Acabados los asuntillos religiosos, toca ahora retomar la forma según la que España organiza, o algo así, el sufragio de los residentes en el extranjero. Algo de eso ya vimos hace unas cuantas entradas, y nos habíamos quedado en el momento en que me llamaron del Consulado para regularizar mi situación.
- Estamos revisando el censo electoral, y no nos apareces, a pesar de que te tenemos registrado aquí en el registro de españoles desde hace muchísimo tiempo.
- Son cosas de los conspiradores europeístas, que no querían que votase en contra en el referéndum de la constitución europea y han debido reempadronarme en Valencia.
- ¿Quéeee? - ¿os había dicho que en el Consulado a veces no tienen sentido del humor?
- Bueno, olvídalo. Que sí, que no estoy en el censo electoral ¿Qué hago?
- Tienes que rellenar un formulario.
A los pocos días me puse a rellenar el formulario. Para que no hubiera más lío, decidí meterme en el censo de mi pueblo, que para eso es mío, en lugar de en Valencia, donde me quieren demasiado y me empadronan automáticamente cada dos por tres.
En las últimas elecciones europeas, se supone que, gracias a las gestiones del Consulado, hubiera podido votar. Pero veamos cual fue el calendario electoral, que vosotros mismos podéis ver en esta página oficial.
Normalmente no hay problemas, y aun así llegan tarde las papeletas, pero en este caso, por si fuera poco, sí que los hubo. El Gobierno decidió que la candidatura de Iniciativa Internacionalista no estaba conforme con la ley de partidos (por cierto, me voy a callar lo que pienso de la ley de partidos, que luego hay lío), con lo que hubo recurso ante el Tribunal Constitucional, la proclamación de candidaturas se retrasó y, claro, si no proclamas las candidaturas, no imprimes las papeletas. Y, si no imprimes las papeletas, no las envías por correo a los lugares, como Moscú, donde hay votantes. Y, si no las envías, los votantes, como Alfor, se quedan con dos pares de narices.
En los plazos en que se acabaron planteando las cosas, era imposible que llegasen las papeletas a tiempo. Lo que pasa es que, curiosamente, el día de las elecciones no me pilló en Moscú, sino casualmente en Valencia, o sea, que si no fuera porque el Consulado me había vuelto a incluir en el censo de Moscú, hubiera podido acercarme simplemente al colegio electoral de toda la vida y votar como todo hijo de vecino.
A las ocho menos cinco, a punto de cerrarse las mesas electorales, me acerqué por casa de mis padres.
- Pues al final nos hemos animado y hemos votado - dijo mi padre.
- ¡Vaya! ¡Yo pensaba que os quedaríais en casa!
- No, no, que hemos ido. La señora nos ha buscado allí en las hojas, y casi nos confunde contigo.
- ¿Con... migo?
- Sí, primero dijo tu nombre, pero luego ya me encontró a mí.
- Pero... si se supone que estoy empadronado en Moscú, y que aquí no puedo estar en el censo.
- Pues sí que estás.
Miré al reloj. Estaban dando las ocho, y los colegios electorales estaban cerrando.
Malditos conspiradores europeístas. Parece que supieran lo que iba a votar.
Al volver a Moscú, efectivamente, las papeletas habían llegado. Las de Alfina, de la circunscripción de Madrid (la circunscripción europea es única, pero las papeletas tienen algunas diferencias según la junta), Las mías nunca llegaron y nunca llegarán, porque yo no sé qué narices hizo el Consulado, pero el caso es que sigo férreamente anclado en el censo electoral de Valencia y, por tanto, condenado a la opción politica que ganó las elecciones: la abstención.
Alfor, me temo que con el padrón has topado, me da la impresión de que el Ayuntamiento de Valencia te da "alta por omisión" en el padrón municipal y de ahí vas de cabeza al censo electoral. Que estés o no en Valencia es lo de menos, la cuestión es cobrar del Estado el dinero que le corresponde por tener un habitante más. El alta por omisión está pensada para ciudadanos retornados del extranjero y ciudadanos no empadronados en ningún municipio así que eres un blanco perfecto, porque cuando el INE cruce los datos no te encontrará en ningún otro municipio de España y se tramitará de oficio tu baja en el censo de españoles residentes en el extranjero.
ResponderEliminarDesgraciadamente España es un país tercermundista en la gestión de las cifras de población (y de otras variables estadísticas más). Hoy por hoy nadie sabe exactamente cuánta población tiene España, como no sabemos cuál es nuestra mortalidad infantil por ejemplo.
Saludos
Válgame Dios, con lo que explicas veo claramente una conspiración ;)
ResponderEliminarAhora seriamente, es una vergüenza que te tengan -como a muchos...- llevando papeles de arriba para abajo para... ¡nada! Pero ¿qué se puede hacer? pues eso, nada, porque aunque el cabreo sea monumental (al menos para los que aún nos sigue gustando votar y esas cosas que no están ya de moda) no hay manera: tenemos un aparato burocrático excesivamente grande, ramificado, subdividido, multiplicado por 17 que en última instancia es tan ineficaz como una bombilla rota... Y la cosa no está por cambiar, los recién licenciados quieren ser funcionarios...
Bien, me he ido completamente por las ramas y ya no sé que digo, en todo caso te deseo suerte en las próximas elecciones... Si el censo quiere, claro está.
Fernando, pues si es así me temo que lo tengo claro. Tendría que perder un montón de tiempo en el padrón de Valencia y no estoy por la tarea de meterme en trámites para cuatro días al año que paso por allí. En fin...
ResponderEliminarNemesis, la verdad es que ya me voy acostumbrando a la abstención y no lo veo tan mal. Es más, de todas formas hace bastante tiempo que no me apetecía votar a nadie.