Pues porque es Pascua.
En Pascua, parece que los ortodoxos tienen una suerte de temporada de puertas abiertas. Como es un tiempo de gran alegría, las campanas pueden tocar constantemente y, lejanos por fortuna los tiempos en que eso estaba pésimamente considerado, efectivamente vuelve a ocurrir.
Naturalmente, para que las campanas suenen, tiene que haber alguien que las haga sonar. Cualquiera, por lo visto, puede acercarse a una iglesia y pedir subir al campanario para hacer de improvisado campanero, aunque supongo que lo normal es que, si quien tiene las llaves no conoce al que se acerca a tocar, el hecho de acceder al campanario no sea fácil.
Por eso, cuando a Alfina le propusieron hace unos días ir a tocar las campanas a una iglesita en Babushkinskaya, no se lo pensó dos veces y no sólo dijo que adelante, sino que nos enroló a todos en el viaje. En las familias normales, los hijos proponen cosas interesantes y los mayores ponen pegas; en nuestra familia, muchas veces, somos los padres los que proponemos cosas interesantes, y son los hijos los que ponen los inconvenientes, así que nos costó un poco convencer a Abi, Ro y Ame de que realmente íbamos a ir a Babushkinskaya en metro. Digamos que Babushkinskaya está en las afueras de la ciudad y que llegar hasta allí da un poco de pereza, pero, ¡narices! ¡Que íbamos a tocar campanas! ¡A ver cuándo nos iban a dejar hacer de campaneros en España, donde casi todos los campanarios están informatizados y tocan a su hora haya o no haya alguien cerca!
Y tocar, tocamos. Y no quedó mal la cosa. Lo que no sé es si nos hemos convertido en unos campaneros acabados.
One of the best experiences so far!
ResponderEliminarAlfina, a sound experience, indeed.
ResponderEliminar(Es que me lo has puesto a huevo)
Un beso con abrazo a los campaneros!!
ResponderEliminarC
C, bienvenida de nuevo ¡Cuánto tiempo! Aceptamos el beso y el abrazo, os devolvemos otro, y a ver si coincidimos en algún lugar. El que sea.
ResponderEliminarNos encantaría coincidir otra vez!!!
ResponderEliminar