Qué buen momento sigue siendo éste para evadirse del encierro, aunque sea benigno, y volver la vista atrás, a los tiempos en que podíamos interactuar con otros congéneres, y no necesariamente con quienes compartimos vivienda.
En la sala capitular del ayuntamiento de Bruselas nos habíamos quedado revisando los nombres de los mandamases que habían gobernado en Bruselas, y habíamos llegado hasta Godofredo, hermano de Enrique III, ése que murió por ir de sobrado en una justa. Este Godofredo recibió el sobrenombre de el Valiente, el Grande y el Barbudo. Yo diría que los dos primeros sobrenombres tienen un pelín de peloteo, mientras que el tercero parece mucho más objetivo. Es el caso, pues, que éste nuestro Godofredo, que comenzó a gobernar en el año de gracia de 1095, como ya se dijo en una entrada anterior, tuvo la notable cualidad de intervenir en casi todos los follones de su época, que eran muchísimos y, por si fuera poco, se las apañó para unirse prácticamente siempre con el bando perdedor. Sin embargo, aun perdiendo casi todas las guerras en que participó, se las compuso para sobrevivir, e incluso para aumentar algo sus dominios. En su época se convocó la primera cruzada, con amplia participación de la nobleza de la zona, pero nuestro Godofredo, que por cierto era archienemigo del obispo de Lieja, hizo oídos sordos a los llamamientos cruzados y siguió batiéndose el cobre por estos pagos.
Le sucedió su hijo, Godofredo II, que siguió pegándose con todo quisqui entre 1139 y 1142, en que murió, curiosamente no de resultas de ninguna herida en combate, sino de una hepatitis. Una cosa que hizo bien fue casarse con la cuñada del Emperador, porque, con semejante enchufe, fue nombrado duque de la Lorena Inferior, un título por el que su padre estuvo peleando toda su vida (con poco éxito). Pasó, pues, de ser un señorcillo de relativa importancia a la Liga de Campeones del Sacro Imperio y, si no, echemos un vistazo al mapa que ilustra esta entrada, que muestra los dominios, más o menos nominales, de dicho ducado.
¿Y Bruselas? Pues Bruselas la encontraréis bajo el nombre de Bruocsella hacia el Oeste del ducado. Entonces debía ser una villa del montón, lejos del renombre actual. Los nombres de las ciudades del mapa son chulísimos, por cierto, así que es muy conveniente ampliarlo y verlo bien. Encontraremos cerca de Bruocsella puntos como Tobace (hoy Tubize), o Andwerpa (Amberes), o incluso el rimbombante Mons Castrilocus (hoy simplemente Mons, o Bergen, según sea nuestro paradigma lingüístico). Si pasamos al vecino condado de Flandes, según se mira al Oeste, encontraremos lugares como Insula (que, lógicamente, es Lille, o Rijsel en flamenco), o como las vecinas Tornacum (Tournai, claramente) o Cornacum (Cortrique, Kortrijk en vernáculo).
¿Y al Este? Allí encontraremos la ciudad más importante de la zona, Lovon (Lovaina, Leuven en flamenco). Si nos seguimos desplazando hacia el Este llegaremos a otro peso pesado entre las actuales ciudades belgas, nada menos que Luticha, que al lector de hoy quizá no le diga nada, pero hoy es la ciudad de Lieja (Liège en el francés que se habla en ella, pero, por ejemplo, en alemán es Lüttich), y entonces era la sede de un obispado prácticamente independiente, y lo siguió siendo hasta la Revolución Francesa. Poco más allá nos topamos con Trajectum, hoy Mastrique, aunque incluso en español se la conoce más como Maastricht.
Y finalmente llegamos a Aquisgranum, obviamente Aquisgrán (o Aachen, o Aix-la-Chapelle, o hasta Aken, según nuestro régimen lingüístico), seguramente la sede principal de la Lorena-Lotaringia, que ya había sido la capital imperial con Carlomagno...
Lo vamos a dejar aquí, pero quizá volvamos al mapa en otra ocasión, pues tiene mucha más miga. Creo que se nota que hay ganas de salir a viajar por ahí, algo imposible en estos tiempos de confinamiento, ni siquiera en un país tan despreocupado como es Bélgica, pero pronto seguiremos repasando las menciones de las paredes del ayuntamiento de Bruselas a los que han mandado en esta villa.
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