Desde que comenzó el año 2011, ha habido revoluciones en varios países sarracenos, ha habido terremotos y un tsunami en Japón, Portugal está en un tris de verse intervenida y el Barça está ganándolo todo.
Sin embargo, si te encuentras con un catalán en Moscú, la conversación puede discurrir por los derroteros normales entre compatriotas... hasta que sale, porque al final sale, que eres valenciano.
Ahí, el catalán se transforma, y todas las tragedias, e incluso el fabuloso juego del Barça, pasan a un segundo plano, frente a la gran noticia del año 2011.
¿Que Gadafi masacra a su pueblo, y la OTAN lo masacra también? Tonterías.
¿Que Zapatero anuncia nuevos recortes, que ríete de la Cuaresma ortodoxa? Minucias.
¿Que los japoneses no apuntan bien con la regadera, y los reactores nucleares de Fukushima se calientan más que un borroka de Hernani en una discoteca de Moscú? Naderías.
Lo verdaderamente importante es que el Gobierno valenciano ha cerrado las emisiones de TV3 en Valencia. Y así, la conversación sigue algo así como:
- ... yo soy de Valencia y...
- ¡AAAAAHHHH! ¡NOS HABÉIS CERRADO LA TV3!
La primera vez no sabía muy bien de qué hablaban. Yo, en Valencia, no tengo televisor desde el apagón analógico y descubrí que vivía mejor así, de manera que, por mí, como si cierran la Uno.
Pero la quinta vez ya la cosa olía. Leche, es que todos los catalanes que me he encontrado en los últimos dos meses, pero todos, lo primero que te dicen es que la TV3 no puede emitir en Valencia, como si hubieras ido tú mismo al frente de un comando blavero a darle martillazos a los repetidores. Y digo yo, ¿a ellos qué más les da? Si son catalanes, y viven en Cataluña, con que TV3 emita en su casa, ya les va bien. A no ser que me digan que van a Valencia adrede para ver la TV3. Que, por cierto, si es así, y como dicen ellos, deberían hacérselo mirar.
En fin, dentro de un rato, a las nueve, tengo una reunión con tres catalanes. A ver si pongo acento mañico o andaluz y se olvidan de mí.
Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
miércoles, 30 de marzo de 2011
lunes, 28 de marzo de 2011
Por última vez
El sábado, como en todo el mundo occidental, en Rusia pasamos al horario de verano. Pero no volverá a suceder. El presidente Medvedev ha decretado que, en adelante, ya no habrá más cambios de horario y nos quedaremos toda la vida en Rusia con el horario de verano.
El horario, parece que lo hemos conseguido; eso sí, lo del verano parece más complicadillo.
El horario, parece que lo hemos conseguido; eso sí, lo del verano parece más complicadillo.
viernes, 25 de marzo de 2011
Retahíla de chistes
Las revistas de contabilidad y auditoría que recibimos en el trabajo tienen, en su última página, una sección de ocio que contiene una serie de chistecitos. Los chistes, en Rusia, no son exclusivamente el concepto de historia graciosa que tienen en España, sino que incluyen cualquier aforismo chocante, aunque para el oído español no tenga la menor gracia y sólo, y eso con benevolencia, logre arrancar una sonrisilla o una mueca.
Sin embargo, los chistes dicen mucho de cómo son las cosas en los países. Voy a traducir los que me han llegado en la entrega de hoy, a ver qué queda:
***
Русские туристы пригрозили подабить волнения в Егирте, если им будут мешать отдыхать.
Los turistas rusos amenazan con reprimir los desórdenes en Egipto, si no les dejan pasar sus vacaciones.
También es mala suerte, para un país que no les exige visado para tostarse al sol (lo de las pirámides y eso no es que sea muy popular), y va y la montan parda...
***
К сожалению, москитная сетка удерживает только сытых комаров, и то только внутри помещения...
Por desgracia, las mosquiteras sólo detienen a los mosquitos gordos y saciados, y eso dentro de las casas...
Es que los mosquitos, aquí, parecen que vengan mutados de Chernobil o que les alimenten a base de bien. Son como tres de los nuestros.
***
- Просыпайся! Обеденный перерыв!
- Идите без меня, я сегодня без обеда работаю...
- ¡Despierta! ¡Es la hora de comer!
- Id sin mí, que hoy hago jornada intensiva...
¿Os habían hablado de la productividad en Rusia?
***
Окончание срока годности йогурта означает, что бифидо-бактерии перешли на сторону зла.
El final del plazo de caducidad de un yogur significa que las bifidobacterias se han pasado al lado del mal.
Sí, aquí también da la vara Danone con los bifidus y esas zarandajas.
***
Можно смело закрывать любую контору и уволнять всех ее сотрудников, если в ней перестает двигаться полоска на настенном календаре.
Se puede cerrar tranquilamente cualquier oficina y despedir a todos los trabajadores, si en la misma deja ed avanzar la cinta que señala el día en el calendario de pared.
Este chiste sería difícil en España. En Rusia, después de setenta y cinco años de comunismo, despedir es sencillísimo (y uno de los motivos es, precisamente, el cierre de la oficina, aunque la empresa continúe).
***
Когда я заправляю полный бак бензина - моя машина дорожает в два раза!
Cuando lleno el depósito de gasolina, mi coche vale el doble.
Este chiste parece más apropiado para España, porque en Rusia el litro de gasolina va a sesenta céntimos. En cambio, sí que es verdad que el coche, sobre todo si es de fabricación local, puede tener un valor cercano a cero.
***
В налоговой инспекции:
- Как нам стало известно, вы скрыли часть своих доходов!
- Ничего я не скрывал! Просто в графу "доходы" все нули не поместились.
En la inspección de hacienda:
- Hemos descubierto que ha ocultado parte de sus ingresos.
- ¡No he ocultado nada! Es que en la casilla "ingresos" no me cabían todos los ceros.
Antes se reían de los capitostes comunistas; ahora, de los multimillonarios.
***
Запад может простить Каддафи то, что он - диктатор и убийца, но то, что в Ливии бензин по 14 центов за литр - это уже беспредел.
Occidente puede perdonar a Gadafi que sea un dictador y un asesino, pero el hecho de que en Libia la gasolina cueste 14 céntimos el litro ya es pasarse.
Sí, lo de Libia no goza aquí del apoyo espectacular y casi unánime que ha demostrado, por ejemplo, el Parlamento español. Después de todo, con quien Rusia tiene frontera no es con Libia, sino, entre otros, con Corea del Norte. Debe ser que allí la población goza de libertad y democracia a saco, no hay sátrapas y tooooodo va bien.
Sin embargo, los chistes dicen mucho de cómo son las cosas en los países. Voy a traducir los que me han llegado en la entrega de hoy, a ver qué queda:
***
Русские туристы пригрозили подабить волнения в Егирте, если им будут мешать отдыхать.
Los turistas rusos amenazan con reprimir los desórdenes en Egipto, si no les dejan pasar sus vacaciones.
También es mala suerte, para un país que no les exige visado para tostarse al sol (lo de las pirámides y eso no es que sea muy popular), y va y la montan parda...
***
К сожалению, москитная сетка удерживает только сытых комаров, и то только внутри помещения...
Por desgracia, las mosquiteras sólo detienen a los mosquitos gordos y saciados, y eso dentro de las casas...
Es que los mosquitos, aquí, parecen que vengan mutados de Chernobil o que les alimenten a base de bien. Son como tres de los nuestros.
***
- Просыпайся! Обеденный перерыв!
- Идите без меня, я сегодня без обеда работаю...
- ¡Despierta! ¡Es la hora de comer!
- Id sin mí, que hoy hago jornada intensiva...
¿Os habían hablado de la productividad en Rusia?
***
Окончание срока годности йогурта означает, что бифидо-бактерии перешли на сторону зла.
El final del plazo de caducidad de un yogur significa que las bifidobacterias se han pasado al lado del mal.
Sí, aquí también da la vara Danone con los bifidus y esas zarandajas.
***
Можно смело закрывать любую контору и уволнять всех ее сотрудников, если в ней перестает двигаться полоска на настенном календаре.
Se puede cerrar tranquilamente cualquier oficina y despedir a todos los trabajadores, si en la misma deja ed avanzar la cinta que señala el día en el calendario de pared.
Este chiste sería difícil en España. En Rusia, después de setenta y cinco años de comunismo, despedir es sencillísimo (y uno de los motivos es, precisamente, el cierre de la oficina, aunque la empresa continúe).
***
Когда я заправляю полный бак бензина - моя машина дорожает в два раза!
Cuando lleno el depósito de gasolina, mi coche vale el doble.
Este chiste parece más apropiado para España, porque en Rusia el litro de gasolina va a sesenta céntimos. En cambio, sí que es verdad que el coche, sobre todo si es de fabricación local, puede tener un valor cercano a cero.
***
В налоговой инспекции:
- Как нам стало известно, вы скрыли часть своих доходов!
- Ничего я не скрывал! Просто в графу "доходы" все нули не поместились.
En la inspección de hacienda:
- Hemos descubierto que ha ocultado parte de sus ingresos.
- ¡No he ocultado nada! Es que en la casilla "ingresos" no me cabían todos los ceros.
Antes se reían de los capitostes comunistas; ahora, de los multimillonarios.
***
Запад может простить Каддафи то, что он - диктатор и убийца, но то, что в Ливии бензин по 14 центов за литр - это уже беспредел.
Occidente puede perdonar a Gadafi que sea un dictador y un asesino, pero el hecho de que en Libia la gasolina cueste 14 céntimos el litro ya es pasarse.
Sí, lo de Libia no goza aquí del apoyo espectacular y casi unánime que ha demostrado, por ejemplo, el Parlamento español. Después de todo, con quien Rusia tiene frontera no es con Libia, sino, entre otros, con Corea del Norte. Debe ser que allí la población goza de libertad y democracia a saco, no hay sátrapas y tooooodo va bien.
miércoles, 23 de marzo de 2011
Impostores (IV): el auténtico Demetrio (II)
Uglich, hoy, es un pueblecito situado a orillas del Volga, al norte de Moscú, en la región de Yaroslavl. Los turistas llegan normalmente por barco, ya que hacerlo por tierra es complicado: las carreteras obligan a dar una vuelta importante, y la estación de tren es un edificio medio desocupado, a desmano de la línea principal que une Moscú con Yaroslavl y Arjángelsk, y no fue construida hasta 1940, lo cual es uno de los motivos del decaimiento de Uglich en el siglo anterior.
Porque Uglich, en siglos pasados, fue una ciudad importante, que llegó a tener a finales del siglo XVI más habitantes de los que tiene hoy, hasta que durante los tiempos que estamos relatando fue destrozada a conciencia por un ejército sueco. Hoy no llega a los treinta y cinco mil habitantes y la tendencia es descendente. Como en toda Rusia, salvo en las grandes ciudades.
Como casi todos los turistas, yo llegué un buen día de septiembre por barco, después de día y medio de crucero fluvial y de pasar por infinidad de esclusas. Eso de las esclusas fluviales es muy bonito la primera vez. Incluso la segunda. La octava vez ya harta un poco, y no digamos si encima está lloviznando insistentemente. Al final, te quedas en el camarote o en el comedor jugando a las cartas.
El único momento pisando tierra firme del crucero fueron las tres horas que pasamos en Uglich, sorteando los tenderetes del puerto para llegar a la iglesia del mártir Demetrio, dentro del kremlin de Uglich. El mártir Demetrio es, efectivamente, el mismo Demetrio Ivánovich Rurikovich que está siendo el prota de esta serie, y alrededor del cual gira todo en Uglich, hasta el punto de que el escudo de la ciudad, que es ése que ilustra esta entrada, no es más que una imagen del propio zarevich Demetrio sobre fondo rojo. Rojo sangre, claro.
De la época de María Nagaya y Demetrio en Uglich no se ha escrito demasiado, pero lo que se sabe del niño no parece servir de base para canonizarlo. Vivían en un palacio (dentro de lo que eran los palacios en la Rusia del siglo XVI), pues se consideraba gobernador de Uglich, pero el poder lo tenían los enviados que habían mandado de Moscú para, supuestamente, protegerlo y aconsejarlo. Es cierto que el niño era epiléptico y que la epilepsia era considerada signo de santidad, pero, por otra parte, en cuanto a su comportamiento parece que más bien había salido a su padre, porque le gustaba ver sufrir a los animales y jugar con cuchillos, y no precisamente para cortar cebollas.
Estas tendencias sádicas, que normalmente le hubieran vedado el camino de los altares, se vieron cortadas bruscamente el 15 de mayo de 1591, cuando apareció muerto no lejos del palacio. Había estado jugando con unos amiguitos a clavar cuchillos en el suelo cuando pasó lo que pasó; los amiguitos, cuando vieron lo que había sucedido, debieron asustarse bastante, y con buen criterio, porque no se escondieron bien del todo, el populacho los descubrió y los linchó, a ellos y a sus padres. Vassily Shuisky, que luego se haría bastante famoso, con el nombre de Basilio IV, fue enviado a investigar el asunto y se puso a castigar a troche y moche, incluso con penas bastante originales, como castigar a las campanas de la catedral de Uglich, quitarles el badajo (como quien le corta la lengua a una persona) y desterrarlas a Siberia. Sí, a las campanas.
Sobre la muerte de Demetrio Ivánovich, la versión más probable es que tuvo un ataque de epilepsia mientras jugaba con el cuchillo, con tan mala suerte que se lo clavó en el cuello o cayó sobre un clavo o un cuchillo que hubiera en el suelo. Otra versión apunta a que fue asesinado por orden de Borís Godunov, que ya estaba preparando su acceso al trono.
La tercera versión, que tuvo mucho predicamento en los años posteriores al suceso, es que el zarevich se salvó milagrosamente de sus asesinos y escapó de Uglich. Ciertamente, el hecho de que el cuerpo del zarevich hubiera sido debidamente enterrado jugaba en contra de esta explicación, pero las noticias llegaban entonces a los sitios con bastante retraso y, de todas formas, la gente no se fiaba mucho de los políticos de entonces (no como ahora, en que a los políticos se les tiene en altísima estima por su probidad inquebrantable ;-) ) y estaba dispuesta a creer que les estaban engañando y que el zarevich seguía vivo.
En todo caso, ahora que queda claro quién era el Demetrio de verdad, en alguna entrada futura tocará escribir sobre los candidatos a usurpar su nombre.
Porque Uglich, en siglos pasados, fue una ciudad importante, que llegó a tener a finales del siglo XVI más habitantes de los que tiene hoy, hasta que durante los tiempos que estamos relatando fue destrozada a conciencia por un ejército sueco. Hoy no llega a los treinta y cinco mil habitantes y la tendencia es descendente. Como en toda Rusia, salvo en las grandes ciudades.
Como casi todos los turistas, yo llegué un buen día de septiembre por barco, después de día y medio de crucero fluvial y de pasar por infinidad de esclusas. Eso de las esclusas fluviales es muy bonito la primera vez. Incluso la segunda. La octava vez ya harta un poco, y no digamos si encima está lloviznando insistentemente. Al final, te quedas en el camarote o en el comedor jugando a las cartas.
El único momento pisando tierra firme del crucero fueron las tres horas que pasamos en Uglich, sorteando los tenderetes del puerto para llegar a la iglesia del mártir Demetrio, dentro del kremlin de Uglich. El mártir Demetrio es, efectivamente, el mismo Demetrio Ivánovich Rurikovich que está siendo el prota de esta serie, y alrededor del cual gira todo en Uglich, hasta el punto de que el escudo de la ciudad, que es ése que ilustra esta entrada, no es más que una imagen del propio zarevich Demetrio sobre fondo rojo. Rojo sangre, claro.
De la época de María Nagaya y Demetrio en Uglich no se ha escrito demasiado, pero lo que se sabe del niño no parece servir de base para canonizarlo. Vivían en un palacio (dentro de lo que eran los palacios en la Rusia del siglo XVI), pues se consideraba gobernador de Uglich, pero el poder lo tenían los enviados que habían mandado de Moscú para, supuestamente, protegerlo y aconsejarlo. Es cierto que el niño era epiléptico y que la epilepsia era considerada signo de santidad, pero, por otra parte, en cuanto a su comportamiento parece que más bien había salido a su padre, porque le gustaba ver sufrir a los animales y jugar con cuchillos, y no precisamente para cortar cebollas.
Estas tendencias sádicas, que normalmente le hubieran vedado el camino de los altares, se vieron cortadas bruscamente el 15 de mayo de 1591, cuando apareció muerto no lejos del palacio. Había estado jugando con unos amiguitos a clavar cuchillos en el suelo cuando pasó lo que pasó; los amiguitos, cuando vieron lo que había sucedido, debieron asustarse bastante, y con buen criterio, porque no se escondieron bien del todo, el populacho los descubrió y los linchó, a ellos y a sus padres. Vassily Shuisky, que luego se haría bastante famoso, con el nombre de Basilio IV, fue enviado a investigar el asunto y se puso a castigar a troche y moche, incluso con penas bastante originales, como castigar a las campanas de la catedral de Uglich, quitarles el badajo (como quien le corta la lengua a una persona) y desterrarlas a Siberia. Sí, a las campanas.
Sobre la muerte de Demetrio Ivánovich, la versión más probable es que tuvo un ataque de epilepsia mientras jugaba con el cuchillo, con tan mala suerte que se lo clavó en el cuello o cayó sobre un clavo o un cuchillo que hubiera en el suelo. Otra versión apunta a que fue asesinado por orden de Borís Godunov, que ya estaba preparando su acceso al trono.
La tercera versión, que tuvo mucho predicamento en los años posteriores al suceso, es que el zarevich se salvó milagrosamente de sus asesinos y escapó de Uglich. Ciertamente, el hecho de que el cuerpo del zarevich hubiera sido debidamente enterrado jugaba en contra de esta explicación, pero las noticias llegaban entonces a los sitios con bastante retraso y, de todas formas, la gente no se fiaba mucho de los políticos de entonces (no como ahora, en que a los políticos se les tiene en altísima estima por su probidad inquebrantable ;-) ) y estaba dispuesta a creer que les estaban engañando y que el zarevich seguía vivo.
En todo caso, ahora que queda claro quién era el Demetrio de verdad, en alguna entrada futura tocará escribir sobre los candidatos a usurpar su nombre.
lunes, 21 de marzo de 2011
Bajón
El día 20 de marzo es día habitual de bajón en Valencia. Han terminado las fiestas, ha ardido todo el trabajo del último año, las falleritas lloran porque ha terminado una semana alucinante y el lunes tienen que volver al colegio y todo el mundo, en fin, está un poco sin saber qué hacer y deambula como esperando que sigan sonando los petardos y que riadas de gente los empujen a diestra y siniestra.
Nosotros, como otros años, hemos hecho un pedacito de Valencia en Moscú y hemos quemado nuestra falla. Una falla modestita, muy primitiva, lejos de los presupuestos que se gastan en la sección especial (y eso que este año la crisis los ha hecho moderarse), compuesta de cuatro cartones colocados en un círculo que por la mañana yo había cavado en la nieve, y donde algunos de los presentes habíamos escrito los nombres de algunos de nuestros seres menos queridos, incluyendo un "Diez Minutos" atrasado con la efigie de Felipín y Letizia en la portada y varios miembros de esa familia que ocupa la Zarzuela y desde ella, según dicen los que creen saber de esto, reinan, pero no gobiernan.
Conseguir petardos en Moscú es cosa más fácil de lo que podría suponerse. Y, sobre todo, más barata. Así como en Valencia, en época de fallas y fiestas, los petardos cuestan un ojo de la cara, en Rusia estamos lejos de esos excesos, y por fin podemos encontrar algo más barato que en España. El viernes, a la salida del trabajo, me acerqué en bicicleta hasta una tienda, poco más que un quiosco, situado en un cruce cerca de Novoslovodskaya. Una tienda sólo de productos pirotécnicos, cuyo dependiente, como casi todos, se quedó mirando el bulto misterioso con curiosidad. Como no era de Moscú y en la tienda no había más cliente que yo, estuvimos charlando un rato de todo lo divino y lo humano y de a ver cuándo ponen carriles-bici en Moscú, cosa que no sé si verán mis bisnietos.
El caso es que me llevé un buen cargamento, que fue utilizado como es debido al día siguiente. Bengalas, fuentes, petardos... es curioso verlos estallar o alumbrar la nieve por un momento, mientras los vecinos, por si acaso, se quedan en sus casas sin intentar comprender lo que está pasando.
El momento cumbre sigue siendo la cremà. Tres valencianos cantando la noche de San José a grito pelado el Himno regional o "El fallero" es algo bastante normal... salvo que los valencianos sean Roberto, Carbuncho y yo mismo, vivamos en Moscú casi desde tiempo inmemorial, después de haber pasado por las mismas aulas de la Escuela de Idiomas de Valencia, y estemos pisoteando la nieve de este invierno que parece no terminar nunca y que ahora mismo, mientras escribo, está dando sus espero que últimos coletazos en forma de tormenta de nieve con unos copos como puños.
Pero eso fue el sábado. Hoy sólo quedan las cenizas de los cartones y el suelo, otra vez, está cubierto de nieve, sin ninguna consideración a la hora que me tiré el sábado para conseguir llegar hasta el fondo y formar un círculo practicable. Y los niños, sin embargo, están contentos, pero sólo porque hoy es cuando comienzan sus vacaciones de, habrá que decirlo, primavera, que les tendrán hasta el próximo lunes cargando pilas en casa, muy a diferencia de los niños valencianos, que tal día como hoy, tras una semana sin clase, vuelven a las aulas a clavar los codos, mientras miran disimuladamente por la ventana, por donde, allí sí, debe estar entrando el sol entre las hojas de los árboles, recordando la semana pasada y sin comprender bien cómo no se pueden alargar las fallas un poco más.
Nosotros, como otros años, hemos hecho un pedacito de Valencia en Moscú y hemos quemado nuestra falla. Una falla modestita, muy primitiva, lejos de los presupuestos que se gastan en la sección especial (y eso que este año la crisis los ha hecho moderarse), compuesta de cuatro cartones colocados en un círculo que por la mañana yo había cavado en la nieve, y donde algunos de los presentes habíamos escrito los nombres de algunos de nuestros seres menos queridos, incluyendo un "Diez Minutos" atrasado con la efigie de Felipín y Letizia en la portada y varios miembros de esa familia que ocupa la Zarzuela y desde ella, según dicen los que creen saber de esto, reinan, pero no gobiernan.
Conseguir petardos en Moscú es cosa más fácil de lo que podría suponerse. Y, sobre todo, más barata. Así como en Valencia, en época de fallas y fiestas, los petardos cuestan un ojo de la cara, en Rusia estamos lejos de esos excesos, y por fin podemos encontrar algo más barato que en España. El viernes, a la salida del trabajo, me acerqué en bicicleta hasta una tienda, poco más que un quiosco, situado en un cruce cerca de Novoslovodskaya. Una tienda sólo de productos pirotécnicos, cuyo dependiente, como casi todos, se quedó mirando el bulto misterioso con curiosidad. Como no era de Moscú y en la tienda no había más cliente que yo, estuvimos charlando un rato de todo lo divino y lo humano y de a ver cuándo ponen carriles-bici en Moscú, cosa que no sé si verán mis bisnietos.
El caso es que me llevé un buen cargamento, que fue utilizado como es debido al día siguiente. Bengalas, fuentes, petardos... es curioso verlos estallar o alumbrar la nieve por un momento, mientras los vecinos, por si acaso, se quedan en sus casas sin intentar comprender lo que está pasando.
El momento cumbre sigue siendo la cremà. Tres valencianos cantando la noche de San José a grito pelado el Himno regional o "El fallero" es algo bastante normal... salvo que los valencianos sean Roberto, Carbuncho y yo mismo, vivamos en Moscú casi desde tiempo inmemorial, después de haber pasado por las mismas aulas de la Escuela de Idiomas de Valencia, y estemos pisoteando la nieve de este invierno que parece no terminar nunca y que ahora mismo, mientras escribo, está dando sus espero que últimos coletazos en forma de tormenta de nieve con unos copos como puños.
Pero eso fue el sábado. Hoy sólo quedan las cenizas de los cartones y el suelo, otra vez, está cubierto de nieve, sin ninguna consideración a la hora que me tiré el sábado para conseguir llegar hasta el fondo y formar un círculo practicable. Y los niños, sin embargo, están contentos, pero sólo porque hoy es cuando comienzan sus vacaciones de, habrá que decirlo, primavera, que les tendrán hasta el próximo lunes cargando pilas en casa, muy a diferencia de los niños valencianos, que tal día como hoy, tras una semana sin clase, vuelven a las aulas a clavar los codos, mientras miran disimuladamente por la ventana, por donde, allí sí, debe estar entrando el sol entre las hojas de los árboles, recordando la semana pasada y sin comprender bien cómo no se pueden alargar las fallas un poco más.
viernes, 18 de marzo de 2011
Impostores (III): el auténtico Demetrio.
Hace unas cuantas entradas comencé a soltar la pluma con un tema histórico de ésos que de vez en cuando aparecen de sopetón en esta bitácora. Rusia es un país rico en farsantes, embaucadores, gente sediciosa, insurrecta y advenedizos de todo pelaje, por lo que el tema, y sólo con tratar los más importantes, da muchísimo de sí. Pues señor, antes de ponerme a escribir sobre la multitud de impostores que invadieron Rusia en los primeros años del siglo XVII, bueno será comenzar por aclarar quién era la persona a la que trataban de suplantar, que es ese chaval con cara de estúpido retratado por Nésterov, ese pintor del que siempre quiero escribir y nunca encuentro ocasión.
Esta persona era Demetrio Ivánovich Rurikovich, que, dicho así, no significa demasiado, pero resulta que era hijo de Iván el Terrible y, finalmente, el último vástago de la dinastía que había gobernado las distintas Rusias desde mediados del siglo IX, cuando los eslavos vieron que no se aclaraban entre ellos, y llamaron a tres hermanos varegos, Rurik, Trubor y Sineus, que se instalaron, respectivamente, en Novgorod, Izborsk y Beloozero, para que pusieran paz y les gobernaran. Eso, al menos, es lo que dicen las crónicas locales, y no seré yo el que vaya a contradecirlas. Rusia, con el tiempo, se fue dividiendo en un montón de principados, regidos por descendientes de Rúrik, de entre los que empezó a destacar el de Moscú, que, a principios del siglo XVI, ya se había comido a todos los demás. Poco después, subió al trono ruso el padre del Demetrio, o Dmitri, que constituye el objeto de la presente entrada.
Iván el Terrible era un tipo con un puntito de irascibilidad que afeaba bastante su carácter. Esto es decirlo en plan suave. Debía tener muy mal vodka, se casó la tira de veces, que ya son ganas (sobre todo las ganas de ellas); sus guardias saqueaban y mataban a la población, en especial a la clase media (no es extraño que Stalin rehabilitara a Iván el Terrible) y, para colmo de males, en un cabreo mató a su hijo mayor, Iván, contribuyendo así a la extinción de la dinastía. El hombre ya digo que se casó siete u ocho veces, no es que se sepa demasiado bien cuántas exactamente, pero el oficio de zarina, en esta época, era más peligroso que el de terrorista suicida, así que no sé yo si envidiar mucho a quienes lo ejercían.
Cuando finalmente murió el zar Iván en 1583, y visto que se había encargado personalmente de que su heredero le precediera, le sucedió el siguiente hijo varón, Teodoro I, que no es que fuera precisamente una lumbrera. Además, Iván el Terrible se había casado, o arrejuntado, o algo así, tres años antes de morir con María Nagaya, una real moza de la que se hartó poco después, pero a la que dio tiempo de dar a luz en 1581 un hijo varón, que es el Demetrio más suplantado de todos los tiempos y que, con el tiempo, iba a ser incluso canonizado cuando ni siquiera habría cumplido treinta años.
Teodoro I, el zar en ejercicio, era un tipo lo suficiente tontaina como para preferir que del gobierno del país se ocupara otro, que resultó ser Borís Godunov, un tipo bastante ambicioso que apuntaba alto y que tenía puestas las miras en un cargo todavía más alto del que ostentaba y que ya era la pera. Por si acaso, y temiendo que se le acabara el chollo de tener un jefe tan fácil de manejar como el zar Teodoro, desterró a María Nagaya y a su hijo a Uglich. Esta Maria Nagaya, aunque no es que la historia diga demasiado de ella, debía ser una mujer decidida y valiente, prueba de lo cual es que se había casado con esa especie de Barba Azul que era Iván el Terrible. Y el hijo era un chiquitín que no llegaba a tres años, pero era el sucesor legítimo, porque de su hermano no es que se pudiera esperar demasiado a la hora de procrear (aunque tuvo una hija que murió niña).
Así que María y su hijo Demetrio se fueron desterrados a Uglich. Uglich mola incluso hoy en día. Pero, sobre Uglich, y continuando con esta historia, ya me enrollaré detro de unos días, que hoy se hace tarde.
Esta persona era Demetrio Ivánovich Rurikovich, que, dicho así, no significa demasiado, pero resulta que era hijo de Iván el Terrible y, finalmente, el último vástago de la dinastía que había gobernado las distintas Rusias desde mediados del siglo IX, cuando los eslavos vieron que no se aclaraban entre ellos, y llamaron a tres hermanos varegos, Rurik, Trubor y Sineus, que se instalaron, respectivamente, en Novgorod, Izborsk y Beloozero, para que pusieran paz y les gobernaran. Eso, al menos, es lo que dicen las crónicas locales, y no seré yo el que vaya a contradecirlas. Rusia, con el tiempo, se fue dividiendo en un montón de principados, regidos por descendientes de Rúrik, de entre los que empezó a destacar el de Moscú, que, a principios del siglo XVI, ya se había comido a todos los demás. Poco después, subió al trono ruso el padre del Demetrio, o Dmitri, que constituye el objeto de la presente entrada.
Iván el Terrible era un tipo con un puntito de irascibilidad que afeaba bastante su carácter. Esto es decirlo en plan suave. Debía tener muy mal vodka, se casó la tira de veces, que ya son ganas (sobre todo las ganas de ellas); sus guardias saqueaban y mataban a la población, en especial a la clase media (no es extraño que Stalin rehabilitara a Iván el Terrible) y, para colmo de males, en un cabreo mató a su hijo mayor, Iván, contribuyendo así a la extinción de la dinastía. El hombre ya digo que se casó siete u ocho veces, no es que se sepa demasiado bien cuántas exactamente, pero el oficio de zarina, en esta época, era más peligroso que el de terrorista suicida, así que no sé yo si envidiar mucho a quienes lo ejercían.
Cuando finalmente murió el zar Iván en 1583, y visto que se había encargado personalmente de que su heredero le precediera, le sucedió el siguiente hijo varón, Teodoro I, que no es que fuera precisamente una lumbrera. Además, Iván el Terrible se había casado, o arrejuntado, o algo así, tres años antes de morir con María Nagaya, una real moza de la que se hartó poco después, pero a la que dio tiempo de dar a luz en 1581 un hijo varón, que es el Demetrio más suplantado de todos los tiempos y que, con el tiempo, iba a ser incluso canonizado cuando ni siquiera habría cumplido treinta años.
Teodoro I, el zar en ejercicio, era un tipo lo suficiente tontaina como para preferir que del gobierno del país se ocupara otro, que resultó ser Borís Godunov, un tipo bastante ambicioso que apuntaba alto y que tenía puestas las miras en un cargo todavía más alto del que ostentaba y que ya era la pera. Por si acaso, y temiendo que se le acabara el chollo de tener un jefe tan fácil de manejar como el zar Teodoro, desterró a María Nagaya y a su hijo a Uglich. Esta Maria Nagaya, aunque no es que la historia diga demasiado de ella, debía ser una mujer decidida y valiente, prueba de lo cual es que se había casado con esa especie de Barba Azul que era Iván el Terrible. Y el hijo era un chiquitín que no llegaba a tres años, pero era el sucesor legítimo, porque de su hermano no es que se pudiera esperar demasiado a la hora de procrear (aunque tuvo una hija que murió niña).
Así que María y su hijo Demetrio se fueron desterrados a Uglich. Uglich mola incluso hoy en día. Pero, sobre Uglich, y continuando con esta historia, ya me enrollaré detro de unos días, que hoy se hace tarde.
jueves, 17 de marzo de 2011
Economistas en pantalón corto
Lejos están los tiempos en que los escolares soviéticos desdeñaban la economía de mercado e ignoraban la ley de la oferta y la demanda, mientras se dedicaban con ahínco a especialidades ingenieriles y técnicas.
Hoy día, en Rusia les enseñan a los escolares, desde la más tierna infancia, rudimentos de economía que yo ni de lejos tuve en la mía. Así es como Ro, ser emocional, pero analítico donde los haya, se explayó durante la cena del otro día.
- Pues creo que en España todo estará yendo muy mal por la subida del petróleo.
- ¿Y tú cómo sabes que ha subido el petróleo?
No sé. Yo, a su edad, me preocupaba de coleccionar cromos de futbolistas, no de la cotización de las materias primas en los mercados internacionales.
- Pues porque como ahora en Líbilla...
- Libia.
- ¿Libia?
- Sí.
- Pues porque como ahora en Libia están en guerra, y producían mucho petróleo, y ya no lo producen, pues hay menos. Y ahora es más caro, y entonces en Rusia están muy contentos. Y seguramente en España, como no hay petróleo, es más caro aún y hay más crisis.
Estoy por dejar que se presente por mí a mi próximo examen de Microeconomía. Lástima que aún no la vea optimizando funciones trigonométricas.
Hoy día, en Rusia les enseñan a los escolares, desde la más tierna infancia, rudimentos de economía que yo ni de lejos tuve en la mía. Así es como Ro, ser emocional, pero analítico donde los haya, se explayó durante la cena del otro día.
- Pues creo que en España todo estará yendo muy mal por la subida del petróleo.
- ¿Y tú cómo sabes que ha subido el petróleo?
No sé. Yo, a su edad, me preocupaba de coleccionar cromos de futbolistas, no de la cotización de las materias primas en los mercados internacionales.
- Pues porque como ahora en Líbilla...
- Libia.
- ¿Libia?
- Sí.
- Pues porque como ahora en Libia están en guerra, y producían mucho petróleo, y ya no lo producen, pues hay menos. Y ahora es más caro, y entonces en Rusia están muy contentos. Y seguramente en España, como no hay petróleo, es más caro aún y hay más crisis.
Estoy por dejar que se presente por mí a mi próximo examen de Microeconomía. Lástima que aún no la vea optimizando funciones trigonométricas.
martes, 15 de marzo de 2011
Tierra de las flores y del calor
Roberto parece decidido a dejar Moscú en los próximos meses para instalarse en Valencia y llevarse allí a su esposa, rusa ella. Es un paso importante en la vida de ambos, pero, sobre todo, de ella, que no por haber estado un par de veces en Valencia de vacaciones desconoce los pormenores de lo que se puede encontrar allí en el día a día.
Menos mal que está Ro para despejar dudas.
- No me gusta mucho Valencia - le dijo a la chica, frunciendo un poco el ceño -. En invierno hace mucho calor.
Seguro que todos conocemos argumentos para no ir a Valencia, pero ése es la primera vez que veo que alguien lo plantee.
Menos mal que está Ro para despejar dudas.
- No me gusta mucho Valencia - le dijo a la chica, frunciendo un poco el ceño -. En invierno hace mucho calor.
Seguro que todos conocemos argumentos para no ir a Valencia, pero ése es la primera vez que veo que alguien lo plantee.
lunes, 14 de marzo de 2011
Supersticiones primaverales
Los rusos son muy supersticiosos. Mucho. No silban, porque trae mala suerte. No sacan a los recién nacidos a la calle, por si alguien les mira y les echa mal de ojo. No hacen muchas cosas que parecen normales, porque son mala señal.
Pero es posible que, sobre todo en estas fechas de deshielo incipiente, con temperaturas que por el día suben de cero grados y por la noche vuelven a los niveles de congelación invernales, alguna de esas supersticiones tenga fundamento.
Por ejemplo, la de que pasar por debajo de una escalera trae mala suerte. Veamos, por ejemplo, esta escalera, a las nueve de la mañana.
Y veamos la misma escalera dos horas después.
Ay.
Pero es posible que, sobre todo en estas fechas de deshielo incipiente, con temperaturas que por el día suben de cero grados y por la noche vuelven a los niveles de congelación invernales, alguna de esas supersticiones tenga fundamento.
Por ejemplo, la de que pasar por debajo de una escalera trae mala suerte. Veamos, por ejemplo, esta escalera, a las nueve de la mañana.
Y veamos la misma escalera dos horas después.
Ay.
viernes, 11 de marzo de 2011
Cocina para exiliados (XIII): Migas con kolbasá
El otro día, Beloemigrant realizó un comentario "off-topic", que, sin embargo, me dejó con la mosca tras la oreja. Beloemigrant quería hacer migas con chorizo en Rusia y se (me) preguntaba qué se podría hacer para sacar esa receta adelante con los medios locales.
Mi respuesta fue que cada pueblo tiene el embutido que le es característico y que considera mejor. Los españoles no admitimos que haya algo mejor que el chorizo y las morcillas, mientras que los rusos, por poner un caso, ponen por las nubes a su doktorskaya kolbasá mientras los españoles les miramos con compasión y les damos palmaditas en la espalda. Pero he dicho rusos, como podía haber dicho cualquier otro país. El embutido es algo muy propio.
Por eso, el chorizo español se ha abierto paso lenta y dolorosamente, y yo los he visto sólo en la versión sarta y más curado de lo que me gustaría, y no en todos los sitios. Pero esa respuesta a Beloemigrant reconozco que era bastante insatisfactoria, amén de escurridiza, y de todas formas la idea de hacer migas me dejó la boca hecha agua. Así que me he metido en plan falsificador y me he sacado de la manga una receta para engañar a los muy nostálgicos de las migas con chorizo... sin chorizo.
Allá van los ingredientes:
Una cabeza de ajo (el disponible más comúnmente en Moscú es el ajo chino pequeñajo que se seca a los tres días, pero es lo que hay).
350 gramos de kolbasá "Odesskaya" (externamente es lo más parecido al chorizo que he encontrado, y lleva especias. Incluso me hice la ilusión -falsa- de que pudiera ser pimentón).
Panceta (beicon, vale, pero es lo que hay)
Medio "batón" Nareznoy (es uno de los panes más infectos que se pueden encontrar para un español, pero es absolutamente ideal para las migas: se mantiene eternamente húmedo hasta que se enmohece y ya hay que tirarlo o venderlo como queso).
Aceite de oliva (sin pasarse, que aquí es bien caro y, de todas formas, ya hemos puesto panceta para darle el toque graso y colesteroliano 100%).
Y ahora...
Primer paso: Desmigajar el batón Narezhnoy en trozos del tamaño de la falange del meñique. Si estuviéramos hablando de pan español del día anterior, que es el caso habitual para las migas, tendríamos que humedecerlo con agua. Con el batón no es necesario. A veces pienso que está tan gomoso que, si lo apretara mucho, podría exprimirlo.
Segundo paso: Abrir la kolbasá Odesskaya. A diferencia del chorizo, es un cosa compacta cuyo desmigajamiento debe hacerse a base de cuchillo en trozos pequeños. En España, pondríamos el chorizo y la panceta en la sartén y se desmigajaría solo. Aquí, a la kolbasá Odesskaya, hay que ayudarla.
Tercer paso: Cortar en trozos pequeños la panceta.
Cuarto paso: Calentar los ajos, los trozos de kolbasá y la panceta en el aceite de oliva. En España, ya digo que se desmigajaría todo y se haría una especie de caldo con tropezones. Aquí, no. La kolbasá Odesskaya es indestructible por medios puramente caloríferos.
Quinto paso: Cuando estén los ajos morenos y la panceta deshecha, se pasa todo de la sartén a un recipiente y se pasa rápidamente por la batidora, pero tratando de dejar trozos pequeños, pero enteros. Que no se quede hecho puré.
Sexto paso: Devolver el mejunje a la sartén y calentarlo un poco más.
Séptimo paso: Añadir el pan, removiendo despacio para que empape el aceite, hasta que el pan quede dorado y blando (eso es fácil en el caso del batón) e impregnado con los sabores.
Y a servir. Yo me chupé los dedos. Eso sí, no lo hagáis hoy, que estamos de abstinencia. Mañana será otro día.
Mi respuesta fue que cada pueblo tiene el embutido que le es característico y que considera mejor. Los españoles no admitimos que haya algo mejor que el chorizo y las morcillas, mientras que los rusos, por poner un caso, ponen por las nubes a su doktorskaya kolbasá mientras los españoles les miramos con compasión y les damos palmaditas en la espalda. Pero he dicho rusos, como podía haber dicho cualquier otro país. El embutido es algo muy propio.
Por eso, el chorizo español se ha abierto paso lenta y dolorosamente, y yo los he visto sólo en la versión sarta y más curado de lo que me gustaría, y no en todos los sitios. Pero esa respuesta a Beloemigrant reconozco que era bastante insatisfactoria, amén de escurridiza, y de todas formas la idea de hacer migas me dejó la boca hecha agua. Así que me he metido en plan falsificador y me he sacado de la manga una receta para engañar a los muy nostálgicos de las migas con chorizo... sin chorizo.
Allá van los ingredientes:
Una cabeza de ajo (el disponible más comúnmente en Moscú es el ajo chino pequeñajo que se seca a los tres días, pero es lo que hay).
350 gramos de kolbasá "Odesskaya" (externamente es lo más parecido al chorizo que he encontrado, y lleva especias. Incluso me hice la ilusión -falsa- de que pudiera ser pimentón).
Panceta (beicon, vale, pero es lo que hay)
Medio "batón" Nareznoy (es uno de los panes más infectos que se pueden encontrar para un español, pero es absolutamente ideal para las migas: se mantiene eternamente húmedo hasta que se enmohece y ya hay que tirarlo o venderlo como queso).
Aceite de oliva (sin pasarse, que aquí es bien caro y, de todas formas, ya hemos puesto panceta para darle el toque graso y colesteroliano 100%).
Y ahora...
Primer paso: Desmigajar el batón Narezhnoy en trozos del tamaño de la falange del meñique. Si estuviéramos hablando de pan español del día anterior, que es el caso habitual para las migas, tendríamos que humedecerlo con agua. Con el batón no es necesario. A veces pienso que está tan gomoso que, si lo apretara mucho, podría exprimirlo.
Segundo paso: Abrir la kolbasá Odesskaya. A diferencia del chorizo, es un cosa compacta cuyo desmigajamiento debe hacerse a base de cuchillo en trozos pequeños. En España, pondríamos el chorizo y la panceta en la sartén y se desmigajaría solo. Aquí, a la kolbasá Odesskaya, hay que ayudarla.
Tercer paso: Cortar en trozos pequeños la panceta.
Cuarto paso: Calentar los ajos, los trozos de kolbasá y la panceta en el aceite de oliva. En España, ya digo que se desmigajaría todo y se haría una especie de caldo con tropezones. Aquí, no. La kolbasá Odesskaya es indestructible por medios puramente caloríferos.
Quinto paso: Cuando estén los ajos morenos y la panceta deshecha, se pasa todo de la sartén a un recipiente y se pasa rápidamente por la batidora, pero tratando de dejar trozos pequeños, pero enteros. Que no se quede hecho puré.
Sexto paso: Devolver el mejunje a la sartén y calentarlo un poco más.
Séptimo paso: Añadir el pan, removiendo despacio para que empape el aceite, hasta que el pan quede dorado y blando (eso es fácil en el caso del batón) e impregnado con los sabores.
Y a servir. Yo me chupé los dedos. Eso sí, no lo hagáis hoy, que estamos de abstinencia. Mañana será otro día.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Razón social
El de la imagen es el Café "Lepota", innovadora tasca moscovita con ínfulas tradicionales, situada en el mismísimo corazón de Moscú.
En su página web, dicen que su ambiente tranquilo pretende agradar tanto a los nativos, como a los turistas extranjeros que visiten la ciudad.
Ellos sabrán. En España, desde luego, no creo que el nombre despierte mucho el apetito.
En su página web, dicen que su ambiente tranquilo pretende agradar tanto a los nativos, como a los turistas extranjeros que visiten la ciudad.
Ellos sabrán. En España, desde luego, no creo que el nombre despierte mucho el apetito.
martes, 8 de marzo de 2011
Primavera junto al Kremlin
No sólo son las fotos de la entrada anterior. La primavera ha llegado también a los alrededores del Kremlin, y me apetecía compartir esta foto que hice ayer, pasando por el puente que une Zamoskvarechye con el centro del gran poder.
El río Moscova comienza a ver cómo se resquebraja la capa de hielo que lo ha venido recubriendo durante todo el invierno, el cielo ya es azul, en lugar de gris plomo o de blanco sucio, y a las seis de la tarde aún es de día. Esto marcha.
El río Moscova comienza a ver cómo se resquebraja la capa de hielo que lo ha venido recubriendo durante todo el invierno, el cielo ya es azul, en lugar de gris plomo o de blanco sucio, y a las seis de la tarde aún es de día. Esto marcha.
lunes, 7 de marzo de 2011
Estampas primaverales
Muñeco de nieve realizado por unos niños a primeros de marzo, comenzada la primavera.
Escolares recién salidos de la "Maslenitsa" de su colegio, en que se conmemora la llegada de la primavera, y se toman fuerzas antes del comienzo de la Cuaresma.
Seguimos a varios grados bajo cero, y con nieve por encima de la coronilla. A todo el que le pregunto me dice que está hasta los c*j*n*s de la temperatura que hace y que a ver cuándo llega el buen tiempo.
Se les ve con la sangre alterada. Señal de que, efectivamente, estamos en primavera.
jueves, 3 de marzo de 2011
Comparaciones
El señor de la foto, que seguramente está bastante chiflado y ha hecho cosas muy raras, dirige su país desde 1969. En este tiempo ha puesto a su país, importante productor petrolífero, que estaba más atrasado que un periódico que anuncie el fin de la guerra de Cuba, en el primer puesto de África en PIB per cápita, en esperanza de vida y en índice de desarrollo humano.
Sin embargo, sus compatriotas están enfurecidos con él y lo quieren derrocar de inmediato. Y luego ya veremos qué le hacen.
El señor de esta otra foto, que aparentemente no está chiflado ni ha hecho cosas raras, también era el máximo dirigente de un país, aún más importante productor petrolífero que el anterior. En el curso de los seis años que estuvo al frente del mismo, consiguió hacerlo desaparecer, mientras una gran parte de sus habitantes perdía todos sus ahorros y bastantes de ellos se veían reducidos a la pobreza y a hacer cola para comprar comida.
Ayer cumplió ochenta años y el presidente actual de su país le ha impuesto la medalla de San Andrés, la máxima condecoración rusa, por los servicios prestados.
Yo no entiendo nada.
Sin embargo, sus compatriotas están enfurecidos con él y lo quieren derrocar de inmediato. Y luego ya veremos qué le hacen.
El señor de esta otra foto, que aparentemente no está chiflado ni ha hecho cosas raras, también era el máximo dirigente de un país, aún más importante productor petrolífero que el anterior. En el curso de los seis años que estuvo al frente del mismo, consiguió hacerlo desaparecer, mientras una gran parte de sus habitantes perdía todos sus ahorros y bastantes de ellos se veían reducidos a la pobreza y a hacer cola para comprar comida.
Ayer cumplió ochenta años y el presidente actual de su país le ha impuesto la medalla de San Andrés, la máxima condecoración rusa, por los servicios prestados.
Yo no entiendo nada.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Alto copete
Lo de la foto es la parte trasera del otrora llamado Hotel Minsk, un agujero soviético situado en plena calle Tverskaya y donde sólo se alojaban los viajeros higiénicamente más indiferentes que aparecían por Moscú. Eso sí, sus precios eran un chollazo en comparación con otros agujeros insondables o con los hoteles de alto copete y cuatrocientos euros por noche que abundan por la zona. Incluso en las guías rusas, tan particulares ellas, aparecía como hotel de dos estrellas, lo cual es una de las calificaciones más incalificables que se puede dar al hotel.
Algo no podía ser en toda esta maraña. O que la higiene del hotel fuera sólo comparable a la pocilga de mi pueblo (también de dos estrellas, al parecer), o que los precios fueran escandalosamente bajos, en desigual competencia con el resto de la oferta hotelera de la zona. Así que pasó lo que tenía que pasar, el Hotel Minsk fue derruido tras 38 años de servicio y comenzaron las obras y el bloqueo de la calle posterior, que era por donde debía ir yo al metro y al trabajo. Maldición.
En Moscú, si algo falta, son hoteles baratos, pero decentes. Lo que está cerca de inaugurarse es el complejo de negocios Summit (con ese nombre, la modestia no va a ser lo suyo), que albergará el hotel de cinco estrellas (esta vez de verdad) Intercontinental a partir de, se supone, verano. Los precios no son conocidos todavía, claro, pero por casos anteriores es probable que en verano haya una oferta de lanzamiento de envergadura, un chollo, a unos trescientos euros por noche. Regalao, tú.
Sea como sea, Alfina y yo, de camino al metro, ya hace algún tiempo que veíamos que la calle por donde nos vendría bien pasar estaba despejándose de escombros, y que a los tayikos que estaban construyendo el hotelazo les abrían la valla para que pasaran.
- ¿Podemos pasar? - le preguntamos al guarda (éste era ruso).
- Nooooo.
- ¿Y cuándo van a abrir el paso?
- No antes de la primavera.
- Pfff...
Otra cosa no, pero puntuales han sido un rato. Ayer empezó la primavera, y hoy han abierto un paso para peatones. Y no hay hielo en el suelo, oye.
Algo no podía ser en toda esta maraña. O que la higiene del hotel fuera sólo comparable a la pocilga de mi pueblo (también de dos estrellas, al parecer), o que los precios fueran escandalosamente bajos, en desigual competencia con el resto de la oferta hotelera de la zona. Así que pasó lo que tenía que pasar, el Hotel Minsk fue derruido tras 38 años de servicio y comenzaron las obras y el bloqueo de la calle posterior, que era por donde debía ir yo al metro y al trabajo. Maldición.
En Moscú, si algo falta, son hoteles baratos, pero decentes. Lo que está cerca de inaugurarse es el complejo de negocios Summit (con ese nombre, la modestia no va a ser lo suyo), que albergará el hotel de cinco estrellas (esta vez de verdad) Intercontinental a partir de, se supone, verano. Los precios no son conocidos todavía, claro, pero por casos anteriores es probable que en verano haya una oferta de lanzamiento de envergadura, un chollo, a unos trescientos euros por noche. Regalao, tú.
Sea como sea, Alfina y yo, de camino al metro, ya hace algún tiempo que veíamos que la calle por donde nos vendría bien pasar estaba despejándose de escombros, y que a los tayikos que estaban construyendo el hotelazo les abrían la valla para que pasaran.
- ¿Podemos pasar? - le preguntamos al guarda (éste era ruso).
- Nooooo.
- ¿Y cuándo van a abrir el paso?
- No antes de la primavera.
- Pfff...
Otra cosa no, pero puntuales han sido un rato. Ayer empezó la primavera, y hoy han abierto un paso para peatones. Y no hay hielo en el suelo, oye.