Si Dios quiere, dentro de unos cuantos años, no me atrevo a decir cuántos, habrá una autopista de peaje que comunicará Moscú y la segunda ciudad del país, San Petersburgo. La carretera en cuestión es esperada como el agua de mayo, los atascos en la entrada a Moscú ponen los pelos de punta a cualquiera y, en fin, la infraestructura en cuestión es algo de pura superviviencia.
La entrada a Moscú, llamada Businovskaya Estakada, fue ideada por un ingeniero y modificada por Dios sabrá quién, pero seguro que quienquiera que sea responsable de lo que pasa allí tiene mucho ganado para ingresar en el infierno. El caso es que en su punto más ancho tiene diez carriles, cinco en cada sentido, con el objetivo de desdoblar unas carreteras adyacentes y montar una entrada de agarra y no te menees; pero se les debió acabar la pasta y, provisionalmente, la entrada en Moscú pasa en cien metros de tener diez carriles a tener dos, uno en cada sentido. El embudo es traicionero y los atascos se repiten todas las mañanas. Obvio decir que lo que en 1989 fue construido como "provisional" sigue existiendo en 2006 en las mismas condiciones. Además, algún listillo ha aprovechado para construir algún aparcamiento y algún edificio en donde debería estar la carretera que nunca se construyó.
Hasta ahora. Ayer mismo estaba con el ingeniero del proyecto (que ahora va en serio, porque pasta hay más que de sobra), un señor de edad bastante avanzada, en Businovskaya Estakada, en mitad de la calle, con el enorme plano de la autopista, mientras me explicaba por dónde iban a construir la carretera y qué enlaces iban a hacer. Un peatón, bastante mal encarado, nos miraba con aire preocupado y, de repente, interrumpió nuestra conversación con no muy buenos modos.
- Oiga, mire esos garajes de ahí -y señaló unos edificios pegados a la carretera, justo donde se iba a ampliar de dos a diez carriles.
- ¿Sí? -dijo el ingeniero.
- Son míos. Les he estado escuchando lo de la carretera ¿Va a afectar a los edificios?
El ingeniero le miró a él y luego a los edificios.
- No, qué va. No les afecta para nada. La carretera cabe perfectamente sin tocarlos.
El dueño, tranquilizado, siguió adelante sin despedirse ni dar las gracias. El ingeniero se volvió hacia mí, riéndose.
- ¡Ja, ja! Y tanto que les afecta. Esto lo derribamos en menos de un año.
Qué granuja...
Jajajaja. Que ingenuo el dueño de los edificios. Y que canalla e irónico el ingeniero. Sobretodo irónico. Me ha caído bien el tipo en cuestión.
ResponderEliminarEn cuanto a esto de los problemas con carreteras, anda, echa una miradita a tu querida Sueca, que por cierto, gracias a dios parece que ya arreglan. O a Oliva, que eso gracias al diablo, no tienen ninguna intención de solucionarlo. Gracias al diablo y santo peaje de todos los Aumar. Porque no veas la pasta que sacan con la autopista Ap-7.
En fin que habas se cuecen por todas partes.
Por cierto, y sin venir nada a cuetno con este post pero si con tu blog: El otro día salió Manolo Escobar en la tv, no recuerdo si es que presentaba un nuevo álbum (por llamarlo de alguna manera) o que, pero vamos, que estaba por ahí de gira y tal. Y yo tengo una pregunta Alf: ¿No sabrías decirme si ya tienen fecha en Moscú para su concierto? porque éste no está acabado, este es un ninot de falla sin indultar, y el día 20 de marzo, me pillas ¿no?
Besitos
A mí me están cayendo muy bien estos ingenieros rusos.
ResponderEliminarjajaja...La verdad es que no sé si decir que el de los edificios se lo merecía, lo cierto es que eso del tráfico se soluciona:
ResponderEliminar*montando en bicicletas
*mandando a algunos a otro planeta que aquí ya somos muchos (si lo sabrán los chinos)
* haciendo otro piso de la carretera (lo cuál veo difícil si no pueden terminar ni la planta baja).
BESITOS...
Esther, el ingeniero era un tío simpático. Y a Sueca no me la toques, que gracias a ellos y a lo cabezones que son voy a tener autovía a cuatro kilómetros de mi pueblo. En lo que tienes razón es que es un laberinto peor que el del Minotauro. Lo de Oliva es peor, sí.
ResponderEliminarY no te metas con los monstruos sagrados: Manolo Escobar es eterno, y mis hijos, en el coche, exigen que les pongamos "Mi carro". Olé.
Capitán, si le interesa, prometo una entrada sobre ingenieros rusos. Hay de todo. Pero con el de la carretera nos reímos mucho.
BAR, lo de las bicicletas, a quince grados bajo cero, en una ciudad que tiene cincuenta y cinco kilómetros de punta a punta, es una solución dudosa. Lo del otro planeta, yo creo que están esperando a ver si en DF se atreven a una cosa así, y lo del segundo piso de la carretera, bueno, pues en ello están, siguiendo tu consejo. Ahora que, de momento, habrá que ver lo rencoroso que puede ser el dueño de los garajes, que aquí, por menos de eso, hay gente que se ha llevado un tiro en la nuca. Quizá eso explique algo la reacción de mi ingeniero.