No es por ponerme flores, pero ha bastado que una de las integrantes del grupo punkarra blasfemo "Pussy Riot" haya cambiado de abogado defensor, y que el nuevo abogado defensor haya llevado la defensa de una manera, ahora sí, más profesional, para que la hayan soltado. Sus dos compis, que siguen con los abogados que tenían, siguen en sus respectivas celdas.
Resulta que la punkarra liberada no había llegado a participar en la acción, porque los servicios de seguridad de la catedral no la dejaron llegar hasta el altar, así que las que montaron allí el numerito fueron las otras dos y alguna más.
Uno se pregunta qué clase de abogado es ése que no acierta a seguir una línea de conducta tan simple como: "Mi cliente no perpetró el delito de que se le acusa", en lugar de perderse en quisicosas y zarandajas sobre la libertad de expresión en Rusia, como si no hubiera una forma simple y efectiva de sacar a tu cliente de la trena. Eso no es ni de primero de Derecho: es del parvulario de abogados.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 1 mes
3 comentarios:
Curioso, cuando me enteré del cambio de abogado y que la habían puesto en libertad, recordé enseguida tu comentario sobre la pobre defensa que habían hecho los abogados defensores en el juicio. El tiempo (y poco tiempo además) te ha dado la razón.
En cualquier caso veo muy claro que lo de menos era liberar a las acusadas, simplemente eran las tontas útiles de esta historia y por lo tanto sacrificables.
Saludos
Alfor, usted también ha tenido veinte años y ha hecho locuras -sin dañar a los demás- de las que aún ahora no se arrepiente. Ley de vida. Ley por las cuales algunos (y algunas) a veces pagan.
Fernando, es que era muy patente, porras. A ver cuándo se bajan del burro las otras dos.
Javier, a los veinte años yo ya estaba en tercero de Derecho y sabía los límites. Estas niñas, que no tienen veinte años, sino alguno que otro más, y son madres, debieran tener algo de sal en la mollera, siquiera sea por sus hijos. Una de ellas, precisamente la que no los tiene, les ha enseñado el camino.
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