Como se ha visto en las dos entradas anteriores, la suerte que el destino ha deparado a los conductores moscovitas es sumamente desgraciada. A unos milicianos que desmienten que el buitre esté en vías de extinción, se unen unos conductores con patente de corso que convierten en inexplicable la ausencia de representación rusa en la Fórmula 1, por no hablar del agujero negro que supone una ciudad concéntrica donde todo termina por confluir en el centro y ser engullido por la masa viaria de todos los días.
Curiosamente, así como en Rusia no hay oposición política que valga la pena citar, la oposición al poder se encuentra entre los automovilistas, que son el atisbo de rebeldía más relevante que se vislumbra.
El primer cabreo más serio sucedió con la muerte de dos mujeres, hace un par de meses, en un accidente causado por un coche con sirena que circulaba en dirección contraria y que resultó que conducía, no a ningún funcionario público, sino a uno de los vicepresidentes de Lukoil, empresa privada petrolera, con su matrícula, su sirenita y su canesú; encima, hubo un intento bastante burdo de culpar a las mujeres del accidente, insistiendo en que eran ellas, y no el coche de la sirena, las que tuvieron la culpa del desastre.
Luego, cuando un conductor se enfrentó a uno de estos coches que iba en dirección contraria, a la voz de "ni de coña te cedo el paso, a ver si tienes c*j*n*s de arrollarme". El chófer del jerifalte se achantó y se detuvo, sólo para salir del coche y cantarles las cuarenta al conductor que se había atrevido a seguir en su carril y no cederle el paso al que ia en dirección contraria. Pero el conductor no sólo vivió para contarlo (en el coche iba de pasajero un asesor del presidente Medvedev, no demasiado conocido... hasta entonces), sino que tuvo arrestos para bajarse después de jugársela a lo Don Tancredo y coser a fotografías al coche, al conductor y al pasajero, fotografías que luego difundió a diestro y siniestro. Y es que en Rusia, a veces, sólo funciona gritar más alto que los otros (un día contaré la anécdota que Alfina cuenta siempre que aparecen estos asuntos y en la que tengo un papel destacado).
Y, finalmente, la guinda ha sido otro conductor, que fijó un cubito de playa de color azul en el techo de su coche con un imán, a modo de sirena silenciosa, y circulaba con ella tan tranquilo, aunque, eso sí, sin una matrícula de serie fetén. Un miliciano llegó a detenerlo, amenazarlo y a tratar de multarlo, pero resulta que no está prohibido en ningún sitio llevar cubos azules en el techo de los coches, y que el conductor sabía perfectamente hasta donde podía llegar. Supongo que, cuando uno se mete en este berenjenal, tiene preparadas las respuestas a las preguntas más normales que le puedan hacer. Con lo cual, el miliciano se achantó y el coche con el cubo azul siguió circulando por Moscú.
La cosa está ganando en intensidad. Hace unos días, un pequeño grupo de unas decenas de personas se manifestó, o algo así, con cubos azules en la cabeza. La milicia intentó dispersarlos, pero, una vez más, no está prohibido ponerse un cubo azul en la cabeza. Y, tan lejos como el lunes, me crucé en la Tverskaya con un coche con una regadera azul en el techo, que el conductor sujetaba con la mano por la manga. Mientras haga buen tiempo y pueda llevar la ventanilla abierta, el sistema parece mejor que el del cubo, si no tienes el imán para fijarlo al techo.
Así pues, el cubo azul está llegando a la categoría de símbolo. Normalmente el poder establecido suele ser bastante eficaz en desactivar los símbolos, así que es de suponer que la cosa no va a quedar así, con los conductores en plan anárquico (bueno, más anárquico que de costumbre) mofándose de la milicia y ridiculizando a la autoridad. Vamos a ver qué reacción se inventan.
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Hace 1 mes
3 comentarios:
Jua, buenísimo. Quiero conocer la anécdota que cuenta Alfina.
salu2
he de matizar que lo extraño es que no tengan campeones de RALLY, ya que el estado de las carreteras es similar al Dakar, no a Monaco.
los modelos de cubos son muchos, en Piter cobra intensidad el sujeto con cinta aislante, chapucero, pero efectivo.
Cuando pasan este tipo de cosas me alegro mucho , y pienso que los rusos no son del todo una masa enloquecida por tener moviles caros y coches-tanke como el Hummer, quizas quede esperanza......
la camiseta me costo 1800rubletes del ala, y, es cierto, es mi camiseta más cara. Por supuesto que una rusa prefiere eso que una del caprabo de del Mercadona, o mi preferida camiseta-pijama de la COPE.
Orayo, quizá en otro momento. Es que es bastante larga.
Ricardo, me temo que eso explica por qué nunca me comí un rosco con las camisetas de carreras populares que he estado ganando con el sudor de mi frente (y del resto del cuerpo). Jo. Y eso que atestiguan que soy un tío sano.
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