Siguiendo con la serie sobre prensa rusa, que sólo lentamente va llegando a su final, hoy le toca a uno de los diarios con mejor fama de Moscú, cual es el Kommersant.
El Kommersant es un diario que sabe nadar y guardar la ropa. Tuvo, como la Nezavisimaya Gazeta, un pasado bastante más beligerante que su presente actual, pero en la actualidad todavía se permite alguna pildorilla de crítica frente al poder. Y, ojo, aquí tenemos un ejemplo que yo considero muy inteligente: para poder críticar un poquitín a Putin, de paso crítica muchísimo más a Mijaíl Saakashvili, uno de los enemigos más conocidos del anterior. Digamos que tira dos piedras, una a cada uno, y a Putin le tira una, pero, como le ha tirado una más gorda al otro, puede vivir con tranquilidad.
Porque lo bueno de Kommersant es que lo suyo es la información económica, que es bien buena, y la información general y política algo secundario que le piden sus lectores para no estar totalmente desinformados. Y así llegamos a su tratamiento de la noticia de referencia en toda esta serie, que es, recordemos, la reunión del presidente Medvedev con los grupos parlamentarios cabreadísimos con el transcurso y, sobre todo, con el resultado de las elecciones municipales de octubre de 2009. Por cierto, cómo pasa el tiempo: de aquí a dos semanas hay elecciones regionales en bastantes puntos de Rusia. A ver qué pasa.
Traduzo los primeros párrafos del artículo que dedicó el Kommersant al encuentro, y que se puede leer aquí.
El sábado, el presidente Dmitri Medvedev mantuvo una reunión ordinaria con los líderes de los grupos parlamentarios, con el fin de escuchar sus propuestas sobre el mensaje del presidente a la Asamblea Federal. Mientras conversaban sobre el resultado de las elecciones, que llevaron al conocido incidente con tres de los grupos parlamentarios, el presidente aclaró a los representantes de los partidos, que no se era cosa de escenificar los "funerales de la democracia", puesto que, en comparación con los años noventa, "a pesar de todo vamos avanzando". Los líderes de los grupos parlamentarios se fueron satisfechos.
Para empezar, ni un atisbo de oposición. El corresponsal ha pasado de líos y, para el encabezado, ha tomado casi literalmente el texto de las agencias oficiales de noticias. Y con buen criterio, porque, a sus lectores, lo que pueda hacer la oposición parlamentaria les importa una higa. Lo que haga el presidente, que pasa por ser razonablemente liberal en materia económica, les preocupa mucho más. Pero sigamos leyendo un poco.
Al principio, el encuentro estaba previsto para el martes, 27 de octubre. Recordemos que el presidente se reúne con los líderes de los grupos parlamentarios aproximadamente una vez por trimestre; la última vez lo hizo el 10 de agosto en Krasnaya Polyana. Pero, al surgir el escándalo de los resultados de las elecciones regionales, la reunión, según la secretaria de prensa del presidente, Natalia Timakova, "y en consideración al ruego de los partidos opositores", fue adelantada tres días, al sábado, 24 de octubre. La conversación, tal y como se dice en la página de internet del Kremlin, "transcurrió a base de un intercambio informal de opiniones". El cual, según la señora Timakova, "permite que los representantes de los partidos opositores hayan podido hablar sobre lo que hayan querido."
Llama la atención que otros periódicos, incluso tradicionalmente favorables al Kremlin, corrieran a entrevistar a Zhirinovsky y a sacar carnaza de la situación, mientras que Kommersant se limita a hablar con la secretaria de prensa del presidente y a leer su página web. Uno comienza a sospechar que al corresponsal le dio pereza acercarse un sábado a la Barvija.
Pero antes de que los líderes de los partidos pudieran hablar "de lo que quisieran", Dmitri Medvedev les habló de lo que quería él. Aclaró enseguida que, en primer lugar, no iban a hablar de las elecciones, sino del resultado de la cumbre del G-20, y de su mensaje (a la Asamblea Federal), recordando que este año se estaba preparando con un formato algo distinto, conjuntamente con la publicación de su compendio, en forma de artículo, "¡Adelante, Rusia!". "Me atrevo a tener la esperanza de que ustedes, al menos parcialmente, lo conozcan o hayan oído hablar de él", hizo notar modestamente Dmitri Medvedev. Para llevar la discusión a los cauces adecuados, el presidente concretó que "podría hablarse" también de la modernización de la economía y de la esfera social, del desarrollo de la ciencia y la producción, y de la estrategia de salida de la crisis económica. Finalmente, propuso hablar también de "cómo desarrollar el sistema político y la democracia".
Incidentalmente, "¡Adelante, Rusia!", que es como Medvedev ha titulado su opúsculo, es el grito de guerra de los hinchas deportivos rusos, algo así como nuestro "¡Aúpa, España!". Y es que Medvedev, creo que ya quedó claro en la última entrada, es tirando a hincha.
El artículo sigue, pero con esto ya tenemos bastante para saber de qué pie cojea el Kommersant. Como decía Franco, no se mete en política. Tiene un círculo de lectores razonablemente restringido, que son quienes cortan el bacalao en materia económica y no necesitan conocer las martingalas politiqueras de la sedicente oposición. Los lectores de Kommersant están del lado del poder. Les gustaría un poquito más de manga ancha liberalilla en materia económica y que mejore el clima de negocios en Rusia. Los que se empeñan en buscar diferencias entre Medvedev y Putin dicen que más bien sería el primero el que estaría por la tarea, mientras que Putin y su gente (como si Medvedev no lo fuera) están más por la pureza del régimen del poder.
No sé si tengo algún lector lo suficientemente mayor o empollón para recordar la España de los años sesenta y los dos grupos predominantes dentro del régimen: los azules, falangistas de más o menos pura cepa y poseedores de una ideología dentro del Movimiento Nacional, y los tecnócratas, que se dedicaban más a la gestión y a quienes las virguerías políticas y los principios del Movimiento les importaban más bien poco.
Mutatis mutandis, la historia se repite en la Rusia de los albores del siglo XXI. Como en la España de Franco, cuando no hay oposición que merezca tal nombre, las propias fuerzas que apoyan al régimen se dividen en bandos que no discuten lo esencial y se muestran en desacuerdo en lo accesorio. En España, azules y tecnócratas; en Rusia, respectivamente, siloviki (fuerzas de seguridad, en general) y civiliki (que se puede traducir precisamente por "tecnócrata" sin desviarse mucho). Pero de esto ya habrá ocasión de hablar en otra ocasión.
Entretanto, la próxima entrada de esta serie, finalmente, va a abordar el diario más leído por los guiris sobre Rusia, y será interesante ver hasta qué punto se diferencia de los diarios ya vistos en su tratamiento de la noticia de referencia.
Sí, le tocará el turno al Moscow Times. Y me reservo los epítetos para esa entrada.
Efectivamente Alfor, como mayor, que no como empollón, es exacta la cita hecha para llegar al mutandis ese tan latino.
ResponderEliminarAnsioso estoy a la espera de la entrada del MOscow Times, ¿queda algún periódico más en la serie?
ResponderEliminarSaludos
Miguel, pues la verdad es que el latinajo lo puse fatal, pero ya lo he corregido.
ResponderEliminarFernando, hombre, aún quedaría el Komsomolskaya Pravda, pero yo creo que no es demasiado diferente del MK, así que casi que la serie terminará con el Moscow Times.