neerlandófono. Ni ellos, ni me temo que nadie. Básicamente, el electorado neerlandófono, de suponer que exista, se ha hecho bilingüe a la fuerza, ante la perspectiva de quedarse aislado.

La cabeza de lista es la señora de la foto, que atiende por el nombre de Elisabeth Degryse y que es ministra-presidente de la Federación Valonia-Bruselas, más conocida en castellano como Comunidad Francesa de Bélgica, pero de esa jerigonza también tocará escribir en otra ocasión. Uno pensaría que, si eres presidente de un ente que se ocupa de todo tipo de asuntos culturales, lingüísticos y deportivos, no te queda tiempo para ser concejal de Uccle, o de donde sea, pero esto es Bélgica, señores. Aquí vale casi todo y, en este caso, lo que vale es que si esta señora saca votos, la metemos de cabeza de lista de lo que sea y adelante. Lo cierto es que nadie le puede negar que es de Uccle, porque aquí es donde nació, mañana hará cuarenta y cuatro años.

A nivel belgoregional, entre los "comprometidos" hay negros, blancos, guapos y feos (hay algún caso dramático de fealdad cuya foto me resisto a poner para no reventar las pantallas de nadie). En la lista de Uccle sólo con pena y trabajo consiguieron encontrar una negra, y tampoco lo es mucho; además, parece haber un moro, a juzgar por el nombre, porque por la foto no se averigua. El resto son todos blanquitos, razonablemente bien parecidos y con aspecto de gente de bien o de ciudadano estándar. Claro, eso refleja la relativamente escasa variedad racial de este municipio.

Yo no sé si van a sacar más o menos de lo que tenían, que no era mucho, pero me da la impresión de que este grupo buenista-francisquista-vergonzante, por alguna razón, está en alza. No tienen programa, porque las propuestas que hacen son la cosa más sosa y llena de lugares comunes que he visto en ningún sitio, pero me temo que eso ya da lo mismo en los tiempos que corren, y que lo que cuenta es quedar bien en las fotos y sonreír con mejor o peor fortuna. Lo de Milei es una excepción que en Bélgica está lejísimos de darse.

Pero al programa de los "comprometidos" y a otros aspectos de su candidatura y sus andanzas tocará verlo en otro momento, porque hoy se hace tarde.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Reconectando

Después de un mes largo de no escribir una línea, me siento delante del ordenador con la sensación de que, después de todo, quizá escribir no me guste tanto como pensaba. Vaya por delante que sí, que he estado de vacaciones en España y no me he estado ocupándome de temas laborales ni académicos lo más mínimo; han sido unas vacaciones de verdad, y además han sido estupendas: lo único indudablemente malo es que ya han terminado.

Y he debido desconectar enormemente. Ayer tuve que coger el coche para ir a un lugar en el que he estado decenas, si no centenas de veces, y me pasé el camino hasta en dos ocasiones, como si hubiera puesto el piloto automático, no para ir a la place Jourdan, que era más o menos mi destino, sino al aeropuerto de Zaventem, que (desgraciadamente) no lo era.

Es verdad que la reconexión con la realidad ha sido bastante brutal. Eso de pasar de noches con una mínima de 24 grados, que es lo que se puede encontrar uno en Valencia, a noches con una mínima de seis grados, como anoche o anteanoche, es uno de los tragos más duros que existen. Se lo he comentado a algún amigo o familiar por Valencia, de manera absolutamente despreciable y con la evidente intención de hacerme el mártir, sólo para encontrarme con una inesperada reacción envidiosa por parte de mi contertulio, en forma de "¡Ya quisiera yo estar a seis grados por la noche, bajo la manta, en lugar de no poder dormir con este calor!" Perdónalos, Señor, porque no saben lo que dicen.

La reconexión está siendo lenta, para qué negarlo. Y, si bien mi intención era continuar con la última entrada y seguir hablando sobre la singladura de Carles Puigdemont en este país en el que sigue residiendo, creo que será mejor dejar eso para una próxima ocasión, porque, al fin y a la postre, el susodicho parece tener la intención de seguir viviendo en Waterloo algún tiempo más, y así será si nada lo remedia, por lo que tiene toda la pinta de que no se le va a hacer tarde.

A mí, en cambio, sí, de modo que hasta aquí ha llegado esta entrada, mientras hacemos una pausa hasta la siguiente.