Y, finalmente, tras varias entradas (ésta, ésta y ésta) hablando del asunto, llega el asunto de ver cómo se intenta solucionar el asunto de la violencia doméstica.
En Rusia, la cosa es bastante sencilla. Vamos, es que ni se plantea el asunto, con lo cual no hay para qué buscar una solución. Violencia...¿doméstica? ¿Lo qué? Aquí están intentando solucionar la violencia en el Cáucaso, donde todavía quedan barbudos, aunque cada vez menos, decididos a continuar con la yihad islámica a costa de quien sea. Por si no bastaba con ésa, aquí se han encontrado con que hay miembros de la policía a los que se les va la olla y montan un cirio descomunal con muertes incluidas, y por fin se han decidido a tomar cartas en el asunto y a intentar limpiar el cuerpo, aunque no creo que mis ojos, ni los de mis nietos, lleguen a ver un cuerpo de policía impoluto en Rusia. Aquí, en Rusia, tenemos menos violencia que hace unos años, gracias a Dios, pero seguimos teniendo violencia a capazos, así que nadie se va a poner a arreglar los casos de violencia doméstica que pueda haber. Es que ni alarma social ni leches.
Bueno, pues, cuando en Rusia hayan acabado de solucionar los otros problemas más graves que tienen y algún político ocioso tenga la idea de ponerle coto a la violencia doméstica, que miren lo que pasa en España y que hagan cualquier otra cosa, porque seguro que les sale mejor.
En España, la brillante idea de nuestros políticos ha consistido en cargarse la presunción de inocencia de la mitad de la población, hacer mangas y capirotes de uno de los principios fundamentales del Derecho Penal, y crear unos juzgados especiales para que las esposas tengan, si quieren, la posibilidad de arruinar las vidas de los maridos acusándoles de malos tratos, sea verdad o no (al revés, en cambio, no se puede actuar de esta manera). Por fortuna, el recurso a esta vía de solución de conflictos no está generalizado todavía, pero en los casos en que se ha llegado a esto la desproporción de trato entre las partes es tan fuerte que, al acabar los fuegos artificiales, tenemos un hombre con una mano delante y otra detrás y que puede haber sido más o menos agresivo, pero que puede no haberlo sido, y en ambos casos lo tenemos desquiciado, resentido y sabedor de que la maquinaria del Estado está en su contra. Y lo tenemos, muchísimas veces, sin nada que perder.
Como hombres hay más que longanizas, aquí cabe de todo, así que la reacción del que se ve en tales andanzas puede ser buenrollista, de acatamiento de todas las órdenes de alejamiento, de irse a vivir debajo de un puente, porque piso ya no tiene, e incluso de intentar cumplir con el pago de la pensión que le toque a pesar de que perfectamente puede haber perdido su trabajo con la que está cayendo y con lo difícil que es llegar presentable al curro cuando vives debajo de un puente. Posiblemente eso es lo que espera de él la sociedad, representada por la jueza, la fiscala, la secretaria y la oficiala que le han puesto en tal situación. Pero puede darse la situación de que el hombre no sea tan buenrollista, decida que le han tratado injustamente, sobre todo si la acusación se la han sacado de la manga, y que la cosa acabe mucho peor. Porque, ante la gente que no tiene nada que perder, las medidas cautelares tienen un valor bastante relativo.
Al menos en España, el resultado de esta legislación potencialmente aplicable a los Untermenschen (o mejor Untermänner) está siendo patético y lo que nos queda por ver. La tentación de luchar contra situaciones de violencia renunciando a principios básicos ya la hemos visto antes en España, cuando unos iluminados pensaron que para acabar con el terrorismo lo mejor era que el Estado se dedicara a secuestrar a terroristas sin juicio ni ná. La cosa fue tan eficaz que en España seguimos teniendo terrorismo y, además, sus partidarios pueden aducir, y encima con un poquito de razón, que no sólo hay violencia por parte de ETA, sino también por parte del opresor Estado español. Y sí, me refiero a los GAL, pero no sólo a los GAL.
Pues, hala, igual que entonces, al Estado español, para luchar contra la violencia doméstica, no se le ocurre otra cosa que cargarse la presunción de inocencia (del principio de igualdad es que ya ni hablo). Y lo bueno es que esto es cosa de cuatro resentidas que se las han apañado para extender su mala leche a cuanta más gente mejor. Al final, como después de los GAL, se demostrará que renunciar a los principios que decimos defender sólo conduce a empeorar el problema.
Pues eso, que en Rusia no aprendan en esto de nosotros. Tienen la enorme suerte de que las cuatro resentidas las tenemos en España y que la que tenga tentación de resentirse tiene como válvula de escape días como hoy, 8 de marzo, en que los hombres estamos especialmente obsequiosos. Según alguna española que vive por aquí y que no admira precisamente a la dievushka típica, eso se compensa con lo que sucede el resto del año. Pero ése es otro asunto.
Y ya sé que escribir cosas como ésta precisamente hoy tiene su punto provocador, pero es que uno no llamó a su bitácora "Miles gloriosus" así como así. Y, claro, algo de fanfarroneo debe haber. Pero, para fanfarrona, la madre que figura en la foto que ilustra esta entrada: ese bebé sí que puede decir que ha mamado el patinaje artístico desde la cuna.
Si te han condenado por asesinato, sin que hayas matado, mata para que al menos la condena sea justa.
ResponderEliminarEso no sé dónde lo leí, pero hay que ver la razón que tenía...
¿Qué pasará cuando se nos hinchen las narices a los hombres y la liemos parda?
yo digo que precisamente hoy, día de la mujer trabajadora, no nos podemos quejar, que ya tenemos los hombres 364 días del hombre trabajador.... y sin tener que ir presumiendo..
ResponderEliminarEs triste ver como los legisladores (ellos y ellas) se pasan la constitución por sus respectivos traseros...
Qué pena.
Behehemoth, pues no sé lo que pasará, pero espero que me pille en el monte.
ResponderEliminarDanferesp, bueno, yo también me paso la Constitución más o menos por ahí. Todas, desde la de 1812.
Pero los políticos, encima, dicen que la acatan. Ya lo veo...
Hola Alfor,
ResponderEliminarSigo tu blog desde hace poco. He llegado a ti a traves desde mis gafas. Lo he linkeado al mío propio.
Suerte tienes de haber escapado de Is Pain. Donde no sólo tienes que soportar a tías cutres y tirando a feas que se las dan de reinas del mambo. Sino que encima te pueden meter en el talego a la primera de cambio.
Y si dices algo en contra del régimen impuesto por el lobby femigay_buen_rollista encima eres un machista de la reostia.
Un saludo desde Kaunas. Yo también conseguí escapar de aquella pesadilla :)
Argonauta, hombre, que arpías hay en todos los sitios. Sí que es verdad que en Kaunas ya me di cuenta de que en Lituania, al menos, estaban como un tren.
ResponderEliminarAh, y bienvenido. Me he paseado un poco por tu bitácora y tengo serias dudas sobre si te gustará ésta, pero bueno, todo podría ser.