¿A vosotros no os ha pasado nunca que alguien os mete entre sus contactos del messenger y luego se olvida de vosotros? ¿Y, pasados muchos meses, está aburrido frente al ordenador y de repente aparece una ventanita y es él? Pues a mí sí.
Julius Mbeke dice: hola
(Hombre, si es Julius ¡Cuánto tiempo sin saber nada de él! Hala, qué bruto, pero qué foto se ha puesto ¿Eso no son dos negratas en bolas trincando?)
Alfor von Buchweizen dice:
hola, que tal?
Julius Mbeke dice:
bien
Alfor von Buchweizen dice:
menuda foto que te has puesto, ¿no?
Julius Mbeke dice:
es el simbolo de la juventud
Julius Mbeke dice:
q te pacece
Alfor von Buchweizen dice:
posiblemente, posiblemente... yo no me la pondria, pero bueno
Alfor von Buchweizen dice:
vamos, a mi me parecen dos personas haciendoselo
Julius Mbeke dice:
tienes mala vista
Alfor von Buchweizen dice:
sera eso
Julius Mbeke dice:
una chica y un chico
Alfor von Buchweizen dice:
eso parece claro
Julius Mbeke dice:
esa foto es suya
Alfor von Buchweizen dice:
no lo dudo, no lo dudo
Julius Mbeke dice:
me reciero ala foto de tu....
Alfor von Buchweizen dice:
aaahhh... mi foto
Alfor von Buchweizen dice:
si, soy yo
Julius Mbeke dice:
eres espanol
Alfor von Buchweizen dice:
ah, pero, ¿no sabes quien soy?
(Ahhhh... este tío no sabe con quién está chateando)
Julius Mbeke dice:
claro
Alfor von Buchweizen dice:
soy español, si, ya lo creo que soy español
Alfor von Buchweizen dice:
y tu eres guineano
Julius Mbeke dice:
entiendo
Julius Mbeke dice:
con todos los derechos
Alfor von Buchweizen dice:
claro que si
Alfor von Buchweizen dice:
que tal esos estudios?
Julius Mbeke dice:
en q cuidad estas
Alfor von Buchweizen dice:
en la misma que tu, creo: en moscu
Julius Mbeke dice:
tu no eres espanol
Julius Mbeke dice:
si quieres me adivino quien eres
Alfor von Buchweizen dice:
adelante
Julius Mbeke dice:
mejor as tu mismo
Alfor von Buchweizen dice:
veras, el año pasado era tu catequista de confirmacion
Julius Mbeke dice:
a ya
Julius Mbeke dice:
perdone
(Jo, qué tío, qué rápido ha quitado la foto)
Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
miércoles, 30 de enero de 2008
lunes, 28 de enero de 2008
Ciencias naturales
Día laborable a las ocho menos cuarto de la mañana. Abi, en el salón, repasa sus lecciones en ruso:
- Coníferas, árboles con hojas en forma de aguja, que las mantienen durante el invierno. Los demás árboles tienen las hojas planas y las pierden durante el invierno.
Desde la cocina, me suenan las alarmas:
- ¡Abi!
- ¿Qué?
- Vine aci (Ven aquí).
- Sí, papà.
- Acabe de sentir que els arbres que tenen les fulles planes les perden durant l'hiver (Acabo de oír que los árboles que tienen las hojas planas las pierden durante el invierno).
- Sí, aixo posa en el llibre (Sí, eso pone en el libro).
- ¿I el taronger? (¿Y el naranjo?)
Abi piensa un momento y se da cuenta de que hace poco, pero dentro del invierno, acaba de estar en Valencia triscando por entre huertos de naranjos frondosísimos.
- No, el taroncher no perd les fulles (No, el naranjo no pierde las hojas).
- Aixo és (Eso es) - dije, orgullosísimo de haber pillado al libro en falta.
Llega la niñera de Abi para recogerla e ir al colegio.
- Люда! Папа говорит, что не все дерева с ровными лисями теряют их зимой! И это так! Например, апельсиновые дерева их не теряют (¡Lyuda! Papá dice que no todos los árboles con hojas planas las pierden en invierno. Por ejemplo, los naranjos no las pierden).
- Да, ладно! Здесь таких деревьев нет! (¡Venga! ¡Si aquí no hay árboles de ésos!).
Varios días después, a algunos grados bajo cero, pasábamos en coche junto al zoo de Moscú.
- ¿Cuándo iremos al zoo? - preguntó Ro.
- Ahora no.
- ¿Y cuándo?
- Cuando haga mejor tiempo. Ahora los animales están escondidos, con el frío que hace.
- Sí, y los osos están durmiendo - dije, con mi suficiencia habitual.
- Los osos polares no - dijo Abi.
- ¿No? ¡Pero estarán hibernando, como todos! (uyuyuy...)
- Los osos polares no hibernan. Los normales sí.
- Ah... pues no tenía ni idea - tuve que confesar.
En fin, que en los planes de estudio rusos no se estudian los naranjos, vale, al igual que en los planes de estudio españoles no se estudia el oso polar.
- Coníferas, árboles con hojas en forma de aguja, que las mantienen durante el invierno. Los demás árboles tienen las hojas planas y las pierden durante el invierno.
Desde la cocina, me suenan las alarmas:
- ¡Abi!
- ¿Qué?
- Vine aci (Ven aquí).
- Sí, papà.
- Acabe de sentir que els arbres que tenen les fulles planes les perden durant l'hiver (Acabo de oír que los árboles que tienen las hojas planas las pierden durante el invierno).
- Sí, aixo posa en el llibre (Sí, eso pone en el libro).
- ¿I el taronger? (¿Y el naranjo?)
Abi piensa un momento y se da cuenta de que hace poco, pero dentro del invierno, acaba de estar en Valencia triscando por entre huertos de naranjos frondosísimos.
- No, el taroncher no perd les fulles (No, el naranjo no pierde las hojas).
- Aixo és (Eso es) - dije, orgullosísimo de haber pillado al libro en falta.
Llega la niñera de Abi para recogerla e ir al colegio.
- Люда! Папа говорит, что не все дерева с ровными лисями теряют их зимой! И это так! Например, апельсиновые дерева их не теряют (¡Lyuda! Papá dice que no todos los árboles con hojas planas las pierden en invierno. Por ejemplo, los naranjos no las pierden).
- Да, ладно! Здесь таких деревьев нет! (¡Venga! ¡Si aquí no hay árboles de ésos!).
Varios días después, a algunos grados bajo cero, pasábamos en coche junto al zoo de Moscú.
- ¿Cuándo iremos al zoo? - preguntó Ro.
- Ahora no.
- ¿Y cuándo?
- Cuando haga mejor tiempo. Ahora los animales están escondidos, con el frío que hace.
- Sí, y los osos están durmiendo - dije, con mi suficiencia habitual.
- Los osos polares no - dijo Abi.
- ¿No? ¡Pero estarán hibernando, como todos! (uyuyuy...)
- Los osos polares no hibernan. Los normales sí.
- Ah... pues no tenía ni idea - tuve que confesar.
En fin, que en los planes de estudio rusos no se estudian los naranjos, vale, al igual que en los planes de estudio españoles no se estudia el oso polar.
viernes, 25 de enero de 2008
Proxenetas
En España, la gente es bastante pudorosa, puestos a comparar, lo que no quiere decir que ciertos comercios, de antigüedad contrastada, tengan el mismo éxito en España y en otras partes del mundo. Vemos que en los periódicos españoles, sección "Contactos", y prácticamente sin excepción, se anuncian profusamente los mencionados comercios. Sin embargo, es menos frecuente, quizá porque podría estar penado, los anuncios de trabajo para desempeñar el oficio en los mencionados comercios.
En Rusia, en cambio, y después de décadas de mojigatería socialista oficial, se han soltado el pelo más que nadie, y así vemos fotos como la de ahí al lado. Y es que la foto que ilustra esta entrada, u otras fotos de esta índole, no son extrañas en cierta prensa rusa, pero vamos a poner las cosas en cristiano (bien, vale, en este caso no es una expresión afortunada). La traducción del texto de la foto es, pues, como sigue:
Pues sí. El que ha insertado el anuncio, y otros muchos que aparecen por aquí en la prensa más o menos popular, es un empresario del alterne, normalmente conocido como proxeneta y más vulgarmente llamado chuloputas. Pero hay un problema.
Y el problema es que el anuncio no fue publicado en Rusia, sino en la edición española de MK, Moskovsky Komsomolets, que en Rusia es un periódico sensacionalista y cuya versión española parece que sigue fielmente los pasos de la rusa, y ha sido recogido por un diario digital, éste español, que se pregunta si el fiscal piensa hacer algo ante unas situaciones que posiblemente encajen bastante bien en algunos de los tipos del Código Penal español y que, desde luego, como oferta de empleo, presenta algunos elementos discriminatorios que el anunciante no se molesta mucho en disimular.
Al parecer, lo que se valora menos en la oferta es el conocimiento del castellano; aunque, bien mirado, el cliente del dueño del tugurio, ése que espera reclutar para su personal chicas de rompe y rasga de entre las emigrantes procedentes de estos pagos, no va buscando precisamente un intérprete.
Pues nada, si alguien está interesado en la oferta, que se dé prisa, antes de que llegue al lugar de trabajo la policía judicial. Suerte con el proceso de selección y, por favor, no nos cuenten en qué consistieron las pruebas de acceso.
En Rusia, en cambio, y después de décadas de mojigatería socialista oficial, se han soltado el pelo más que nadie, y así vemos fotos como la de ahí al lado. Y es que la foto que ilustra esta entrada, u otras fotos de esta índole, no son extrañas en cierta prensa rusa, pero vamos a poner las cosas en cristiano (bien, vale, en este caso no es una expresión afortunada). La traducción del texto de la foto es, pues, como sigue:
D'ANGELO PALACE
Se solicitan chicas de hasta 30 años (máximo), preferiblemente rubias.
Se solicitan bailarinas.
90 euros + 50% de las consumiciones
servicios 100%
Vivienda individual con piscina y mantenimiento GRATIS
Se solicitan camareras (chicas) (no sexo) muy atractivas.
Se solicitan chicas de hasta 30 años (máximo), preferiblemente rubias.
Se solicitan bailarinas.
90 euros + 50% de las consumiciones
servicios 100%
Vivienda individual con piscina y mantenimiento GRATIS
Se solicitan camareras (chicas) (no sexo) muy atractivas.
Pues sí. El que ha insertado el anuncio, y otros muchos que aparecen por aquí en la prensa más o menos popular, es un empresario del alterne, normalmente conocido como proxeneta y más vulgarmente llamado chuloputas. Pero hay un problema.
Y el problema es que el anuncio no fue publicado en Rusia, sino en la edición española de MK, Moskovsky Komsomolets, que en Rusia es un periódico sensacionalista y cuya versión española parece que sigue fielmente los pasos de la rusa, y ha sido recogido por un diario digital, éste español, que se pregunta si el fiscal piensa hacer algo ante unas situaciones que posiblemente encajen bastante bien en algunos de los tipos del Código Penal español y que, desde luego, como oferta de empleo, presenta algunos elementos discriminatorios que el anunciante no se molesta mucho en disimular.
Al parecer, lo que se valora menos en la oferta es el conocimiento del castellano; aunque, bien mirado, el cliente del dueño del tugurio, ése que espera reclutar para su personal chicas de rompe y rasga de entre las emigrantes procedentes de estos pagos, no va buscando precisamente un intérprete.
Pues nada, si alguien está interesado en la oferta, que se dé prisa, antes de que llegue al lugar de trabajo la policía judicial. Suerte con el proceso de selección y, por favor, no nos cuenten en qué consistieron las pruebas de acceso.
miércoles, 23 de enero de 2008
Tormentas magnéticas
Un día, estando en el trabajo, entré en la cocina y me encontré a la señora de la limpieza sentada en una silla y con la cabeza entre los brazos, sobre la mesa. No me sorprendí mucho, porque es una postura más habitual en ella que la de agarrar el mango de la fregona y moverlo con brío, cosa que pasa más bien poco. Bueno, más bien nada.
Por si interrumpía algo, avancé de puntillas hasta el grifo del agua, llené mi vaso sin hacer ruido y ya iba a salir, cuando tropecé y la cabeza de la señora de la limpieza, a quien llamaremos Mirina, se levantó soñolienta de la mesa.
- ¡Huy, perdone! Buenos días -traté de disculparme.
Mirina no respondió. Parecía algo más grave que de costumbre. Quizá se hubiera producido el hecho insólito de que hubiera ido a trabajar a pesar de no encontrarse bien del todo.
- ¿Se encuentra bien? - pregunté.
- Hay una tormenta magnética. Por eso estoy mal.
Hace muchos años de eso, llevaba muy poco por aquí, y era la primera vez que oía una cosa semejante en Rusia, aunque luego hubo muchas más.
- ¿Una quéee?
- Una tormenta magnética.
Yo no tenía muy claro si felicitarla por lo logrado de la excusa o denunciarla a la Inquisición de Logroño por brujería y recurso a sortilegios y artes mágicas, pero finalmente me fui, sólo ligeramente mosqueado, de la cocina y seguí con mis cosas.
Días después, trasteaba yo por mi casa con la radio puesta y oía el parte meteorológico.
"La temperatura en Moscú será de siete a nueve grados bajo cero, predominantemente sin precipitaciones. Se prevé una importante actividad geomagnética."
¡Leches! ¿También los del servicio meteorológico?
Al día siguiente me desperté a duras penas y con un cansancio tremendo. Me costó ponerme en marcha lo que no está escrito. Llegué al trabajo, entré en la cocina y vi a Mirina, sentada, tomándose un té.
- Estoy un poco cansado hoy.
- Yo también. Es que hay una tormenta magnética.
Y poco menos que todo quisque estaba aquel día un poco chafado. Para un español, cuyo servicio meteorológico jamás ha mencionado la actividad geomagnética, lo de la tormenta magnética puede parecer conseja de viejas o cuento chino, pero, al menos para los que llevamos tiempo aquí, la cosa comienza a cobrar sentido y ya no nos lo tomamos a chacota. Es como las meigas: no creemos en ellas, pero haberlas haylas; en las tormentas magnéticas no es que creamos mucho, pero, cuando se producen, y se producen mucho, la cabeza nos pesa el doble.
Sin embargo, a veces vienen bien, como cuando esta mañana, algo griposillo, he aparecido por el curro retrasado respecto a mi hora habitual... y me he encontrado con mi jefe, que llegaba más pronto que de costumbre.
- ¡Hombre! ¿Qué tal?
- Fatal. Me parece que hay una tormenta magnética -dije al azar.
- Claro, por eso me costaba tanto levantarme hoy -dijo, encantado de haber encontrado la razón de haberse topado conmigo en la entrada.
- Y a mí, y a mí.
Por si interrumpía algo, avancé de puntillas hasta el grifo del agua, llené mi vaso sin hacer ruido y ya iba a salir, cuando tropecé y la cabeza de la señora de la limpieza, a quien llamaremos Mirina, se levantó soñolienta de la mesa.
- ¡Huy, perdone! Buenos días -traté de disculparme.
Mirina no respondió. Parecía algo más grave que de costumbre. Quizá se hubiera producido el hecho insólito de que hubiera ido a trabajar a pesar de no encontrarse bien del todo.
- ¿Se encuentra bien? - pregunté.
- Hay una tormenta magnética. Por eso estoy mal.
Hace muchos años de eso, llevaba muy poco por aquí, y era la primera vez que oía una cosa semejante en Rusia, aunque luego hubo muchas más.
- ¿Una quéee?
- Una tormenta magnética.
Yo no tenía muy claro si felicitarla por lo logrado de la excusa o denunciarla a la Inquisición de Logroño por brujería y recurso a sortilegios y artes mágicas, pero finalmente me fui, sólo ligeramente mosqueado, de la cocina y seguí con mis cosas.
Días después, trasteaba yo por mi casa con la radio puesta y oía el parte meteorológico.
"La temperatura en Moscú será de siete a nueve grados bajo cero, predominantemente sin precipitaciones. Se prevé una importante actividad geomagnética."
¡Leches! ¿También los del servicio meteorológico?
Al día siguiente me desperté a duras penas y con un cansancio tremendo. Me costó ponerme en marcha lo que no está escrito. Llegué al trabajo, entré en la cocina y vi a Mirina, sentada, tomándose un té.
- Estoy un poco cansado hoy.
- Yo también. Es que hay una tormenta magnética.
Y poco menos que todo quisque estaba aquel día un poco chafado. Para un español, cuyo servicio meteorológico jamás ha mencionado la actividad geomagnética, lo de la tormenta magnética puede parecer conseja de viejas o cuento chino, pero, al menos para los que llevamos tiempo aquí, la cosa comienza a cobrar sentido y ya no nos lo tomamos a chacota. Es como las meigas: no creemos en ellas, pero haberlas haylas; en las tormentas magnéticas no es que creamos mucho, pero, cuando se producen, y se producen mucho, la cabeza nos pesa el doble.
Sin embargo, a veces vienen bien, como cuando esta mañana, algo griposillo, he aparecido por el curro retrasado respecto a mi hora habitual... y me he encontrado con mi jefe, que llegaba más pronto que de costumbre.
- ¡Hombre! ¿Qué tal?
- Fatal. Me parece que hay una tormenta magnética -dije al azar.
- Claro, por eso me costaba tanto levantarme hoy -dijo, encantado de haber encontrado la razón de haberse topado conmigo en la entrada.
- Y a mí, y a mí.
lunes, 21 de enero de 2008
¡Carta desde Valencia!
Generalitat Valenciana
El Conseller de Inmigración y Ciudadanía
(¿de quéeeee?)
Rafael Blasco Castany
Valencia, octubre de 2007
(¡olé con la administración de Correos!)
Estimado amigo/a:
Desde el Gobierno Valenciano tenemos el compromiso de mantener una relación constante con los valencianos o descendientes de valencianos que viven fuera de nuestra Comunidad.
(¿Constante? La primera carta en once años, ¿eso es constante?)
Muchos de vosotros/as conocéis algunas de las acciones que hemos llevado a cabo estos últimos años,
(A ver, a ver en qué gastáis mi dinero...)
como el programa "Volver",
(¿Quién os dio la idea? ¿Almodóvar?)
"Conoce tu Comunidad",
(¿Cuál? ¿La de vecinos?)
o el "Avión Fallero",
(debe ser el único avión al que se pueden subir petardos)
o habéis participado en las actividades de los "Centros Valencianos en el Exterior".
(Que yo sepa, en Moscú no hay)
Es nuestra intención seguir con estas actuaciones y mejorarlas.
(No creo que lo segundo os cueste mucho)
Para ello, desde la Consellería de Inmigración y Ciudadanía creemos que la mejor forma es conocer vuestras inquietudes acerca de la Comunidad Valenciana y saber las preferencias de comunicación y de colaboración que debemos establecer con vosotros para que el vínculo que nos une sea cada día más estrecho.
(Os vais a enterar. Ya lo creo que os vais a enterar)
Os remitimos un cuestionario que nos ayudará en esta tarea.
(Es el primer escrito solo en castellano que me mandáis en lustros ¿Ya os habéis dado cuenta de que el valenciano que usáis no lo lee nadie, o es que no sabéis ni siquiera ése?)
Queremos conoceros más y mejor.
(Qué miedo...)
Y queremos que vosotros, vuestras familias y las personas de las ciudades donde residís también nos conozcan de la misma forma,
(Eh, que aquí hay más de diez millones de rusquis. No esperaréis que os presente a todo quisqui)
colaborando en el mayor conocimiento y entendimiento de culturas y pueblos.
(Síiii... en el fondo a vosotros lo de la Alianza de Civilizaciones también os gusta. Que sois iguales de los sociatas.)
Estamos convencidos de que nuestra relación se afianzará todavía más en un futuro.
(Tus palabras rezuman hipocresía, conseller. Y tus labios supuran doblez.)
Recibid un cordial saludo.
(garabato que supongo imita la firma del mentado Rafael Blasco, único superviviente que ha sido conseller con los cuatro "Presidents", ya sean sociatas o peperos, que hemos padec..., soport..., estooo tenido: Lerma, Zaplana, Olivas y Camps. Debe tener más chaquetas que zapatos Imelda Marcos)
Mañana voy a por el cuestionario.
El Conseller de Inmigración y Ciudadanía
(¿de quéeeee?)
Rafael Blasco Castany
Valencia, octubre de 2007
(¡olé con la administración de Correos!)
Estimado amigo/a:
Desde el Gobierno Valenciano tenemos el compromiso de mantener una relación constante con los valencianos o descendientes de valencianos que viven fuera de nuestra Comunidad.
(¿Constante? La primera carta en once años, ¿eso es constante?)
Muchos de vosotros/as conocéis algunas de las acciones que hemos llevado a cabo estos últimos años,
(A ver, a ver en qué gastáis mi dinero...)
como el programa "Volver",
(¿Quién os dio la idea? ¿Almodóvar?)
"Conoce tu Comunidad",
(¿Cuál? ¿La de vecinos?)
o el "Avión Fallero",
(debe ser el único avión al que se pueden subir petardos)
o habéis participado en las actividades de los "Centros Valencianos en el Exterior".
(Que yo sepa, en Moscú no hay)
Es nuestra intención seguir con estas actuaciones y mejorarlas.
(No creo que lo segundo os cueste mucho)
Para ello, desde la Consellería de Inmigración y Ciudadanía creemos que la mejor forma es conocer vuestras inquietudes acerca de la Comunidad Valenciana y saber las preferencias de comunicación y de colaboración que debemos establecer con vosotros para que el vínculo que nos une sea cada día más estrecho.
(Os vais a enterar. Ya lo creo que os vais a enterar)
Os remitimos un cuestionario que nos ayudará en esta tarea.
(Es el primer escrito solo en castellano que me mandáis en lustros ¿Ya os habéis dado cuenta de que el valenciano que usáis no lo lee nadie, o es que no sabéis ni siquiera ése?)
Queremos conoceros más y mejor.
(Qué miedo...)
Y queremos que vosotros, vuestras familias y las personas de las ciudades donde residís también nos conozcan de la misma forma,
(Eh, que aquí hay más de diez millones de rusquis. No esperaréis que os presente a todo quisqui)
colaborando en el mayor conocimiento y entendimiento de culturas y pueblos.
(Síiii... en el fondo a vosotros lo de la Alianza de Civilizaciones también os gusta. Que sois iguales de los sociatas.)
Estamos convencidos de que nuestra relación se afianzará todavía más en un futuro.
(Tus palabras rezuman hipocresía, conseller. Y tus labios supuran doblez.)
Recibid un cordial saludo.
(garabato que supongo imita la firma del mentado Rafael Blasco, único superviviente que ha sido conseller con los cuatro "Presidents", ya sean sociatas o peperos, que hemos padec..., soport..., estooo tenido: Lerma, Zaplana, Olivas y Camps. Debe tener más chaquetas que zapatos Imelda Marcos)
Mañana voy a por el cuestionario.
viernes, 18 de enero de 2008
Los barones cantan a Moscú
- ¿Y utilizas el trasto éste para oír canciones?
- Sí, para lo que más lo uso es para leer, pero tengo algunas cosillas por ahí.
- ¿Qué tienes?
- Por ejemplo, algunas cosillas de los barones.
- ¡Eh! ¿Tienes "Siempre estás allí"?
- Ahí va.
Un par de pinchazos con el lápiz, el volumen al máximo, y "Siempre estás allí" comenzó a sonar, mientras nos refugiábamos un poco hacia el interior del patio para ahogar algo el sonido de la calle, que, incluso de madrugada, era bastante para dificultar la audición de los pobres altavoces de mi PDA. Aquello era un revival de los ochenta, con tres de los mismos contertulios de los ochenta y, el colmo, en el mismo sitio que en los ochenta.
- Tremenda.
- A mí es la canción heavy que más me gusta.
- Oye, ¿y no tienes "Rockero indomable"?
- La tengo.
Un par de pinchazos más, y el colega por poco no se pone a saltar.
- La que seguro que no tienes es "Herederos de un imperio".
- ¿Que no?
"Herederos de un imperio" es algo dificilísimo de encontrar, hasta que lo consiguió Kukoc en una vieja tienda de discos. Con un poco de paciencia acabó también en la PDA. Un par de pinchazos más, y Zarpa comenzó a sonar también.
- Pero, ¿cómo lo has conseguido?
- Bueno, uno tiene sus contactos...
- Mándamela, mándamela...
- Tranqui, que ya te la mandaré.
La sesión de revival heavy continuaba.
- Oye, Alfor, y a ti, ¿cuál es la canción que más te ha marcado?
No tuve que pensar mucho.
- "Campo de concentración".
- ¿"Campo de concentración"? Pues a mí no me había llamado especialmente la atención.
- A mí tampoco.
Y yo no pude menos que sonreír.
- Es que vosotros vivís en Valencia. Y yo vivo en Moscú.
A veces la ciudad me parece siniestra;
desde cualquier rincón nos vigila un guardián;
y hay una multitud sepultada en la niebla;
la luz de un reflector rompe la oscuridad.
Ordenación, control, banco de datos, precaución,
numeración, control, huellas de plástico, conclusión:
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que es posible la evasión.
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que, es posible la evasión.
Los edificios son barracones inmensos,
con un paisaje gris de alambradas sin fin,
y hay una sucia red, traficantes del miedo,
dispuestos a vender, a estafar y a mentir.
Viven de ti, de mí, como vampiros, gente ruin;
numeración, control, huellas de plástico, conclusión:
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que, es posible la evasión.
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que, es posible la evasión.
Corre, escapa, huye, corre, escápate, escápate...
Los barones nunca han estado en Moscú, que yo sepa. Pero parece que, quienquiera que escribiera la letra, estaba intuyendo lo que sería un barrio de Moscú un par de lustros después.
- Sí, para lo que más lo uso es para leer, pero tengo algunas cosillas por ahí.
- ¿Qué tienes?
- Por ejemplo, algunas cosillas de los barones.
- ¡Eh! ¿Tienes "Siempre estás allí"?
- Ahí va.
Un par de pinchazos con el lápiz, el volumen al máximo, y "Siempre estás allí" comenzó a sonar, mientras nos refugiábamos un poco hacia el interior del patio para ahogar algo el sonido de la calle, que, incluso de madrugada, era bastante para dificultar la audición de los pobres altavoces de mi PDA. Aquello era un revival de los ochenta, con tres de los mismos contertulios de los ochenta y, el colmo, en el mismo sitio que en los ochenta.
- Tremenda.
- A mí es la canción heavy que más me gusta.
- Oye, ¿y no tienes "Rockero indomable"?
- La tengo.
Un par de pinchazos más, y el colega por poco no se pone a saltar.
- La que seguro que no tienes es "Herederos de un imperio".
- ¿Que no?
"Herederos de un imperio" es algo dificilísimo de encontrar, hasta que lo consiguió Kukoc en una vieja tienda de discos. Con un poco de paciencia acabó también en la PDA. Un par de pinchazos más, y Zarpa comenzó a sonar también.
- Pero, ¿cómo lo has conseguido?
- Bueno, uno tiene sus contactos...
- Mándamela, mándamela...
- Tranqui, que ya te la mandaré.
La sesión de revival heavy continuaba.
- Oye, Alfor, y a ti, ¿cuál es la canción que más te ha marcado?
No tuve que pensar mucho.
- "Campo de concentración".
- ¿"Campo de concentración"? Pues a mí no me había llamado especialmente la atención.
- A mí tampoco.
Y yo no pude menos que sonreír.
- Es que vosotros vivís en Valencia. Y yo vivo en Moscú.
A veces la ciudad me parece siniestra;
desde cualquier rincón nos vigila un guardián;
y hay una multitud sepultada en la niebla;
la luz de un reflector rompe la oscuridad.
Ordenación, control, banco de datos, precaución,
numeración, control, huellas de plástico, conclusión:
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que es posible la evasión.
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que, es posible la evasión.
Los edificios son barracones inmensos,
con un paisaje gris de alambradas sin fin,
y hay una sucia red, traficantes del miedo,
dispuestos a vender, a estafar y a mentir.
Viven de ti, de mí, como vampiros, gente ruin;
numeración, control, huellas de plástico, conclusión:
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que, es posible la evasión.
Este mundo es un campo de concentración,
pero piensa que, es posible la evasión.
Corre, escapa, huye, corre, escápate, escápate...
Los barones nunca han estado en Moscú, que yo sepa. Pero parece que, quienquiera que escribiera la letra, estaba intuyendo lo que sería un barrio de Moscú un par de lustros después.
miércoles, 16 de enero de 2008
Regalitos
Queridos Reyes Magos:
La gente es sumamente ingrata. Lo sé. Antes del 6 de enero, todos se acuerdan de VV.MM., y después, y hasta bien entrado noviembre, ni pum. Lo de VV.MM. sí que es un trabajo de temporada, mucho más que otros.
Así que me permito aprovechar que seguramente estarán VV.MM. ahora mismo bastante desocupados, cuando no descansando de la paliza que se habrán pegado, para solicitar su atención.
En primer lugar, ésta es una carta de agradecimiento. Ya sé que nadie lo hace, ya, pero creo que es de justicia hacerlo. Porque no es fácil que alguien se ocupe de las personas delgadas como lo hacen VV.MM. De los gordos todo el mundo se acuerda, les hacen tallas especiales, fanfarrias y todo tipo de mondongos ¿Y de los delgados? De los delgados sólo se acuerdan VV.MM. Sí, señor, a mí el pijama se me iba cayendo por las rodillas, hasta que el año pasado VV.MM. tuvieron el acierto de regalarme uno nuevo, con la cintura ajustada, y ahora soy una persona nueva, que puede utilizar las dos manos cuando lleva el pijama puesto, en lugar de ocupar una de ellas en sujetar el pantalón.
Pero no todo estaba hecho. Efectivamente, otra de las dificultades de los delgados, de quienes nuestros amigos dicen que somos esbeltos, y nuestros enemigos y nuestras madres que estamos flacos, es que no encontramos cinturones ni a la de tres ¿Por qué no harán cinturones con agujeros hasta el final? ¿Qué les costaría a los fabricantes? Así tras larga búsqueda, tuve que conformarme con un cinturón al que sólo le faltaba un agujero para quedarme medianejo. Y aquí entraron VV.MM., al regalarme el maravilloso perforador de cinturones que me va a permitir vestir semejante prenda sin que parezca que tenga un hula-hop en la cintura.
Gracias, pues, pero... la verdad es que hay algo más. Y es que ya quiero ir adelantando cuáles serán mis deseos para el próximo año. Yo es que, ¿saben?, estuve viendo la cabalgata de VV.MM. y me quedé impresionado. Por cosas que pasan, hubo un momento en que me puse casi en primera fila con mi hijo pequeño, que se llama Ame, sobre mis hombros. Ahí es nada, lo bien que se estaba coscando el zagal de la cabalgata. Pasaban carrozas, carrozas y más carrozas, y arrojaban los caramelos casi siempre por detrás. Mejor. Porque durante la cabalgata todos los niños (y los mayores) van recogiendo los caramelos como si fueran pepitas de oro, y luego se comen un par de vuelta a casa y ya no se acuerdan de los demás hasta que a los dos años los padres decidimos que ya está bien y los tiramos a la basura. Pues eso, que iba yo por allí, cuando pasó la carroza del Corte Inglés, y una de las chicas que iba dentro, vestida de mora, me miró, miró a Ame, agarró un puñado de caramelos y yo ya me temí que la cosa pintaría mal, porque tenía las manos ocupadas sujetando a Ame. Y ya lo creo que pintó mal, como que la muy gamberra me tiró los caramelos a la cara con fuerza, quiero creer que con animo de que los cogiera Ame, pero por poco no me tira al suelo.
Majestades, porfa, el año que viene quiero desfilar yo en la cabalgata. Debe ser maravilloso tener un montón de perdigones con forma de caramelos, arrojarlos a diestro y siniestro a manos llenas, poco menos que descalabrando al personal, y que no sólo no te puedan decir nada, sino que encima te rueguen que tires más. Me lo pido.
Suyo affmo.
Alfor von Buchweizen
La gente es sumamente ingrata. Lo sé. Antes del 6 de enero, todos se acuerdan de VV.MM., y después, y hasta bien entrado noviembre, ni pum. Lo de VV.MM. sí que es un trabajo de temporada, mucho más que otros.
Así que me permito aprovechar que seguramente estarán VV.MM. ahora mismo bastante desocupados, cuando no descansando de la paliza que se habrán pegado, para solicitar su atención.
En primer lugar, ésta es una carta de agradecimiento. Ya sé que nadie lo hace, ya, pero creo que es de justicia hacerlo. Porque no es fácil que alguien se ocupe de las personas delgadas como lo hacen VV.MM. De los gordos todo el mundo se acuerda, les hacen tallas especiales, fanfarrias y todo tipo de mondongos ¿Y de los delgados? De los delgados sólo se acuerdan VV.MM. Sí, señor, a mí el pijama se me iba cayendo por las rodillas, hasta que el año pasado VV.MM. tuvieron el acierto de regalarme uno nuevo, con la cintura ajustada, y ahora soy una persona nueva, que puede utilizar las dos manos cuando lleva el pijama puesto, en lugar de ocupar una de ellas en sujetar el pantalón.
Pero no todo estaba hecho. Efectivamente, otra de las dificultades de los delgados, de quienes nuestros amigos dicen que somos esbeltos, y nuestros enemigos y nuestras madres que estamos flacos, es que no encontramos cinturones ni a la de tres ¿Por qué no harán cinturones con agujeros hasta el final? ¿Qué les costaría a los fabricantes? Así tras larga búsqueda, tuve que conformarme con un cinturón al que sólo le faltaba un agujero para quedarme medianejo. Y aquí entraron VV.MM., al regalarme el maravilloso perforador de cinturones que me va a permitir vestir semejante prenda sin que parezca que tenga un hula-hop en la cintura.
Gracias, pues, pero... la verdad es que hay algo más. Y es que ya quiero ir adelantando cuáles serán mis deseos para el próximo año. Yo es que, ¿saben?, estuve viendo la cabalgata de VV.MM. y me quedé impresionado. Por cosas que pasan, hubo un momento en que me puse casi en primera fila con mi hijo pequeño, que se llama Ame, sobre mis hombros. Ahí es nada, lo bien que se estaba coscando el zagal de la cabalgata. Pasaban carrozas, carrozas y más carrozas, y arrojaban los caramelos casi siempre por detrás. Mejor. Porque durante la cabalgata todos los niños (y los mayores) van recogiendo los caramelos como si fueran pepitas de oro, y luego se comen un par de vuelta a casa y ya no se acuerdan de los demás hasta que a los dos años los padres decidimos que ya está bien y los tiramos a la basura. Pues eso, que iba yo por allí, cuando pasó la carroza del Corte Inglés, y una de las chicas que iba dentro, vestida de mora, me miró, miró a Ame, agarró un puñado de caramelos y yo ya me temí que la cosa pintaría mal, porque tenía las manos ocupadas sujetando a Ame. Y ya lo creo que pintó mal, como que la muy gamberra me tiró los caramelos a la cara con fuerza, quiero creer que con animo de que los cogiera Ame, pero por poco no me tira al suelo.
Majestades, porfa, el año que viene quiero desfilar yo en la cabalgata. Debe ser maravilloso tener un montón de perdigones con forma de caramelos, arrojarlos a diestro y siniestro a manos llenas, poco menos que descalabrando al personal, y que no sólo no te puedan decir nada, sino que encima te rueguen que tires más. Me lo pido.
Suyo affmo.
Alfor von Buchweizen
lunes, 14 de enero de 2008
Una semana sin internet
Y qué gusto, tú. A veces toca desconectarse, y así ha sido en la semana pasada, vivida en la que ya dijeron los consejeros de Jaime I, que de eso debían saber algo, que era "la millor terra e la pus bella del mon", con toda la tropa de los Von Buchweizen y en su guarida de mobiliario frugal y condiciones adustas.
Pero ya estoy de vuelta por aquí, y como en estos días, a falta de internet, sí que ha habido motivo de darle al teclado, pues durante las próximas semanas iré sacando los escritos que ha ido alumbrando mi sesera. Pero, para no pasarme de fanfarrón, comenzaré con un escrito ajeno de indudable mérito, cual es que aparece en la foto y cuya madre es doña Margarita, vieja conocida de estas pantallas y terror del vecindario. Doña Margarita aún no tiene su propia bitácora, pero, entretanto, queden aquí estas pinceladas de su ingenio.
Doña Margarita, que acostumbra a hablar indistintamente en castellano y en valenciano, en cambio no escribe en ninguno de los dos idiomas, utilizando en su lugar un farfullo escrito de difícil comprensión, incluso para los destinatarios del mensaje, que eran, a lo que pude entender, los obreros que estaban haciendo unas reformas en uno de los pisos de la comunidad y que, ciertamente, estaban dejando el ascensor bastante cochambroso.
Como los obreros mencionados no parecían muy duchos en el manejo del idioma en que estaba escrita la recriminación, cosa que apenas se les puede reprochar, porque yo mismo me confieso superado, doña Margarita decidió pasar a la acción y abordar directamente a los obreros sin pasquines, ni cartelitos, ni nada que tuviera fondo blanco y garabatos pintados encima, pero vociferando con más saña que un vocalista trash. Yo no sé si los obreros la entendieron, pero será que sí, porque el resto del tiempo el ascensor estuvo como los chorros del oro.
Por cierto, si algún lector consigue traducir el texto de doña Margarita a alguna lengua viva, se lo agradeceré eternamente. Y el resto de sus vecinos, también.
Pero ya estoy de vuelta por aquí, y como en estos días, a falta de internet, sí que ha habido motivo de darle al teclado, pues durante las próximas semanas iré sacando los escritos que ha ido alumbrando mi sesera. Pero, para no pasarme de fanfarrón, comenzaré con un escrito ajeno de indudable mérito, cual es que aparece en la foto y cuya madre es doña Margarita, vieja conocida de estas pantallas y terror del vecindario. Doña Margarita aún no tiene su propia bitácora, pero, entretanto, queden aquí estas pinceladas de su ingenio.
Doña Margarita, que acostumbra a hablar indistintamente en castellano y en valenciano, en cambio no escribe en ninguno de los dos idiomas, utilizando en su lugar un farfullo escrito de difícil comprensión, incluso para los destinatarios del mensaje, que eran, a lo que pude entender, los obreros que estaban haciendo unas reformas en uno de los pisos de la comunidad y que, ciertamente, estaban dejando el ascensor bastante cochambroso.
Como los obreros mencionados no parecían muy duchos en el manejo del idioma en que estaba escrita la recriminación, cosa que apenas se les puede reprochar, porque yo mismo me confieso superado, doña Margarita decidió pasar a la acción y abordar directamente a los obreros sin pasquines, ni cartelitos, ni nada que tuviera fondo blanco y garabatos pintados encima, pero vociferando con más saña que un vocalista trash. Yo no sé si los obreros la entendieron, pero será que sí, porque el resto del tiempo el ascensor estuvo como los chorros del oro.
Por cierto, si algún lector consigue traducir el texto de doña Margarita a alguna lengua viva, se lo agradeceré eternamente. Y el resto de sus vecinos, también.
viernes, 4 de enero de 2008
Confesiones
- Ave María Purísima.
- Sin pecado concebida.
- Padre, yo me acuso de que, bueno, el otro día, en el último viaje en avión que hice, el viajero que iba delante de mí inclinó el asiento hacia atrás todo lo que pudo y yo, bueno, pues me pasé todo el viaje fastidiándole como pude. Y la verdad es que me pasé bastante.
- Mmmm... ¿cuánto tiempo llevas sin confesarte?
- Pues desde Todos los Santos. Hará unos dos meses.
- Bueno, ¿y dices que inclinó el asiento al máximo?
- Todo lo que pudo. Y me dio en las rodillas. Entonces yo, bien, pues le hinqué las rodillas en el asiento, y luego estuve fastidiándole en lo que pude. Y me pasé.
- ¿Y no pudiste haberlo resuelto hablando con él?
- Ya lo intenté, ya. Pero él decía que ésas eran las medidas del avión, y que estaba en su derecho de reclinar el asiento.
- No, no, eso no es así. Está visto que en estos tiempos en que impera el egoísmo y el propio interés, hay que hacer un esfuerzo por evitarlo.
- Bueno, sí, pero yo creo que me pasé fastidiándolo. Claro que es una chiquillada, pero, así y todo...
- Bueno, vale, pero desde luego él no tenía derecho a ser tan egoísta y mirar únicamente por su propia comodidad. No está bien no tener en consideración las necesidades de los demás. En estos tiempos, en que prima el individualismo sobre cualquier otra consideración, nos encontramos mucha gente así, ciega a mirar a los otros como prójimo.
- Sí, sí, pero creo que igual me pasé fastidiándolo, que estuve todo el viaje haciendo la puñeta.
- Vale, vale, sí que son tiempos difíciles, y tenemos la tentación de prescindir de los demás. Y no es así. No es cierto, como en este caso, que exista ese derecho supuesto a reclinar el asiento todo lo posible. No, desde luego, cuando el prójimo se ve afectado y nosotros, ciegos a la caridad y ofuscados por el egoísmo y la soberbia, abandonamos toda consideración por los demás.
- Pero yo es que me pasé mucho...
- ¿Y no hubiera podido intervenir alguna azafata?
- Sí, al final intervino, pero tampoco hubo forma de sacar nada en claro.
- Bien, esas cosas pasan. En fin, que el Señor misericordioso extienda su protección sobre ti y que te haga partícipe de la gloria de la Resurrección. Yo te absuelvo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
- A-amén.
Luego caí en la cuenta de que mi confesor pasa buena parte del año en misiones, que se desplaza desde allí, hacia allí y por allí en avión, y no precisamente en primera, que debe tener más horas de vuelo que el Barón Rojo, y más en viajes transoceánicos... y que con seguridad le ha tocado sufrir a algún bárbaro sobre sus rodillas.
Eso lo explicaría todo.
- Sin pecado concebida.
- Padre, yo me acuso de que, bueno, el otro día, en el último viaje en avión que hice, el viajero que iba delante de mí inclinó el asiento hacia atrás todo lo que pudo y yo, bueno, pues me pasé todo el viaje fastidiándole como pude. Y la verdad es que me pasé bastante.
- Mmmm... ¿cuánto tiempo llevas sin confesarte?
- Pues desde Todos los Santos. Hará unos dos meses.
- Bueno, ¿y dices que inclinó el asiento al máximo?
- Todo lo que pudo. Y me dio en las rodillas. Entonces yo, bien, pues le hinqué las rodillas en el asiento, y luego estuve fastidiándole en lo que pude. Y me pasé.
- ¿Y no pudiste haberlo resuelto hablando con él?
- Ya lo intenté, ya. Pero él decía que ésas eran las medidas del avión, y que estaba en su derecho de reclinar el asiento.
- No, no, eso no es así. Está visto que en estos tiempos en que impera el egoísmo y el propio interés, hay que hacer un esfuerzo por evitarlo.
- Bueno, sí, pero yo creo que me pasé fastidiándolo. Claro que es una chiquillada, pero, así y todo...
- Bueno, vale, pero desde luego él no tenía derecho a ser tan egoísta y mirar únicamente por su propia comodidad. No está bien no tener en consideración las necesidades de los demás. En estos tiempos, en que prima el individualismo sobre cualquier otra consideración, nos encontramos mucha gente así, ciega a mirar a los otros como prójimo.
- Sí, sí, pero creo que igual me pasé fastidiándolo, que estuve todo el viaje haciendo la puñeta.
- Vale, vale, sí que son tiempos difíciles, y tenemos la tentación de prescindir de los demás. Y no es así. No es cierto, como en este caso, que exista ese derecho supuesto a reclinar el asiento todo lo posible. No, desde luego, cuando el prójimo se ve afectado y nosotros, ciegos a la caridad y ofuscados por el egoísmo y la soberbia, abandonamos toda consideración por los demás.
- Pero yo es que me pasé mucho...
- ¿Y no hubiera podido intervenir alguna azafata?
- Sí, al final intervino, pero tampoco hubo forma de sacar nada en claro.
- Bien, esas cosas pasan. En fin, que el Señor misericordioso extienda su protección sobre ti y que te haga partícipe de la gloria de la Resurrección. Yo te absuelvo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
- A-amén.
Luego caí en la cuenta de que mi confesor pasa buena parte del año en misiones, que se desplaza desde allí, hacia allí y por allí en avión, y no precisamente en primera, que debe tener más horas de vuelo que el Barón Rojo, y más en viajes transoceánicos... y que con seguridad le ha tocado sufrir a algún bárbaro sobre sus rodillas.
Eso lo explicaría todo.
miércoles, 2 de enero de 2008
Guerrilla fanfarrona (II): dejad que los niños se acerquen a él.
- Hombre, si es nada menos que Ame.
- Hola, papá ¿Quiegues jugag conmigo?
- Sí, hombre, claro que sí ¿A qué jugamos?
- A feg el bguto (A hacer el bruto, en cristiano).
- Vale.
(...)
- Ame, procura no dar golpes contra el asiento delantero. Podrías molestar al señor que va ahí.
(...)
- Ame, no te cuelgues del respaldo. Ya te has colgado diez veces, y a lo mejor el señor de ahí delante quiere descansar.
(...)
- Ja, ja, Ame, deja de hacerme cosquillas. Hala, qué patada le acabamos de dar al asiento. Claro, como tenemos el respaldo tan cerca.
(...)
- Papá.
- ¿Qué?
- ¿Qué es eixe botonet? (¿Qué es ese botoncito?)
- Ah, aixo. És una pereta per a allumenar cada sillonet (Ah, eso. Es una bombillita para alumbrar cada asiento.)
- ¿Puc, papá, puc? (¿Puedo, papá, puedo?)
- Clar, chiquet, clar. (Claro, niño, claro)
Ame se encaramó al asiento, apoyándose en el delantero, y apretó el botón. Se encendió la luz. Como nuestro compañero de viaje estaba tan reclinado hacia atrás, poco menos que le dio en los ojos.
- Ja, ja... - Ame tenía una sonrisa de oreja a oreja.
Ame apretó otra vez.
La luz se apagó.
Ame volvió a apretar.
La luz volvió a encenderse.
Durante los siguientes diez minutos aquello pareció una discoteca. Ame estaba encantado, y además descubrió que no sólo había una luz, sino tres. En cuanto al ocupante del asiento delantero, no creo que le molestara todo aquello, porque las luces de cada asiento forman parte del estándar del avión, después de todo.
Pero sí, sí que le molestaba.
- Oiga, uhté. El shiquiyo suyo yeva tooodo el rato molehtando.
- Oh, lo siento.
- Pueh mire, cuando un shiquillo, y perdone la espresión, eh tan coñaso, mushah veseh eh culpa de loh padreh.
- Caya, caya, hombre - le dijo su mujer.
- ¡Sí, eh culpa de loh padreh, que no loh controlan!
- Puede usted decir lo que quiera - dije con toda la indiferencia de que soy capaz.
El compañero de viaje siguió refunfuñando durante otra hora, hasta que al final llamó a la azafata. Cuando llegó la misma, se puso a quejarse en un inglés mediocre... como el de la propia azafata. Para su desgracia, ello coincidió con un momento, quizá el único, en el que todos los niños dejaron de armar jaleo y estaban jugando a las cartas o pintando. La azafata se me dirigió, yo afiné mi ruso al máximo y puse al compañero literalmente a parir. Mientras hablaba con la azafata, me apoyaba en el asiento delantero haciéndolo mecerse, y quizá se me escapara algún manotazo, pero, claro, sólo era para dar énfasis a la conversación.
Finalmente, en la última media hora del viaje, y como el hombre seguía protestando, encontraron dos sitios en primera y pasaron allí al padre y a la hija, quedándose allí sólo la madre.
Un conocido, que volaba en el mismo avión y estaba por allí cerca, intervino:
- Oye, ¿te importa que proteste yo también, a ver si me pasan a primera?
- Sí, hombre, no faltaría más. De hecho, estaba pensando en protestar yo, ahora que ya sé el sistema.
La mujer se metió en la conversación.
- Me están hasiendo burla, y ehto eh muy serio. Ehte año he hesho seih veseh ehte viahe, y nunca he vihto lo de hoy.
- Señora, les pedí que subieran un poco el respaldo, y no lo hicieron. No creo tener nada que agradecerles.
- Pero que ehtah son lah medidah del avión.
- Si se quiere justificar así...
- Vale, uhtedeh son perfehtoh. Ya ehtá.
- No, señora, usted sí que es perfecta. No hay más que verla.
Claro que luego volvió el angelito de las alitas.
- Alfor, te has pasado varios pueblos. Muy mal. Pero que muy mal.
Y la verdad es que el angelito me hizo reconcomerme algo, pero de las cuitas con mi conciencia tratará la siguiente entrada.
- Hola, papá ¿Quiegues jugag conmigo?
- Sí, hombre, claro que sí ¿A qué jugamos?
- A feg el bguto (A hacer el bruto, en cristiano).
- Vale.
(...)
- Ame, procura no dar golpes contra el asiento delantero. Podrías molestar al señor que va ahí.
(...)
- Ame, no te cuelgues del respaldo. Ya te has colgado diez veces, y a lo mejor el señor de ahí delante quiere descansar.
(...)
- Ja, ja, Ame, deja de hacerme cosquillas. Hala, qué patada le acabamos de dar al asiento. Claro, como tenemos el respaldo tan cerca.
(...)
- Papá.
- ¿Qué?
- ¿Qué es eixe botonet? (¿Qué es ese botoncito?)
- Ah, aixo. És una pereta per a allumenar cada sillonet (Ah, eso. Es una bombillita para alumbrar cada asiento.)
- ¿Puc, papá, puc? (¿Puedo, papá, puedo?)
- Clar, chiquet, clar. (Claro, niño, claro)
Ame se encaramó al asiento, apoyándose en el delantero, y apretó el botón. Se encendió la luz. Como nuestro compañero de viaje estaba tan reclinado hacia atrás, poco menos que le dio en los ojos.
- Ja, ja... - Ame tenía una sonrisa de oreja a oreja.
Ame apretó otra vez.
La luz se apagó.
Ame volvió a apretar.
La luz volvió a encenderse.
Durante los siguientes diez minutos aquello pareció una discoteca. Ame estaba encantado, y además descubrió que no sólo había una luz, sino tres. En cuanto al ocupante del asiento delantero, no creo que le molestara todo aquello, porque las luces de cada asiento forman parte del estándar del avión, después de todo.
Pero sí, sí que le molestaba.
- Oiga, uhté. El shiquiyo suyo yeva tooodo el rato molehtando.
- Oh, lo siento.
- Pueh mire, cuando un shiquillo, y perdone la espresión, eh tan coñaso, mushah veseh eh culpa de loh padreh.
- Caya, caya, hombre - le dijo su mujer.
- ¡Sí, eh culpa de loh padreh, que no loh controlan!
- Puede usted decir lo que quiera - dije con toda la indiferencia de que soy capaz.
El compañero de viaje siguió refunfuñando durante otra hora, hasta que al final llamó a la azafata. Cuando llegó la misma, se puso a quejarse en un inglés mediocre... como el de la propia azafata. Para su desgracia, ello coincidió con un momento, quizá el único, en el que todos los niños dejaron de armar jaleo y estaban jugando a las cartas o pintando. La azafata se me dirigió, yo afiné mi ruso al máximo y puse al compañero literalmente a parir. Mientras hablaba con la azafata, me apoyaba en el asiento delantero haciéndolo mecerse, y quizá se me escapara algún manotazo, pero, claro, sólo era para dar énfasis a la conversación.
Finalmente, en la última media hora del viaje, y como el hombre seguía protestando, encontraron dos sitios en primera y pasaron allí al padre y a la hija, quedándose allí sólo la madre.
Un conocido, que volaba en el mismo avión y estaba por allí cerca, intervino:
- Oye, ¿te importa que proteste yo también, a ver si me pasan a primera?
- Sí, hombre, no faltaría más. De hecho, estaba pensando en protestar yo, ahora que ya sé el sistema.
La mujer se metió en la conversación.
- Me están hasiendo burla, y ehto eh muy serio. Ehte año he hesho seih veseh ehte viahe, y nunca he vihto lo de hoy.
- Señora, les pedí que subieran un poco el respaldo, y no lo hicieron. No creo tener nada que agradecerles.
- Pero que ehtah son lah medidah del avión.
- Si se quiere justificar así...
- Vale, uhtedeh son perfehtoh. Ya ehtá.
- No, señora, usted sí que es perfecta. No hay más que verla.
Claro que luego volvió el angelito de las alitas.
- Alfor, te has pasado varios pueblos. Muy mal. Pero que muy mal.
Y la verdad es que el angelito me hizo reconcomerme algo, pero de las cuitas con mi conciencia tratará la siguiente entrada.