miércoles, 11 de julio de 2012

Pskov (V). Qué buenos son, que nos llevan de excursión.

No sé muy bien cuándo llegó Austin a la habitación, ni él tampoco lo sabe, puesto que no llevaba reloj, pero, a juzgar por la actitud soñolienta que mantuvo durante todo el día, no debió de ser mucho antes de las siete y media, hora en la que yo había puesto el despertador. La discoteca había cerrado a eso de la una, pero la hermana de su chica conocía otros sitios, así que estuvieron danzando por la ciudad y luego las acompañó a casa. Con la chica había quedado a las seis de la tarde. Y parecía tonto, el chico.

Se levantó, de todas formas, y nos fuimos a desayunar y luego a la excursión. el grupo de la excursión, básicamente, era de San Petersburgo, en un autobús impecable. Para completar plazas, había puesto a la venta las sobrantes, y ahí fue donde entramos nosotros dos, y algún turista ruso que también venía de Moscú. Salimos sin novedad, y llegamos a Izborsk.

Hubo un tiempo en que Izborsk (Stary Izborsk, porque también existe Novy Izborsk y hasta un sovjós "Krasny Izborsk") fue tan importante como Pskov, pero ahora se ha quedado en una pequeña aldea. Su fundación, o su primera mención, data de 862, con lo que es una de las ocho primeras ciudades de Rusia. Los eslavos orientales llamaron a gobernarles a tres hermanos, príncipes varegos, encabezados por el famoso Rurik. Uno de sus hermanos, Trubor, fue a gobernar a Izborsk, donde murió en 864.

Lo primero que vimos fue la tumba de Trubor, en el cementerio del pueblo, con una enorme cruz, la mayor del territorio. Es típico de la zona de Pskov la presencia de cruces de piedra, y la de mayor tamaño es precisamente la de la tumba de Trubor. Algo falla, sin embargo, porque Rusia no fue convertida al cristianismo hasta finales del siglo X, con lo que Trubor, obviamente, era pagano.

Junto al cementerio estaba la fortaleza donde gobernó, de un tamaño de aproximadamente una hectárea. No queda nada, porque las fortalezas de entonces eran de madera, pero la situación natural del sitio es muy favorable, y la guía nos lo estuvo explicando.

De ahí pasamos a las llamadas "fuentes eslavas", una seríe de hilos de agua que surgen de la montaña. Según la leyenda, si bebes de un chorro, rejuveneces; pero si te equivocas y bebes de otros, envejeces. Yo bebí de varios, pero ninguno debía de tener ninguno de esos efectos, porque no he notado ninguna diferencia apreciable. Al menos, de momento.

La fortaleza de Trubor, con el tiempo, se reveló insuficiente para albergar a los campesinos de los alrededores, que se refugiaban dentro de ella cuando atacaba el enemigo, generalmente los caballeros teutónicos o livones, desde su cercana población de Neuhausen. Por eso, en 1300, la fortaleza se trasladó a un nuevo lugar, situado a apenas dos verstas del primero y que ofrecía una protección fantástica. Esta fortaleza, a la que fuimos a continuación, ya se parece mucho a los castillos medievales españoles, de los que, al fin y al cabo, es su contemporáneo. Estuvimos paseando por dentro, y contemplando las trampas, las poternas para llegar hasta las fuentes, los sistemas defensivos de las torres... Todo muy bonito. Y, como el tiempo acompañaba, pues miel sobre hojuelas.

De ahí fuimos a Pechóry, al monasterio que tanto nos había recomendado el Santo. La guía, mientras Austin dormía, tomó la palabra:

- Pechóry está a sólo kilómetro y medio de la frontera con Estonia.

"¡Anda! ¡Habría que preguntar si se podrá pasar!", pensé.

- Por cierto, cuando nos acerquemos al monasterio, recuerden que deben las mujeres ponerse alguna tela sobre las piernas, porque no se puede entrar con pantalones, ni con la cabeza descubierta. El monasterio tiene normas muy estrictas. Además, cuando nos acerquemos seguramente saldrá a recibirnos Kolya. Kolya es un señor que, en realidad, nació en el 52, pero tiene la mentalidad de un chiquillo de cuatro o cinco años. Se acercará, y dirá: "Soy Kolya". No es peligroso. Ustedes simplemente respondan cómo se llaman. Entonces preguntará: "¿Les gusta esto?" Ustedes respondan que sí, que les gusta mucho. A lo mejor les pide unos kopeks, y les regala unas tarjetas. Acéptenlas. Los kópeks los emplea en comprar otras tarjetas para dar a otros turistas que vayan viniendo. Tal vez les pregunte: "¿Soy bueno?". digan: "Sí, Kolya, era muy bueno." ¡Ah! ¡Ahí está! Lleva un cubo amarillo, ¿lo ven? Y nos ha visto, seguro que ahora sale a recibirnos.

Y ya dejo por hoy el relato. Claro, con algunas preguntas pendientes:

1) ¿Kolya iba a perseguirnos por todo el monasterio?

2) ¿Conseguiría Austin despertarse antes de las seis, cuando había quedado con la chica?

3) Y del pase ¡a pie! de la frontera, ¿qué?

Las respuestas, en la próxima entrada.

4 comentarios:

  1. Así que Austin se llama Marcos eh? :) creo que se te ha escapado en la anterior entrada.

    Soy fan de tu blog!

    Jorge.

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  2. La cosa está clara: yo bebí del agua que envejece, pues en 1.999 bebí agua y desde entonces envejecí...

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  3. Pero quien es Marcos??? ya es la segunda vez ;-)

    Alfor, recuerda que se llama Austin, como Austin Rover... a ver si se va a llamar Rober! en ese caso quien es Marcos?

    por cierto, me encanta el final de la entrada con preguntillas estilo serie de los 70.

    un saludo

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  4. Jorge Macos Martos, pssss, haz como que no lo has visto, que nos cargamos la política de anonimato y vienen los de protección de datos a detenerme.

    Anónimo, por un momento pensé que eras Ma... Austin, pero no puede ser, porque la última vez que le vi, que fue bastantes años después de 1999, estaba por lo menos igual que entonces, si no mejor.

    Miguel, ¡no pasáis una, porras! Ah, ¿tú también veías "Enredo"? ;-)

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