Por fin Bélgica está en un puesto destacado en el concierto de las naciones, al ser desde hace unos días el país del mundo con más número de muertes por coronavirus por millón de habitantes, para gran consuelo del gobierno español, relegado ahora a la segunda posición.
No parecen, sin embargo, muy preocupadas las autoridades belgas. Ellas aducen que, a diferencia de otros países, sin señalar, en Bélgica se cuenta a todo el mundo, sospechosos incluidos y que, por esa razón, es de lo más normal que salgan cifras más elevadas.
A los que paseamos, corremos o montamos en bicicleta y vemos que el pueblo, al menos el bruselense, hace mangas y capirotes de las medidas de distancia social, y lleva unas máscaras, cuando las lleva, que no son sino un cacho de tela atado con unas gomas, no nos parece tan extraño que Bélgica lidere el mundo en este punto.
Lo que sí parece claro es que el sistema belga de salud pública es mucho mejor de lo que muchos pensábamos. No se perciben agobios de ningún tipo y, así, no es de extrañar que las medidas, que ya se ve que no eran ni mucho menos como las españolas, se estén relajando, sin que nadie esté delatando a quienes no terminan de respetarlas y sin que haya talibanes gritando ¡vivan las cadenas!
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