La crisis continúa haciendo de las suyas en Rusia, y ahora le está tocando al mercado de trabajo. Supongo que sabéis que, quien más quien menos, todo quisqui dice que en España es necesario reformar el mercado de trabajo para salir un poco de la crisis. Con independencia de esa circunstancia, veamos lo que pasa en Rusia.
En Rusia uno podría pensar que el trabajador está protegidísimo, como buen país ex-comunista al que algo habrá quedado del socialismo. Pues no. En Rusia, existe de hecho el despido libre mucho más que en España, en que al final el empresario se libra de ti, pero sólo después de una compleja (y cara) batalla en los juzgados, y pagándote un buen pico. Eso si eres fijo, o te echan antes de que se te acabe el contrato. Si eres temporal, lo siento, muchacho.
En Rusia, el empresario puede simplemente reducir el número de empleados y pagar a los que eche dos meses de salario, con independencia del tiempo que lleven en la empresa. En cambio, si lo que el empresario quiere es librarse de un empleado calamitoso, el procedimiento es un pelín más farragoso y requiere un par de advertencias por escrito, audiencia del sindicato y más paripés. Eso el procedimiento legal. El ilegal es menos farragoso y más efectivo, pero lo malo, claro, es que es ilegal e incluso aquí hay empresarios a los que no les mola eso.
En las grandes empresas, muchas de ellas públicas o semipúblicas, que son las que parten el bacalao en Rusia, los trabajadores, más o menos como en la época soviética, hacen como que trabajan y a cambio cobran cuatro duros que les dan para malvivir. En cambio, en las pequeñas empresas de servicios que han surgido como setas en sitios como Moscú, las circunstancias eran muy distintas. En la Unión Soviética el sector servicios estaba muy desprestigiado en relación con los que hacían cosas. Los abogados y economistas no estaban bien considerados; las relaciones públicas eran una quimera y la publicidad una maldición burguesa (qué gran verdad, por cierto); en cambio, todo el mundo quería ser ingeniero u obrero del metal, que era lo socialista y lo que molaba.
Claro, entretanto las cosas han cambiado un poquito. En cuanto llegó la libre empresa, se descubrió que no había abogados ni economistas, ni publicistas, ni diseñadores, ni cantamañanas varios capaces de comunicarse en inglés. Con lo cual, durante los años putinistas de auge económico, los pocos profesionales de este ramo que había se han hecho de oro, porque la demanda era brutal. Pero hay otra consecuencia: que, cuando hacían falta profesionales y no había manera de encontrarlos, la solución consistió en poner a cualquier mindundi a hacer cosas para las que no estaba preparado.
Así ocurrió con la agencia de relaciones públicas con la que tuve mis dimes y diretes, con el equipo formado por Jasp y Yuppie, y en el que además había una directora de relaciones con los clientes, a la que llamaremos Yollie, a la que vi tres veces en todo el tiempo que trabajamos con ellos. No está mal, para ser directora de relaciones con clientes, ¿eh? Quizá la chica estaba un poco cohibida, porque las reuniones con nosotros eran en inglés por exigencias del guión y, como su inglés no llegaba ni a la primera lección de "Follow me", tenía que venir a las reuniones con intérprete. Cuando eres una consultora internacional de relaciones públicas, casi todos tus clientes son extranjeros, y tú eres la directora de relaciones con clientes, da la impresión de que sólo con el ruso no vas a salir adelante. Pero tan escasa era la oferta de profesionales, que incluso gente como Yollie encontraba trabajos excelentes.
La crisis económica ha tenido la virtud de hacer una limpieza radical. Los clientes hemos tenido que apretarnos el cinturón y recortar gastos, y lo normal es que los gastos que empieces a recortar son los suntuarios y menos necesarios. En este sentido, nuestro presupuesto de relaciones públicas se ha llevado un tijeretazo bastante fuerte, y no sólo el nuestro, sino el de casi todo el mundo. Claro, las agencias de relaciones públicas tienen que comer, pero, si no tienen clientes, la cosa se les pone fea, con lo cual su reacción ha sido, también, la de recortar gastos, en este caso los de personal. Jasp tuvo que ir a buscarse las habichuelas a otro lugar, Yuppie (quizá ayudada por las lamentaciones de cierto cliente por su conducta sexual poco implícita) también acabó en otra empresa, y poco después fuimos nosotros los que les dijimos adiós hasta tiempos mejores.
Es por eso por lo que, el otro día, me sorprendió recibir una llamada de Yollie.
- ¿Alfor?
- ¿Yollie? ¡Qué sorpresa! ¿Cómo le va todo?
- Bien, bien, ¿y a usted?
- No podemos quejarnos.
- Alfor, le llamo porque finalmente no terminamos bien con la agencia. No me pagaban, me despidieron, pero no me quieren pagar desde agosto, que es desde cuando estuve trabajando, sino sólo desde noviembre.
- Oh, vaya, lo siento mucho.
- Les he demandado. Y, como usted era mi cliente, querría que fuera a testificar. Entiéndame, podría convocarlo por vía del juzgado, pero eso no me parece muy correcto, y he preferido llamarle a usted.
- Ha hecho bien. Por supuesto que le ayudaré en lo que pueda. De todas formas, tengo que ver desde cuándo tengo correspondencia suya para poder testificar con fundamento, porque no estoy muy seguro de que nos viéramos antes de noviembre.
Revise el histórico de mi correo, y resultó que encontré un correo suyo del 24 de septiembre.
- Bueno, estoy dispuesto a testificar que recibí un correo desde su dirección de correo del trabajo el 24 de septiembre. Espero que eso le ayude ¿Cuándo cree que será la vista?
- Mañana a las once.
- ¿Quéeeee? ¿Cómo que mañana a las once?
- Mañana a las once.
"¿Y cómo quería convocarme mediante una citación judicial? ¿Con la máquina del tiempo?"
- Oiga, ¿y no podía habérmelo dicho antes?
- Es que esto es Rusia (Это Россия).
No sé si lo he escrito antes, pero el "Es que esto es Rusia" es la excusa universal con la que los rusos encubren sus meteduras de pata. Cuando hacen algo mal, la culpa nunca es de ellos: es de Rusia.
Casualmente, a la mañana siguiente no tenía nada urgente que hacer, así que decidí proteger a la proletaria despedida de sus pérfidos capitalistas explotadores. Y, de paso, esta bitácora va a penetrar en un juzgado ruso. Casi nada...
Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
lunes, 29 de junio de 2009
viernes, 26 de junio de 2009
Resaca electoral (II)
Acabados los asuntillos religiosos, toca ahora retomar la forma según la que España organiza, o algo así, el sufragio de los residentes en el extranjero. Algo de eso ya vimos hace unas cuantas entradas, y nos habíamos quedado en el momento en que me llamaron del Consulado para regularizar mi situación.
- Estamos revisando el censo electoral, y no nos apareces, a pesar de que te tenemos registrado aquí en el registro de españoles desde hace muchísimo tiempo.
- Son cosas de los conspiradores europeístas, que no querían que votase en contra en el referéndum de la constitución europea y han debido reempadronarme en Valencia.
- ¿Quéeee? - ¿os había dicho que en el Consulado a veces no tienen sentido del humor?
- Bueno, olvídalo. Que sí, que no estoy en el censo electoral ¿Qué hago?
- Tienes que rellenar un formulario.
A los pocos días me puse a rellenar el formulario. Para que no hubiera más lío, decidí meterme en el censo de mi pueblo, que para eso es mío, en lugar de en Valencia, donde me quieren demasiado y me empadronan automáticamente cada dos por tres.
En las últimas elecciones europeas, se supone que, gracias a las gestiones del Consulado, hubiera podido votar. Pero veamos cual fue el calendario electoral, que vosotros mismos podéis ver en esta página oficial.
Normalmente no hay problemas, y aun así llegan tarde las papeletas, pero en este caso, por si fuera poco, sí que los hubo. El Gobierno decidió que la candidatura de Iniciativa Internacionalista no estaba conforme con la ley de partidos (por cierto, me voy a callar lo que pienso de la ley de partidos, que luego hay lío), con lo que hubo recurso ante el Tribunal Constitucional, la proclamación de candidaturas se retrasó y, claro, si no proclamas las candidaturas, no imprimes las papeletas. Y, si no imprimes las papeletas, no las envías por correo a los lugares, como Moscú, donde hay votantes. Y, si no las envías, los votantes, como Alfor, se quedan con dos pares de narices.
En los plazos en que se acabaron planteando las cosas, era imposible que llegasen las papeletas a tiempo. Lo que pasa es que, curiosamente, el día de las elecciones no me pilló en Moscú, sino casualmente en Valencia, o sea, que si no fuera porque el Consulado me había vuelto a incluir en el censo de Moscú, hubiera podido acercarme simplemente al colegio electoral de toda la vida y votar como todo hijo de vecino.
A las ocho menos cinco, a punto de cerrarse las mesas electorales, me acerqué por casa de mis padres.
- Pues al final nos hemos animado y hemos votado - dijo mi padre.
- ¡Vaya! ¡Yo pensaba que os quedaríais en casa!
- No, no, que hemos ido. La señora nos ha buscado allí en las hojas, y casi nos confunde contigo.
- ¿Con... migo?
- Sí, primero dijo tu nombre, pero luego ya me encontró a mí.
- Pero... si se supone que estoy empadronado en Moscú, y que aquí no puedo estar en el censo.
- Pues sí que estás.
Miré al reloj. Estaban dando las ocho, y los colegios electorales estaban cerrando.
Malditos conspiradores europeístas. Parece que supieran lo que iba a votar.
Al volver a Moscú, efectivamente, las papeletas habían llegado. Las de Alfina, de la circunscripción de Madrid (la circunscripción europea es única, pero las papeletas tienen algunas diferencias según la junta), Las mías nunca llegaron y nunca llegarán, porque yo no sé qué narices hizo el Consulado, pero el caso es que sigo férreamente anclado en el censo electoral de Valencia y, por tanto, condenado a la opción politica que ganó las elecciones: la abstención.
- Estamos revisando el censo electoral, y no nos apareces, a pesar de que te tenemos registrado aquí en el registro de españoles desde hace muchísimo tiempo.
- Son cosas de los conspiradores europeístas, que no querían que votase en contra en el referéndum de la constitución europea y han debido reempadronarme en Valencia.
- ¿Quéeee? - ¿os había dicho que en el Consulado a veces no tienen sentido del humor?
- Bueno, olvídalo. Que sí, que no estoy en el censo electoral ¿Qué hago?
- Tienes que rellenar un formulario.
A los pocos días me puse a rellenar el formulario. Para que no hubiera más lío, decidí meterme en el censo de mi pueblo, que para eso es mío, en lugar de en Valencia, donde me quieren demasiado y me empadronan automáticamente cada dos por tres.
En las últimas elecciones europeas, se supone que, gracias a las gestiones del Consulado, hubiera podido votar. Pero veamos cual fue el calendario electoral, que vosotros mismos podéis ver en esta página oficial.
Normalmente no hay problemas, y aun así llegan tarde las papeletas, pero en este caso, por si fuera poco, sí que los hubo. El Gobierno decidió que la candidatura de Iniciativa Internacionalista no estaba conforme con la ley de partidos (por cierto, me voy a callar lo que pienso de la ley de partidos, que luego hay lío), con lo que hubo recurso ante el Tribunal Constitucional, la proclamación de candidaturas se retrasó y, claro, si no proclamas las candidaturas, no imprimes las papeletas. Y, si no imprimes las papeletas, no las envías por correo a los lugares, como Moscú, donde hay votantes. Y, si no las envías, los votantes, como Alfor, se quedan con dos pares de narices.
En los plazos en que se acabaron planteando las cosas, era imposible que llegasen las papeletas a tiempo. Lo que pasa es que, curiosamente, el día de las elecciones no me pilló en Moscú, sino casualmente en Valencia, o sea, que si no fuera porque el Consulado me había vuelto a incluir en el censo de Moscú, hubiera podido acercarme simplemente al colegio electoral de toda la vida y votar como todo hijo de vecino.
A las ocho menos cinco, a punto de cerrarse las mesas electorales, me acerqué por casa de mis padres.
- Pues al final nos hemos animado y hemos votado - dijo mi padre.
- ¡Vaya! ¡Yo pensaba que os quedaríais en casa!
- No, no, que hemos ido. La señora nos ha buscado allí en las hojas, y casi nos confunde contigo.
- ¿Con... migo?
- Sí, primero dijo tu nombre, pero luego ya me encontró a mí.
- Pero... si se supone que estoy empadronado en Moscú, y que aquí no puedo estar en el censo.
- Pues sí que estás.
Miré al reloj. Estaban dando las ocho, y los colegios electorales estaban cerrando.
Malditos conspiradores europeístas. Parece que supieran lo que iba a votar.
Al volver a Moscú, efectivamente, las papeletas habían llegado. Las de Alfina, de la circunscripción de Madrid (la circunscripción europea es única, pero las papeletas tienen algunas diferencias según la junta), Las mías nunca llegaron y nunca llegarán, porque yo no sé qué narices hizo el Consulado, pero el caso es que sigo férreamente anclado en el censo electoral de Valencia y, por tanto, condenado a la opción politica que ganó las elecciones: la abstención.
miércoles, 24 de junio de 2009
Rencillas religiosas (y IV). El divorcio.
Con esta entrada termina la serie. Hasta ahora, habíamos visto diferencias en las que la Iglesia Ortodoxa se ponía intransigente y la Iglesia Católica no le daba tantísima importancia (como el filioque o la liturgia), o bien una un poquito más difícil de solucionar (la primacía del Papa). Ahora toca una diferencia a la que, al revés, los ortodoxos no le dan una importancia decisiva, pero que para los católicos es innegociable: la indisolubilidad del matrimonio ¿Os acordáis de la boda ortodoxa de hace unas cuantas entradas, que fue la que me dio pie a toda esta serie? Pues sólo ahora llegamos al asunto de la misma. Cómo se nota que me hago mayor y que antes de llegar al grano me pongo a contar batallitas en plan abuelo Cebolleta.
Como la práctica totalidad de los que leéis esto vivís o procedéis de países católicos, no es ningún descubrimiento que la Iglesia Católica considera el matrimonio canónico un sacramento y que, además, lo considera indisoluble, o sea, que una vez contraído válidamente (y consumado), los flamantes cónyuges tienen que aguantarse mutuamente hasta que uno de los dos pase a mejor vida (bueno, si se había portado bien; si no, a achicharrarse toca). Hay dos excepciones algo controvertidas, los privilegios paulino y petrino, que desvirtúan un poco la cuestión y que son para nota, y para nota muy alta, pero bueno, fuera de eso, una vez te has casado, chico, casado te quedarás.
Los ortodoxos, no. Los ortodoxos se divorcian, y ahora cabe preguntar, ¿a qué viene eso? ¿No decía todo el mundo que eran tan "atrasados" y retrógados? ¿No es "modelno" el divorcio?
En el asunto del matrimonio, y como ya habéis leído si conocéis un poco el Nuevo Testamento, hay un momento en que a Jesucristo le preguntan si le es lícito al marido separarse de su mujer, como había permitido Moisés (eso sí, dándole a la mujer un acta de repudio, al menos que quede documentado el asunto). Jesucristo les dice que ni flores, y viene a añadir que si Moisés les dejó hacerlo es porque eran una banda de tozudos.
Como ya sabéis también, o deberíais saber, los evangelios son cuatro, y además tres de ellos, llamados sinópticos, coinciden en muchísimas cosas. El cuarto, el de Juan, va más a su bola. Bueno, pues el episodio anterior lo relatan los cuatro evangelistas, con palabras parecidas, pero no iguales.
Y aquí viene el lío, porque Mateo y Juan dicen que no es lícito a un hombre repudiar a su esposa (el caso contrario era entonces impensable), fuera del caso de adulterio. Marcos y Lucas omiten estas palabras, y además la cosa se complica más, porque otra traducción posible de las mismas es "fuera del caso de unión ilegal", o sea, cuando no había habido matrimonio (entonces, claro, tampoco había divorcio).
La Iglesia Católica sigue a Marcos. Después de todo, era discípulo y probablemente secretario de Pedro, lo cual, ciertamente, en Roma no puede menos que dar autoridad. Si veis el Catecismo de la Iglesia Católica, ya os daréis cuenta de que en esta materia Marcos está profusamente citado. Mateo también, pero menos.
La Iglesia Ortodoxa, en cambio, se ha tirado a la interpretación menos rigorista y comenzó a admitir el divorcio vincular en casos de adulterio. Bueno, el que puede pedir el divorcio, que quede claro, es el cónyuge que no ha cometido adulterio. Si no, ¡qué fácil! Te pillas la juerga loca y, además, te libras del marido/mujer e igual hasta le pringas pasta. Bueno, pues no. La Iglesia Ortodoxa no llega a esos extremos.
Lo que ocurre es que, como siempre que abres una rendijilla en la puerta, comienzan a pasar cosas que no estaban previstas al principio. Con el tiempo, los popes han comenzado a interpretar las cosas en sentido amplio (cosa que los juristas sabemos que nunca hay que hacer con las excepciones, y esto lo es), y ahora ya admiten el divorcio en muchos más casos, como el de enfermedad mental ¿No habíamos en que en la salud y en la enfermedad? Bueno, pues depende de qué enfermedad. La mental mola menos. Además, como muchos casos de alcoholismo acaban en enfermedad mental, y en Rusia otra cosa no, pero casos de alcoholismo hay más que de sobra, la cosa es más frecuente de lo que pueda parecer, amén de que ya digo la tendencia es a interpretar las cosas con mano ancha.
Por alguna razón que nadie me ha explicado, hay un límite: uno se puede volver a casar tras un divorcio dos veces más, cada vez con menor solemnidad, y ni una más. Así que Liz Taylor no entraría. Enrique VIII creo que sí, porque la mayor parte de las veces disolvía sus matrimonios eliminando directamente al cónyuge, cosa que en todas las religiones acaba drasticamente con el vínculo. Por qué tres, y no treinta, es cosa oscura, porque desde luego a uno se la pueden pegar más de tres veces. Parece que a la cuarta que se la pegan a uno ya se aplica Marcos, y no Mateo.
Claro, cuando llegamos a las conversaciones ecuménicas, y aparece este asunto, los católicos acusamos a los ortodoxos de que ese matrimonio que se puede separar una, dos y tres veces no es sacramento ni na. Y en ésas estamos. Así que, si entre los lectores de esto hay alguno relacionado con ortodoxo ruso y pretende casarse por la Iglesia, que sepa dónde se mete, porque su cónyuge puede estar pensando en otra cosa al casarse. Desde el punto de vista jurídico, y no sé si sirve de consuelo, podría ser causa de nulidad por incomprensión de las cualidades esenciales de matrimonio.
Eso sí, si los novios no esquivaran los cursillos prematrimoniales como si fueran la declaración de renta, y si muchos curas no fueran unas madres, y no unos padres, y no firmaran certicados de haber pasado cursillos imaginarios, al menos sabríamos de qué estamos hablando. Pero bueno, ésa es otra guerra.
Como la práctica totalidad de los que leéis esto vivís o procedéis de países católicos, no es ningún descubrimiento que la Iglesia Católica considera el matrimonio canónico un sacramento y que, además, lo considera indisoluble, o sea, que una vez contraído válidamente (y consumado), los flamantes cónyuges tienen que aguantarse mutuamente hasta que uno de los dos pase a mejor vida (bueno, si se había portado bien; si no, a achicharrarse toca). Hay dos excepciones algo controvertidas, los privilegios paulino y petrino, que desvirtúan un poco la cuestión y que son para nota, y para nota muy alta, pero bueno, fuera de eso, una vez te has casado, chico, casado te quedarás.
Los ortodoxos, no. Los ortodoxos se divorcian, y ahora cabe preguntar, ¿a qué viene eso? ¿No decía todo el mundo que eran tan "atrasados" y retrógados? ¿No es "modelno" el divorcio?
En el asunto del matrimonio, y como ya habéis leído si conocéis un poco el Nuevo Testamento, hay un momento en que a Jesucristo le preguntan si le es lícito al marido separarse de su mujer, como había permitido Moisés (eso sí, dándole a la mujer un acta de repudio, al menos que quede documentado el asunto). Jesucristo les dice que ni flores, y viene a añadir que si Moisés les dejó hacerlo es porque eran una banda de tozudos.
Como ya sabéis también, o deberíais saber, los evangelios son cuatro, y además tres de ellos, llamados sinópticos, coinciden en muchísimas cosas. El cuarto, el de Juan, va más a su bola. Bueno, pues el episodio anterior lo relatan los cuatro evangelistas, con palabras parecidas, pero no iguales.
Y aquí viene el lío, porque Mateo y Juan dicen que no es lícito a un hombre repudiar a su esposa (el caso contrario era entonces impensable), fuera del caso de adulterio. Marcos y Lucas omiten estas palabras, y además la cosa se complica más, porque otra traducción posible de las mismas es "fuera del caso de unión ilegal", o sea, cuando no había habido matrimonio (entonces, claro, tampoco había divorcio).
La Iglesia Católica sigue a Marcos. Después de todo, era discípulo y probablemente secretario de Pedro, lo cual, ciertamente, en Roma no puede menos que dar autoridad. Si veis el Catecismo de la Iglesia Católica, ya os daréis cuenta de que en esta materia Marcos está profusamente citado. Mateo también, pero menos.
La Iglesia Ortodoxa, en cambio, se ha tirado a la interpretación menos rigorista y comenzó a admitir el divorcio vincular en casos de adulterio. Bueno, el que puede pedir el divorcio, que quede claro, es el cónyuge que no ha cometido adulterio. Si no, ¡qué fácil! Te pillas la juerga loca y, además, te libras del marido/mujer e igual hasta le pringas pasta. Bueno, pues no. La Iglesia Ortodoxa no llega a esos extremos.
Lo que ocurre es que, como siempre que abres una rendijilla en la puerta, comienzan a pasar cosas que no estaban previstas al principio. Con el tiempo, los popes han comenzado a interpretar las cosas en sentido amplio (cosa que los juristas sabemos que nunca hay que hacer con las excepciones, y esto lo es), y ahora ya admiten el divorcio en muchos más casos, como el de enfermedad mental ¿No habíamos en que en la salud y en la enfermedad? Bueno, pues depende de qué enfermedad. La mental mola menos. Además, como muchos casos de alcoholismo acaban en enfermedad mental, y en Rusia otra cosa no, pero casos de alcoholismo hay más que de sobra, la cosa es más frecuente de lo que pueda parecer, amén de que ya digo la tendencia es a interpretar las cosas con mano ancha.
Por alguna razón que nadie me ha explicado, hay un límite: uno se puede volver a casar tras un divorcio dos veces más, cada vez con menor solemnidad, y ni una más. Así que Liz Taylor no entraría. Enrique VIII creo que sí, porque la mayor parte de las veces disolvía sus matrimonios eliminando directamente al cónyuge, cosa que en todas las religiones acaba drasticamente con el vínculo. Por qué tres, y no treinta, es cosa oscura, porque desde luego a uno se la pueden pegar más de tres veces. Parece que a la cuarta que se la pegan a uno ya se aplica Marcos, y no Mateo.
Claro, cuando llegamos a las conversaciones ecuménicas, y aparece este asunto, los católicos acusamos a los ortodoxos de que ese matrimonio que se puede separar una, dos y tres veces no es sacramento ni na. Y en ésas estamos. Así que, si entre los lectores de esto hay alguno relacionado con ortodoxo ruso y pretende casarse por la Iglesia, que sepa dónde se mete, porque su cónyuge puede estar pensando en otra cosa al casarse. Desde el punto de vista jurídico, y no sé si sirve de consuelo, podría ser causa de nulidad por incomprensión de las cualidades esenciales de matrimonio.
Eso sí, si los novios no esquivaran los cursillos prematrimoniales como si fueran la declaración de renta, y si muchos curas no fueran unas madres, y no unos padres, y no firmaran certicados de haber pasado cursillos imaginarios, al menos sabríamos de qué estamos hablando. Pero bueno, ésa es otra guerra.
lunes, 22 de junio de 2009
Rencillas religiosas (III)
La diferencia más llamativa entre las Iglesias Católica y Ortodoxa es posiblemente el celibato sacerdotal. Simplificando las cosas, y simplificándolas demasiado, ello quiere decir que los curas católicos no se casan y los ortodoxos sí, ¿verdad?
Pues no exactamente. Es lo malo que tiene simplificar. Porque de hecho hay curas católicos casados y hay sacerdotes ortodoxos solteros. Eso sin hablar de los religiosos (los monjes, vamos), en los que hay coincidencia completa: ni los católicos ni los ortodoxos se casan. Y sin hablar de los sacerdotes católicos que se casan después de ser ordenados y que salvo casos excepcionales no pueden ejercer su ministerio, pero que siguen siendo sacerdotes para siempre. Aunque ya en los magníficos comentarios a la entrada anterior salió el asunto, voy a dejarlo escrito en el cuerpo de una entrada.
Primer punto: los sacerdotes católicos de rito latino no están casados nunca, vale, pero entre los de rito oriental, esas famosas iglesias uniatas externamente tan parecidas a los ortodoxos, pero cuyos miembros son tan católicos como Benedicto XVI, sí que los hay casados, y hasta he leído que hay alguno por España ejerciendo la cura de almas como si tal cosa.
Segundo punto: no todos los sacerdotes ortodoxos están casados (siempre antes de ordenarse, en todo caso). Si van destinados al episcopado (useáse, a ser obispos y quién sabe si algo más), también tienen vedado el matrimonio.
Ahora ya la diferencia enorme y llamativa se ha quedado en mucho menos, ¿a que sí? De hecho, San Pedro, que evidentemente era católico, evidentemente estuvo casado (tenía suegra), y el tío llegó bastante alto en la Iglesia. Vamos, que la Iglesia Católica podría quitar la norma en cualquier momento (al igual que no la aplica en el caso de los sacerdotes católicos de rito oriental), y no habría forma de decir "ah, pues no, que eso no lo pone en ningún sitio".
Dicho esto, yo, cuando era un jovencito imberbe e inexperto, era partidario de que los sacerdotes se casaran si les parecía. Ahora, que ya no soy jovencito, ni mucho menos imberbe y que además soy padre de familia numerosa, creo que los sacerdotes están muy bien solteros. Como son gente que ligaría mucho, así los que nunca nos hemos comido un rosco nos quitaríamos rivales de enmedio; para mí ya es tarde, pero me solidarizo con quienes están en situación distinta a la mía. Pero es que, además, y eso es lo más importante, los churumbeles dan un trabajo del quince, así que al presbítero casado y con hijos no le quedará más remedio que elegir entre sacar adelante a los críos o preocuparse por su parroquia, porque no hay tiempo para todo. El día tiene 24 horas y no parece que vayan a aumentar próximamente.
Vamos, cuando llego a casa y me tengo que ocupar de los tres bichejos dando guerra (son muy buenos, pero algún pronto ya tienen, ya), con Ame dando patadas a todo lo que se mueve, Abi ignorando olímpicamente al mundo que le rodea después de haber hecho una trastada, y Ro berreando a grito pelado que el mundo no es justo y que se han portado mal con ella, mientras les tengo que dar clase y no doy abasto a todo lo que hay que hacer, me pregunto, superado: ¿Cómo narices lo hacen los curas ortodoxos para, además, llevar una parroquia a tiempo completo? Yo no podría...
(Y ya sólo queda una entrada de la serie, que, además, es bastante más importante de lo que parece, aunque también es bastante desconocida)
Pues no exactamente. Es lo malo que tiene simplificar. Porque de hecho hay curas católicos casados y hay sacerdotes ortodoxos solteros. Eso sin hablar de los religiosos (los monjes, vamos), en los que hay coincidencia completa: ni los católicos ni los ortodoxos se casan. Y sin hablar de los sacerdotes católicos que se casan después de ser ordenados y que salvo casos excepcionales no pueden ejercer su ministerio, pero que siguen siendo sacerdotes para siempre. Aunque ya en los magníficos comentarios a la entrada anterior salió el asunto, voy a dejarlo escrito en el cuerpo de una entrada.
Primer punto: los sacerdotes católicos de rito latino no están casados nunca, vale, pero entre los de rito oriental, esas famosas iglesias uniatas externamente tan parecidas a los ortodoxos, pero cuyos miembros son tan católicos como Benedicto XVI, sí que los hay casados, y hasta he leído que hay alguno por España ejerciendo la cura de almas como si tal cosa.
Segundo punto: no todos los sacerdotes ortodoxos están casados (siempre antes de ordenarse, en todo caso). Si van destinados al episcopado (useáse, a ser obispos y quién sabe si algo más), también tienen vedado el matrimonio.
Ahora ya la diferencia enorme y llamativa se ha quedado en mucho menos, ¿a que sí? De hecho, San Pedro, que evidentemente era católico, evidentemente estuvo casado (tenía suegra), y el tío llegó bastante alto en la Iglesia. Vamos, que la Iglesia Católica podría quitar la norma en cualquier momento (al igual que no la aplica en el caso de los sacerdotes católicos de rito oriental), y no habría forma de decir "ah, pues no, que eso no lo pone en ningún sitio".
Dicho esto, yo, cuando era un jovencito imberbe e inexperto, era partidario de que los sacerdotes se casaran si les parecía. Ahora, que ya no soy jovencito, ni mucho menos imberbe y que además soy padre de familia numerosa, creo que los sacerdotes están muy bien solteros. Como son gente que ligaría mucho, así los que nunca nos hemos comido un rosco nos quitaríamos rivales de enmedio; para mí ya es tarde, pero me solidarizo con quienes están en situación distinta a la mía. Pero es que, además, y eso es lo más importante, los churumbeles dan un trabajo del quince, así que al presbítero casado y con hijos no le quedará más remedio que elegir entre sacar adelante a los críos o preocuparse por su parroquia, porque no hay tiempo para todo. El día tiene 24 horas y no parece que vayan a aumentar próximamente.
Vamos, cuando llego a casa y me tengo que ocupar de los tres bichejos dando guerra (son muy buenos, pero algún pronto ya tienen, ya), con Ame dando patadas a todo lo que se mueve, Abi ignorando olímpicamente al mundo que le rodea después de haber hecho una trastada, y Ro berreando a grito pelado que el mundo no es justo y que se han portado mal con ella, mientras les tengo que dar clase y no doy abasto a todo lo que hay que hacer, me pregunto, superado: ¿Cómo narices lo hacen los curas ortodoxos para, además, llevar una parroquia a tiempo completo? Yo no podría...
(Y ya sólo queda una entrada de la serie, que, además, es bastante más importante de lo que parece, aunque también es bastante desconocida)
viernes, 19 de junio de 2009
Rencillas religiosas (II)
Como me siguen preguntando incesantemente cuáles son las diferencias entre los católios y los ortodoxos, y yo en la penúltima entrada dejé la cuestión incompleta, creo que voy a interrumpir mis exabru... digooo, opiniones sobre cómo organiza España el voto de los españoles que vivimos fuera de nuestras fronteras, y voy a seguir deslindando ambas confesiones.
Decía, después de escribir sobre el "filioque" y la autoridad papal, que hay dos cuestiones aparentemente importantes, pero que no lo son, o no lo deberían ser, tanto:
1.- La primera, la liturgia. La liturgia ortodoxa es muuuuy distinta a la católica, y no digamos después del Concilio Vaticano II y de la implantación prácticamente exclusiva del "Novus Ordo Missae". En primer lugar, es en eslavo antiguo, tal y como la liturgia católica era en latín (y algunos creemos que debería seguir siéndolo); pero es que además es que es mucho más rica en simbología, prácticamente como todo el Oriente. En el Occidente empirista el concepto de signo, que en Oriente es muy natural, tiene que entrar con un calzador bastante fuerte, y así es como la liturgia católica, además de en lengua más vernácula y menos "católica", resulta ser más simple. Que no sé si es bueno o malo, pero es así.
Curiosamente, no es una cuestión litigiosa. Y no lo es porque dentro de la Iglesia Católica hay una multiplicidad de liturgias bastante importante, con lo que aceptar la ortodoxa no significa ningún problema. El Novus Ordo (vamos, la misa que veréis si os acercáis a la iglesia más cercana) es con mucho la más frecuente, pero ahora os podéis encontrar con la liturgia mozárabe, con la misa tradicional (gracias, Benedicto :) )... y también con la propia liturgia bizántina, que es la que han conservado las iglesias uniatas, que son tan católicas como el obispo de Roma y que, sin embargo, externamente parecen totalmente ortodoxas.
Es más: un católico estándar ruso es MUY diferente a un católico estándar español. Un católico estándar ruso es liturgista, se sabe todas las oraciones en latín, sabe un montón, es rabiosamente conservador y sabe por qué, le gusta que las mujeres estén en el templo con la cabeza cubierta (entre los ortodoxos es prácticamente obligatorio, aunque se ve cierta relajación últimamente), mira con desconfianza las guitarras en misa, con lo bonito que es el órgano, y ni se te ocurra sugerir que, si no hay monaguillos, a lo mejor podía haber monaguillas. No, señor, un católico ruso ha sido un tío al que le han puesto históricamente todo tipo de pegas y ha resistido a pie firme.
Un católico estándar español es litúrgicamente un dejado, del que se puede decir literalmente que no se sabe de la misa la media. Es un tío que siempre lo ha tenido fácil para ser católico y que, en cuanto vienen mal dadas, abandona las trincheras sin demasiados remordimientos.
Vamos, que los católicos no hacemos un campo de batalla de la cuestión litúrgica. Los ortodoxos sí: los ortodoxos hacen un campo de batalla de casi cualquier cosa.
2.- La segunda cuestión poco importante es que haya presbíteros casados. Un presbítero es lo que el vulgo conoce como sacerdote o cura.
En este punto, y también lo veremos en el siguiente, la Iglesia Católica, a la que habíamos visto bastante menos rígida que la ortodoxa hasta el momento, se convierte en bastante más severa.
Pero eso queda para la próxima, que hoy se hace tarde. Tardísimo, leches.
Decía, después de escribir sobre el "filioque" y la autoridad papal, que hay dos cuestiones aparentemente importantes, pero que no lo son, o no lo deberían ser, tanto:
1.- La primera, la liturgia. La liturgia ortodoxa es muuuuy distinta a la católica, y no digamos después del Concilio Vaticano II y de la implantación prácticamente exclusiva del "Novus Ordo Missae". En primer lugar, es en eslavo antiguo, tal y como la liturgia católica era en latín (y algunos creemos que debería seguir siéndolo); pero es que además es que es mucho más rica en simbología, prácticamente como todo el Oriente. En el Occidente empirista el concepto de signo, que en Oriente es muy natural, tiene que entrar con un calzador bastante fuerte, y así es como la liturgia católica, además de en lengua más vernácula y menos "católica", resulta ser más simple. Que no sé si es bueno o malo, pero es así.
Curiosamente, no es una cuestión litigiosa. Y no lo es porque dentro de la Iglesia Católica hay una multiplicidad de liturgias bastante importante, con lo que aceptar la ortodoxa no significa ningún problema. El Novus Ordo (vamos, la misa que veréis si os acercáis a la iglesia más cercana) es con mucho la más frecuente, pero ahora os podéis encontrar con la liturgia mozárabe, con la misa tradicional (gracias, Benedicto :) )... y también con la propia liturgia bizántina, que es la que han conservado las iglesias uniatas, que son tan católicas como el obispo de Roma y que, sin embargo, externamente parecen totalmente ortodoxas.
Es más: un católico estándar ruso es MUY diferente a un católico estándar español. Un católico estándar ruso es liturgista, se sabe todas las oraciones en latín, sabe un montón, es rabiosamente conservador y sabe por qué, le gusta que las mujeres estén en el templo con la cabeza cubierta (entre los ortodoxos es prácticamente obligatorio, aunque se ve cierta relajación últimamente), mira con desconfianza las guitarras en misa, con lo bonito que es el órgano, y ni se te ocurra sugerir que, si no hay monaguillos, a lo mejor podía haber monaguillas. No, señor, un católico ruso ha sido un tío al que le han puesto históricamente todo tipo de pegas y ha resistido a pie firme.
Un católico estándar español es litúrgicamente un dejado, del que se puede decir literalmente que no se sabe de la misa la media. Es un tío que siempre lo ha tenido fácil para ser católico y que, en cuanto vienen mal dadas, abandona las trincheras sin demasiados remordimientos.
Vamos, que los católicos no hacemos un campo de batalla de la cuestión litúrgica. Los ortodoxos sí: los ortodoxos hacen un campo de batalla de casi cualquier cosa.
2.- La segunda cuestión poco importante es que haya presbíteros casados. Un presbítero es lo que el vulgo conoce como sacerdote o cura.
En este punto, y también lo veremos en el siguiente, la Iglesia Católica, a la que habíamos visto bastante menos rígida que la ortodoxa hasta el momento, se convierte en bastante más severa.
Pero eso queda para la próxima, que hoy se hace tarde. Tardísimo, leches.
miércoles, 17 de junio de 2009
Resaca electoral
Vengo de pasar por España toda la semana pasada por asuntos que no vienen al caso, y he tenido la oportunidad de vivir como mis compatriotas, pero no yo, han elegido a sus representantes (bueno, también son mis representantes) en el Parlamento Europeo. Y preguntaréis: pero, ¿cómo? ¿Alfor es un antisistema, un protestón o un pasota y no ejerce su sacrosanto derecho al voto? ¿O acaso Alfor carece de derecho al voto?
Pues sí, como casi todos los residentes en el extranjero, y desde luego todos los residentes en Rusia, soy un español sin derecho a voto. O, si se quiere, con un derecho al voto meramente teórico, que el Gobierno español de hecho no me permite ejercer.
Al volver a Moscú, me he encontrado con las papeletas de voto dentro de un sobre, listas para ser presentadas en el Consulado de España, o en la Oficina de Correos de mi elección... si hubieran llegado una semana antes, claro. Allí estaban, en una pulcra lista cerrada y bloqueada, los candidatos de Extremadura Unida, los de Andecha Astur, los de Unión Valenciana... vamos, que luego nos quejamos de que no se respeta el medio ambiente y de que andamos fatal de cumplimiento del Protocolo de Kioto, pero ahí había papeletas de todo quisqui, además de un montón de papelorios para votar por correo. Pero las elecciones fueron hace diez días.
La última vez que tuve el honor, o lo que sea, de votar, fue en el ya lejano 2004, y no sólo fue la última, sino que prácticamente fue la primera desde que llegué a Rusia. Voy a relatar cómo funciona (bueno, funcionar es mucho decir) lo del voto de los residentes en el extranjero, por el ejemplo de 2004.
En 2004, todos recordáis seguramente que las elecciones generales tuvieron lugar un 14 de marzo, pocos días después de cierto atentado de triste recuerdo. Bueno, pues en aquel tiempo yo estaba de rodríguez en Moscú, mientras el resto de mi familia, que había aumentado un par de meses antes, andaba por España; el 28 de febrero tenía billetes de avión para reunirme con ellos y pasarme un mes por allí. Las papeletas electorales llegaron antes, el 23 de febrero, con lo que yo tuve tiempo de reflexionar tranquilamente, desplazarme al Consulado español en Moscú, votar al Senado a un amigo mío que se presentaba por Valencia (y que, lamentablemente, no salió elegido) y a otros dos señores de los que había oído hablar bien (y que corrieron la misma suerte que mi amigo), y dejar en blanco la papeleta del Congreso. Al día siguiente tome el avión a España tan campante, y hoy puedo decir que el atentado del 11-M no influyó en absoluto en mi voto.
Bueno, pues ésa fue la última vez.
Las siguientes votaciones eran el referéndum de la llamada Constitución europea, en febrero de 2005. Como había un par de cosas, e incluso muchos pares de cosas, que no me gustaban de ese texto, me preparé a votar en contra; pero no parece sino que nuestros servicios de espionaje lo supieran con antelación, porque en año nuevo, al abrir mi casilla de correo en Valencia, encontré entre los cientos de cartas una del ayuntamiento de Valencia en la que me notificaban que, de acuerdo con mi solicitud, me daban de alta en el padrón y en el censo electoral de Valencia. Y que podía recurrir contra la resolución en el plazo de quince días.
La solicitud a la que se referían la debió escribir un impostor europeísta, pero desde luego yo no fui. Y, comoquiera que en mis vacaciones no me dedico a recurrir resoluciones absurdas, allí que me quedé, empadronado en mi Valencia natal y, de paso, sin derecho a voto, porque el referéndum tuvo lugar tres semanas después y allí no hubo nada que hacer.
Cabreado por el suceso, desde entonces he pasado a engrosar las filas de los abstencionistas, no tengo muy claro si por propia voluntad o porque no tengo más remedio, ya que desde entonces no he vuelto a ver una papeleta electoral. Las elecciones autonómicas y municipales de 2007 pasaron sin que este sufrido valenciano pudiera expresar sus preferencias sobre si quería que los peperos se llevaran el gato al agua; las generales de 2008 se convocaron, se prepararon, las ganaron los sociatas, y servidor aún está esperando la oportunidad de hacer algo con ellas. Al menos, me consta que el amigo que se presentó al Senado en el 2004 ya no se presentaba, con lo que tampoco es que me importara demasiado. Y es que, ya que el sistema no me quiere, parece justo que yo responda al sistema con el mismo cariño.
En esto, recibí una llamada de la unidad de atención a españoles del Consulado de España en Moscú.
Pero eso mejor lo dejamos para la próxima. Como siempre...
Pues sí, como casi todos los residentes en el extranjero, y desde luego todos los residentes en Rusia, soy un español sin derecho a voto. O, si se quiere, con un derecho al voto meramente teórico, que el Gobierno español de hecho no me permite ejercer.
Al volver a Moscú, me he encontrado con las papeletas de voto dentro de un sobre, listas para ser presentadas en el Consulado de España, o en la Oficina de Correos de mi elección... si hubieran llegado una semana antes, claro. Allí estaban, en una pulcra lista cerrada y bloqueada, los candidatos de Extremadura Unida, los de Andecha Astur, los de Unión Valenciana... vamos, que luego nos quejamos de que no se respeta el medio ambiente y de que andamos fatal de cumplimiento del Protocolo de Kioto, pero ahí había papeletas de todo quisqui, además de un montón de papelorios para votar por correo. Pero las elecciones fueron hace diez días.
La última vez que tuve el honor, o lo que sea, de votar, fue en el ya lejano 2004, y no sólo fue la última, sino que prácticamente fue la primera desde que llegué a Rusia. Voy a relatar cómo funciona (bueno, funcionar es mucho decir) lo del voto de los residentes en el extranjero, por el ejemplo de 2004.
En 2004, todos recordáis seguramente que las elecciones generales tuvieron lugar un 14 de marzo, pocos días después de cierto atentado de triste recuerdo. Bueno, pues en aquel tiempo yo estaba de rodríguez en Moscú, mientras el resto de mi familia, que había aumentado un par de meses antes, andaba por España; el 28 de febrero tenía billetes de avión para reunirme con ellos y pasarme un mes por allí. Las papeletas electorales llegaron antes, el 23 de febrero, con lo que yo tuve tiempo de reflexionar tranquilamente, desplazarme al Consulado español en Moscú, votar al Senado a un amigo mío que se presentaba por Valencia (y que, lamentablemente, no salió elegido) y a otros dos señores de los que había oído hablar bien (y que corrieron la misma suerte que mi amigo), y dejar en blanco la papeleta del Congreso. Al día siguiente tome el avión a España tan campante, y hoy puedo decir que el atentado del 11-M no influyó en absoluto en mi voto.
Bueno, pues ésa fue la última vez.
Las siguientes votaciones eran el referéndum de la llamada Constitución europea, en febrero de 2005. Como había un par de cosas, e incluso muchos pares de cosas, que no me gustaban de ese texto, me preparé a votar en contra; pero no parece sino que nuestros servicios de espionaje lo supieran con antelación, porque en año nuevo, al abrir mi casilla de correo en Valencia, encontré entre los cientos de cartas una del ayuntamiento de Valencia en la que me notificaban que, de acuerdo con mi solicitud, me daban de alta en el padrón y en el censo electoral de Valencia. Y que podía recurrir contra la resolución en el plazo de quince días.
La solicitud a la que se referían la debió escribir un impostor europeísta, pero desde luego yo no fui. Y, comoquiera que en mis vacaciones no me dedico a recurrir resoluciones absurdas, allí que me quedé, empadronado en mi Valencia natal y, de paso, sin derecho a voto, porque el referéndum tuvo lugar tres semanas después y allí no hubo nada que hacer.
Cabreado por el suceso, desde entonces he pasado a engrosar las filas de los abstencionistas, no tengo muy claro si por propia voluntad o porque no tengo más remedio, ya que desde entonces no he vuelto a ver una papeleta electoral. Las elecciones autonómicas y municipales de 2007 pasaron sin que este sufrido valenciano pudiera expresar sus preferencias sobre si quería que los peperos se llevaran el gato al agua; las generales de 2008 se convocaron, se prepararon, las ganaron los sociatas, y servidor aún está esperando la oportunidad de hacer algo con ellas. Al menos, me consta que el amigo que se presentó al Senado en el 2004 ya no se presentaba, con lo que tampoco es que me importara demasiado. Y es que, ya que el sistema no me quiere, parece justo que yo responda al sistema con el mismo cariño.
En esto, recibí una llamada de la unidad de atención a españoles del Consulado de España en Moscú.
Pero eso mejor lo dejamos para la próxima. Como siempre...
lunes, 15 de junio de 2009
Rencillas religiosas (I)
Al hilo de la anterior entrada, con bastante frecuencia, me preguntan cuáles son las diferencias entre las Iglesias Católica y Ortodoxas, así que, aprovechando que acabamos de escribir sobre una boda ortodoxa, ha llegado el momento de tocar la cuestión. Así, cuando me pregunten otra vez sobre las diferencias entre ambas confesiones, ya no hará falta que eche el rollo que mejor se me ocurra en el momento, sino que será suficiente con darles un enlace a esta entrada, después de advertirles de que no soy teólogo, que puedo meter la pata hasta la ingle y que lo más probable es que los católicos y los ortodoxos que están en primera línea del fregado tengan mucho más que decir sobre el asunto que el aficionado que escribe estas líneas.
Pues bueno, dicho esto, lo primero que tenemos que hacer es echar un vistazo al resumen rápido de la fe, a lo que respondían los primeros cristianos cuando los demás les preguntaban en qué narices creían y qué era eso del cristianismo. Hoy, salvo casos especiales de ateísmo contumaz e ignorancia religiosa profunda (sí, Rusia es un ejemplo de estos casos, y en España me temo que vamos a su encuentro y que acabaremos por cruzarnos), lo normal es que la gente, o sepa lo que es el cristianismo, o no le importe lo más mínimo, lo cual aletarga bastante la confesión de la fe, claro.
Ese resumen rápido de la fe se contiene en el Credo, esa oración que los que frecuentamos las misas recitamos después de la homilía, esa oración que es tan larga y difícil de recordar y que, sin embargo, marca la diferencia entre católicos y demás ralea, llamados éstos últimos herejes. Resulta que el Credo católico y el ortodoxo son prácticamente idénticos, excepto en una palabra aparentemente inofensiva: Filioque. O sea, "y del Hijo".
Y así es: Creo en el Espíritu Santo, señor y dador de vida, que procede del padre y del hijo,.... En latín, que es la lengua en que se discuten estas cosas: Et (credo) in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem: qui ex Patre Filioque procedit. Esto en el Credo católico: en el ortodoxo no hay tal Filioque, y el Espíritu Santo no procede del Hijo, sino sólo del Padre. Así, los rusos ortodoxos dicen: И в Духа Святого, Господа, Животворящего, от Отца исходящего, mientras que los católicos que rezamos (a veces) en ruso añadimos un "и сына", o sea, filioque, pero en ruso. Y no digamos si los que rezamos en ruso somos católicos españoles y sabemos cuándo y dónde comenzó el lío. Entonces lo hacemos con conocimiento de causa...
Ésa es la única diferencia que hay en el Credo.
Para los católicos del siglo XXI, la diferencia no es muy importante (los del siglo VI al XI podían pasarse, en cambio, meses enteros discutiendo acaloradamente sobre el asunto). Digamos que los católicos no cambiamos nuestro Credo, pero tampoco nos parece fatal que el Espíritu Santo proceda del Padre a través del Hijo, sustituyendo la procedencia "triangular" católica por una procedencia "lineal" a la ortodoxa. De hecho, los católicos no consideramos a los ortodoxos herejes, sino sólo cismáticos, o sea, hermanos separados, pero con una fe básicamente idéntica.
Los ortodoxos, a juzgar por lo que he podido discutir con alguno, sí que consideran la cosa importante. MUY importante. Al menos los más vehementes, sostienen que esa diferencia afecta al conjunto de la Trinidad y a través de ello a la relación que mantenemos con Dios. Hombre, pues sí que afecta a la Trinidad, pero no tengo tan claro que del hecho de que la tercera persona proceda sólo de la primera o de la primera y la segunda se deriven consecuencias tan terribles. Ellos sí, y de hecho el común de los ortodoxos vehementes nos considera a los católicos herejes, más que cismáticos.
El segundo punto gordo de diferencia entre nosotros es el papel del Papa. Los católicos creemos que el Papa, además de obispo de Roma, es el jefe jerárquico de todos nosotros en lo tocante a nuestra relación con Dios (incluso algunos, a falta de autoridad civil que respetar, lo consideramos única autoridad legítima con cierto poder, pero eso es para nota). Los ortodoxos no. Los ortodoxos tienen una concepción mucho más colegial y mucho menos jerárquica de la alta autoridad eclesiástica. Reconocen a un Patriarca ecuménico (el de Constantinopla, hoy Estambul, donde los cristianos, por cierto, no es que abunden mucho) con una especie de autoridad de prestigio y nada más, pero los distintos patriarcas ortodoxos son totalmente autónomos y ninguno es superior a otro. Sería algo así como si en España el jefazo absoluto fuera el Primado, supongo que el Arzobispo de Toledo, y le hablase de tú a tú al jefazo italiano, al francés, al alemán, y así a todos los de las iglesias particulares, sin reconocer superior, en lugar de agachar la cabeza cuando Roma locuta, causa finita. Eso sí, de patriarca abajo, la organización es parecida a la católica.
De hecho, el detallito éste de tener una sola cabeza de la Iglesia, y no tantas como patriarcados, fue probablemente el verdadero detonante del cisma de Miguel Cerulario (en la imagen de arriba. Sí, sí, es el) de 1054 y seguramente sigue siendo uno de los escollos que impedirán la superación del cisma por algún tiempo más, sólo Dios sabe cuánto. Tanto más cuanto que, entretanto, la Iglesia Católica ha ido más lejos en la consideración del Papa y, en 1870, definió el dogma de la infalibilidad del Papa, que viene a decir que el Papa no puede equivocarse. No siempre, claro, sino sólo cuando habla "ex cathedra", es decir, desde su silla, en materia de fe y moral (el resto del tiempo puede meter la pata, como una vulgar Ministra de Igualdad). Vamos, que la infalibilidad del Papa se usa muy de uvas a peras.
Aunque la infalibilidad estuviera reducida a lo que hemos visto, a los ortodoxos el asunto de que un mortal se arrogase la infalibilidad, por poquito que fuera, les olió a cuerpo quemado, y a alguno incluso a azufre. Anda que no hay literatura beligerante anticatólica procedente del mundillo ortodoxo más militante que mete el dedo en el ojo papal por el asunto de la infalibilidad.
Así que tenemos la segunda diferencia, más evidente que la primera: los católicos tenemos un jefazo supremo, el Papa de Roma, y los ortodoxos no lo reconocen como jefazo, sino que cada iglesia ortodoxa, la rusa, la rumana, la serbia, la griega, la georgiana y todas las demás que se os ocurran (menos la ucraniana: que no se os ocurra la ucraniana, que ahí hay lío) tiene el suyo propio.
Luego hay dos diferencias que parece que lo son, pero que no son fundamentales. Y una última que parecía una tontería, pero que en realidad resulta bastante más importante de lo que parece. Pero, como se hace tarde, lo mejor será continuar la serie en la próxima entrada.
Pues bueno, dicho esto, lo primero que tenemos que hacer es echar un vistazo al resumen rápido de la fe, a lo que respondían los primeros cristianos cuando los demás les preguntaban en qué narices creían y qué era eso del cristianismo. Hoy, salvo casos especiales de ateísmo contumaz e ignorancia religiosa profunda (sí, Rusia es un ejemplo de estos casos, y en España me temo que vamos a su encuentro y que acabaremos por cruzarnos), lo normal es que la gente, o sepa lo que es el cristianismo, o no le importe lo más mínimo, lo cual aletarga bastante la confesión de la fe, claro.
Ese resumen rápido de la fe se contiene en el Credo, esa oración que los que frecuentamos las misas recitamos después de la homilía, esa oración que es tan larga y difícil de recordar y que, sin embargo, marca la diferencia entre católicos y demás ralea, llamados éstos últimos herejes. Resulta que el Credo católico y el ortodoxo son prácticamente idénticos, excepto en una palabra aparentemente inofensiva: Filioque. O sea, "y del Hijo".
Y así es: Creo en el Espíritu Santo, señor y dador de vida, que procede del padre y del hijo,.... En latín, que es la lengua en que se discuten estas cosas: Et (credo) in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem: qui ex Patre Filioque procedit. Esto en el Credo católico: en el ortodoxo no hay tal Filioque, y el Espíritu Santo no procede del Hijo, sino sólo del Padre. Así, los rusos ortodoxos dicen: И в Духа Святого, Господа, Животворящего, от Отца исходящего, mientras que los católicos que rezamos (a veces) en ruso añadimos un "и сына", o sea, filioque, pero en ruso. Y no digamos si los que rezamos en ruso somos católicos españoles y sabemos cuándo y dónde comenzó el lío. Entonces lo hacemos con conocimiento de causa...
Ésa es la única diferencia que hay en el Credo.
Para los católicos del siglo XXI, la diferencia no es muy importante (los del siglo VI al XI podían pasarse, en cambio, meses enteros discutiendo acaloradamente sobre el asunto). Digamos que los católicos no cambiamos nuestro Credo, pero tampoco nos parece fatal que el Espíritu Santo proceda del Padre a través del Hijo, sustituyendo la procedencia "triangular" católica por una procedencia "lineal" a la ortodoxa. De hecho, los católicos no consideramos a los ortodoxos herejes, sino sólo cismáticos, o sea, hermanos separados, pero con una fe básicamente idéntica.
Los ortodoxos, a juzgar por lo que he podido discutir con alguno, sí que consideran la cosa importante. MUY importante. Al menos los más vehementes, sostienen que esa diferencia afecta al conjunto de la Trinidad y a través de ello a la relación que mantenemos con Dios. Hombre, pues sí que afecta a la Trinidad, pero no tengo tan claro que del hecho de que la tercera persona proceda sólo de la primera o de la primera y la segunda se deriven consecuencias tan terribles. Ellos sí, y de hecho el común de los ortodoxos vehementes nos considera a los católicos herejes, más que cismáticos.
El segundo punto gordo de diferencia entre nosotros es el papel del Papa. Los católicos creemos que el Papa, además de obispo de Roma, es el jefe jerárquico de todos nosotros en lo tocante a nuestra relación con Dios (incluso algunos, a falta de autoridad civil que respetar, lo consideramos única autoridad legítima con cierto poder, pero eso es para nota). Los ortodoxos no. Los ortodoxos tienen una concepción mucho más colegial y mucho menos jerárquica de la alta autoridad eclesiástica. Reconocen a un Patriarca ecuménico (el de Constantinopla, hoy Estambul, donde los cristianos, por cierto, no es que abunden mucho) con una especie de autoridad de prestigio y nada más, pero los distintos patriarcas ortodoxos son totalmente autónomos y ninguno es superior a otro. Sería algo así como si en España el jefazo absoluto fuera el Primado, supongo que el Arzobispo de Toledo, y le hablase de tú a tú al jefazo italiano, al francés, al alemán, y así a todos los de las iglesias particulares, sin reconocer superior, en lugar de agachar la cabeza cuando Roma locuta, causa finita. Eso sí, de patriarca abajo, la organización es parecida a la católica.
De hecho, el detallito éste de tener una sola cabeza de la Iglesia, y no tantas como patriarcados, fue probablemente el verdadero detonante del cisma de Miguel Cerulario (en la imagen de arriba. Sí, sí, es el) de 1054 y seguramente sigue siendo uno de los escollos que impedirán la superación del cisma por algún tiempo más, sólo Dios sabe cuánto. Tanto más cuanto que, entretanto, la Iglesia Católica ha ido más lejos en la consideración del Papa y, en 1870, definió el dogma de la infalibilidad del Papa, que viene a decir que el Papa no puede equivocarse. No siempre, claro, sino sólo cuando habla "ex cathedra", es decir, desde su silla, en materia de fe y moral (el resto del tiempo puede meter la pata, como una vulgar Ministra de Igualdad). Vamos, que la infalibilidad del Papa se usa muy de uvas a peras.
Aunque la infalibilidad estuviera reducida a lo que hemos visto, a los ortodoxos el asunto de que un mortal se arrogase la infalibilidad, por poquito que fuera, les olió a cuerpo quemado, y a alguno incluso a azufre. Anda que no hay literatura beligerante anticatólica procedente del mundillo ortodoxo más militante que mete el dedo en el ojo papal por el asunto de la infalibilidad.
Así que tenemos la segunda diferencia, más evidente que la primera: los católicos tenemos un jefazo supremo, el Papa de Roma, y los ortodoxos no lo reconocen como jefazo, sino que cada iglesia ortodoxa, la rusa, la rumana, la serbia, la griega, la georgiana y todas las demás que se os ocurran (menos la ucraniana: que no se os ocurra la ucraniana, que ahí hay lío) tiene el suyo propio.
Luego hay dos diferencias que parece que lo son, pero que no son fundamentales. Y una última que parecía una tontería, pero que en realidad resulta bastante más importante de lo que parece. Pero, como se hace tarde, lo mejor será continuar la serie en la próxima entrada.
viernes, 12 de junio de 2009
Más sobre bodas
El otro día nos invitaron a una boda. Se casaba una de las profesoras de Abi y lo hizo en dos tiempos, que es lo más habitual en Rusia últimamente. Primero pasan por el Registro y luego, un par de semanas después, tiene lugar la boda religiosa en la iglesia. En España, como sabéis, no es necesario casarse por duplicado, porque las autoridades civiles reconocen las bodas religiosas; pero en Rusia no es así, de manera que, si quieres estar casado, has de pasar por el Registro, y si además eres partidario del sacramento del matrimonio, lo suyo es dirigirse a la iglesia, pero ni el Estado hace caso de la boda religiosa, ni la iglesia de la boda civil.
La invitación fue a presenciar la boda religiosa, que es lo chulo. La boda civil es para funcionatas, geste descreída, tipos que se casan por los papeles y otros bichos de pelaje similar, así que no es de extrañar que el que tenga interés en el asunto obvie los festejos y las invitaciones en la boda civil y los reserve para la religiosa, la fetén.
Pero eso, claro, nos da pie para fijarnos en las diferencias entre las ceremonias nupciales católicas, que todos los españoles conocemos, y ortodoxas. Veamos:
1.- Comenzamos por una semejanza: el traje blanco de la novia. Muy chulo. Ya sabemos que el blanco simboliza la pureza, y eso es así en oriente y en occidente. El novio estaba al lado, vestido de traje oscuro. Prefiero pensar que eso no es ningún signo.
2.- Ahora una diferencia: en el caso católico, la boda se celebra conjuntamente con una Eucaristía. Vamos, que es una misa en la que además hay un ceremonia incrustada de celebración del matrimonio. No es así en el caso ortodoxo: a pesar de que la ceremonia tenía lugar un domingo por la mañana, día de precepto como el que más, el pope passó de Eucaristía y se limitó a casar a los contrayentes. Con eso, la duración de la ceremonia pasó de las tres horas de costumbre a alrededor de una hora escasita. Ya se sabe, brevedad ante todo.
3.- Otro parecido: la lectura. En el caso católico, la lectura es la de las bodas de Caná. En el caso ortodoxo ocurre exactamente lo mismo o, al menos, eso es lo que creí entender, porque esa costumbre de conservar el eslavo antiguo en la liturgia pone las cosas un pelín complicadas a los que tenemos ese idioma un tanto descuidadillo.
Sin embargo, la primera lectura en el caso católico es una lectura que escogen los novios, aunque siempre es la misma, porque los curas siempre sugieren el fragmento de la carta a los Corintios en que San Pablo lo borda escribiendo sobre el amor (no tanto amor, sino caritas, pero bueno, ésa es otra guerra). En el caso ortodoxo no aprecié que hubiera primera lectura alguna, pero claro, es que no era una misa.
4.- Otra diferencia: los gorritos que se ponen los novios. En España, en la cabeza no te ponen nada; en la ortodoxia, sí, te ponen unos gorros un tanto rarillos que no tengo ni idea de qué simbología encierran. A ver si encuentro a alguien que lo sepa... Entre los católicos, tenemos otras cosas simbólicas como las arras o los anillos. Ah, otra semejanza, aquí también hay anillos.
5.- Semejanza que te crio: hay coro. Claro que ésa es la única semejanza: el coro medio ortodoxo le da cincuenta patadas al coro medio católico. Leche, esto es calidad de canto, y lo demás cuentos.
6.- Diferencia curiosa. Entre los católicos, el sacerdote, que al fin y al cabo está celebrando una misa, pronuncia su homilía a todo quisqui y todo el que esté en el templo puede escuchar una predicación que, en sí, está destinada a los novios. Yo, por ejemplo, me acuerdo de lo que me dijo el cura en mi boda, pero apuesto a que mi memoria es bastante mejor del común de los casados españoles.
Aquí, no.
Una vez casados los novios, el cura les besó y, mientras el coro cantaba un poco más alto, acercó a los novios y les dirigió unas breves frases exclusivamente a ellos, que los demás no pudimos escuchar.
Luego nos pusimos en una cola enorme para felicitar a los novios, les dejamos un regalito (una señora se encargaba de recogerlos) y ya nos fuimos a casa, aunque creo que el resto de la concurrencia se quedó a tomar un té. Nosotros no conocíamos a casi nadie y teníamos prisa... como casi siempre.
Pero bueno, en general, las semejanzas son grandes, al menos en el aspecto externo. Otra cosa quizá podría decirse del contenido, pero eso es asunto de otra entrada. Y seguro que me sale un pelín más sarcástica que de costumbre.
La invitación fue a presenciar la boda religiosa, que es lo chulo. La boda civil es para funcionatas, geste descreída, tipos que se casan por los papeles y otros bichos de pelaje similar, así que no es de extrañar que el que tenga interés en el asunto obvie los festejos y las invitaciones en la boda civil y los reserve para la religiosa, la fetén.
Pero eso, claro, nos da pie para fijarnos en las diferencias entre las ceremonias nupciales católicas, que todos los españoles conocemos, y ortodoxas. Veamos:
1.- Comenzamos por una semejanza: el traje blanco de la novia. Muy chulo. Ya sabemos que el blanco simboliza la pureza, y eso es así en oriente y en occidente. El novio estaba al lado, vestido de traje oscuro. Prefiero pensar que eso no es ningún signo.
2.- Ahora una diferencia: en el caso católico, la boda se celebra conjuntamente con una Eucaristía. Vamos, que es una misa en la que además hay un ceremonia incrustada de celebración del matrimonio. No es así en el caso ortodoxo: a pesar de que la ceremonia tenía lugar un domingo por la mañana, día de precepto como el que más, el pope passó de Eucaristía y se limitó a casar a los contrayentes. Con eso, la duración de la ceremonia pasó de las tres horas de costumbre a alrededor de una hora escasita. Ya se sabe, brevedad ante todo.
3.- Otro parecido: la lectura. En el caso católico, la lectura es la de las bodas de Caná. En el caso ortodoxo ocurre exactamente lo mismo o, al menos, eso es lo que creí entender, porque esa costumbre de conservar el eslavo antiguo en la liturgia pone las cosas un pelín complicadas a los que tenemos ese idioma un tanto descuidadillo.
Sin embargo, la primera lectura en el caso católico es una lectura que escogen los novios, aunque siempre es la misma, porque los curas siempre sugieren el fragmento de la carta a los Corintios en que San Pablo lo borda escribiendo sobre el amor (no tanto amor, sino caritas, pero bueno, ésa es otra guerra). En el caso ortodoxo no aprecié que hubiera primera lectura alguna, pero claro, es que no era una misa.
4.- Otra diferencia: los gorritos que se ponen los novios. En España, en la cabeza no te ponen nada; en la ortodoxia, sí, te ponen unos gorros un tanto rarillos que no tengo ni idea de qué simbología encierran. A ver si encuentro a alguien que lo sepa... Entre los católicos, tenemos otras cosas simbólicas como las arras o los anillos. Ah, otra semejanza, aquí también hay anillos.
5.- Semejanza que te crio: hay coro. Claro que ésa es la única semejanza: el coro medio ortodoxo le da cincuenta patadas al coro medio católico. Leche, esto es calidad de canto, y lo demás cuentos.
6.- Diferencia curiosa. Entre los católicos, el sacerdote, que al fin y al cabo está celebrando una misa, pronuncia su homilía a todo quisqui y todo el que esté en el templo puede escuchar una predicación que, en sí, está destinada a los novios. Yo, por ejemplo, me acuerdo de lo que me dijo el cura en mi boda, pero apuesto a que mi memoria es bastante mejor del común de los casados españoles.
Aquí, no.
Una vez casados los novios, el cura les besó y, mientras el coro cantaba un poco más alto, acercó a los novios y les dirigió unas breves frases exclusivamente a ellos, que los demás no pudimos escuchar.
Luego nos pusimos en una cola enorme para felicitar a los novios, les dejamos un regalito (una señora se encargaba de recogerlos) y ya nos fuimos a casa, aunque creo que el resto de la concurrencia se quedó a tomar un té. Nosotros no conocíamos a casi nadie y teníamos prisa... como casi siempre.
Pero bueno, en general, las semejanzas son grandes, al menos en el aspecto externo. Otra cosa quizá podría decirse del contenido, pero eso es asunto de otra entrada. Y seguro que me sale un pelín más sarcástica que de costumbre.
miércoles, 10 de junio de 2009
Chistes sobre Brezhnev
Lo conseguí. A ver qué os parece la selección. Primero van en ruso (siempre es preferible el original) y luego mi traducción al castellano:
I
Англичане захватили Фолклендские острова, а что делать с ними не знают. Спросили Рейгана:
- Не знаю, - ответил Рейган, - спросите у Брежнева, это он специалист по малым землям.
Los ingleses tomaron las Malvinas, pero no sabían qué hacer con ellas. Le preguntaron a Reagan:
- No sé – respondió Reagan -, pregúntenle a Brezhnev, que es el especialista en tierras pequeñas.
II
- Товарищ Пельше, вы куда торопитесь, - спрашивает Брежнев.
- Прочел "Малую Землю", Леонид Ильич, превосходно. Бегу читать во второй раз!
- Гм. Интересно. Может и мне прочесть?
- Camarada Pelshe, ¿a dónde va usted tan deprisa? – pregunta Brezhnev.
- He leído “Malaya Zemlya”, Leonid Ilich, y es fantástico. Corro a leerlo de nuevo.
- Mmm. Interesante. Quizá deba leerlo yo también.
(Hay una versión más larga en que aparecen más personajes y Brezhnev comienza el chiste jugando con el Premio Lenin que le han concedido por haber escrito la trilogía, pero a mí me suelen gustar más los chistes cortos)
III
Брежнев, Помпиду и Картер стоят над обрывом. Поспорили у кого телохранители лучше. Картер вызывает своего телохранителя и говорит:
- Джек, прыгай!
- Не могу, президент. У меня жена, дети.
Помпиду вызвал своего:
- Марсель, прыгай вниз!
- Не могу, президент. У меня жена, дети.
Леонид Ильич вызвал своего телохранителя:
- Вася, прыгай!
Вася прыгнул.
Васю выносят из оврага на носилках. Помпиду и Картер у него спрашивают:
- Как же это вы прыгнули?
- А что делать? Ведь у меня жена, дети...
Brezhnev, Pompidou y Carter están junto a un precipicio discutiendo sobre quién tiene los mejores guardaespaldas. Carter llama a su guardaespaldas y le dice:
- Jack, salta!
- No puedo, presidente. Tengo mujer e hijos.
Pompidou llama al suyo:
- ¡Marcel, salta ahí abajo!
- No puedo, presidente. Tengo mujer e hijos.
Leonid Ilich llama a su guardaespaldas:
- ¡Vasia, salta!
Vasia saltó.
Traen a Vasia del barranco en una litera. Pompidou y Carter le preguntan:
- ¿Pero cómo fue que saltó?
- ¿Y qué iba a hacer? ¡Que tengo mujer e hijos!
IV
Брежнев проводит пресс-конференцию. Вопрос - ответ, вопрос - ответ.
- Ну что же, - говорит ведущий, - вопросов больше нет.
- Как! - удивился Брежнев. - Постойте, нельзя же так! У меня есть еще два ответа.
Brezhnev da una conferencia de prensa. Pregunta, respuesta, pregunta, respuesta.
- Bueno, - dice el moderador- ya no hay más preguntas.
- ¿Cómo? – se admiró Brezhnev-. Un momento, eso no puede ser. Todavía tengo dos respuestas.
V
Брежнев заблудился в лесу. Встречает мальчика.
- Как тебя зовут?
- Петя.
- Петя, выведи меня из леса, я тебя награжу.
- Мне надо посоветоваться с отцом.
- А кто твой отец?
- Лесник.
- А чего советоваться, выведи и я сделаю тебя Героем Советского Союза.
- Нет, я сбегаю к отцу, спрошу.
Убегает. Прибегает.
- Нет. Я вас не выведу. Зачем мне звание Героя Советского Союза посмертно?
- Почему посмертно?
- А отец сказал: “Выведешь - убью”.
Brezhnev se pierde en el bosque. Se encuentra con un niño.
- ¿Cómo te llamas?
- Pedrito.
- Pedrito, sácame del bosque, que te recompensaré.
- Tengo que preguntárselo a mi papá.
- ¿Y quién es tu papá?
- El guardabosques.
- ¿Y para qué se lo vas a preguntar? Sácame y te haré Héroe de la Unión Soviética.
- No, voy un momento a preguntar a papá.
Se va corriendo. Vuelve corriendo.
- No. No le saco a usted del bosque ¿Para qué quiero el título póstumo de Héroe de la Unión Soviética?
- ¿Cómo que póstumo?
- Sí, que mi papá dijo: “Sácalo y te mato”.
VI
Брежнев, прикрыв лицо панамой, лежит на мужском пляже санатория Политбюро. Пошла собака и лизнула ему гениталии. Не меняя позы, Брежнев лениво реагирует:
- Ну, это уж слишком, товарищи!
Brezhnev, con la cara cubierta con un sombrero, está tomando el sol en la playa masculina del Politburó. Llegó un perro y comenzó a lamerle los genitales. Sin cambiar de postura, Brezhnev replica con desgana:
- Bueno, camaradas, ¡esto ya es demasiado!
VII
- Доброе утро, Леонид Ильич! - говорит солнце Брежневу утром.
- Здравствуй, солнышко! - отвечает Брежнев.
- Добрый день, Леонид Ильич - говорит солнце Брежневу днем.
- Добрый день, солнышко! - отвечает Брежнев.
- Солнышко, почему ты не желаешь мне доброго вечера? - спрашивает Брежнев вечером.
- Пошел ты на ***, я уже на западе!
- ¡Buenos días, Leonid Ilich! - le dice el sol a Brezhnev por la mañana.
- ¡Hola, sol! - le contesta Brezhnev.
- Buenos días, Leonid Ilich - le dice el sol a Brezhnev al mediodía.
- Buenos días, sol - le contesta Brezhnev.
- Sol, ¿por qué no me dices "buenas tardes"? - pregunta Brezhnev por la tarde.
- ¡Vete a la mierda! ¡Ya estoy en occidente!
VIII
По случаю приезда Брежнева в одну из братских стран был устроен орудийный салют. После второго залпа старушка спрашивает милиционера, почему стреляют.
- Брежнев приехал, - отвечает тот.
- Не могли, что ли, попасть с первого разу?
Con motivo de la visita de Brezhnev a uno de los países hermanos se dispararon unas salvas. Tras la segunda descarga una anciana le pregunta a un miliciano por qué disparan.
- Es que ha venido Brezhnev - responde.
- ¿Y qué pasa, que no han acertado a la primera?
IX
Карл Маркс захотел выступить в СССР по радио.
- Хучь вы и комунисиський основоположник, - сказал ему Брежнев, - я не могу единолично решить такой важный вопрос. У нас коллективное руководство.
- Я скажу только одну фразу!
Сказать одну фразу Брежнев разрешил, под свою ответственность.
Маркс подошел к микрофону и прокричал:
- Пролетарии всех стран, простите меня!
Karl Marx quería aparecer en la radio de la URSS.
- Aunque usted es el que sentó las bases del quiminismo (Brezhnev no sabía pronunciar correctamente la palabra "comunismo") - le dijo Brezhnev -, no puedo tomar esa decisión yo sólo. Tenemos una dirección colegiada.
- ¡Sólo voy a decir una frase!
Brezhnev, bajó su propia responsabilidad, le dejó decir una frase.
Marx se acercó al micrófono y gritó:
- ¡Proletarios de todo el mundo, perdonadme!
X
При Ленине было как в туннеле: кругом тьма, впереди свет.
При Сталине - как в автобусе: один ведет, половина сидит, остальные трясутся.
При Хрущеве - как в цирке: один говорит, все смеются.
При Брежневе - как в кино: все ждут конца сеанса.
Bajo Lenin, era como estar en un túnel: oscuridad alrededor, y una luz al frente.
Bajo Stalin, era como en un autobús: uno conduce, la mitad está sentada y los demás van temblando.
Bajo Jruschov, era como en el circo: uno habla y todos se ríen.
Bajo Brezhnev es como en el cine: todos esperan el final de la película.
XI
После Московского кинофестиваля Бриджит Бардо говорит Брежневу на банкете в Кремле:
- Почему бы вам не открыть границу для всех желающих?
Брежнев грозит ей пальцем:
- Хочешь со мной наедине остаться, крошка?!
Tras el festival de cine de Moscú, Brigitte Bardot le dice a Brezhnev en el banquete en el Kremlin:
- ¿Por qué no abre la frontera para todos los que deseen irse?
Brezhnev le señala con el dedo:
- ¿Te quieres quedar conmigo a solas, encanto?
XII
- Сколько у нас всего евреев? - спрашивает Брежнев Косыгина.
- Миллиона три - четыре.
- А если мы им всем разрешим уехать, многие захотят?
- Миллионов десять - пятнадцать.
- ¿Cuántos judíos hay en el país? – le pregunta Brezhnev a Kosygin.
- Tres o cuatro millones.
- Y, si les dejamos irse, ¿cuántos querrán hacerlo?
- Entre diez y quince millones.
I
Англичане захватили Фолклендские острова, а что делать с ними не знают. Спросили Рейгана:
- Не знаю, - ответил Рейган, - спросите у Брежнева, это он специалист по малым землям.
Los ingleses tomaron las Malvinas, pero no sabían qué hacer con ellas. Le preguntaron a Reagan:
- No sé – respondió Reagan -, pregúntenle a Brezhnev, que es el especialista en tierras pequeñas.
II
- Товарищ Пельше, вы куда торопитесь, - спрашивает Брежнев.
- Прочел "Малую Землю", Леонид Ильич, превосходно. Бегу читать во второй раз!
- Гм. Интересно. Может и мне прочесть?
- Camarada Pelshe, ¿a dónde va usted tan deprisa? – pregunta Brezhnev.
- He leído “Malaya Zemlya”, Leonid Ilich, y es fantástico. Corro a leerlo de nuevo.
- Mmm. Interesante. Quizá deba leerlo yo también.
(Hay una versión más larga en que aparecen más personajes y Brezhnev comienza el chiste jugando con el Premio Lenin que le han concedido por haber escrito la trilogía, pero a mí me suelen gustar más los chistes cortos)
III
Брежнев, Помпиду и Картер стоят над обрывом. Поспорили у кого телохранители лучше. Картер вызывает своего телохранителя и говорит:
- Джек, прыгай!
- Не могу, президент. У меня жена, дети.
Помпиду вызвал своего:
- Марсель, прыгай вниз!
- Не могу, президент. У меня жена, дети.
Леонид Ильич вызвал своего телохранителя:
- Вася, прыгай!
Вася прыгнул.
Васю выносят из оврага на носилках. Помпиду и Картер у него спрашивают:
- Как же это вы прыгнули?
- А что делать? Ведь у меня жена, дети...
Brezhnev, Pompidou y Carter están junto a un precipicio discutiendo sobre quién tiene los mejores guardaespaldas. Carter llama a su guardaespaldas y le dice:
- Jack, salta!
- No puedo, presidente. Tengo mujer e hijos.
Pompidou llama al suyo:
- ¡Marcel, salta ahí abajo!
- No puedo, presidente. Tengo mujer e hijos.
Leonid Ilich llama a su guardaespaldas:
- ¡Vasia, salta!
Vasia saltó.
Traen a Vasia del barranco en una litera. Pompidou y Carter le preguntan:
- ¿Pero cómo fue que saltó?
- ¿Y qué iba a hacer? ¡Que tengo mujer e hijos!
IV
Брежнев проводит пресс-конференцию. Вопрос - ответ, вопрос - ответ.
- Ну что же, - говорит ведущий, - вопросов больше нет.
- Как! - удивился Брежнев. - Постойте, нельзя же так! У меня есть еще два ответа.
Brezhnev da una conferencia de prensa. Pregunta, respuesta, pregunta, respuesta.
- Bueno, - dice el moderador- ya no hay más preguntas.
- ¿Cómo? – se admiró Brezhnev-. Un momento, eso no puede ser. Todavía tengo dos respuestas.
V
Брежнев заблудился в лесу. Встречает мальчика.
- Как тебя зовут?
- Петя.
- Петя, выведи меня из леса, я тебя награжу.
- Мне надо посоветоваться с отцом.
- А кто твой отец?
- Лесник.
- А чего советоваться, выведи и я сделаю тебя Героем Советского Союза.
- Нет, я сбегаю к отцу, спрошу.
Убегает. Прибегает.
- Нет. Я вас не выведу. Зачем мне звание Героя Советского Союза посмертно?
- Почему посмертно?
- А отец сказал: “Выведешь - убью”.
Brezhnev se pierde en el bosque. Se encuentra con un niño.
- ¿Cómo te llamas?
- Pedrito.
- Pedrito, sácame del bosque, que te recompensaré.
- Tengo que preguntárselo a mi papá.
- ¿Y quién es tu papá?
- El guardabosques.
- ¿Y para qué se lo vas a preguntar? Sácame y te haré Héroe de la Unión Soviética.
- No, voy un momento a preguntar a papá.
Se va corriendo. Vuelve corriendo.
- No. No le saco a usted del bosque ¿Para qué quiero el título póstumo de Héroe de la Unión Soviética?
- ¿Cómo que póstumo?
- Sí, que mi papá dijo: “Sácalo y te mato”.
VI
Брежнев, прикрыв лицо панамой, лежит на мужском пляже санатория Политбюро. Пошла собака и лизнула ему гениталии. Не меняя позы, Брежнев лениво реагирует:
- Ну, это уж слишком, товарищи!
Brezhnev, con la cara cubierta con un sombrero, está tomando el sol en la playa masculina del Politburó. Llegó un perro y comenzó a lamerle los genitales. Sin cambiar de postura, Brezhnev replica con desgana:
- Bueno, camaradas, ¡esto ya es demasiado!
VII
- Доброе утро, Леонид Ильич! - говорит солнце Брежневу утром.
- Здравствуй, солнышко! - отвечает Брежнев.
- Добрый день, Леонид Ильич - говорит солнце Брежневу днем.
- Добрый день, солнышко! - отвечает Брежнев.
- Солнышко, почему ты не желаешь мне доброго вечера? - спрашивает Брежнев вечером.
- Пошел ты на ***, я уже на западе!
- ¡Buenos días, Leonid Ilich! - le dice el sol a Brezhnev por la mañana.
- ¡Hola, sol! - le contesta Brezhnev.
- Buenos días, Leonid Ilich - le dice el sol a Brezhnev al mediodía.
- Buenos días, sol - le contesta Brezhnev.
- Sol, ¿por qué no me dices "buenas tardes"? - pregunta Brezhnev por la tarde.
- ¡Vete a la mierda! ¡Ya estoy en occidente!
VIII
По случаю приезда Брежнева в одну из братских стран был устроен орудийный салют. После второго залпа старушка спрашивает милиционера, почему стреляют.
- Брежнев приехал, - отвечает тот.
- Не могли, что ли, попасть с первого разу?
Con motivo de la visita de Brezhnev a uno de los países hermanos se dispararon unas salvas. Tras la segunda descarga una anciana le pregunta a un miliciano por qué disparan.
- Es que ha venido Brezhnev - responde.
- ¿Y qué pasa, que no han acertado a la primera?
IX
Карл Маркс захотел выступить в СССР по радио.
- Хучь вы и комунисиський основоположник, - сказал ему Брежнев, - я не могу единолично решить такой важный вопрос. У нас коллективное руководство.
- Я скажу только одну фразу!
Сказать одну фразу Брежнев разрешил, под свою ответственность.
Маркс подошел к микрофону и прокричал:
- Пролетарии всех стран, простите меня!
Karl Marx quería aparecer en la radio de la URSS.
- Aunque usted es el que sentó las bases del quiminismo (Brezhnev no sabía pronunciar correctamente la palabra "comunismo") - le dijo Brezhnev -, no puedo tomar esa decisión yo sólo. Tenemos una dirección colegiada.
- ¡Sólo voy a decir una frase!
Brezhnev, bajó su propia responsabilidad, le dejó decir una frase.
Marx se acercó al micrófono y gritó:
- ¡Proletarios de todo el mundo, perdonadme!
X
При Ленине было как в туннеле: кругом тьма, впереди свет.
При Сталине - как в автобусе: один ведет, половина сидит, остальные трясутся.
При Хрущеве - как в цирке: один говорит, все смеются.
При Брежневе - как в кино: все ждут конца сеанса.
Bajo Lenin, era como estar en un túnel: oscuridad alrededor, y una luz al frente.
Bajo Stalin, era como en un autobús: uno conduce, la mitad está sentada y los demás van temblando.
Bajo Jruschov, era como en el circo: uno habla y todos se ríen.
Bajo Brezhnev es como en el cine: todos esperan el final de la película.
XI
После Московского кинофестиваля Бриджит Бардо говорит Брежневу на банкете в Кремле:
- Почему бы вам не открыть границу для всех желающих?
Брежнев грозит ей пальцем:
- Хочешь со мной наедине остаться, крошка?!
Tras el festival de cine de Moscú, Brigitte Bardot le dice a Brezhnev en el banquete en el Kremlin:
- ¿Por qué no abre la frontera para todos los que deseen irse?
Brezhnev le señala con el dedo:
- ¿Te quieres quedar conmigo a solas, encanto?
XII
- Сколько у нас всего евреев? - спрашивает Брежнев Косыгина.
- Миллиона три - четыре.
- А если мы им всем разрешим уехать, многие захотят?
- Миллионов десять - пятнадцать.
- ¿Cuántos judíos hay en el país? – le pregunta Brezhnev a Kosygin.
- Tres o cuatro millones.
- Y, si les dejamos irse, ¿cuántos querrán hacerlo?
- Entre diez y quince millones.
lunes, 8 de junio de 2009
Malaya Zemlya - Tierra Pequeña
Como ya Fernando nos recordó en el comentario a la entrada anterior, Novorrossiysk fue ocupada por los alemanes durante su ofensiva de 1942 después de una resistencia importante, sí, pero no especialmente destacada entre todas las ciudades que resistieron. Una parte de la zona, Malaya Zemlya (literalmente, "Tierra Pequeña"), no pudo ser ocupada, porque un destacamento soviético se mantuvo allí durante siete meses, hasta que en febrero de 1943 fueron liberados cuando, tras la capitulación de Von Paulus en Stalingrado, tuvo lugar la ofensiva soviética del Cáucaso y el Mar Negro y las fuerzas alemanas fueron expulsadas de la zona. La acción tenía como objetivo cortar a las fuerzas de la Wehrmacht que habían invadido el Cáucaso Septentrional (la famosa foto de la cruz gamada en el Elbrus) y por muy poco no tuvo un éxito completo; probablemente hubiera provocado un descalabro para la Wehrmacht aún mayor que el de Stalingrado, si no hubiera sido porque Von Manstein se pasó por el forro las órdenes de Hitler de resistir y ordenó la retirada a toda leche de las fuerzas del Cáucaso, mientras el Ejército Rojo apretaba en todas direcciones. La Wehrmacht consiguió resistir lo suficiente para escaparse del copo, aunque desde luego sufrió pérdidas territoriales muy importantes.
Durante mucho tiempo, la acción de Malaya Zemlya fue considerada una acción heroica, sí, pero como otras tantas que habían realizado las fuerzas soviéticas durante la guerra. La cosa cambió en la década de los setenta del pasado siglo. En 1964, el nuevo líder del partido era Leonid Brezhnev, que había sido comisario político en la operación de Malaya Zemlya. Comisario político no es un rango especialmente ligado con la heroicidad, porque su misión no consiste en cargar contra el enemigo, sino en arengar a las tropas propias y vigilar la pureza ideológica comunista de las mismas, no se les fuera a colar algún burgués.
Pero el superlíder había estado allí, e incluso publicó una trilogía, de la que formaba parte un libro, "Malaya Zemlya", bajo su nombre, aunque había pocas dudas de que el autor no había sido él, así que a la acción de Malaya Zemlya se le empezó a dar la importancia que merecía, más que el hecho, el líder. Se inventaron canciones patrióticas y a Novorrossiysk se le concedió la distinción de ciudad-héroe, en lo que comenzó a ser la devaluación del heroísmo, porque, no es que en Novorrossiysk no se hubiera sufrido, que sí, pero la línea de la heroicidad se hizo descender bastante desde las alturas de Leningrado o Stalingrado, para que Novorrossisk se quedara en el lado bueno. De paso, a Brezhnev le dieron el Premio Lenin de literatura, la máxima distinción literaria de la Unión Soviética. Estaba visto que, puestos a degradar distinciones, a los lameculos del líder no les paraba nada.
A estas alturas, el ciudadano soviético ya estaba curado de espanto y el culto a la personalidad de Brezhnev, de por sí un señor tirando a mediocre, no engañaba a casi nadie. El encumbramiento de todo lo que hubiera hecho produjo una serie de chistecitos que, por lo menos, no fueron tan perseguidos como en los tiempos de Stalin, en que ser gracioso era un lujo que sólo se podía permitir el propio Stalin.
A mí el que más me gusta es el chiste siguiente, con muy mala leche y referido preciamente a esta acción que comentamos:
Un veterano de la guerra le dice a otro: "Mientras tu estabas ahí rascándote la barriga en Stalingrado, yo peleaba en Malaya Zemlya."
El causante de todo eso, Leonid Brezhnev, era él mismo objeto de numerosos chistes. A ver si puedo hacer una recopilación bilingüe,dejando fuera los juegos de palabras intraducibles, y colocarla por aquí, porque se las traen. Pero eso será a la próxima.
Durante mucho tiempo, la acción de Malaya Zemlya fue considerada una acción heroica, sí, pero como otras tantas que habían realizado las fuerzas soviéticas durante la guerra. La cosa cambió en la década de los setenta del pasado siglo. En 1964, el nuevo líder del partido era Leonid Brezhnev, que había sido comisario político en la operación de Malaya Zemlya. Comisario político no es un rango especialmente ligado con la heroicidad, porque su misión no consiste en cargar contra el enemigo, sino en arengar a las tropas propias y vigilar la pureza ideológica comunista de las mismas, no se les fuera a colar algún burgués.
Pero el superlíder había estado allí, e incluso publicó una trilogía, de la que formaba parte un libro, "Malaya Zemlya", bajo su nombre, aunque había pocas dudas de que el autor no había sido él, así que a la acción de Malaya Zemlya se le empezó a dar la importancia que merecía, más que el hecho, el líder. Se inventaron canciones patrióticas y a Novorrossiysk se le concedió la distinción de ciudad-héroe, en lo que comenzó a ser la devaluación del heroísmo, porque, no es que en Novorrossiysk no se hubiera sufrido, que sí, pero la línea de la heroicidad se hizo descender bastante desde las alturas de Leningrado o Stalingrado, para que Novorrossisk se quedara en el lado bueno. De paso, a Brezhnev le dieron el Premio Lenin de literatura, la máxima distinción literaria de la Unión Soviética. Estaba visto que, puestos a degradar distinciones, a los lameculos del líder no les paraba nada.
A estas alturas, el ciudadano soviético ya estaba curado de espanto y el culto a la personalidad de Brezhnev, de por sí un señor tirando a mediocre, no engañaba a casi nadie. El encumbramiento de todo lo que hubiera hecho produjo una serie de chistecitos que, por lo menos, no fueron tan perseguidos como en los tiempos de Stalin, en que ser gracioso era un lujo que sólo se podía permitir el propio Stalin.
A mí el que más me gusta es el chiste siguiente, con muy mala leche y referido preciamente a esta acción que comentamos:
Un veterano de la guerra le dice a otro: "Mientras tu estabas ahí rascándote la barriga en Stalingrado, yo peleaba en Malaya Zemlya."
El causante de todo eso, Leonid Brezhnev, era él mismo objeto de numerosos chistes. A ver si puedo hacer una recopilación bilingüe,dejando fuera los juegos de palabras intraducibles, y colocarla por aquí, porque se las traen. Pero eso será a la próxima.
viernes, 5 de junio de 2009
Heroísmo
En Rusia hay bastantes ciudades que son héroes. Uno piensa que no tiene mucho sentido considerar héroe a toda una ciudad, y que los que serán héroes o cobardicas son los que viven en ella, pero eso debió parecer poco a las autoridades estalinistas que sobrevivieron a las purgas y a la Segunda Guerra Mundial, que concedieron la denominación de héroe a las ciudades en las que hubo más jarana en la Gran Guerra Patria.
Moscú es una de esas ciudades-héroe. Es probable que muchos del millón largo de habitantes que Moscú tenía en la época del nombramiento tuvieran un miedo cerval cuando los alemanes lanzaron la ofensiva que les llevó a treinta kilómetros del Kremlin, pero lo que es seguro es que, en miedo acumulado, las purgas fueron algo más aterrador. Porque los alemanes fueron rechazados por las fuerzas que mandaba Zhukov y en todo el resto de la guerra no sólo no volvieron a acercarse a Moscú, sino que, muy al contrario, se fueron alejando más y más hasta perderse.
Otras ciudades tuvieron menos suerte. Leningrado, que ya no se llama así, es la más destacada, al tener que soportar un asedio cruel de cerca de tres años; Murmansk, que es una ciudad que está allí arriba, dentro del Círculo Polar, también tuvo sus más y sus menos con los alemanes y sus entonces aliados finlandeses que querían evitar que llegasen a la Unión Soviética suministros de los aliados occidentales; Minsk, que fue minada y destruida a conciencia por las fuerzas alemanas antes de que los soviéticos la recuperaran. Brest, que igualmente fue destrozada.
Y luego está Novorrossiysk. Novorrossiysk probablemente fue el punto a partir del cual la denominación de ciudad-héroe comenzó a devaluarse. Porque si tú eres el único que tiene un título, ese título vale la pera, pero si también le dan el título al enchufado de turno, tu título comienza a ser sospechoso. Algo de eso pasó con el título de ciudad-héroe, y una de las causas de ello fue Novorrossiysk. Pero hoy la cosa corre prisa, así que lo dejo para la siguiente entrada.
Moscú es una de esas ciudades-héroe. Es probable que muchos del millón largo de habitantes que Moscú tenía en la época del nombramiento tuvieran un miedo cerval cuando los alemanes lanzaron la ofensiva que les llevó a treinta kilómetros del Kremlin, pero lo que es seguro es que, en miedo acumulado, las purgas fueron algo más aterrador. Porque los alemanes fueron rechazados por las fuerzas que mandaba Zhukov y en todo el resto de la guerra no sólo no volvieron a acercarse a Moscú, sino que, muy al contrario, se fueron alejando más y más hasta perderse.
Otras ciudades tuvieron menos suerte. Leningrado, que ya no se llama así, es la más destacada, al tener que soportar un asedio cruel de cerca de tres años; Murmansk, que es una ciudad que está allí arriba, dentro del Círculo Polar, también tuvo sus más y sus menos con los alemanes y sus entonces aliados finlandeses que querían evitar que llegasen a la Unión Soviética suministros de los aliados occidentales; Minsk, que fue minada y destruida a conciencia por las fuerzas alemanas antes de que los soviéticos la recuperaran. Brest, que igualmente fue destrozada.
Y luego está Novorrossiysk. Novorrossiysk probablemente fue el punto a partir del cual la denominación de ciudad-héroe comenzó a devaluarse. Porque si tú eres el único que tiene un título, ese título vale la pera, pero si también le dan el título al enchufado de turno, tu título comienza a ser sospechoso. Algo de eso pasó con el título de ciudad-héroe, y una de las causas de ello fue Novorrossiysk. Pero hoy la cosa corre prisa, así que lo dejo para la siguiente entrada.
miércoles, 3 de junio de 2009
Placas (y III)
Para acabar la serie de las placas conmemorativas, vamos a responder una pregunta pérfida ¿Realmente nos podemos fiar de que nos dicen siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, o hay un componente de fantasía en la historia que nos intentan revelar?
Para responder a la pregunta, salimos de Moscú y nos dirigimos a Melíjovo, lugar situado a unos setenta kilómetros al sur de Moscú y en el que residió bastantes años Anton Chéjov, otro escritor ruso de renombre que no requiere presentación. Melíjovo es un lugar muy bonito en el que hoy hay un museo dedicado a la memoria del escritor. Como ya otro lo ha descrito con detalle, el que quiera saber más sobre el lugar debería ir allí y leerlo.
Pero nosotros hemos venido a Melíjovo, no por la belleza del lugar ni por el interés que despiertan sus museos, sino por el asuntillo de las placas. Al lado de la entrada del museo, pues, unos obreros están construyendo una casa de madera que seguro que cuando terminen quedará muy chula. Observemos con detalle el asunto.
Observémoslo con más detalle.
Con más detalle aún.
Y traduzcamos: "En esta casa, entre 1951 y 1987, vivió el creador del Museo A. P. Chejov, Yuri Konstantinovich Avdeev"
En esta casa, dice... eso para que os fieis de las placas.
Para responder a la pregunta, salimos de Moscú y nos dirigimos a Melíjovo, lugar situado a unos setenta kilómetros al sur de Moscú y en el que residió bastantes años Anton Chéjov, otro escritor ruso de renombre que no requiere presentación. Melíjovo es un lugar muy bonito en el que hoy hay un museo dedicado a la memoria del escritor. Como ya otro lo ha descrito con detalle, el que quiera saber más sobre el lugar debería ir allí y leerlo.
Pero nosotros hemos venido a Melíjovo, no por la belleza del lugar ni por el interés que despiertan sus museos, sino por el asuntillo de las placas. Al lado de la entrada del museo, pues, unos obreros están construyendo una casa de madera que seguro que cuando terminen quedará muy chula. Observemos con detalle el asunto.
Observémoslo con más detalle.
Con más detalle aún.
Y traduzcamos: "En esta casa, entre 1951 y 1987, vivió el creador del Museo A. P. Chejov, Yuri Konstantinovich Avdeev"
En esta casa, dice... eso para que os fieis de las placas.
lunes, 1 de junio de 2009
Placas (II)
Bueno, pues el otro personaje que ha visto todos sus pasos reflejados pormenorizadamente en las calles de Moscú es Lenin, al que seguramente no hace falta presentar. Lenin no despierta simpatías tan unánimes como Pushkin, pero lo cierto es que tampoco deja indiferente. De hecho, al que no le despierta simpatías, lo que le despierta es una antipatía bastante acusada, pero eso es ahora, o al menos es ahora cuando te permiten decirlo. Durante la época que precedió a 1991, la única opinión posible consistía en decir que Lenin era la pera limonera, padre de la Patria, líder del proletariado mundial, excelso pensador, ejemplo de persona y mente privilegiada. Hasta hay quien dice que era guapo, que ya es tener gustos raros. Y, claro, en estas circunstancias, el Senatus Populusque Sovieticus lo recordó de todas las maneras que pudo y, en particular, de la que más le gusta: ¡poniendo placas!
Por Moscú Lenin pasó más bien poco, pero al menos Moscú le debe a Lenin haber recobrado la condición de capital. En marzo de 1918, con la Reichswehr en Pskov, el Kaiser Guillermo amenazando a Petrogrado y los alemanes avanzando en todas direcciones en un paseo militar, Lenin vio la cosa chunga, tomó el tren y se fue a Moscú y con él se fue la capitalidad hasta hoy. Apareció por la estación de tren que aún hoy se llama de Leningrado y, si hacéis el mismo viaje, de San Petersburgo a Moscú, y salís de la estación por el vestíbulo principal, os daréis cuenta de que hay, no ya una placa, sino un obelisco entero recordando la llegada de Lenin al lugar. La llegada de Lenin a Moscú es, como hemos dicho, un hecho histórico importante, y gracias a él Moscú es hoy la capital de Rusia, por lo que el obelisco está plenamente justificado. Bien por el autor de la idea, pero sigamos viendo placas.
La placa de ahí arriba está situada en un lugar importante, y reza como sigue:
"Vladimir Ilich Lenin pronunció desde el balcón de este edificio los siguientes discursos:
* El 3 de noviembre de 1918 ante los participantes de la manifestación en honor de la revolución austrohúngara.
* El 24 de noviembre de 1918 con ocasión de un mitin el Día del Oficial Rojo.
* El 19 de enero de 1919 en un mitín en protesta por los asesinatos de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht.
* El 16 de octubre de 1919 ante las columnas de trabajadores comunistas de las regiones de Yaroslavl y de Vladimir que se dirigían al frente."
Hombre, qué duda cabe que la cosa tiene su aquél, vale, pero es que la placa está situada en el histórico edificio en que residía el Gobernador de Moscú, y que hoy es la sede de la Alcaldía. Y en ese edificio han pasado cosas bastante más importantes, y quizá menos confesables, que esos discursos de Lenin, que seguro que fueron muy buenos, sí, pero que como ésos hay a patadas.
Si subimos un poquito más por la calle Tverskaya y miramos a la pared de la derecha, nos encontraremos con la siguiente placa, que, traducida, reza como sigue:
"En este edificio, el 15 de mayo de 1918, Vladimir Ilich Lenin leyó el informe "Sobre la situación actual en el congreso regional de Moscú del Partido Comunista Bolchevique de Rusia".
Yo no sé lo que pensaréis vosotros, ni si os importa mucho ni poco la situación de la sección regional de Moscú del Partido Bolchevique en 1918, pero, machos, ahí s'han pasao tres pueblos.
Y con esto dejamos a Lenin en paz, en el confortable mausoleo donde amarillea su cuerpo serrano, pero a la serie de las placas todavía le queda un epílogo.
Por Moscú Lenin pasó más bien poco, pero al menos Moscú le debe a Lenin haber recobrado la condición de capital. En marzo de 1918, con la Reichswehr en Pskov, el Kaiser Guillermo amenazando a Petrogrado y los alemanes avanzando en todas direcciones en un paseo militar, Lenin vio la cosa chunga, tomó el tren y se fue a Moscú y con él se fue la capitalidad hasta hoy. Apareció por la estación de tren que aún hoy se llama de Leningrado y, si hacéis el mismo viaje, de San Petersburgo a Moscú, y salís de la estación por el vestíbulo principal, os daréis cuenta de que hay, no ya una placa, sino un obelisco entero recordando la llegada de Lenin al lugar. La llegada de Lenin a Moscú es, como hemos dicho, un hecho histórico importante, y gracias a él Moscú es hoy la capital de Rusia, por lo que el obelisco está plenamente justificado. Bien por el autor de la idea, pero sigamos viendo placas.
La placa de ahí arriba está situada en un lugar importante, y reza como sigue:
"Vladimir Ilich Lenin pronunció desde el balcón de este edificio los siguientes discursos:
* El 3 de noviembre de 1918 ante los participantes de la manifestación en honor de la revolución austrohúngara.
* El 24 de noviembre de 1918 con ocasión de un mitin el Día del Oficial Rojo.
* El 19 de enero de 1919 en un mitín en protesta por los asesinatos de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht.
* El 16 de octubre de 1919 ante las columnas de trabajadores comunistas de las regiones de Yaroslavl y de Vladimir que se dirigían al frente."
Hombre, qué duda cabe que la cosa tiene su aquél, vale, pero es que la placa está situada en el histórico edificio en que residía el Gobernador de Moscú, y que hoy es la sede de la Alcaldía. Y en ese edificio han pasado cosas bastante más importantes, y quizá menos confesables, que esos discursos de Lenin, que seguro que fueron muy buenos, sí, pero que como ésos hay a patadas.
Si subimos un poquito más por la calle Tverskaya y miramos a la pared de la derecha, nos encontraremos con la siguiente placa, que, traducida, reza como sigue:
"En este edificio, el 15 de mayo de 1918, Vladimir Ilich Lenin leyó el informe "Sobre la situación actual en el congreso regional de Moscú del Partido Comunista Bolchevique de Rusia".
Yo no sé lo que pensaréis vosotros, ni si os importa mucho ni poco la situación de la sección regional de Moscú del Partido Bolchevique en 1918, pero, machos, ahí s'han pasao tres pueblos.
Y con esto dejamos a Lenin en paz, en el confortable mausoleo donde amarillea su cuerpo serrano, pero a la serie de las placas todavía le queda un epílogo.