miércoles, 16 de enero de 2013

Elegí un mal día para... (II)

... salir a montar en bicicleta.

Como en Bruselas nevaba a capazos, y como el trabajo manda, ahora estoy de nuevo en Alsacia, más concretamente en su capital, Estrasburgo, ese sitio donde el chucrut tiene más grasas animales que Gerard Dépardieu.

En Estrasburgo, probablemente para bajar los pedazos de cenas que se pegan, en bicicleta va absolutamente todo quisqui. Lo que más me llamó la atención en el viaje del mes pasado no fue su impresionante catedral, ni lo chula que es la ciudad, ni el mundialmente famoso mercado navideño, no: lo que más me sorprendió fue la cantidad de bicicletas aparcadas por la calle y que la bicicleta es posiblemente el medio de transporte más popular. Por todos los sitios estaban, oye, y gente de toda condición: jóvenes, mayores, hombre, mujeres, ancianos, madres que llevaban a sus niños (en su sillita) a la guardería y hasta señores trajeados.

Como últimamente pertenezco a la categoría de señores trajeados, pero no por ello renuncio ni renunciaré a mi historia ciclista, ayer por la tarde me hice con una bicicleta prestada, de ésas que hay en cada vez más ciudades, siempre con un juego de palabras bastante gracioso: en Valencia es "Valenbisi"; en Sevilla, "Sevici"; en París es "Velib"; en Bruselas, "Villo", y en Estrasburgo el nombre de la empresa es "Vélocation", en un juego de palabras más difícil todavía juntando "vélo" (bicicleta), "location" (alquiler) y "bilocation" (eso mismo que parece).

La bici te la proporcionan, pero luego te tienes que apañar tú. Un problema de Estrasburgo es que hay canales por todos los sitios, y que todos parecen iguales. Entre que era de noche, y todos los canales y los gatos eran pardos, que todas las casas son muy chulas, pero se parecen mucho, que la iluminación de la ciudad es tan tenue como París en invierno, y que servidor cada día que pasa se orienta peor, me tiré ni sé el tiempo dando vueltas, hasta que finalmente llegué a mi hotel. Uf.

Esta mañana, salgo del hotel con ánimo de ir al curro en la bicicleta... y está nevando. Y nevando de verdad, con el suelo blanco y todo eso. Y hace frío.

Y a los estrasburgueses, ni pum. Ellos a lo suyo. Yo veía las mismas bicis que cualquier otro día.

Como no soy una nena, y como ventiscas de nieve he visto unas cuantas, y como uno no ha conseguido la bicicleta para dejarla aparcada delante del hotel, monté sobre ella y al curro que me fui ¡Cómo pesan las condenadas bicicletas de préstamo, señor!

Ahora toca el retorno a Bruselas, donde me está esperando la bicicleta plegable que ha sido mi compañera de viaje en los últimos años en Moscú, y que a partir de ahora, si Dios quiere, lo va a ser en Bruselas. Bruselas es bastante peor que Estrasburgo, a simple vista, para las bicicletas, así que la cosa promete.

Pero eso será más adelante. Ahora toca hablar de Dépardieu, ese nuevo ruso.

2 comentarios:

  1. En tus estadías estrasburguesas no olvides visitar "les aviateurs" (garito de copas que mola), "aux armes de Strasbourg" ( a efectos de choucroute garnie o royale, según tengas el cuerpo) y el Flamm's una especie de franquicia de tarte flambée fenimenal y muy económico

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  2. Hans, gracias y tomo nota. "Aux armes de Strasbourg" lo he visto de pasada, pero no me he atrevido a entrar. Seguro que caerá un mes de éstos, porque tengo muchos números para visitar Alsacia con frecuencia quizá mayor de la que me gustaría.

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