Por fin voy a terminar la serie sobre corresponsales con el último que me había propuesto revisar, que es Gonzalo Aragonés, de La Vanguardia. La Vanguardia ha cuidado siempre mucho su corresponsalía en Moscú, y sus lectores han tenido la suerte de poder contar durante bastantes años con un escritor muy bueno, Rafael Poch, que ahora anda por China (también tiene una bitácora) y que, además de sus artículos en prensa, ha escrito, al menos, un libro sobre la transición en Rusia y China. Debo confesar que no compré el libro, pero que sí estuve en el Instituto Cervantes de Moscú cuando lo presentó, para escucharlo a él. Teniendo en cuenta que soy muy poco asiduo a las veladas del Cervantes, en las que el director suele hacer presentaciones casi más largas que los discursos de los que deberían ser los verdaderos protagonistas, ya se puede valorar el esfuerzo que hice. Al final, Rafael Poch lo hizo muy bien y consiguió eclipsar incluso al director del Cervantes, que no habló demasiado, lo que probablemente entra dentro de la categoría de proeza.
El perfil del actual corresponsal es menos político y, como su colega de "El Mundo", tiende a prestar más atención a lo que le ocurre a la gente de la calle, pero con un estilo más sobrio que su colega. Cuando le toca meterse en política, procura no sentar doctrina liberal (lo que le diferencia favorablemente de su colega de "El País", suponiendo que su colega de "El País" tenga colegas), y elude los párrafos políticamente correctos (en sentido estrictamente ruso) mucho más que su colega de ABC. Y todo eso es de agradecer y dice mucho de él. Es posible que no llegue a las alturas de Rafael Poch, y también es posible que tarde más en escribir un libro que él y que muchos de los corresponsales que han pasado por aquí. En cualquier caso, podemos echar un vistazo a su bitácora (que en su periódico llaman "blog", ya ves tú), y enseguida percibimos las diferencias con el madrileño periódico progre de izquierdas.
El País: "la peor inflación no es la del coste de la vida, sino la inflación verbal" (O sea: Primum philosophare, deinde vivere)
La Vanguardia: "Inflación a galope (...). Un 74% de los rusos cree que que el nivel de inflación es demasiado alto." (O sea: Primum vivere, deinde philosophare)
¿Habéis visto en "El País" un análisis que revele ciertos conocimientos de qué es la inflación? No creo, ni lo veréis. Y os aseguro que a los que visitamos las tiendas en Rusia la cosa nos preocupa muchísimo más que la inflación de las palabras que tanto asusta a la corresponsal de "El País", porque de su querida intelectualidad hace caso más bien poca gente, mientras que el buche lo tenemos que llenar todos los días. Entretanto, yo me quedo con los que, como Gonzalo, nos cuentan las cosas como parece que son, no como quieren que pensemos que son.
Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
viernes, 30 de mayo de 2008
miércoles, 28 de mayo de 2008
Temblando
¡Qué calentito se está en la cama por las mañanas! Me recuerda aquellos tiempos pasados, en mi pueblecito, junto al Júcar, en aquellas mañanas de invierno, bajo muchas mantas, con la chimenea humeando aún desde la noche, y un rayo de sol filtrándose por la ventana. Entonces entreabría los ojos, sin muchas ganas de levantarme, y el sonido de la armónica del afilador daba a entender que era, definitivamente, de día. Perezosamente, me levantaba, me vestía, desayunaba y, al cabo de un rato, con el sol brillando, salía a la calle bien abrigado a sentir el aire frío y un escalofrío recorría mi cuerpo.
La mismita sensación que estos días pasados en Moscú.
Lo malo es que, en mi pueblo, eso es lo que pasa en enero, y aquí estamos a final de mayo y seguimos tiritando. En mi habitación ha llegado a hacer catorce grados, y he llegado a estar debajo de cuatro mantas y no pasándolo demasiado bien.
En fin, podía ser peor. Podía venir la profilaktika.
***
Esto lo escribí anteayer. La profilaktika llegó ayer por la mañana, y ya me resulta un poco más difícil pensar qué puede ser peor. No sé, quizá perder las llaves de casa y quedarme en la calle, pero, después de mi último vaticinio de desgracias, lo mejor será que no especule con qué puede ser peor.
La mismita sensación que estos días pasados en Moscú.
Lo malo es que, en mi pueblo, eso es lo que pasa en enero, y aquí estamos a final de mayo y seguimos tiritando. En mi habitación ha llegado a hacer catorce grados, y he llegado a estar debajo de cuatro mantas y no pasándolo demasiado bien.
En fin, podía ser peor. Podía venir la profilaktika.
***
Esto lo escribí anteayer. La profilaktika llegó ayer por la mañana, y ya me resulta un poco más difícil pensar qué puede ser peor. No sé, quizá perder las llaves de casa y quedarme en la calle, pero, después de mi último vaticinio de desgracias, lo mejor será que no especule con qué puede ser peor.
lunes, 26 de mayo de 2008
Guías turísticos
El viaje de negocios de hace dos entradas era a la villa (y ex-corte) de Madrid. Finalmente, Jasp pudo ver la final de la liga de campeones en Moscú y llevarse un cabreo de aúpa porque el Chelsea la pifió a última hora. Es curioso, pero casi todos los rusos son aficionados del Chelsea. Vale que el dueño del equipo es Román Abramovich, que es ruso y está forrado, pero precisamente por eso uno pensaría que no les iba a gustar mucho que los dineros del petróleo ruso se los gastase un oligarca despreocupado en montar un equipazo de fútbol en Londres (¡precisamente en Londres!) a golpe de talonario. Sí, eso pensaría cualquiera, pero los rusos piensan de otra manera y les encanta el Chelsea.
Por eso supongo que Jasp lo debió pasar mal por varias razones. Una, porque el Chelsea perdió; otra, porque no lo hizo hasta las tres de la madrugada, hora de Moscú; tercera, porque seguramente no durmió, ya que su avión a Madrid salía un par de horas después; y cuarta, porque el estado de atontolinamiento en que se vio sumido tuvo como resultado dejarse el móvil en casa. Sin embargo, en su descarga, hay que decir que a base de café consiguió pasar el día bastante bien, así que, hacia la tarde, acabado que hubimos el trabajo, nos fuimos con Yuppie a dar un paseo por el centro.
Yo, de Madrid, no conozco mucho. Así como de Moscú me sé cada barrio, de Valencia cada casa y de mi pueblo cada baldosa, de Madrid tengo nociones bastante remotas, cosa que quedó de manifiesto de inmediato.
- ¿Y dónde está el museo del Prado? - me preguntó Yuppie, mientras bajábamos por Recoletos.
- Debe ser ese edificio de ahí - y le señalé a un edificio enorme, de estilo clásico, que se alzaba a la izquierda y al que nos íbamos acercando.
- Pero ahí pone "Biblioteca Nacional" - dijo Yuppie cuando nos acercamos un poco más.
- Ejem... sí, claro... entonces es que es la Biblioteca Nacional, y que el Prado está en otro sitio.
Los metí por la calle de Alcalá, y luego fuimos a parar a Sol. Tenían interés por ver el oso y el madroño, y les llevé hasta él y hasta les dije que el del caballo era Carlos III. Luego les llevé a la plaza Mayor, pero me perdí un par de veces, cosa que allí me suele pasar, y sólo conseguí llegar preguntando a alguno que me pareció local y que me orientó muy amablemente. Ya para entonces, mis dos compañeros no tenían muy claro si yo era el guía adecuado, a pesar de que les dije sin asomo de duda que el de la estatua ecuestre de la plaza Mayor era Felipe III. Jasp, que dijo que había estado antes en Madrid, debió pensar que menos reyes y más orientarse, y tomó el mando del grupo.
- Vamos por aquí, que debe estar la judería.
- ¿Judería? - dije yo, que no sabía que en Madrid hubiera judería.
Y nos metió en Chueca, mientras yo me hacía cábalas de que si los judíos fueron expulsados de España en 1492 y Madrid no se convirtió en corte hasta 1561, poca judería podía haber allí. Pero decidí seguirle sin rechistar.
- Debe ser por la derecha - dijo Jasp.
- No sé, Jasp, aquí, judíos, no sé, pero locas hay unas cuantas.
Dimos alguna vuelta y revuelta más.
- Pero, Jasp, ¿usted sabe por dónde va?
- No sé. Yo creo que el barrio judío debe estar por aquí.
- ¿Pero aquí hay barrio judío? Es la primera vez que lo oigo.
- Sí, el barrio judío. O, ¿cómo se llama también?, el barrio gótico.
Me quedé mirándolo fijamente.
- Jasp, el barrio gótico está en aquella dirección - dije, señalando al Este-. Pero nos pilla un poco lejos de aquí. Está a algo más de seiscientos kilómetros, en Barcelona.
Moraleja: Si no duermes, no conduzcas.
Por eso supongo que Jasp lo debió pasar mal por varias razones. Una, porque el Chelsea perdió; otra, porque no lo hizo hasta las tres de la madrugada, hora de Moscú; tercera, porque seguramente no durmió, ya que su avión a Madrid salía un par de horas después; y cuarta, porque el estado de atontolinamiento en que se vio sumido tuvo como resultado dejarse el móvil en casa. Sin embargo, en su descarga, hay que decir que a base de café consiguió pasar el día bastante bien, así que, hacia la tarde, acabado que hubimos el trabajo, nos fuimos con Yuppie a dar un paseo por el centro.
Yo, de Madrid, no conozco mucho. Así como de Moscú me sé cada barrio, de Valencia cada casa y de mi pueblo cada baldosa, de Madrid tengo nociones bastante remotas, cosa que quedó de manifiesto de inmediato.
- ¿Y dónde está el museo del Prado? - me preguntó Yuppie, mientras bajábamos por Recoletos.
- Debe ser ese edificio de ahí - y le señalé a un edificio enorme, de estilo clásico, que se alzaba a la izquierda y al que nos íbamos acercando.
- Pero ahí pone "Biblioteca Nacional" - dijo Yuppie cuando nos acercamos un poco más.
- Ejem... sí, claro... entonces es que es la Biblioteca Nacional, y que el Prado está en otro sitio.
Los metí por la calle de Alcalá, y luego fuimos a parar a Sol. Tenían interés por ver el oso y el madroño, y les llevé hasta él y hasta les dije que el del caballo era Carlos III. Luego les llevé a la plaza Mayor, pero me perdí un par de veces, cosa que allí me suele pasar, y sólo conseguí llegar preguntando a alguno que me pareció local y que me orientó muy amablemente. Ya para entonces, mis dos compañeros no tenían muy claro si yo era el guía adecuado, a pesar de que les dije sin asomo de duda que el de la estatua ecuestre de la plaza Mayor era Felipe III. Jasp, que dijo que había estado antes en Madrid, debió pensar que menos reyes y más orientarse, y tomó el mando del grupo.
- Vamos por aquí, que debe estar la judería.
- ¿Judería? - dije yo, que no sabía que en Madrid hubiera judería.
Y nos metió en Chueca, mientras yo me hacía cábalas de que si los judíos fueron expulsados de España en 1492 y Madrid no se convirtió en corte hasta 1561, poca judería podía haber allí. Pero decidí seguirle sin rechistar.
- Debe ser por la derecha - dijo Jasp.
- No sé, Jasp, aquí, judíos, no sé, pero locas hay unas cuantas.
Dimos alguna vuelta y revuelta más.
- Pero, Jasp, ¿usted sabe por dónde va?
- No sé. Yo creo que el barrio judío debe estar por aquí.
- ¿Pero aquí hay barrio judío? Es la primera vez que lo oigo.
- Sí, el barrio judío. O, ¿cómo se llama también?, el barrio gótico.
Me quedé mirándolo fijamente.
- Jasp, el barrio gótico está en aquella dirección - dije, señalando al Este-. Pero nos pilla un poco lejos de aquí. Está a algo más de seiscientos kilómetros, en Barcelona.
Moraleja: Si no duermes, no conduzcas.
viernes, 23 de mayo de 2008
Dulce et decorum est pro Patria mori
Hace poco coincidieron en Rusia prácticamente dos celebraciones de lo más importante: el Día de la Victoria y la Pascua, que, como ya sabéis, normalmente no coincide con la católica y este año fue a parar casi a principios de mayo. "Ekonomika i Zhizn", haciendo una pausa en su campaña contra los ingleses (que ya vimos aquí y aquí), decidió dedicar la rutilante sección "Economía y espiritualidad" a ambas fiestas, no demasiado fáciles de relacionar, habida cuenta de que la Unión Soviética, en aquellos tiempos, y como hemos visto en esta bitácora repetidamente, distaba mucho de tener una relación pacífica con el hecho religioso en general, y con el cristianismo en particular. He ahí la traducción del artículo, que nos dará una pista sobre los vientos que corren por aquí: no se renuncia al pasado victorioso de la guerra, y vuelve a estar en boga la Religión.
Hasta aquí, "Ekonomika i Zhizn". Por mi parte, y entre otras cosas, la lectura de este artículo me ha hecho recordar la visita más bonita que hice a una región rusa, precisamente a Pskov (Pleskau para los alemanes y para todos los que no puedan pronunciar tres consonantes seguidas). Al que le guste la historia, que no se lo pierda. Hay momentos en los que uno cree que podría aparecer, por detrás de una torre o de un castillo (como el de la foto de arriba, que es de la fortaleza de Izborsk), el rey Stefan Bathory o un grupo de caballeros teutónicos. Pero eso será otra historia, que acaso se relatará en su momento.
¡SOMOS DE PSKOV!
9 de mayo - Día de la Victoria
(...) Yo empecé a creer en Dios en la guerra, a causa de una persona. Se llamaba Anatoli. Servía desde diciembre de 1941 en nuestra unidad acorazada. Era mecánico. El tipo era de la región de Pskov, de Porkhov. Era de aspecto tranquilo, poco apresurado. Y siempre con una cruz en el cuello. Y antes del combate siempre se santiguaba.
El comandante del tanque, Yura, komsomol (miembro de las juventudes comunistas) hasta la médula, no podía ni ver su cruz de cobre.
- ¿Pero cómo te han cogido para el frente? - caía sobre Anatoli - ¡Tú no eres de los nuestros! ¿De los popes, no?
- Yo, pues, soy de los nuestros, de Pskov, ruso -le respondía Tolia ("Tolia" es el diminutivo de Anatoli)-. No soy de los popes, sino de los campesinos. Y al frente he venido como voluntario, ya sabes. Los ortodoxos siempre han peleado por la Patria.
Yura hervía de ira, pero no había motivos para meterse con Tolia, excepto por la cruz.
Cuando una vez, en 1942, casi nos coparon, recuerdo cómo Yuri nos dijo a todos:
- Si nos cogen los alemanes, la orden para todos es pegarse un tiro ¡No nos podemos rendir vivos!
Se hizo un silencio aplastante y tenso; sólo Tolia le respondió, sin prisa, como siempre:
- No me puedo pegar un tiro; este pecado Dios no lo perdona. Eso es suicidio.
- ¿Y si te cogen los alemanes y te conviertes en un traidor? - le espetó Yuri malevólamente.
- No me convertiré en un traidor. Nosotros, los de Pskov, somos gente dura.
Gracias a Dios, entonces evitamos el copo y caer prisioneros.
A comienzos de 1944, en Bielorrusia, algunas unidades recibimos la orden de marchar hacia un nudo ferroviario, donde nuestra infantería ya combatía desde hacía algunas horas. Allí se había quedado atascado un convoy alemán con municiones, que avanzaba en socorro de una gran unidad que intentaba arrojarnos de una posición clave...
La lucha fue corta. Inmediatamente, dos de nuestros tanques empezaron a arder. Los rodeamos a toda marcha y nos lanzamos hacia la estación, que ya veíamos tras los árboles, pero entonces algo chocó sobre nuestro tanque y de repente se prendió fuego dentro de la cabina. El tanque se detuvo. Tolia y yo sacamos al más joven de los nuestros, Volodia, por la escotilla, lo dejamos en tierra y corrimos con él unos cuarenta metros. Lo miramos, ¡y listo! Ya estaba muerto. Se ve que murió enseguida... "¿Y dónde está el comandante?", gritó entonces Tolia.
Y era verdad, Yuri no estaba... el tanque ya era una antorcha. Tolia se santiguó y me espetó: "¡Cúbreme!", y se fue hacia él. Cuando llegué al tanque, ya estaba bajando a Yuri a tierra. El comandante estaba vivo, lo único es que tenía una fuerte contusión y quemaduras. Casi no podía ver nada. Pero precisamente él, al oír el rechinar de las ruedas de los vagones, grito: "¡Hermanos, el tren! ¡Va a pasar!"
Y de repente oigo cómo nuestro tanque ruge y brama... Ardía por completo, ardía como una enorme antorcha... Los alemanes, al ver la tromba de fuego que se les venía encima, abrieron fuego desordenadamente, pero ya no pudieron detener a Tolia. Envuelto en llamas, el tanque se incrustó a toda máquina en los vagones delanteros del convoy alemán. Recuerdo cómo reventó el aire a causa del estruendo infernal: una tras otra fueron estallando las cajas de municiones.
En la enfermería Yuri lloraba como un niño, y repetía, tosiendo roncamente: "Misha, escucha, ¿y qué pasa con Dios? Tolia no debía haberse matado ¡Si era creyente! ¡Si había dicho que era un gran pecado!"
Dos años después viajé a la región de Pskov, al pequeño pueblo de Porkhov. Encontré allí una pequeña iglesia. Hablé con el padre. Resultó que se acordaba de Tolia: le había bendecido antes de partir al frente. A este padre, como en una confesión, le conté toda la historia de Tolia, cómo luchó y cómo murió. El padre pensó un poco, asintió con la cabeza y dijo:
- ¿Y dónde está aquí el pecado? Morir por la Patria es una hazaña ante los hombres y ante Dios.
E hizo los funerales del esclavo de Dios Anatoli con todos los honores, como guerrero ruso, caído por la Patria y por la fe ortodoxa.
¡Da descanso, Señor, a las almas de los soldados que dieron su vida por la fe y por la Patria!
(Memorias de M. Drozdov)
Hasta aquí, "Ekonomika i Zhizn". Por mi parte, y entre otras cosas, la lectura de este artículo me ha hecho recordar la visita más bonita que hice a una región rusa, precisamente a Pskov (Pleskau para los alemanes y para todos los que no puedan pronunciar tres consonantes seguidas). Al que le guste la historia, que no se lo pierda. Hay momentos en los que uno cree que podría aparecer, por detrás de una torre o de un castillo (como el de la foto de arriba, que es de la fortaleza de Izborsk), el rey Stefan Bathory o un grupo de caballeros teutónicos. Pero eso será otra historia, que acaso se relatará en su momento.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Jóvenes, aunque sobradamente preparados
La primera señal la tuve hace unos días. Estaba organizando un viaje de negocios con una agencia de relaciones públicas (de hecho, ahora me encuentro a punto de salir a ese viaje), viaje que debía empezar esta tarde. Saldríamos en avión hacia nuestro destino, para comenzar a trabajar el jueves por la mañana y continuar el viernes; por la noche, volveríamos a Moscú. Mis compañeros serían un joven profesional ruso de gafas redondas, al que llamaremos Jasp, porque lo es, y una junior manager que todavía no sé cómo escribe en ruso, porque se empeña en responder en inglés a mis mensajes, que sí están escritos en ruso. A ésta la llamaremos Yuppie. Vamos, un par de pitagorines con un inglés que para sí quisieran muchos y que manejan con soltura vocablos como "sinergia", "marketing", "impacto", "concepto", "paradigma" y que parece que hasta para pedirles a sus parejas que se casaran con ellos utilizaron una presentación de Powerpoint.
Cuando les comuniqué las fechas del viaje, Jasp pareció algo preocupado.
- Alfor.
- ¿Sí?
- Verá usted... ¿sería posible que yo volara el jueves por la mañana, en el vuelo matinal?
- Pero entonces no podrá asistir a la primera reunión.
- Quizá Yuppie pueda llevar la reunión.
- Si usted lo cree... déjeme que vea.
Vi, y vi que difícilmente iba a poder ir a la segunda reunión tampoco. Y la segunda era muy importante, así que le llamé.
- Jasp.
- ¿Sí, Alfor?
- Creo que no podrá ser ¿Realmente no puede viajar el miércoles por la noche? A la segunda reunión tampoco va a llegar, como no tenga mucha suerte con el tráfico y encuentre a un taxista lo suficientemente loco conduciendo.
- Ah...
Luego le envié por correo electrónico el programa de trabajo. Respondió enseguida:
"Veo que la segunda reunión es a las doce ¿No podría entonces volar el mismo jueves por la mañana?"
Leches, qué tío más pesado. Y luego dirán que el cliente siempre tiene razón.
Mi ayudante me dijo entonces que había llamado en mi ausencia insistiendo en ir el jueves por la mañana en lugar del miércoles por la tarde.
- Debe tener algún trabajo que le urge muchísimo -me dijo.
- Venga, que haga lo que le dé la gana. Más le vale no llegar tarde.
Volvía yo a casa por la tarde, pensando lo ocupado que tenía que estar Jasp para tener que estar trabajando el miércoles hasta tarde. Pensé que estaría ocupado con otras cuentas que llevar y que le tendrían estresado en el trabajo. Y entonces pasé por delante del cartel de la foto.
"Mierda, creo que ya sé lo que tiene que hacer el tío éste el miércoles por la tarde. Mucha sinergia, inglés, powerpoints y gafitas, y luego..."
(Otro día escribiré sobre eso del cartel. Hoy, por suerte para mí, que no tendré que ver Moscú todavía más colapsado que de costumbre, me piro ahora mismo un par de días.)
Cuando les comuniqué las fechas del viaje, Jasp pareció algo preocupado.
- Alfor.
- ¿Sí?
- Verá usted... ¿sería posible que yo volara el jueves por la mañana, en el vuelo matinal?
- Pero entonces no podrá asistir a la primera reunión.
- Quizá Yuppie pueda llevar la reunión.
- Si usted lo cree... déjeme que vea.
Vi, y vi que difícilmente iba a poder ir a la segunda reunión tampoco. Y la segunda era muy importante, así que le llamé.
- Jasp.
- ¿Sí, Alfor?
- Creo que no podrá ser ¿Realmente no puede viajar el miércoles por la noche? A la segunda reunión tampoco va a llegar, como no tenga mucha suerte con el tráfico y encuentre a un taxista lo suficientemente loco conduciendo.
- Ah...
Luego le envié por correo electrónico el programa de trabajo. Respondió enseguida:
"Veo que la segunda reunión es a las doce ¿No podría entonces volar el mismo jueves por la mañana?"
Leches, qué tío más pesado. Y luego dirán que el cliente siempre tiene razón.
Mi ayudante me dijo entonces que había llamado en mi ausencia insistiendo en ir el jueves por la mañana en lugar del miércoles por la tarde.
- Debe tener algún trabajo que le urge muchísimo -me dijo.
- Venga, que haga lo que le dé la gana. Más le vale no llegar tarde.
Volvía yo a casa por la tarde, pensando lo ocupado que tenía que estar Jasp para tener que estar trabajando el miércoles hasta tarde. Pensé que estaría ocupado con otras cuentas que llevar y que le tendrían estresado en el trabajo. Y entonces pasé por delante del cartel de la foto.
"Mierda, creo que ya sé lo que tiene que hacer el tío éste el miércoles por la tarde. Mucha sinergia, inglés, powerpoints y gafitas, y luego..."
(Otro día escribiré sobre eso del cartel. Hoy, por suerte para mí, que no tendré que ver Moscú todavía más colapsado que de costumbre, me piro ahora mismo un par de días.)
lunes, 19 de mayo de 2008
Jardineros
- Igor Semyonovich, creo que la hierba de este parque está muy mal.
- Pavel Andreevich, no es que esté mal. Es que apenas hay más hierba que la que ha crecido.
- Quedaría muy bien plantar hierba ¿Nos quedan semillas especiales?
- Creo que deben quedar todavía suficientes.
***
- Ya está, Pavel Andreevich. Ya está todo sembrado. Incluso he puesto encima del terreno unas telas para proteger las semillas del sol, y con agujeros, para que se ventilen correctamente.
- Fantástico. Dentro de poco dispondremos aquí de un parque ejemplar. La semana que viene vendremos a quitar las telas, y seguro que ya se verán los tallos.
***
***
- Igor Semyonovich, yo diría que no ha salido nada.
- Pavel Andreevich, parece que no.
- Podríamos suponer que las palomas se han aprovechado de nuestros sudores.
- Quizá si las telas no hubieran tenido esos agujeros para ventilar...
- Bueno, nosotros hicimos lo que pudimos.
- Si, lo quisimos hacer lo mejor posible... (Хотелось как лучше...)
- ... y salió como siempre (... а получилось как всегда).
- ¿Quién dijo esa frase, Pavel Andreevich?
- Fue Viktor Stepanovich Chernomyrdin, nuestro antiguo primer ministro.
- Era un hombre brillante.
- Sí. Nos dio el camino a seguir.
- ¿Por qué no seguirá siendo primer ministro?
- Porque las palomas no votan.
- Sí, seguramente.
- Pavel Andreevich, no es que esté mal. Es que apenas hay más hierba que la que ha crecido.
- Quedaría muy bien plantar hierba ¿Nos quedan semillas especiales?
- Creo que deben quedar todavía suficientes.
***
- Ya está, Pavel Andreevich. Ya está todo sembrado. Incluso he puesto encima del terreno unas telas para proteger las semillas del sol, y con agujeros, para que se ventilen correctamente.
- Fantástico. Dentro de poco dispondremos aquí de un parque ejemplar. La semana que viene vendremos a quitar las telas, y seguro que ya se verán los tallos.
***
***
- Igor Semyonovich, yo diría que no ha salido nada.
- Pavel Andreevich, parece que no.
- Podríamos suponer que las palomas se han aprovechado de nuestros sudores.
- Quizá si las telas no hubieran tenido esos agujeros para ventilar...
- Bueno, nosotros hicimos lo que pudimos.
- Si, lo quisimos hacer lo mejor posible... (Хотелось как лучше...)
- ... y salió como siempre (... а получилось как всегда).
- ¿Quién dijo esa frase, Pavel Andreevich?
- Fue Viktor Stepanovich Chernomyrdin, nuestro antiguo primer ministro.
- Era un hombre brillante.
- Sí. Nos dio el camino a seguir.
- ¿Por qué no seguirá siendo primer ministro?
- Porque las palomas no votan.
- Sí, seguramente.
viernes, 16 de mayo de 2008
Rusosfera en castellano
Eso que está ahí a la derecha de la pantalla es el cuadro de enlaces, que los entendidos en esto, entre los que no me encuentro, llaman el "blogroll". La verdad es que lo tenía apolillado y cubierto de polvo desde hace demasiado tiempo, y era cosa de irlo actualizando. Y, cuando me puse a ello, descubrí bastantes cosas, básicamente que hay más bitácoras sobre Rusia en castellano de las que pensaba. Y, lo que es más interesante, normalmente me gustan mucho. Y como resulta que los que aparecen por aquí para leer suelen ser gente que, o me conoce (y ésos son los menos) o está interesada por Rusia, creo que no les vendrá mal saber o recordar estas cosas.
Las de toda la vida siguen por ahí. El Carbuncho no actualiza su bitácora desde hace muchísimo tiempo, probablemente porque su paternidad, todavía reciente, le tiene más atareado de lo que él quisiera, y es lástima, porque puede escribir indistintamente en español y en ruso y se las sabe todas por aquí, pero, en fin, puede que algún día vuelva. El Botas, por su parte, actualiza su "Camino de Perdición" muy de tarde en tarde, señal, probablemente, de que la perdición en sí misma le tiene demasiado ocupado como para, encima, entretenerse en relatarla. Y Galo sigue actualizando regularmente su "Moskovskoye Vremya", culto y entretenido, y su "Fanáticos del Vodka", que si me gustara el fútbol seguiría mucho más (pero lo mío son deportes como el baloncesto, la carrera de fondo y el ajedrez. Sí, es un deporte, ¿qué pasa?).
Hasta aquí, los que somos de Moscú. Si pasamos a España, está César (un saludo), que comenta desde España su visión de las cosas, desde sus gafas. Como mis gafas son distintas, seguro que no vamos a estar de acuerdo en un montón de cosas; pero, como nos lo tomamos bien, la cosa resulta entretenida y enriquecedora. Desde luego, de los que he visto es el que más cuida la imagen.
Y ahora las novedades. Porque Rusia no es Moscú, no señor. Hay mucha vida fuera. De hecho, hay bastante gente que piensa que no es que Rusia no sea Moscú, sino que lo que pasa es que Moscú no es Rusia, y algo de razón puede que tengan. Y así, hurgando un poco por mi cuenta y echando un ojo a los "blogroll" de los anteriores, han salido algunas bitácoras muy interesantes (Ahora que lo pienso, ¿de verdad he escrito "blogroll"? A ver si me estoy convirtiendo en entendido... qué espanto)
En San Petersburgo, la segunda capital de Rusia, hay dos españoles, que yo sepa, que tienen su bitácora. Uno es el autor de los "Diarios rusos". Os lo recomiendo, primero, porque escribe muy bien, cosa que en los tiempos que corren no es poco; y, segundo, porque lo podéis seguir desde el principio, y merece la pena. Los demás autores de bitácoras que he nombrado aquí somos españoles que, antes de empezar la bitácora, teníamos el culo pelado de Rusia y sus circunstancias, y dominamos el ruso a placer, lo cual hace que nuestros escritos traten sobre cosas algo más, digamos, avanzadas, sin ánimo peyorativo. Él, no. Él trata de Rusia desde el principio, desde los primeros bofetones, y confiesa que el ruso lo lleva aún a trancas y barrancas, lo cual convierte su bitácora, además de muy instructiva, en entrañable.
El otro bloguero de Píter es el autor de "Desde Rusia en Directo", que no tiene nada que ver con el anterior, lo que lo hace especialmente interesante. La bitácora es relativamente veterana (lleva un par de meses más que ésta en pantalla) y llama la atención por su espontaneidad, por una parte, y por la retranca que tiene. Como habréis notado, a mí también me gusta la retranca, por lo que su bitácora me tiene entre sus lectores desde que la descubrí, que no hace tanto.
En Omsk está el autor de Soviet Russia, así, con dos eses, que, según dice allí, es Xavi, de Barcelona, y tiene una bitácora curradísima, a pesar de que sólo lleva un par de meses con esto. De momento, la verdad es que de Omsk no ha contado nada, sino sólo cuestiones generales sobre Rusia, más divulgativas que otra cosa. El día que empiece a escribir sobre Omsk (que está en la quinta porra, incluso visto desde Rusia Europea) en particular, su bitácora va a tener mucho interés para mí. A ver si le meto un comentario y se lo sugiero.
Y, finalmente, en Ekaterimburgo está el autor de Ekinoterimburgo. Como sé perfectamente quién es, sólo diré que en su bitácora atiende por Kinoforov, que no es mal nombre ni mucho menos. También lleva sólo un par de meses en esto, pero él sí que ha dejado de lado la opción divulgativa de Soviet Russia y se ha metido en su dia a día particular. Os lo recomiendo muy especialmente, porque el día a día en Moscú y San Petersburgo puede comenzar a ser rutinario (sé que los que vivís en España no os lo creeréis, pero lo vuestro no es rutinario: es directamente un muermo, aunque con una calidad de vida del quince), pero el suyo va a ser un sobresalto diario, con lo que, a poco que lo plasme en su bitácora, nos vamos a entretener.
Seguro que hay más. Espero haberos descubierto alguna que no conocíais y, eso sí, os pido que si encontráis una que no hayáis visto por aquí, me lo digáis. Me encantan los colegas, de todos se aprenden cosas, y ampliar el "blogroll" será un placer.
(Ostras, he vuelto a utilizar la palabra "blogroll". Debe ser mi lado oscuro, que se me apodera. Qué miedo)
Las de toda la vida siguen por ahí. El Carbuncho no actualiza su bitácora desde hace muchísimo tiempo, probablemente porque su paternidad, todavía reciente, le tiene más atareado de lo que él quisiera, y es lástima, porque puede escribir indistintamente en español y en ruso y se las sabe todas por aquí, pero, en fin, puede que algún día vuelva. El Botas, por su parte, actualiza su "Camino de Perdición" muy de tarde en tarde, señal, probablemente, de que la perdición en sí misma le tiene demasiado ocupado como para, encima, entretenerse en relatarla. Y Galo sigue actualizando regularmente su "Moskovskoye Vremya", culto y entretenido, y su "Fanáticos del Vodka", que si me gustara el fútbol seguiría mucho más (pero lo mío son deportes como el baloncesto, la carrera de fondo y el ajedrez. Sí, es un deporte, ¿qué pasa?).
Hasta aquí, los que somos de Moscú. Si pasamos a España, está César (un saludo), que comenta desde España su visión de las cosas, desde sus gafas. Como mis gafas son distintas, seguro que no vamos a estar de acuerdo en un montón de cosas; pero, como nos lo tomamos bien, la cosa resulta entretenida y enriquecedora. Desde luego, de los que he visto es el que más cuida la imagen.
Y ahora las novedades. Porque Rusia no es Moscú, no señor. Hay mucha vida fuera. De hecho, hay bastante gente que piensa que no es que Rusia no sea Moscú, sino que lo que pasa es que Moscú no es Rusia, y algo de razón puede que tengan. Y así, hurgando un poco por mi cuenta y echando un ojo a los "blogroll" de los anteriores, han salido algunas bitácoras muy interesantes (Ahora que lo pienso, ¿de verdad he escrito "blogroll"? A ver si me estoy convirtiendo en entendido... qué espanto)
En San Petersburgo, la segunda capital de Rusia, hay dos españoles, que yo sepa, que tienen su bitácora. Uno es el autor de los "Diarios rusos". Os lo recomiendo, primero, porque escribe muy bien, cosa que en los tiempos que corren no es poco; y, segundo, porque lo podéis seguir desde el principio, y merece la pena. Los demás autores de bitácoras que he nombrado aquí somos españoles que, antes de empezar la bitácora, teníamos el culo pelado de Rusia y sus circunstancias, y dominamos el ruso a placer, lo cual hace que nuestros escritos traten sobre cosas algo más, digamos, avanzadas, sin ánimo peyorativo. Él, no. Él trata de Rusia desde el principio, desde los primeros bofetones, y confiesa que el ruso lo lleva aún a trancas y barrancas, lo cual convierte su bitácora, además de muy instructiva, en entrañable.
El otro bloguero de Píter es el autor de "Desde Rusia en Directo", que no tiene nada que ver con el anterior, lo que lo hace especialmente interesante. La bitácora es relativamente veterana (lleva un par de meses más que ésta en pantalla) y llama la atención por su espontaneidad, por una parte, y por la retranca que tiene. Como habréis notado, a mí también me gusta la retranca, por lo que su bitácora me tiene entre sus lectores desde que la descubrí, que no hace tanto.
En Omsk está el autor de Soviet Russia, así, con dos eses, que, según dice allí, es Xavi, de Barcelona, y tiene una bitácora curradísima, a pesar de que sólo lleva un par de meses con esto. De momento, la verdad es que de Omsk no ha contado nada, sino sólo cuestiones generales sobre Rusia, más divulgativas que otra cosa. El día que empiece a escribir sobre Omsk (que está en la quinta porra, incluso visto desde Rusia Europea) en particular, su bitácora va a tener mucho interés para mí. A ver si le meto un comentario y se lo sugiero.
Y, finalmente, en Ekaterimburgo está el autor de Ekinoterimburgo. Como sé perfectamente quién es, sólo diré que en su bitácora atiende por Kinoforov, que no es mal nombre ni mucho menos. También lleva sólo un par de meses en esto, pero él sí que ha dejado de lado la opción divulgativa de Soviet Russia y se ha metido en su dia a día particular. Os lo recomiendo muy especialmente, porque el día a día en Moscú y San Petersburgo puede comenzar a ser rutinario (sé que los que vivís en España no os lo creeréis, pero lo vuestro no es rutinario: es directamente un muermo, aunque con una calidad de vida del quince), pero el suyo va a ser un sobresalto diario, con lo que, a poco que lo plasme en su bitácora, nos vamos a entretener.
Seguro que hay más. Espero haberos descubierto alguna que no conocíais y, eso sí, os pido que si encontráis una que no hayáis visto por aquí, me lo digáis. Me encantan los colegas, de todos se aprenden cosas, y ampliar el "blogroll" será un placer.
(Ostras, he vuelto a utilizar la palabra "blogroll". Debe ser mi lado oscuro, que se me apodera. Qué miedo)
miércoles, 14 de mayo de 2008
El día de la victoria
Como decía el otro día, la calle Tverskaya, que en otros años ha sido teatro de manifestaciones de rojos y blancos, por este orden, este año ha sido reservada a un desfile militar, con lo que las manifas han tenido que irse con las banderas a otra parte y la calle amaneció el 9 de mayo vacía y acordonada. El desfile estaba previsto para las diez, pero, como ya nos olíamos lo que podía pasar, y porque madrugar en día festivo es difícil, no nos acercamos por la Tverskaya hasta casi las once. Menos mal que fue entonces cuando empezó el espectáculo. Y es que las puntualidades española y rusa, a veces, tienen aspectos comunes.
Primero, los helicópteros.
Luego, los aviones. Consegui pillar a éste, pero tuve que usar la cámara como si fuera un antiaéreo, apuntando. Como volaba bajísimo, "le di".
Y luego los tanques.
Pero entonces, unos cien metros más allá de donde estábamos, en la intersección de la Tverskaya con Sadovoye Koltsó, aparecieron unas tanquetas que se incorporaban desde Sadovoye y los policías de tráfico militar (si, hijos, sí, los militares tienen hasta su propia policía de tráfico) dieron el alto a la columna de tanques, que se quedó media hora larga de plantón.
Ame estaba encantado con los tanques y todos los cacharritos, pero Abi y Ro estaban bastante aburridas y ya querían volver a casa. Nos entretuvimos contando las medallas de este señor.
En estas fechas, salen los "medallistas" por todos los sitios. La gente los tiene en muy alta estima y se paran a conversar con ellos, que ese día están muy contentos porque todo el mundo les escucha con respeto. En realidad, gente que combatiera en la guerra debe quedar muy poca (los más jóvenes andarán por los 85 tacos, en un país donde la esperanza de vida masculina roza los sesenta), pero las autoridades han ampliado el número de veteranos nombrando como tales a todo quisqui que viviera por aquel entonces. Es decir, que la gente que tenía amiguetes y se escaqueó del frente, un frente, por cierto, mortífero como pocos, resulta que es veterana. Y hasta los niños de teta, por lo visto, son veteranos. Tuvimos un chófer que presumía de veterano, aunque en 1945 tenía nueve años. Él decía que les pasaba municiones a los partisanos, pero sonaba a que se estaba pegando el moco.
En todo caso, esta gente el resto del año no lleva las medallas. Si lo hicieran, menuda desviación de columna iban a pillar.
Luego fuimos al parque Gorki. En Moscú hay bastantes festejos esos días en diferentes puntos de la ciudad (Moscú tiene más puntos que un partido de baloncesto), y en el parque Gorki, que ya de por sí es un lugar bastante animado, había, además de las atracciones, un enorme escenario en el que actuaban artistas universitarios. Abi, decía, había quedado allí con unas compañeras de clase que iban con sus padres; pero, una vez allí, encontrarlas era como encontrar una aguja en un pajar. Además, empezaba a hacer fresquito (sí, SIEMPRE puede hacer frío), así que estuvimos un rato, montamos en un par de atracciones, comimos muchas palomitas y nos volvimos. En metro, claro, pero al llegar a casa la tropa ya estaba cansada.
Pasamos por un cartel que anunciaba una exposición. Ro levantó la cabeza como un resorte y dijo:
- ¡Papá! ¡Es el inspector Clouseau!
Bien. Ya veo que aumenta el número de aficionados a la Pantera Rosa.
Primero, los helicópteros.
Luego, los aviones. Consegui pillar a éste, pero tuve que usar la cámara como si fuera un antiaéreo, apuntando. Como volaba bajísimo, "le di".
Y luego los tanques.
Pero entonces, unos cien metros más allá de donde estábamos, en la intersección de la Tverskaya con Sadovoye Koltsó, aparecieron unas tanquetas que se incorporaban desde Sadovoye y los policías de tráfico militar (si, hijos, sí, los militares tienen hasta su propia policía de tráfico) dieron el alto a la columna de tanques, que se quedó media hora larga de plantón.
Ame estaba encantado con los tanques y todos los cacharritos, pero Abi y Ro estaban bastante aburridas y ya querían volver a casa. Nos entretuvimos contando las medallas de este señor.
En estas fechas, salen los "medallistas" por todos los sitios. La gente los tiene en muy alta estima y se paran a conversar con ellos, que ese día están muy contentos porque todo el mundo les escucha con respeto. En realidad, gente que combatiera en la guerra debe quedar muy poca (los más jóvenes andarán por los 85 tacos, en un país donde la esperanza de vida masculina roza los sesenta), pero las autoridades han ampliado el número de veteranos nombrando como tales a todo quisqui que viviera por aquel entonces. Es decir, que la gente que tenía amiguetes y se escaqueó del frente, un frente, por cierto, mortífero como pocos, resulta que es veterana. Y hasta los niños de teta, por lo visto, son veteranos. Tuvimos un chófer que presumía de veterano, aunque en 1945 tenía nueve años. Él decía que les pasaba municiones a los partisanos, pero sonaba a que se estaba pegando el moco.
En todo caso, esta gente el resto del año no lleva las medallas. Si lo hicieran, menuda desviación de columna iban a pillar.
Luego fuimos al parque Gorki. En Moscú hay bastantes festejos esos días en diferentes puntos de la ciudad (Moscú tiene más puntos que un partido de baloncesto), y en el parque Gorki, que ya de por sí es un lugar bastante animado, había, además de las atracciones, un enorme escenario en el que actuaban artistas universitarios. Abi, decía, había quedado allí con unas compañeras de clase que iban con sus padres; pero, una vez allí, encontrarlas era como encontrar una aguja en un pajar. Además, empezaba a hacer fresquito (sí, SIEMPRE puede hacer frío), así que estuvimos un rato, montamos en un par de atracciones, comimos muchas palomitas y nos volvimos. En metro, claro, pero al llegar a casa la tropa ya estaba cansada.
Pasamos por un cartel que anunciaba una exposición. Ro levantó la cabeza como un resorte y dijo:
- ¡Papá! ¡Es el inspector Clouseau!
Bien. Ya veo que aumenta el número de aficionados a la Pantera Rosa.
domingo, 11 de mayo de 2008
Transportistas
- ¡Kolia!
- ¿Qué pasa, Vania?
- Que hay que ir en la camioneta a llevar unas cosas a Zelenograd.
- ¿En la camioneta? ¿En qué camioneta?
- En la blanca.
- Ah, pero, ¿tenemos una camioneta blanca?
- Sí, la Kamaz. Venga, levántate, que ya está bien de vaguear. Hay trabajo.
- Bueeeeeno, ya voy.
***
- Oye, Vania, que no he encontrado la camioneta blanca.
- ¿Cómo que no, Kolia?
- No, había varias camionetas en el garaje, pero blancas no había ninguna.
- ¡Pero si Sasha fue en ella anteayer a Podolsk!
- A ver si nos la han robado...
- Vamos al garaje, Kolia. Eres un vago. Tú, con tal de no trabajar, eres capaz de inventarte cualquier cosa.
***
- ¿Lo ves, cretino? ¡Aquí está la furgoneta!
- ¿Esto es blanco, Vania?
- Pues claro.
- Mmmm... llevamos algún tiempo sin limpiarla, ¿no?
- Bueno, eso es Sasha, que es otro vago. Estoy rodeado de vagos.
- ¡Pero si el encargado del mantenimiento eres tú!
- Bueno, lárgate a Zelenograd, que hay que salir ya.
- Pero, Vania, no puedo salir así ¡Que ni siquiera se le ve el número de matrícula! El primer miliciano que me vea por la carretera me va a parar.
- Pues hay que salir ya. Toma las llaves.
- Pero, Vania, hay que limpiarla. Se van a creer que la tengo sin matrícula y la he robado.
- No da tiempo, Kolia. Venga, no seas vago y sube.
- Espera, espera, que hay que hacer algo.
- Bueno, Vania, tampoco está tan sucia la camioneta. Yo creo que puede aguantar un par de meses más.
- ¿Qué pasa, Vania?
- Que hay que ir en la camioneta a llevar unas cosas a Zelenograd.
- ¿En la camioneta? ¿En qué camioneta?
- En la blanca.
- Ah, pero, ¿tenemos una camioneta blanca?
- Sí, la Kamaz. Venga, levántate, que ya está bien de vaguear. Hay trabajo.
- Bueeeeeno, ya voy.
***
- Oye, Vania, que no he encontrado la camioneta blanca.
- ¿Cómo que no, Kolia?
- No, había varias camionetas en el garaje, pero blancas no había ninguna.
- ¡Pero si Sasha fue en ella anteayer a Podolsk!
- A ver si nos la han robado...
- Vamos al garaje, Kolia. Eres un vago. Tú, con tal de no trabajar, eres capaz de inventarte cualquier cosa.
***
- ¿Lo ves, cretino? ¡Aquí está la furgoneta!
- ¿Esto es blanco, Vania?
- Pues claro.
- Mmmm... llevamos algún tiempo sin limpiarla, ¿no?
- Bueno, eso es Sasha, que es otro vago. Estoy rodeado de vagos.
- ¡Pero si el encargado del mantenimiento eres tú!
- Bueno, lárgate a Zelenograd, que hay que salir ya.
- Pero, Vania, no puedo salir así ¡Que ni siquiera se le ve el número de matrícula! El primer miliciano que me vea por la carretera me va a parar.
- Pues hay que salir ya. Toma las llaves.
- Pero, Vania, hay que limpiarla. Se van a creer que la tengo sin matrícula y la he robado.
- No da tiempo, Kolia. Venga, no seas vago y sube.
- Espera, espera, que hay que hacer algo.
- Bueno, Vania, tampoco está tan sucia la camioneta. Yo creo que puede aguantar un par de meses más.
viernes, 9 de mayo de 2008
Más memoria histórica
Son días de celebraciones y de fastos. En España, se celebra a trancas y barrancas el segundo centenario del 2 de mayo de 1808, supongo que entre la indiferencia general, y más desde que leo que los políticos españoles dicen que los franceses y los afrancesados tampoco eran tan malos y que intentaron traer la modernidazzz a España. Claro, así no hay manera de celebrar nada. Si ya los políticos te están diciendo que aquello no estuvo tan bien y que los franceses eran buena gente, moderna y tal, pues ya se te queda el resquemor de que tus antepasados les dieron p'al pelo a los pobres. No estoy en España, y no sé si los tiros van exactamente por ahí, pero sospecho que sí.
Aquí, no.
Aquí, como todos los años, se celebra con todo boato la victoria soviética en la Gran Guerra Patria, que en el resto del mundo se conoce como Segunda Guerra Mundial. Este año, además, tenemos desfile de tanques por la calle Tverskaya, y se lo han tomado tan en serio que hasta han dibujado carriles para ellos, de color amarillo, en la calle, supongo que para que los conductores de los tanques los sigan a rajatabla y no se salgan por ahí de farra. Será divertido ver a los milicianos de tráfico poniendo multas a los tanques... si se atreven.
Por lo demás, uno pensaría que nadie perdió esa guerra. La propaganda soviética todavía tiene mucho cuidado en insistir en que se luchó no contra el pueblo alemán, que fue engañado, sino contra el fascismo. Todos los escritos oficiales no hablan de alemanes; hablan de "fascistas", sobre todo, o a veces de "nazis", lo cual es desde luego más exacto.
En cambio, los manuales de historia hablan continuamente de alemanes y mucho menos de fascistas, lo cual hay que reconocer que está más en consonancia con el sentir popular. Eso sí, el sentir popular es más bestia. En España también, ¿verdad? Por muchas tonterías que nos digan desde arriba, los franceses eran unos puñeteros invasores con complejo de superioridad que nos miraban por encima del hombro, y los afrancesados unos traidores de mierda que sólo merecían desprecio. Y siempre lo serán. Y esta vez no escribo el "aquí, no" de costumbre.
- Pues mañana no tenemos clase - decía Abi.
- No, es fiesta - decía Ro.
- ¿Qué os cuentan en clase sobre el Día de la Victoria? - tercié yo.
- Bueno, que los rusos vencieron al fascismo. Y primero lo habían vencido en España, donde también había fascistas.
- ¿Que en España quéeee?
Urge una clase de historia contemporánea de España.
- Oye, y eso del fascismo, ¿qué es? - dije yo.
- Bueno, eran los alemanes - dijo Abi.
- Ajá, ya. Así que los alemanes ¿Y os cuentan algo más de la fiesta de mañana?
- No nos cuentan nada. Supongo que será por Polina.
- ¿Polina? ¿Y qué le pasa a Polina?
- Polina es una compañera de clase.
- ¿Y?
- Es que Polina tiene una madre alemana.
- Ah.
- Sí. Es medio partisana y medio fascista.
Así que, alemanes, ya lo sabéis. Da igual que tengáis carné de "Die Linke", que hayáis sido miembros de la Stasi, que hayáis saboteado clases en Berlín Oeste para pedir el fin del capitalismo o que repartierais chapitas de Rosa Luxemburgo a la salida de la Universidad: aquí estáis marcados para siempre.
Aquí, no.
Aquí, como todos los años, se celebra con todo boato la victoria soviética en la Gran Guerra Patria, que en el resto del mundo se conoce como Segunda Guerra Mundial. Este año, además, tenemos desfile de tanques por la calle Tverskaya, y se lo han tomado tan en serio que hasta han dibujado carriles para ellos, de color amarillo, en la calle, supongo que para que los conductores de los tanques los sigan a rajatabla y no se salgan por ahí de farra. Será divertido ver a los milicianos de tráfico poniendo multas a los tanques... si se atreven.
Por lo demás, uno pensaría que nadie perdió esa guerra. La propaganda soviética todavía tiene mucho cuidado en insistir en que se luchó no contra el pueblo alemán, que fue engañado, sino contra el fascismo. Todos los escritos oficiales no hablan de alemanes; hablan de "fascistas", sobre todo, o a veces de "nazis", lo cual es desde luego más exacto.
En cambio, los manuales de historia hablan continuamente de alemanes y mucho menos de fascistas, lo cual hay que reconocer que está más en consonancia con el sentir popular. Eso sí, el sentir popular es más bestia. En España también, ¿verdad? Por muchas tonterías que nos digan desde arriba, los franceses eran unos puñeteros invasores con complejo de superioridad que nos miraban por encima del hombro, y los afrancesados unos traidores de mierda que sólo merecían desprecio. Y siempre lo serán. Y esta vez no escribo el "aquí, no" de costumbre.
- Pues mañana no tenemos clase - decía Abi.
- No, es fiesta - decía Ro.
- ¿Qué os cuentan en clase sobre el Día de la Victoria? - tercié yo.
- Bueno, que los rusos vencieron al fascismo. Y primero lo habían vencido en España, donde también había fascistas.
- ¿Que en España quéeee?
Urge una clase de historia contemporánea de España.
- Oye, y eso del fascismo, ¿qué es? - dije yo.
- Bueno, eran los alemanes - dijo Abi.
- Ajá, ya. Así que los alemanes ¿Y os cuentan algo más de la fiesta de mañana?
- No nos cuentan nada. Supongo que será por Polina.
- ¿Polina? ¿Y qué le pasa a Polina?
- Polina es una compañera de clase.
- ¿Y?
- Es que Polina tiene una madre alemana.
- Ah.
- Sí. Es medio partisana y medio fascista.
Así que, alemanes, ya lo sabéis. Da igual que tengáis carné de "Die Linke", que hayáis sido miembros de la Stasi, que hayáis saboteado clases en Berlín Oeste para pedir el fin del capitalismo o que repartierais chapitas de Rosa Luxemburgo a la salida de la Universidad: aquí estáis marcados para siempre.
miércoles, 7 de mayo de 2008
Basureros
En mis primeros balbuceos por Moscú, hace ya muchos años, los contenedores de basura eran, más que escasos, totalmente insólitos. Alguno que otro se veía por la calle, pero el verdadero sistema de gestión de basuras consistía, y aún hoy consiste, en un tubo que se sitúa en el pasillo de los edificios altos. Cuando tienes la bolsa llena, o cuanto te has plimplado una botella de lo que sea y no estás tan mal como para haber perdido el sentido, abres la puerta, sales al pasillo, te tapas la nariz con una pinza, abres el tubo ése, arrojas la bolsa (o lo que sea) dentro, y cierras el tubo, mientras escuchas cómo la bolsa va dando tumbos hasta el sótano del edificio.
No estoy muy seguro de lo que sucede con las basuras en ese sótano. Las malas lenguas dicen que las queman allí mismo, pero a mí me parece muy bestia y yo creo que se sabría; parece más probable que por la noche salgan en contenedores hacia los vertederos, todo a barullo. Sí, lo de la selección de basuras, el reciclaje de residuos y esas costumbres de pobres se las dejan a los alemanes y otra gente de mal vivir.
Cuando yo vivía en un edificio de sólo cuatro plantas, la cosa era diferente. Allí no había tubo y cada uno se tenía que buscar la vida para dejar la basura en unos cacharros metálicos oxidados, remedo de contenedores. Yo creía que, como en España, daba más o menos igual y, si no te venía bien, o el tuyo estaba hasta arriba, pues buscabas otro y listos. Como había otro unos metros más adelante, y el de delante de mi portal estaba eternamente saturado, solía utilizarlo.
- Eh, que usted no puede hacer eso - sonó un día una voz a mi espalda, mientras estaba abriendo la tapa. Me di la vuelta. Era una anciana de ésas de armas tomar con las que es mejor no discutir.
- ¿No? ¿Y por qué no? - pregunté, poniendo cara de estar en la inopia. Me resultó muy fácil ponerla, porque más o menos por ahí iban las cosas, aunque reconozco que la exageré un poco.
- Porque ése no es su contenedor. El suyo es ése de allí - y señaló el bicho atestado cubierto de desperdicios que adornaba mi portal.
- Pero está lleno.
- Pues vacíenlo.
- ¿Yo?
- Yo no.
Total, que cogí la bolsa, me fui a casa con ella, esperé a que la señora se hubiera ido y, más de noche, volví a salir y eché la bolsa al mismo contenedor, procurando que no me viera nadie. "Jo, ya hasta para tirar la basura tengo mala conciencia", pensé.
Han pasado bastantes años desde entonces, y seguramente sigue habiendo gente levantisca y sinvergüenza, aprovechándose de los contenedores de los demás para echar sus desperdicios. No es, pues, de extrañar, que los dueños de los contenedores tomen cartas en el asunto, sobre todo ahora que las cosas han mejorado y los contenedores comienzan a aparecer, aunqnue sigue habiendo poquísimos, son más bonitos e incluso de color verde.
Lo que no puedo responder es si los basureros también tienen llave del candado, además de los vecinos con derecho a disfrute.
No estoy muy seguro de lo que sucede con las basuras en ese sótano. Las malas lenguas dicen que las queman allí mismo, pero a mí me parece muy bestia y yo creo que se sabría; parece más probable que por la noche salgan en contenedores hacia los vertederos, todo a barullo. Sí, lo de la selección de basuras, el reciclaje de residuos y esas costumbres de pobres se las dejan a los alemanes y otra gente de mal vivir.
Cuando yo vivía en un edificio de sólo cuatro plantas, la cosa era diferente. Allí no había tubo y cada uno se tenía que buscar la vida para dejar la basura en unos cacharros metálicos oxidados, remedo de contenedores. Yo creía que, como en España, daba más o menos igual y, si no te venía bien, o el tuyo estaba hasta arriba, pues buscabas otro y listos. Como había otro unos metros más adelante, y el de delante de mi portal estaba eternamente saturado, solía utilizarlo.
- Eh, que usted no puede hacer eso - sonó un día una voz a mi espalda, mientras estaba abriendo la tapa. Me di la vuelta. Era una anciana de ésas de armas tomar con las que es mejor no discutir.
- ¿No? ¿Y por qué no? - pregunté, poniendo cara de estar en la inopia. Me resultó muy fácil ponerla, porque más o menos por ahí iban las cosas, aunque reconozco que la exageré un poco.
- Porque ése no es su contenedor. El suyo es ése de allí - y señaló el bicho atestado cubierto de desperdicios que adornaba mi portal.
- Pero está lleno.
- Pues vacíenlo.
- ¿Yo?
- Yo no.
Total, que cogí la bolsa, me fui a casa con ella, esperé a que la señora se hubiera ido y, más de noche, volví a salir y eché la bolsa al mismo contenedor, procurando que no me viera nadie. "Jo, ya hasta para tirar la basura tengo mala conciencia", pensé.
Han pasado bastantes años desde entonces, y seguramente sigue habiendo gente levantisca y sinvergüenza, aprovechándose de los contenedores de los demás para echar sus desperdicios. No es, pues, de extrañar, que los dueños de los contenedores tomen cartas en el asunto, sobre todo ahora que las cosas han mejorado y los contenedores comienzan a aparecer, aunqnue sigue habiendo poquísimos, son más bonitos e incluso de color verde.
Lo que no puedo responder es si los basureros también tienen llave del candado, además de los vecinos con derecho a disfrute.
lunes, 5 de mayo de 2008
Corresponsales (IV): El País
La serie de corresponsales va avanzando, y ahora le toca el turno al líder de ventas en España, antiguo periódico "independiente de la mañana" y manifiestamente "progre de izquierdas", por lo menos en lo que se refiere a su información nacional. Pasa por ser, por otra parte, un diario que da gran importancia a la información internacional, que en su edición impresa aparece en primer lugar, por delante de la nacional, y por ello es de suponer el mimo que tendrán en la elección de corresponsales y en el cuidado de corresponsalías.
Pilar Bonet, que es la corresponsal que mantiene el diario en Moscú, es una buena muestra de ello. Escribe con una cuidada prosa que hace fácil la lectura de los artículos que le publican, y alguna de sus piezas ha alcanzado difusión fuera de las páginas del diario, ya sea en versión impresa o en versión digital. El ejemplo más reciente es éste, escrito en vísperas de las elecciones presidenciales y que llegó a mi buzón de correo enviado por un admirador. Un admirador, que quede claro, de ella, no mío. Como yo de "progre", como ya sabéis todos los que leéis estas cosas, no tengo ni un poquito, ya supondréis que no leo "El País" (y con "El Mundo" me pasa lo mismo) más que de uvas a peras y que la mayoría de las veces que lo leo tuerzo el gesto.
Es curioso, pero la periodista del diario manifiestamente de izquierdas adopta una postura elitista, a la vez que políticamente correcta. Políticamente correcta en el sentido que ya se escribió en otra ocasión, de crítica al régimen, tenido por autocrático, de Putin y de exaltación de esa minoría liberal que, en opinión de los políticamente correctos, estaba destinada a sacar a Rusia del atraso producido por el sistema y lanzarla a la senda de lo que ellos llaman modernidad. Y eso que el artículo es tremendamente sentido y, en su género, incluso brillante; pero adolece de la misma parcialidad de que hace gala "El País" cuando habla de política interna, y es que se guía por un esquema parecido al siguiente: Hay buenos y malos; todo lo que hacen los buenos es bueno y todo lo que hacen los malos es malo. Es una simplificación, sí, pero los tiros van por ahí y, si no se nota demasiado descaradamente es porque los periodistas de "El País" son realmente muy buenos en su oficio y consiguen presentar su opinión apoyada en hechos incontrovertibles, aunque callando otros hechos no menos incontrovertibles, pero que no convienen al desarrollo de la tesis.
Pilar Bonet en este artículo simplemente borda el arte del periodismo "progre", y sólo por eso el artículo merece un estudio especial. A ella no la he tratado apenas, pero apostaría a que ella realmente lo ve así como lo escribe, tanto más cuanto que, en los días previos a las elecciones, sí que eran conocidos los casos de personas con autoridad invitando a sus subordinados a votar a quien ya sabemos, que era garantía de estabilidad para... y en estos puntos suspensivos cabe, por ejemplo, la universidad (cuando el profesor habla a los alumnos), el hospital (cuando eran los jefes del mismo los que recomendaban el voto "correcto" al personal del mismo) o el ejército (cuando los mandos arengaban a los soldados sobre quién era el garante de la soberanía de Rusia), o muchas otras entidades.
Y eso, según todos los indicios, es verdad, pero no es toda la verdad. También es verdad que los llamados liberales tuvieron la sartén por el mango durante bastante más tiempo del que son capaces de reconocer, y utilizaron la sartén para poner el cazo y dejar a dos velas a la inmensa mayoría de la población, en el mayor robo del siglo; y también es verdad que la intelectualidad tan alabada en el artículo tiene un insufrible complejo de superioridad que la hace tan antipática al pueblo llano como los Bardem, Ramoncín y socios, por ejemplo, otros que tal, lo son a media España.
Una afirmación interesante es la de que a los rusos les han quitado la libertad de elegir. Probablemente es verdad, suponiendo que toda la gente tenga vocación política, lo que no es cierto ni mucho menos, pero, ¿acaso en España no hay una ficción de elección entre los dos únicos partidos que pueden formar gobierno y que escenifican una rivalidad que apenas se plasma en sus programas? A lo mejor en Rusia son menos finos, pero yo, la verdad, no veo tantas diferencias.
Y lo que sí que de verdad da miedo es la actitud naif de decir que "la peor inflación no es la del coste de la vida (11,9% oficialmente en 2007), sino la inflación verbal" ¡Como si alguien estuviera libre de inflación verbal, y menos en campaña electoral! ¡Como si las palabras "libertad" o "democracia", o hasta "socialismo", no estuvieran ya lo bastante gastadas para no significar nada, y no sólo en Rusia! Es esa actitud, por ejemplo, la que en buena hora costó a los liberales el puesto, demasiado lejos de la calle como para darse cuenta de que la peor inflación sí que es la del coste de la vida. O, como dijo Lenin, que es un señor que aquí sigue contando con bastante predicamento: "Libertad, ¿para qué?" Él era un cafre, sí, pero al menos era un cafre consecuente.
Pilar Bonet, que es la corresponsal que mantiene el diario en Moscú, es una buena muestra de ello. Escribe con una cuidada prosa que hace fácil la lectura de los artículos que le publican, y alguna de sus piezas ha alcanzado difusión fuera de las páginas del diario, ya sea en versión impresa o en versión digital. El ejemplo más reciente es éste, escrito en vísperas de las elecciones presidenciales y que llegó a mi buzón de correo enviado por un admirador. Un admirador, que quede claro, de ella, no mío. Como yo de "progre", como ya sabéis todos los que leéis estas cosas, no tengo ni un poquito, ya supondréis que no leo "El País" (y con "El Mundo" me pasa lo mismo) más que de uvas a peras y que la mayoría de las veces que lo leo tuerzo el gesto.
Es curioso, pero la periodista del diario manifiestamente de izquierdas adopta una postura elitista, a la vez que políticamente correcta. Políticamente correcta en el sentido que ya se escribió en otra ocasión, de crítica al régimen, tenido por autocrático, de Putin y de exaltación de esa minoría liberal que, en opinión de los políticamente correctos, estaba destinada a sacar a Rusia del atraso producido por el sistema y lanzarla a la senda de lo que ellos llaman modernidad. Y eso que el artículo es tremendamente sentido y, en su género, incluso brillante; pero adolece de la misma parcialidad de que hace gala "El País" cuando habla de política interna, y es que se guía por un esquema parecido al siguiente: Hay buenos y malos; todo lo que hacen los buenos es bueno y todo lo que hacen los malos es malo. Es una simplificación, sí, pero los tiros van por ahí y, si no se nota demasiado descaradamente es porque los periodistas de "El País" son realmente muy buenos en su oficio y consiguen presentar su opinión apoyada en hechos incontrovertibles, aunque callando otros hechos no menos incontrovertibles, pero que no convienen al desarrollo de la tesis.
Pilar Bonet en este artículo simplemente borda el arte del periodismo "progre", y sólo por eso el artículo merece un estudio especial. A ella no la he tratado apenas, pero apostaría a que ella realmente lo ve así como lo escribe, tanto más cuanto que, en los días previos a las elecciones, sí que eran conocidos los casos de personas con autoridad invitando a sus subordinados a votar a quien ya sabemos, que era garantía de estabilidad para... y en estos puntos suspensivos cabe, por ejemplo, la universidad (cuando el profesor habla a los alumnos), el hospital (cuando eran los jefes del mismo los que recomendaban el voto "correcto" al personal del mismo) o el ejército (cuando los mandos arengaban a los soldados sobre quién era el garante de la soberanía de Rusia), o muchas otras entidades.
Y eso, según todos los indicios, es verdad, pero no es toda la verdad. También es verdad que los llamados liberales tuvieron la sartén por el mango durante bastante más tiempo del que son capaces de reconocer, y utilizaron la sartén para poner el cazo y dejar a dos velas a la inmensa mayoría de la población, en el mayor robo del siglo; y también es verdad que la intelectualidad tan alabada en el artículo tiene un insufrible complejo de superioridad que la hace tan antipática al pueblo llano como los Bardem, Ramoncín y socios, por ejemplo, otros que tal, lo son a media España.
Una afirmación interesante es la de que a los rusos les han quitado la libertad de elegir. Probablemente es verdad, suponiendo que toda la gente tenga vocación política, lo que no es cierto ni mucho menos, pero, ¿acaso en España no hay una ficción de elección entre los dos únicos partidos que pueden formar gobierno y que escenifican una rivalidad que apenas se plasma en sus programas? A lo mejor en Rusia son menos finos, pero yo, la verdad, no veo tantas diferencias.
Y lo que sí que de verdad da miedo es la actitud naif de decir que "la peor inflación no es la del coste de la vida (11,9% oficialmente en 2007), sino la inflación verbal" ¡Como si alguien estuviera libre de inflación verbal, y menos en campaña electoral! ¡Como si las palabras "libertad" o "democracia", o hasta "socialismo", no estuvieran ya lo bastante gastadas para no significar nada, y no sólo en Rusia! Es esa actitud, por ejemplo, la que en buena hora costó a los liberales el puesto, demasiado lejos de la calle como para darse cuenta de que la peor inflación sí que es la del coste de la vida. O, como dijo Lenin, que es un señor que aquí sigue contando con bastante predicamento: "Libertad, ¿para qué?" Él era un cafre, sí, pero al menos era un cafre consecuente.
viernes, 2 de mayo de 2008
Segundo aniversario
Pues, señor, resulta que ayer hizo exactamente dos años que se produjo la primera entrada en esta bitácora, a la que han seguido, según las cuentas, otras trescientas diez, además de un buen porrón de comentarios.
La verdad es que las cosas han cambiado bastante desde las vacilantes primeras entradas, escritas tratando de buscar un estilo. En cualquier caso, hay un asunto que me ha llamado la atención, y es que he pasado la dirección de la página a amigos y familiares y, casi sin excepción, ninguno entra, y no porque no se les dé bien internet, nada de eso. No entran porque no entran y porque no les interesa. Yo tenía pensado escribir algo sobre mi vida y milagros por estas tierras y suponía que a mis seres queridos les gustaría saber cómo me van las cosas. Pues resulta que, salvo honrosas excepciones, a mis seres queridos o les traen sin cuidado mis andanzas o, directamente, les molesta lo negro.
En cambio, he aquí que han ido apareciendo por estas pantallas personas que no esperaba que leyeran mis escritos. Algunos son conocidos y podrían tener cierto interés en leer qué me pasaba; pero a otros no los he visto nunca, y otros no sé ni quiénes son, ni cómo han llegado. A alguno me lo ha traído el señor Google mientras buscaba otras cosas, algún otro ha llegado a través de los enlaces que otros han puesto en sus páginas...
La búsqueda líder en Google para caer en esta página, por lo que estoy viendo, es la de los que tienen interés en la literatura clásica latina. Como sabéis, en el marco derecho de la página colgué el texto completo de "Miles gloriosus", de Plauto, en latín; pero parece que eso no basta a los que buscan, y que me da a mí que son estudiantes apurados que quieren encontrar algún trabajo hecho y que no está claro que sepan latín ni que, si lo saben, su nivel baste para desentrañar los versos de Plauto. Por eso me estoy planteando escribir algo para facilitarles el trabajo. No es mi responsabilidad, claro, pero no quiero que se diga que no doy soluciones a mis lectores apurados.
Otra búsqueda recurrente es la de quienes buscan datos sobre baloncesto, en particular sobre jugadores de baloncesto muertos y, más en particular, sobre Víktor Pankrashkin. Por experiencia propia sé lo difícil que es encontrar información sobre ese monstruo de la canasta. Monstruo, por cierto, en todos los sentidos: porque era un jugador genial y porque el pobre era, además, bastante feo. Otros han buscado cosas sobre otro pívot fantástico, Valery Goborov, y me han encontrado un fallo, sí, a mí, porque debí dejar insinuado que el accidente de coche en el que perdió la vida tuvo lugar en las Canarias, donde jugaba a la sazón, y no fue así: efectivamente, fue en Moscú. Mea culpa.
Finalmente, la otra búsqueda más frecuente es un pelín más morbosa y lleva a los navegantes a la entrada más polémica de esta bitácora, que los más antiguos del lugar ya sabéis cuál es. A esa entrada, como iba diciendo, llega gran número de personas que han escrito en sus condiciones de búsqueda palabras que no voy a repetir, pero que os aseguro que no escribí yo en la entrada, sino los comentaristas en sus invectivas contra este autor. Y es lástima, porque ellos, que evidentemente quieren a Rusia, lo que consiguieron con su vocabulario soez fue atraer a esa página a quienes probablemente se interesan por cosas diferentes a la cultura y el teatro. Ellos mismos.
En cualquier caso, muchas gracias a todos, lectores y comentaristas, por la atención que me dispensáis. Nunca se sabe cuándo se me acabarán las cosas que contar, pero espero que, antes de cansarme, me dará tiempo a cumplir todas las promesas que he ido haciendo durante estos dos años y que responden normalmente al tipo "otro día escribiré sobre esto"... y luego ese otro día no hay manera de que llegue. De momento, prometo que la serie sobre corresponsales la voy a acabar. Por mis muertos que sí.
La verdad es que las cosas han cambiado bastante desde las vacilantes primeras entradas, escritas tratando de buscar un estilo. En cualquier caso, hay un asunto que me ha llamado la atención, y es que he pasado la dirección de la página a amigos y familiares y, casi sin excepción, ninguno entra, y no porque no se les dé bien internet, nada de eso. No entran porque no entran y porque no les interesa. Yo tenía pensado escribir algo sobre mi vida y milagros por estas tierras y suponía que a mis seres queridos les gustaría saber cómo me van las cosas. Pues resulta que, salvo honrosas excepciones, a mis seres queridos o les traen sin cuidado mis andanzas o, directamente, les molesta lo negro.
En cambio, he aquí que han ido apareciendo por estas pantallas personas que no esperaba que leyeran mis escritos. Algunos son conocidos y podrían tener cierto interés en leer qué me pasaba; pero a otros no los he visto nunca, y otros no sé ni quiénes son, ni cómo han llegado. A alguno me lo ha traído el señor Google mientras buscaba otras cosas, algún otro ha llegado a través de los enlaces que otros han puesto en sus páginas...
La búsqueda líder en Google para caer en esta página, por lo que estoy viendo, es la de los que tienen interés en la literatura clásica latina. Como sabéis, en el marco derecho de la página colgué el texto completo de "Miles gloriosus", de Plauto, en latín; pero parece que eso no basta a los que buscan, y que me da a mí que son estudiantes apurados que quieren encontrar algún trabajo hecho y que no está claro que sepan latín ni que, si lo saben, su nivel baste para desentrañar los versos de Plauto. Por eso me estoy planteando escribir algo para facilitarles el trabajo. No es mi responsabilidad, claro, pero no quiero que se diga que no doy soluciones a mis lectores apurados.
Otra búsqueda recurrente es la de quienes buscan datos sobre baloncesto, en particular sobre jugadores de baloncesto muertos y, más en particular, sobre Víktor Pankrashkin. Por experiencia propia sé lo difícil que es encontrar información sobre ese monstruo de la canasta. Monstruo, por cierto, en todos los sentidos: porque era un jugador genial y porque el pobre era, además, bastante feo. Otros han buscado cosas sobre otro pívot fantástico, Valery Goborov, y me han encontrado un fallo, sí, a mí, porque debí dejar insinuado que el accidente de coche en el que perdió la vida tuvo lugar en las Canarias, donde jugaba a la sazón, y no fue así: efectivamente, fue en Moscú. Mea culpa.
Finalmente, la otra búsqueda más frecuente es un pelín más morbosa y lleva a los navegantes a la entrada más polémica de esta bitácora, que los más antiguos del lugar ya sabéis cuál es. A esa entrada, como iba diciendo, llega gran número de personas que han escrito en sus condiciones de búsqueda palabras que no voy a repetir, pero que os aseguro que no escribí yo en la entrada, sino los comentaristas en sus invectivas contra este autor. Y es lástima, porque ellos, que evidentemente quieren a Rusia, lo que consiguieron con su vocabulario soez fue atraer a esa página a quienes probablemente se interesan por cosas diferentes a la cultura y el teatro. Ellos mismos.
En cualquier caso, muchas gracias a todos, lectores y comentaristas, por la atención que me dispensáis. Nunca se sabe cuándo se me acabarán las cosas que contar, pero espero que, antes de cansarme, me dará tiempo a cumplir todas las promesas que he ido haciendo durante estos dos años y que responden normalmente al tipo "otro día escribiré sobre esto"... y luego ese otro día no hay manera de que llegue. De momento, prometo que la serie sobre corresponsales la voy a acabar. Por mis muertos que sí.