martes, 21 de septiembre de 2021

Mirando hacia atrás

Iba el domingo, día sin coches, paseando con cierta cachaza, aprovechando los quizá últimos resquicios de buen tiempo, cuando me encontré con unas letras, las de la imagen que ilustra esta entrada, escritas con tiza en el suelo, precisamente cuando mis pasos me llevaban por la acera que conducía a la entrada principal de la Embajada de la Federación Rusa.

Para los que no sepan ruso, no pasa nada, porque esas letricas no tienen nada de ruso, por mucho que estén escritas en alfabeto cirílico. Transcritas e interpretadas, vienen a decir "Exit poll", es decir, una encuesta de salida del colegio electoral. Es lamentable, aunque cada vez más frecuente, que el ruso, que tiene en su vocabulario medios sobrados para reproducir el significado de esa expresión (me viene a la cabeza de repente выходной опрос, que quiere decir exactamente lo mismo sin barbarismos), se dedique a pillar literalmente lo que se dice en inglés, eso sí, en cirílico. A lo mejor eso podría ser una solución para el inglés, idioma con una gramática sencilla y con una ortografía totalmente disociada de la pronunciación: que se escriba en cirílico o en fonético. Por otra parte, no es que "pol", como está escrito ahí, no signifique nada en ruso, porque quiere decir "género", así que la cosa puede llamar a confusión.

Siguiendo la flecha, se veía a dos jovencitos con un aspecto de aburrimiento tal que no parecía sino que llevaran una semana en su habitación con COVID asintomático, supongo que esperando que saliera alguien del colegio electoral, cosa que no ocurrió al menos en el rato que anduve por allí cerca. Entonces caí que seguramente eso era que había elecciones en Rusia, ese país en el que viví casi dieciocho años y al que le he perdido la pista bastante, hasta el punto de que, si volviera por allí, tendría que empezar de cero con la única ventaja de que, al menos, recuerdo el idioma de manera aceptable, aunque cada vez menos aceptable.

Al día siguiente, decidí echarle un ojo a los resultados de las elecciones. De hecho, recordaba haber leído durante la semana que no sé quién no iba a reconocer los resultados si había indicios de que las elecciones no habían sido limpias, o sea, si Putin ganaba por más diferencia que de costumbre. Escribo Putin aunque, siendo elecciones a la Duma estatal, supongo que debería escribir Rusia Unida, que es quien se presentaba, pero ya nos entendemos.

No fue muy sorprendente enterarme de que había ganado Rusia Unida, seguida del Partido Comunista. En eso, al menos, no tendré que ponerme al día, porque viene siendo así desde que existe Rusia Unida, un partido del poder de libro, con la ideología lo flexible que haga falta con tal de mantenerse. Vamos, lo que en España sería el Partido Popular, que seguro que se llama así porque hace lo que crea que es popular, le guste más o menos, y le quite menos votos o le dé más.

El Partido Comunista, además, continúa presidido por Guennadi Ziugánov, que pronto cumplirá treinta años como líder del partido y que, así a lo tonto, ya tiene 77 primaveras. Está visto que la tendencia hacia la gerontocracia es innata en según qué corrientes políticas que han tenido como secretarios generales a momias de pro como Brezhnev o Chernenko, que fallecen en el cargo.

Que Rusia Justa y el Partido Liberal Democrático entren en la Duma tampoco debería sorprender, porque viene pasando desde casi siempre. Por cierto que Vladímir Vólfovich Zhirinovsky (que en realidad debería llamarse Eidelstein, pero eso no vende) también sigue al frente del partido que fundó, y ya va por los tres cuartos de siglo; otro que tal baila en cuestión de gerontocracia.

La única novedad, y no sé hasta qué punto lo es, es la aparición de un partido cuya existencia yo desconocía por completo, que se llama Новые люди, que es algo así como "Nueva Gente", pero parece más fácil traducirlo al latín como "Homines novi", que queda mucho más fino. A mí me da en la nariz que a Putin le gusta fabricar partidos de oposición domesticados, y que veía que el sector del pequeño empresario ruso se estaba quedando sin nadie a quien votar, porque Rusia Unida es intervencionista, y los otros no digamos; y el LDPR de Zhironovsky, no sé ahora, pero es el partido al que votan los más brutos de entre los rusos, a los que les gusta oír las barbaridades más gordas. Es nacionalista incluso para los estándares rusos, que ya es decir. Y ahí el pequeño empresario no se ve. Así que hacía falta un partido que no representara a los oligarcas, que no necesitan representación, porque para eso son oligarcas y tienen línea directa con quien haga falta, sino a empresarios de menos fuste. Y ahí aparece Nueva Gente, que, seamos claros, no parece que vayan a montar una revolución, sino que probablemente son una maniobra como la que llevó en su día a la creación de Rodina o Rusia Justa, un partido socialista y nacionalista. Bueno, nacionalistas eran todos y supongo que lo siguen siendo.

El resto de los partidos no han llegado al 5%, y el que más se ha acercado es el Partido de los Pensionistas, cuya mera existencia supongo que detrae votantes del Partido Comunista. De los partidos que les gustaría ver a los gobiernos occidentales, o sea, que favorezcan la agenda 2030, la ideología de género o la religión climática, no hay ni rastro, o al menos yo no lo he encontrado.

Uf, me ha entrado un pelín de nostalgia. Al final va a ser cierto que uno se hace rusófilo cuando abandona Rusia. Eso sí, ni un día antes.

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