... salir a correr.
Me tiro varias semanas por Bruselas con temperaturas bonancibles, pero sin hacer nada de deporte, y sólo ayer por la noche dije que de hoy no pasaba y de que salía a correr, como en los buenos domingos por la mañana de Moscú.
Me pongo el despertador a las ocho de la mañana, que tampoco hay que cebarse con las horas de madrugada, me levanto, desempolvo las mallas, las zapatillas y la camiseta, hago los estiramientos pertinentes y, con el entusiasmo propio de quien finalmente hace lo que venía queriendo hacer desde hacía tiempo, cojo la puerta y salgo a la calle.
Y me comienzan a caer chispitas sólidas en la cara. Miro con incredulidad hacia el cielo y resulta que hay muchas chispitas que están cayendo.
- Estooo... ¿es nieve?
Y tanto. Doy una vuelta por el termómetro urbano más cercano, y va y marca seis bajo cero ¿Para esto me he ido de Moscú, leches? ¡Yo pensaba que en Bruselas no nevaba! ¿Esto que es?
Bueno, ¡como si no estuviera yo hecho al frío, porras! Tiro para arriba y me voy al parque más cercano, que en mi caso es el Parque de Bruselas, en pleno centro. Un par de resbalones me recuerdan que, debajo de la nieve, está el hielo, por si me había olvidado de por qué no salía a correr ni a rodar en bicicleta en Moscú.
En el parque, eso sí, había corriendo cuatro o cinco personas. Más de los que me encontré en Moscú en todas las veces que salí en otoño. Y no corrían mal, no. Claro, supongo que para salir a correr un domingo a las nueve de la mañana, con un tiempo de perros, hay que estar muy centrado en estar en forma.
Cuando volví a casa, salí enseguida con la cámara de fotos para hacer unas cuantas fotos de la ciudad nevada y darle gusto a Ernestín, hombre, claro que sí. La ciudad no estaba muy nevada, al menos en el suelo, pero los coches aparcados tenían un decímetro de nieve y los tejados estaban blancos, incluso el del ayuntamiento. Ahí va la foto. Va por Ernestín... :D
Esto de hoy me recuerda una de las veces que vine a Bruselas a hacer entrevistas, creo que era por octubre, y la tuve con una señora, española ella, que me dijo algo así como:
- Jo, que vivir en Bruselas no es tan sencillo. Hoy, por ejemplo, parece que hace sol osea, y esta mañana hacía siete grados. Siete. Y eso es frío.
Aunque no dije nada, debí mirarla con una cara de sorna infinita.
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