Dentro de los límites de Sumbulovo, en mitad de un bosque de coníferas, y a cosa de doscientos metros del pabellón de reposo, hay una pequeña capilla ortodoxa, para acceder a la cual hay que adentrarse en el bosque (por cierto, excelente lugar para jugar a guerrillas con los niños, doy fe), cruzar un arroyo y subir unos peldaños improvisados sobre una de sus cuencas. En ello estábamos el domingo por la mañana cuando nos cruzamos con una señora que venía de allí y que se ofreció a acompañarnos y enseñárnosla.
- Sí, soy redactora de una revista ortodoxa en Ryazán, la del padre Feofán. Y mi hermana es profesora en la Facultad de Teología del instituto ortodoxo.
- ¿El seminario? -pregunté.
- No, el instituto...
- Ah, ya, es como nosotros. Está el seminario menor para los pequeños, y el seminario mayor ya es enseñanza universitaria.
- Eso, y yo escribo en la revista ortodoxa de Ryazán, la del padre Feofán.
Yo, que soy católico y que de ortodoxia (en el sentido que hablaba mi interlocutora, que quede claro) ando más bien flojo, no había oído hablar del padre Feofán, que debe ser alguien conocido, tal y como hablaba, pero preferí callarme. Ya se sabe que es mejor callar y parecer tonto que hablar y despejar toda duda. Asentí con la cabeza y la señora, en cuanto llegamos a la capilla, habló con su hermana, que estaba allí trajinando, y la verdad es que estuvieron de lo más amable. Basta salir de Moscú para que el porcentaje de gente amable se dispare.
El caso es que Abi, Ro y Ame se lo pasaron la mar de bien tocando la campana de la capilla, mientras la hermana de la señora les enseñaba cómo sacar los distintos tonos. Luego entramos en la minúscula capilla, donde apenas cabíamos los siete; la señora quería contarnos cosas.
- El dueño de estas tierras es creyente ortodoxo. Mandó construir esta capilla, y nosotras venimos a atenderla. Aquí tenemos algunos iconos... vea éste de Jerusalén. Aquí -y señaló un icono- están todos los santos rusos. Y aquí -y señaló otro- los nuevos mártires, los del período de ateísmo de después de la Revolución. Aquí al pie están el zar Nicolás y su familia...
Me acerqué al icono.
- Estará también el patriarca Tijon.
- ¿El patriarca Tijon? -y me miró.
- Y el metropolita Alfor...
La señora se me quedó mirando, pero yo ya estaba embalado.
- Le tengo en aprecio, porque, además de llamarse igual que yo...
- ¿Ah, sí?
- Sí, además de eso, fue metropolita de Krutitskoye, y nosotros vivimos allí bastantes años.
- Aaahhh...
Salimos de la capilla, dimos las gracias a las dos mujeres y nos fuimos al comedor. De camino al mismo, comencé a meditar.
"Ahora que lo pienso, el patriarca Tijon no fue martizado. Pasó en la cárcel bastante tiempo, pero no fue asesinado. Estooo... ahora que lo pienso también, el metropolita de Krutitskoye que fue martizado no se llamaba Alfor, sino Piotr. Y el metropolita Alfor lo fue de San Petersburgo. Al menos, sí que fue martizado. Qué suerte. Bueno, quizá no tanta..."
"Vaya moto que les estaba vendiendo a las señoras. No sé si me la habrán comprado... Eso es lo que pasa cuando tienes ciertas nociones de historia eclesiástica ortodoxa cogidas con alfileres."
Sí, ya lo creo que era mejor callar y parecer tonto que hablar y despejar toda duda.
Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
viernes, 29 de septiembre de 2006
miércoles, 27 de septiembre de 2006
Shashlik
En la entrada anterior sobre el pabellón de reposo quizá no aparezca suficientemente claro cuál es el concepto de reposo de la población local. Para evitar caer en confusiones, bueno será aclarar que el ruso medio, en reposo, se dedica básicamente a cazar o pescar y, a continuación, a dar buena cuenta de sus presas.
Y es que, contra la creencia de que la ortodoxa es la religión mayoritaria en Rusia, es todavía más popular el "shashlik". Un shashlik es una especie de pincho de carne o de pescado cocinado a la brasa. Suele estar de miedo, con la ventaja de que la mayor parte del año es compatible con la religión ortodoxa, lo que posibilita que los fieles de ambos no tengan problemas de conciencia, excepto en cuaresma; pero de la cuaresma ortodoxa, sensiblemente más exigente que la católica, ya escribiremos cuando el calendario llame a ello.
De momento, quedémonos con el shashlik. En Sumbulovo, en una de las casitas de madera, todas ellas provistas de un brasero y de un pequeño jardín donde cocinar, nos juntamos cinco adultos españoles, seis niños no menos españoles y cinco rusos adultos y nos dedicamos durante buena parte de la noche a ejercitar la mandíbula mediante la ingesta de shashliks alternos de carne y pescado, regados con cerveza, vino y vodka. A pesar de mis costumbres, y teniendo en cuenta que brindar con bebidas no alcohólicas está pésimamente visto en Rusia, hice de tripas corazón y me resigne a la cerveza. Al menos, como comenzaba a refrescar, cada vez estaba más fría.
A los niños se les facilitó "Buratino", una especie de gaseosa local con un sabor interesante, pero indescriptible. Algún adulto, tras haber plimplado algo, consideró oportuno pasarse a ella, y entre ellos se encontró Alfina. Pero ojo, de noche cerrada el pasarse al "Buratino" tiene sus peligros: uno se confía y puede pasar algo desagradable.
Como a Alfina, que se levantó, volvió a la mesa con algo de sed, agarró el vaso que tenía delante, pensando que sería el suyo, y lo vació de un trago, para inmediatamente soltar un sonido como de garganta quemada, comenzar a temblar y a sacudir la cabeza y decir:
- ¡Ajjjjjjjj, era vodka!
Moraleja: De noche, todos los vasos son pardos.
Y es que, contra la creencia de que la ortodoxa es la religión mayoritaria en Rusia, es todavía más popular el "shashlik". Un shashlik es una especie de pincho de carne o de pescado cocinado a la brasa. Suele estar de miedo, con la ventaja de que la mayor parte del año es compatible con la religión ortodoxa, lo que posibilita que los fieles de ambos no tengan problemas de conciencia, excepto en cuaresma; pero de la cuaresma ortodoxa, sensiblemente más exigente que la católica, ya escribiremos cuando el calendario llame a ello.
De momento, quedémonos con el shashlik. En Sumbulovo, en una de las casitas de madera, todas ellas provistas de un brasero y de un pequeño jardín donde cocinar, nos juntamos cinco adultos españoles, seis niños no menos españoles y cinco rusos adultos y nos dedicamos durante buena parte de la noche a ejercitar la mandíbula mediante la ingesta de shashliks alternos de carne y pescado, regados con cerveza, vino y vodka. A pesar de mis costumbres, y teniendo en cuenta que brindar con bebidas no alcohólicas está pésimamente visto en Rusia, hice de tripas corazón y me resigne a la cerveza. Al menos, como comenzaba a refrescar, cada vez estaba más fría.
A los niños se les facilitó "Buratino", una especie de gaseosa local con un sabor interesante, pero indescriptible. Algún adulto, tras haber plimplado algo, consideró oportuno pasarse a ella, y entre ellos se encontró Alfina. Pero ojo, de noche cerrada el pasarse al "Buratino" tiene sus peligros: uno se confía y puede pasar algo desagradable.
Como a Alfina, que se levantó, volvió a la mesa con algo de sed, agarró el vaso que tenía delante, pensando que sería el suyo, y lo vació de un trago, para inmediatamente soltar un sonido como de garganta quemada, comenzar a temblar y a sacudir la cabeza y decir:
- ¡Ajjjjjjjj, era vodka!
Moraleja: De noche, todos los vasos son pardos.
lunes, 25 de septiembre de 2006
Pabellón de reposo
Sumbulovo es un pueblecito de una sola calle situado en la región de Riazán, a unos 240 kilómetros al este de Moscú, que es como decir a unos mil kilómetros del mar más próximo. Un sitio en el interior bien interior. Además de la calle, que no es sino un camino de tierra arenosa por el que parece milagro que puedan desplazarse los vehículos que lo hacen, existen unas instalaciones de descanso a donde me llevaron mis pasos pecadores este fin de semana pasado. En dichas instalaciones uno alquila una casita y puede pasar unos días de relajo en mitad de casi ningún sitio. Como el tiempo, cosa insólita, acompañó bastante, la experiencia resultó muy agradable.
Domingo, nueve de la mañana. En el comedor de Sumbulovo se están sirviendo los desayunos. Ocupamos nuestros lugares, mientras en las mesas de al lado otros huéspedes, que ya están dando cuenta de los suyos, conversan tranquilamente entre ellos, ya parece que un poco chispas y con el tono de voz de quien se lo está pasando muy bien en aquel sitio.
Una voz se destaca sobre las demás.
- ¡Vamos a brindar! Vamos a brindar para que aquí no haya ningún tsunami.
Si es que cualquier excusa es buena...
Domingo, nueve de la mañana. En el comedor de Sumbulovo se están sirviendo los desayunos. Ocupamos nuestros lugares, mientras en las mesas de al lado otros huéspedes, que ya están dando cuenta de los suyos, conversan tranquilamente entre ellos, ya parece que un poco chispas y con el tono de voz de quien se lo está pasando muy bien en aquel sitio.
Una voz se destaca sobre las demás.
- ¡Vamos a brindar! Vamos a brindar para que aquí no haya ningún tsunami.
Si es que cualquier excusa es buena...
viernes, 22 de septiembre de 2006
Infraestructuras
Si Dios quiere, dentro de unos cuantos años, no me atrevo a decir cuántos, habrá una autopista de peaje que comunicará Moscú y la segunda ciudad del país, San Petersburgo. La carretera en cuestión es esperada como el agua de mayo, los atascos en la entrada a Moscú ponen los pelos de punta a cualquiera y, en fin, la infraestructura en cuestión es algo de pura superviviencia.
La entrada a Moscú, llamada Businovskaya Estakada, fue ideada por un ingeniero y modificada por Dios sabrá quién, pero seguro que quienquiera que sea responsable de lo que pasa allí tiene mucho ganado para ingresar en el infierno. El caso es que en su punto más ancho tiene diez carriles, cinco en cada sentido, con el objetivo de desdoblar unas carreteras adyacentes y montar una entrada de agarra y no te menees; pero se les debió acabar la pasta y, provisionalmente, la entrada en Moscú pasa en cien metros de tener diez carriles a tener dos, uno en cada sentido. El embudo es traicionero y los atascos se repiten todas las mañanas. Obvio decir que lo que en 1989 fue construido como "provisional" sigue existiendo en 2006 en las mismas condiciones. Además, algún listillo ha aprovechado para construir algún aparcamiento y algún edificio en donde debería estar la carretera que nunca se construyó.
Hasta ahora. Ayer mismo estaba con el ingeniero del proyecto (que ahora va en serio, porque pasta hay más que de sobra), un señor de edad bastante avanzada, en Businovskaya Estakada, en mitad de la calle, con el enorme plano de la autopista, mientras me explicaba por dónde iban a construir la carretera y qué enlaces iban a hacer. Un peatón, bastante mal encarado, nos miraba con aire preocupado y, de repente, interrumpió nuestra conversación con no muy buenos modos.
- Oiga, mire esos garajes de ahí -y señaló unos edificios pegados a la carretera, justo donde se iba a ampliar de dos a diez carriles.
- ¿Sí? -dijo el ingeniero.
- Son míos. Les he estado escuchando lo de la carretera ¿Va a afectar a los edificios?
El ingeniero le miró a él y luego a los edificios.
- No, qué va. No les afecta para nada. La carretera cabe perfectamente sin tocarlos.
El dueño, tranquilizado, siguió adelante sin despedirse ni dar las gracias. El ingeniero se volvió hacia mí, riéndose.
- ¡Ja, ja! Y tanto que les afecta. Esto lo derribamos en menos de un año.
Qué granuja...
La entrada a Moscú, llamada Businovskaya Estakada, fue ideada por un ingeniero y modificada por Dios sabrá quién, pero seguro que quienquiera que sea responsable de lo que pasa allí tiene mucho ganado para ingresar en el infierno. El caso es que en su punto más ancho tiene diez carriles, cinco en cada sentido, con el objetivo de desdoblar unas carreteras adyacentes y montar una entrada de agarra y no te menees; pero se les debió acabar la pasta y, provisionalmente, la entrada en Moscú pasa en cien metros de tener diez carriles a tener dos, uno en cada sentido. El embudo es traicionero y los atascos se repiten todas las mañanas. Obvio decir que lo que en 1989 fue construido como "provisional" sigue existiendo en 2006 en las mismas condiciones. Además, algún listillo ha aprovechado para construir algún aparcamiento y algún edificio en donde debería estar la carretera que nunca se construyó.
Hasta ahora. Ayer mismo estaba con el ingeniero del proyecto (que ahora va en serio, porque pasta hay más que de sobra), un señor de edad bastante avanzada, en Businovskaya Estakada, en mitad de la calle, con el enorme plano de la autopista, mientras me explicaba por dónde iban a construir la carretera y qué enlaces iban a hacer. Un peatón, bastante mal encarado, nos miraba con aire preocupado y, de repente, interrumpió nuestra conversación con no muy buenos modos.
- Oiga, mire esos garajes de ahí -y señaló unos edificios pegados a la carretera, justo donde se iba a ampliar de dos a diez carriles.
- ¿Sí? -dijo el ingeniero.
- Son míos. Les he estado escuchando lo de la carretera ¿Va a afectar a los edificios?
El ingeniero le miró a él y luego a los edificios.
- No, qué va. No les afecta para nada. La carretera cabe perfectamente sin tocarlos.
El dueño, tranquilizado, siguió adelante sin despedirse ni dar las gracias. El ingeniero se volvió hacia mí, riéndose.
- ¡Ja, ja! Y tanto que les afecta. Esto lo derribamos en menos de un año.
Qué granuja...
jueves, 21 de septiembre de 2006
Limpiadoras
No voy a descubrir aquí el elevado nivel cultural de la población rusa en general. Sin embargo, en esta entrada vamos a ver un ejemplo de pericia en la redacción de notas que, en manos de plumas más bastas, podrían derivar en un texto soez y poco agradable para la lectura. El texto es el de la fotografía adjunta y reza, en una traducción todo lo literal que permiten las circunstancias, como sigue:
Estimados huéspedes:
Se ruega, con independencia de los objetivos previstos y de los resultados alcanzados, echar agua al salir.
Si los resultados alcanzados han superado todas las esperanzas, se ruega servirse de la escobilla.
Gracias con antelación.
La limpiadora.
Y, en efecto, no me quiero imaginar a doña Margarita en la tesitura de redactar un texto como éste, cuyo cuidado estilo refleja un mundo en que las limpiadoras son licenciadas universitarias con dificultades de adaptación al capitalismo. Y sí, esas licenciadas universitarias venidas a menos son capaces de redactar unos floripondios como el que hemos visto, pero son mucho menos capaces de ejercer la función para la que han sido contratadas, es decir, dejar como los chorros del oro la oficina o vivienda que deben limpiar.
Y es que, en el fondo, la limpiadora licenciada, igual que la camarera licenciada, o la dependienta licenciada, considera que el hecho de que, por circunstancias de la vida, deba estar realizando un trabajo servil, menoscaba de alguna manera su dignidad. Quizá sea por eso que ninguna es diligente en lo suyo, aunque, por otra parte, puedan recitar las obras completas de Pushkin.
Estimados huéspedes:
Se ruega, con independencia de los objetivos previstos y de los resultados alcanzados, echar agua al salir.
Si los resultados alcanzados han superado todas las esperanzas, se ruega servirse de la escobilla.
Gracias con antelación.
La limpiadora.
Y, en efecto, no me quiero imaginar a doña Margarita en la tesitura de redactar un texto como éste, cuyo cuidado estilo refleja un mundo en que las limpiadoras son licenciadas universitarias con dificultades de adaptación al capitalismo. Y sí, esas licenciadas universitarias venidas a menos son capaces de redactar unos floripondios como el que hemos visto, pero son mucho menos capaces de ejercer la función para la que han sido contratadas, es decir, dejar como los chorros del oro la oficina o vivienda que deben limpiar.
Y es que, en el fondo, la limpiadora licenciada, igual que la camarera licenciada, o la dependienta licenciada, considera que el hecho de que, por circunstancias de la vida, deba estar realizando un trabajo servil, menoscaba de alguna manera su dignidad. Quizá sea por eso que ninguna es diligente en lo suyo, aunque, por otra parte, puedan recitar las obras completas de Pushkin.
martes, 19 de septiembre de 2006
Bebidas alcohólicas autóctonas
En una entrada anterior comentaba el estropicio que causó una nueva regulación, pésimamente introducida, en el mercado de las bebidas alcohólicas en Rusia. La consecuencia fue, como quedó dicho, alentar la producción de bebidas ilegales; paralelamente, los precios del vodka, ante la escasez, aumentaron considerablemente.
Los resultados comenzaron a notarse hace una semana, cuando se registró una ola de intoxicaciones en Rzhev, y parece que no es el único sitio. La peña, a la que el bolsillo no le daba para comprar vodka legal, se hizo con unos garrafones de alcohol industrial, que también debe colocar lo suyo, se puso a plimplar de la garrafa, y poco después ingresó medio fiambre en el hospital de turno.
Al hilo de esto, el domingo pasado, en un programa de debate de esos superficiales y de baja estofa que proliferan actualmente y que poco menos que arreglan el mundo en cinco minutos, se trataba la ardua cuestión de "¿Cómo se puede combatir el alcoholismo en Rusia?". Invitaron al debate a dos pollos de lo más granado: Dmitri Zelenin, gobernador de la provincia de Tver (en la que se encuentra la ciudad de Rzhev), y Alexei Mitrofánov, diputado, jefe del grupo parlamentario del LDPR (del que habrá que escribir en otra ocasión) y número dos de Zhirinovsky (sobre el que creo que sobran las palabras).
Estos dos próceres, enfrentados al problema que se debatía, proponían lo siguiente:
Zelenin: "Es que no puede ser. En las garrafas, que las tuve en la mano, sólo ponía que contenían alcohol y que no eran para el consumo humano. Y, además, olían a limón. Y claro, la gente se lo bebe. Lo que hay que hacer es poner bien claro en la etiqueta que eso es veneno y tintarlo de negro o de rojo, para que a la gente no le dé ganas de bebérselo."
Mitrofánov: "Pues yo creo que lo que hay que hacer es eliminar los impuestos sobre el alcohol. ahora que tenemos un Estado al que le sobra el dinero por todos los sitios, no necesitamos esos impuestos. Entonces la bebida sería muy barata y todo el mundo podría permitirse beber vodka de buena calidad, con el que no les va a pasar nada si se lo beben."
Así estaban los dos padres de la Patria, cuando alguien del público, recordando el título del debate, hizo una pregunta.
- Oigan, sí, pero, para reducir el alcoholismo, ¿no piensan hacer nada?
Zelenin: "¿El alcoholismo? Bueno, nuestra responsabilidad es que la gente no se envenene. Luego, si beben, que sea algo que no les mate..."
Mitrofánov: "Eso del alcoholismo es un asunto muy complejo, con implicaciones... sociales... habría que educar a la gente. Habría que, no sé, fomentar que hubiera locales de ocio, con lo que la gente no se quedaría en casa bebiendo. Pero ésa no es nuestra tarea. Yo bajaría los precios."
Creo que siguieron hablando un poco más, pero mis propias carcajadas ya no me dejaron escuchar el resto.
Los resultados comenzaron a notarse hace una semana, cuando se registró una ola de intoxicaciones en Rzhev, y parece que no es el único sitio. La peña, a la que el bolsillo no le daba para comprar vodka legal, se hizo con unos garrafones de alcohol industrial, que también debe colocar lo suyo, se puso a plimplar de la garrafa, y poco después ingresó medio fiambre en el hospital de turno.
Al hilo de esto, el domingo pasado, en un programa de debate de esos superficiales y de baja estofa que proliferan actualmente y que poco menos que arreglan el mundo en cinco minutos, se trataba la ardua cuestión de "¿Cómo se puede combatir el alcoholismo en Rusia?". Invitaron al debate a dos pollos de lo más granado: Dmitri Zelenin, gobernador de la provincia de Tver (en la que se encuentra la ciudad de Rzhev), y Alexei Mitrofánov, diputado, jefe del grupo parlamentario del LDPR (del que habrá que escribir en otra ocasión) y número dos de Zhirinovsky (sobre el que creo que sobran las palabras).
Estos dos próceres, enfrentados al problema que se debatía, proponían lo siguiente:
Zelenin: "Es que no puede ser. En las garrafas, que las tuve en la mano, sólo ponía que contenían alcohol y que no eran para el consumo humano. Y, además, olían a limón. Y claro, la gente se lo bebe. Lo que hay que hacer es poner bien claro en la etiqueta que eso es veneno y tintarlo de negro o de rojo, para que a la gente no le dé ganas de bebérselo."
Mitrofánov: "Pues yo creo que lo que hay que hacer es eliminar los impuestos sobre el alcohol. ahora que tenemos un Estado al que le sobra el dinero por todos los sitios, no necesitamos esos impuestos. Entonces la bebida sería muy barata y todo el mundo podría permitirse beber vodka de buena calidad, con el que no les va a pasar nada si se lo beben."
Así estaban los dos padres de la Patria, cuando alguien del público, recordando el título del debate, hizo una pregunta.
- Oigan, sí, pero, para reducir el alcoholismo, ¿no piensan hacer nada?
Zelenin: "¿El alcoholismo? Bueno, nuestra responsabilidad es que la gente no se envenene. Luego, si beben, que sea algo que no les mate..."
Mitrofánov: "Eso del alcoholismo es un asunto muy complejo, con implicaciones... sociales... habría que educar a la gente. Habría que, no sé, fomentar que hubiera locales de ocio, con lo que la gente no se quedaría en casa bebiendo. Pero ésa no es nuestra tarea. Yo bajaría los precios."
Creo que siguieron hablando un poco más, pero mis propias carcajadas ya no me dejaron escuchar el resto.
domingo, 17 de septiembre de 2006
Timadores (II)
Uno pensaría que la cosa había quedado clara desde la última conversación, pero he aquí que, al día siguiente, recibí el siguiente correo:
Buenos días, les pido que miren otra vez los documentos que me han enviado de España a mi petición y el último correo que me ha llegado.
Dear Timofei,
We have sent the documents you have requested for on three occasions but really surprised you are still demanding for them.
This will be the third time i am forwarding such documents to you to clear up the demands by your bank in your country.
You really need to be fast as regards the payment so the transfer of the money for the certificate can be gotten and used for the obtaining of the certificate so it can be forwarded to the authorities in switzerland for the release of the certificate.
I am attaching both receipts again for your view so you can use it for the request of the bank okay.
Regards,
Cancan.
Lo que más me joroba de este tipo de cosas es que el timado no quiere creer que le estén tomando el pelo, además de que sigue teniendo confianza en el que realmente le está esquilmando ¿Pero se puede tener la menor confianza en alguien que firma como "Cancán"? Porque, claro, el tío sigue manteniendo correspondencia con él y no nos ha pasado ni siquiera la dirección de correo electrónico desde la que le llegan estas lindezas. Y encima quiere que le ayuden.
Yo comprendo que te puedas sentir muy chafado cuando seguramente ya habías hecho planes para emplear ese cuarto de kilo de euros que ahora se esfuma; pero una cosa es estar chafado y otra muy distinta negarse a ver la realidad. Este tío no creería al mismísimo Ministro de Economía español que viajará a su casa a decirle que todos los documentos son falsos.
viernes, 15 de septiembre de 2006
Timadores (I)
¿Os habéis parado a pensar por qué recibís en vuestro correo electrónico tanto spam con fantásticas ofertas de inversiones rentabilísimas, o con tesoros escondidos que sólo necesitan una pequeña inversión para hacerse con ellos? Pues sí señor: los recibís porque hay gente que pica. Y, a veces, cuando esta gente se ha hecho la ilusión de que va a ser millonaria, cuesta lo suyo bajarles del burro. Transcribo una conversación telefónica que mantuve ayer. Para ver los archivos gráficos en tamaño normal, pinchad sobre ellos: no tienen desperdicio.
- Hemos recibido distintos correos electrónicos de usted, y quería saber qué es lo que ha sucedido con usted. He estudiado toda la documentación que nos ha enviado, y por eso quería saber qué es lo usted quiere en concreto.
- Bueno, por correo electrónico me llegó la noticia de que, por medio de una elección aleatoria de direcciones de correo electrónico...
- ¿Sí?
- Vamos, que gané una lotería, en España, doscientos cincuenta mil euros. Tenía que enviar un número, y después me enviarían los doscientos cincuenta mil euros. Vamos, que primero me pidieron un papel para hacer los documentos, y que hiciera un pago. Lo pagué, y eso es todo.
- Ya.
- Me dijeron que necesitaba abrir una cuenta para que pudieran enviar el dinero de España a Rusia. Lo hice, y luego me dijeron que ya estaba realizado el envío, pero luego me comunicaron que el envío se había detenido, que el Ministerio de Hacienda había detenido el envío y que tenía que pagar los impuestos sobre el juego.
- Voy entendiendo.
- Tenía que enviar unos ocho mil euros. Pagué este dinero. Esperé, y luego me llegó la comunicación de que tenía que recibir un certificado de Bélgica, de la Oficina Antiterrorista. Me dijeron: "Podemos hacer esto por ti." El señor Cancán, Carlos Cancán, me dijo que haría de agente para tramitar ese certificado. Había que pagar unos 15.115 euros. Bueno, y después, cuando tuviera este certificado, entonces ya me enviarían finalmente el dinero aquí.
- Ya veo.
- Entonces, lo que quisiera saber es si este dinero que he pagado se ha utilizado efectivamente para pagar este impuesto, es decir, teniendo en cuenta que le he pagado no a una persona jurídica, sino a una persona física. Tengo un recibo, eso sí...
- Hmmm...
- ... un recibo, y eso es lo que quería saber.
- Hmmm, ya veo. Veamos, en primer lugar, usted ha recibido, eso dice usted, un premio de lotería, pero nunca ha comprado ningún billete.
- No.
- Y entonces, ¿cómo puede recibir un premio?
- No sé.
- ¿Y cómo se le viene a la cabeza enviar dinero si ni siquiera sabe cómo le ha venido a usted este premio?
- No, no, entiéndame. Se trató de una selección aleatoria de direcciones de correo electrónico, que hace todos los años una... bueno, una compañía...
- ¿Quién hace ese concurso?
- Bueno, dijeron que era una empresa.
- Así que, entonces, usted no sabe quién lleva a cabo esto.
- No, no lo sé.
- Y usted envía dinero, sin saber quién está detrás y sin haber comprado nunca nada.
- No... no sé.
- Entendido... bueno, pues todos los documentos que nos ha enviado usted, al menos ese certificado del Ministerio de Economía, todo eso es una falsificación. Vamos, en primer lugar, porque el Ministerio de Economía no está allí; prácticamente no hay una palabra auténtica en ese documento.
- ¿De verdad? ¿Nada?
- Así es.
- Entonces no han pagado ningún impuesto.
- Le puedo decir con exactitud que ese dinero no ha ido al pago de ningún impuesto. Además, el Ministerio de Economía no se ocupa de la recaudación, de manera que ese dinero no puede haber sido empleado en el pago de impuestos.
- Entonces, resulta que me engañan... oiga, y dígame, ¿qué puedo hacer?
- Por supuesto, debe usted dirigirse a la milicia.
- ¿A dónde?
- A la milicia.
- ¿A la milicia? Y, dígame, ¿usted cree que me ayudarán?
- Bueno, por lo menos, ése es su trabajo.
- Bueno, es que yo había pensado que, a través de ustedes... a lo mejor.
- Nosotros no nos ocupamos de la persecución de delitos en Rusia. Usted lo que debe hacer es dirigirse a la milicia, y ellos deberían tener los medios para ocuparse de este procedimiento penal.
- Bueno... esto... gracias. Entonces...
- Está usted hablando con la empresa XXX, que no tiene nada que ver con este asunto. Eso está claro.
- Entonces, ¿me han engañado?
- Hasta donde yo he podido leer, todo esto es una falsificación y sí, le han engañado.
- Mmm... muchas gracias.
- Así que usted, posiblemente, debería dirigirse al banco, para quizá recuperar algo, o más bien dirigirse a la milicia.
- ¿Recuperar? ... No, recuperar... no recuperaré nada.
- Bueno, el dinero ha sido enviado a una cuenta. Puede que a través de ellos salga algo.
- Bueno... bien, gracias. Si acaso, ¿puedo dirigirme a ustedes de nuevo?
- Puede.
- ¿Y cómo lo hago?
- Por el teléfono por el que llamó antes.
- ¿Por teléfono? ¿Por este número?
- Sí, sí, sí, por éste, por el que llamó antes.
- Hm, gracias.
- Hasta la vista.
Ahí acabó la conversación. Pero hay un pequeño estrambote, que guardo para la próxima entrada.
- Hemos recibido distintos correos electrónicos de usted, y quería saber qué es lo que ha sucedido con usted. He estudiado toda la documentación que nos ha enviado, y por eso quería saber qué es lo usted quiere en concreto.
- Bueno, por correo electrónico me llegó la noticia de que, por medio de una elección aleatoria de direcciones de correo electrónico...
- ¿Sí?
- Vamos, que gané una lotería, en España, doscientos cincuenta mil euros. Tenía que enviar un número, y después me enviarían los doscientos cincuenta mil euros. Vamos, que primero me pidieron un papel para hacer los documentos, y que hiciera un pago. Lo pagué, y eso es todo.
- Ya.
- Me dijeron que necesitaba abrir una cuenta para que pudieran enviar el dinero de España a Rusia. Lo hice, y luego me dijeron que ya estaba realizado el envío, pero luego me comunicaron que el envío se había detenido, que el Ministerio de Hacienda había detenido el envío y que tenía que pagar los impuestos sobre el juego.
- Voy entendiendo.
- Tenía que enviar unos ocho mil euros. Pagué este dinero. Esperé, y luego me llegó la comunicación de que tenía que recibir un certificado de Bélgica, de la Oficina Antiterrorista. Me dijeron: "Podemos hacer esto por ti." El señor Cancán, Carlos Cancán, me dijo que haría de agente para tramitar ese certificado. Había que pagar unos 15.115 euros. Bueno, y después, cuando tuviera este certificado, entonces ya me enviarían finalmente el dinero aquí.
- Ya veo.
- Entonces, lo que quisiera saber es si este dinero que he pagado se ha utilizado efectivamente para pagar este impuesto, es decir, teniendo en cuenta que le he pagado no a una persona jurídica, sino a una persona física. Tengo un recibo, eso sí...
- Hmmm...
- ... un recibo, y eso es lo que quería saber.
- Hmmm, ya veo. Veamos, en primer lugar, usted ha recibido, eso dice usted, un premio de lotería, pero nunca ha comprado ningún billete.
- No.
- Y entonces, ¿cómo puede recibir un premio?
- No sé.
- ¿Y cómo se le viene a la cabeza enviar dinero si ni siquiera sabe cómo le ha venido a usted este premio?
- No, no, entiéndame. Se trató de una selección aleatoria de direcciones de correo electrónico, que hace todos los años una... bueno, una compañía...
- ¿Quién hace ese concurso?
- Bueno, dijeron que era una empresa.
- Así que, entonces, usted no sabe quién lleva a cabo esto.
- No, no lo sé.
- Y usted envía dinero, sin saber quién está detrás y sin haber comprado nunca nada.
- No... no sé.
- Entendido... bueno, pues todos los documentos que nos ha enviado usted, al menos ese certificado del Ministerio de Economía, todo eso es una falsificación. Vamos, en primer lugar, porque el Ministerio de Economía no está allí; prácticamente no hay una palabra auténtica en ese documento.
- ¿De verdad? ¿Nada?
- Así es.
- Entonces no han pagado ningún impuesto.
- Le puedo decir con exactitud que ese dinero no ha ido al pago de ningún impuesto. Además, el Ministerio de Economía no se ocupa de la recaudación, de manera que ese dinero no puede haber sido empleado en el pago de impuestos.
- Entonces, resulta que me engañan... oiga, y dígame, ¿qué puedo hacer?
- Por supuesto, debe usted dirigirse a la milicia.
- ¿A dónde?
- A la milicia.
- ¿A la milicia? Y, dígame, ¿usted cree que me ayudarán?
- Bueno, por lo menos, ése es su trabajo.
- Bueno, es que yo había pensado que, a través de ustedes... a lo mejor.
- Nosotros no nos ocupamos de la persecución de delitos en Rusia. Usted lo que debe hacer es dirigirse a la milicia, y ellos deberían tener los medios para ocuparse de este procedimiento penal.
- Bueno... esto... gracias. Entonces...
- Está usted hablando con la empresa XXX, que no tiene nada que ver con este asunto. Eso está claro.
- Entonces, ¿me han engañado?
- Hasta donde yo he podido leer, todo esto es una falsificación y sí, le han engañado.
- Mmm... muchas gracias.
- Así que usted, posiblemente, debería dirigirse al banco, para quizá recuperar algo, o más bien dirigirse a la milicia.
- ¿Recuperar? ... No, recuperar... no recuperaré nada.
- Bueno, el dinero ha sido enviado a una cuenta. Puede que a través de ellos salga algo.
- Bueno... bien, gracias. Si acaso, ¿puedo dirigirme a ustedes de nuevo?
- Puede.
- ¿Y cómo lo hago?
- Por el teléfono por el que llamó antes.
- ¿Por teléfono? ¿Por este número?
- Sí, sí, sí, por éste, por el que llamó antes.
- Hm, gracias.
- Hasta la vista.
Ahí acabó la conversación. Pero hay un pequeño estrambote, que guardo para la próxima entrada.
miércoles, 13 de septiembre de 2006
El músico impostor
La verdad es que tenía la intención de contar alguna historia de mis vacaciones, que no ha habido pocas, pero mejor será dejarlo para otra ocasión, porque Moscú, ciudad insaciable, acapara toda la atención del que vive en ella.
Sigo con los músicos, como en la última entrada, pero esta vez paso a ser el protagonista. Primero me confesaré diciendo que con la música soy torpe de narices; llegué a tocar algo la armónica, a enlazar un par de notas seguidas con la flauta, y allí terminó mi habilidad. Sin embargo, ha habido dos ocasiones en las que tuve ocasión de percibir lo que siente un músico.
La primera fue en Valencia, hace unos años. Fui a comprar una guitarra para un sacerdote español de servicio en Moscú, donde las guitarras cuestan un ojo de la cara. Pues bien, durante el camino de vuelta a mi piso sentí algo raro, mientras llevaba del brazo la guitarra: todas las chicas con las que me cruzaba, pero todas, me miraban y sonreían. Yo, nada acostumbrado a estas carantoñas, miraba hacia atrás por si iban dirigidas a otro, pero no: eran para mí. Leches, de haber sabido el truco de la guitarra unos cuantos lustros antes, hubiera pasado una adolescencia bastante diferente a la que tuve.
La segunda ha sido hace una horita escasa. La vuelta de vacaciones ha tenido como resultado, como siempre, unos primeros días de órdago y puesta al día; llego a casa derrengado, con unas ganas enormes de tumbarme media hora en el sofá, pero resulta que Abi está comenzando sus clases de violín y tengo que salir escopeteado a comprar un violín que es una ganga y es el último que queda. Me calzo de nuevo, pongo paso de marcha atlética, encuentro la tienda de música "Noty", debo reconocer que sin mucha dificultad y, tras el habitual tejemaneje de las tiendas rusas (y que será objeto de su correspondiente entrada), me hago con el violín en cuestión, con su arco y con su funda.
Y he aquí que salgo a la calle con un violín debajo del brazo, como un vulgar mafioso de Chicago, años veinte, y emprendo, sin tanta prisa, el camino a casa. Aquí, los músicos abundan, así que a nadie le sorprende. Y, de repente, a unos quinientos metros de allí, oigo una voz de niña que se me dirige:
- Perdone, ¿no me podría indicar dónde está la tienda "Noty"?
Mientras la madre, desesperada y perdida, hablaba por el móvil con alguien que le estaba indicando, por lo visto torpemente, cómo llegar hasta la tienda, la niña, de no más de ocho años, había visto pasar a un músico -sí, yo- con el violín bajo el brazo, y pensó que podría ayudarla. Ya lo creo.
- Sí, claro, sigan por esta calle hasta el fondo, tuerzan a la derecha y, a unos doscientos metros, verán un cartel en el suelo, que ya lo indica.
- Gracias, muchas gracias.
Seguí camino hasta mi casa. Abrí la puerta y me encontré a Ame, que se me quedó mirando muy contento. Luego miró el violín y dijo:
- ¿Tú - pistola?
Sigo con los músicos, como en la última entrada, pero esta vez paso a ser el protagonista. Primero me confesaré diciendo que con la música soy torpe de narices; llegué a tocar algo la armónica, a enlazar un par de notas seguidas con la flauta, y allí terminó mi habilidad. Sin embargo, ha habido dos ocasiones en las que tuve ocasión de percibir lo que siente un músico.
La primera fue en Valencia, hace unos años. Fui a comprar una guitarra para un sacerdote español de servicio en Moscú, donde las guitarras cuestan un ojo de la cara. Pues bien, durante el camino de vuelta a mi piso sentí algo raro, mientras llevaba del brazo la guitarra: todas las chicas con las que me cruzaba, pero todas, me miraban y sonreían. Yo, nada acostumbrado a estas carantoñas, miraba hacia atrás por si iban dirigidas a otro, pero no: eran para mí. Leches, de haber sabido el truco de la guitarra unos cuantos lustros antes, hubiera pasado una adolescencia bastante diferente a la que tuve.
La segunda ha sido hace una horita escasa. La vuelta de vacaciones ha tenido como resultado, como siempre, unos primeros días de órdago y puesta al día; llego a casa derrengado, con unas ganas enormes de tumbarme media hora en el sofá, pero resulta que Abi está comenzando sus clases de violín y tengo que salir escopeteado a comprar un violín que es una ganga y es el último que queda. Me calzo de nuevo, pongo paso de marcha atlética, encuentro la tienda de música "Noty", debo reconocer que sin mucha dificultad y, tras el habitual tejemaneje de las tiendas rusas (y que será objeto de su correspondiente entrada), me hago con el violín en cuestión, con su arco y con su funda.
Y he aquí que salgo a la calle con un violín debajo del brazo, como un vulgar mafioso de Chicago, años veinte, y emprendo, sin tanta prisa, el camino a casa. Aquí, los músicos abundan, así que a nadie le sorprende. Y, de repente, a unos quinientos metros de allí, oigo una voz de niña que se me dirige:
- Perdone, ¿no me podría indicar dónde está la tienda "Noty"?
Mientras la madre, desesperada y perdida, hablaba por el móvil con alguien que le estaba indicando, por lo visto torpemente, cómo llegar hasta la tienda, la niña, de no más de ocho años, había visto pasar a un músico -sí, yo- con el violín bajo el brazo, y pensó que podría ayudarla. Ya lo creo.
- Sí, claro, sigan por esta calle hasta el fondo, tuerzan a la derecha y, a unos doscientos metros, verán un cartel en el suelo, que ya lo indica.
- Gracias, muchas gracias.
Seguí camino hasta mi casa. Abrí la puerta y me encontré a Ame, que se me quedó mirando muy contento. Luego miró el violín y dijo:
- ¿Tú - pistola?
lunes, 11 de septiembre de 2006
Músicos acabados
Moscú es la ciudad más grande de Europa, una de las mayores del mundo y la capital de un país que ocupa la octava parte de la superficie terrestre mundial. Vamos, la repanocha. Uno podría esperar que los músicos y cantantes más exitosos se pelearían por actuar en semejante urbe, prez de todas las Rusias, ahora que el telón de acero es cosa del pasado y se puede organizar un concierto tranquilamente.
Pues parece que no se pelean, precisamente.
Hacia mediados de los noventa, regularmente, se veían carteles de los grupos, sobre todo "heavies", que mayor furor habían hecho en Europa: Nazareth, Iron Maiden, Megadeth, Whitesnake, Scorpions, UDO, Accept... leyendas vivas como Deep Purple. Parecía que esto iba a toda máquina. Había grupos, como Scorpions, que tocaban en Moscú todos los años.
Pero, después de meditar un poco más, resulta que los que actuaban en Moscú eran los que habían sido alguien... como quince o veinte años antes. De los nuevos, nada de nada. Y he aquí como surgió la conclusión: "Si un músico viene a actuar a Moscú, es señal de que está acabado."
Las pruebas de esta afirmación seguían agolpándose: Deep Purple no sólo venía cada dos por tres, sino que incluso llegó a hacer una gira por Rusia. Los Scorpions, que fueron buenos en los setenta y me temo que sólo entonces, tocaban una y otra vez su repelente "Wind of changes" hasta que daba asco. Y lo que fue definitivo fue cuando vino a actuar Liza Minelli... Moscú se consagró como el auténtico cementerio de elefantes escénicos que es, capaz de enterrar al artista más grande. Otra demostración palpable fue la actuación, hace dos años, de Chuck Berry, que hizo a mucha gente descubrir que, para su sorpresa, seguía vivo (si Dios quiere, el mes que viene cumplirá ochenta años).
En algunos casos, duele darse cuenta de que tus ídolos de juventud están en una curva de bajada tan pronunciada que incluso tocan en Moscú: Deep Purple, Roger Waters... También lo que no han sido nunca ídolos vienen: sin ir más lejos, el año pasado pude asistir a un concierto de Javier Gurruchaga, y también vino Raimon, pero yo no pude ir a cerciorarme de que estaba acabado. Incluso hay gente tan acabada que ni siquiera le dejan tocar en Moscú y, si no, ahí está lo que ha pasado el mes pasado con Eric Clapton.
En otros casos, en cambio, sucede lo contrario: el artista que viene es un bicho repelente, y reconforta saber que está en su curva de bajada. Hoy actúa en Moscú nada menos que Madonna, que debe ser una pobre mujer decadente con un rictus de insoportabilidad inaguantable, una especie de alimaña desequilibrada cada vez más dedicada a provocar a los que sabe que no le van a responder... ¿Se nota que no me gusta?
Bien, pues, para alborozo de los que comparten mis puntos de vista, Madonna va a actuar hoy en Moscú, con lo que la conclusión es inmediata: está acabada.
Pues parece que no se pelean, precisamente.
Hacia mediados de los noventa, regularmente, se veían carteles de los grupos, sobre todo "heavies", que mayor furor habían hecho en Europa: Nazareth, Iron Maiden, Megadeth, Whitesnake, Scorpions, UDO, Accept... leyendas vivas como Deep Purple. Parecía que esto iba a toda máquina. Había grupos, como Scorpions, que tocaban en Moscú todos los años.
Pero, después de meditar un poco más, resulta que los que actuaban en Moscú eran los que habían sido alguien... como quince o veinte años antes. De los nuevos, nada de nada. Y he aquí como surgió la conclusión: "Si un músico viene a actuar a Moscú, es señal de que está acabado."
Las pruebas de esta afirmación seguían agolpándose: Deep Purple no sólo venía cada dos por tres, sino que incluso llegó a hacer una gira por Rusia. Los Scorpions, que fueron buenos en los setenta y me temo que sólo entonces, tocaban una y otra vez su repelente "Wind of changes" hasta que daba asco. Y lo que fue definitivo fue cuando vino a actuar Liza Minelli... Moscú se consagró como el auténtico cementerio de elefantes escénicos que es, capaz de enterrar al artista más grande. Otra demostración palpable fue la actuación, hace dos años, de Chuck Berry, que hizo a mucha gente descubrir que, para su sorpresa, seguía vivo (si Dios quiere, el mes que viene cumplirá ochenta años).
En algunos casos, duele darse cuenta de que tus ídolos de juventud están en una curva de bajada tan pronunciada que incluso tocan en Moscú: Deep Purple, Roger Waters... También lo que no han sido nunca ídolos vienen: sin ir más lejos, el año pasado pude asistir a un concierto de Javier Gurruchaga, y también vino Raimon, pero yo no pude ir a cerciorarme de que estaba acabado. Incluso hay gente tan acabada que ni siquiera le dejan tocar en Moscú y, si no, ahí está lo que ha pasado el mes pasado con Eric Clapton.
En otros casos, en cambio, sucede lo contrario: el artista que viene es un bicho repelente, y reconforta saber que está en su curva de bajada. Hoy actúa en Moscú nada menos que Madonna, que debe ser una pobre mujer decadente con un rictus de insoportabilidad inaguantable, una especie de alimaña desequilibrada cada vez más dedicada a provocar a los que sabe que no le van a responder... ¿Se nota que no me gusta?
Bien, pues, para alborozo de los que comparten mis puntos de vista, Madonna va a actuar hoy en Moscú, con lo que la conclusión es inmediata: está acabada.