viernes, 11 de febrero de 2011

Tratando de ver la exposición de pintura

El "Dom Naschokina" es una sala de exposiciones que antiguamente fue vivienda de Naschokin, un amigo de Pushkin, y en donde éste se alojó en ocasiones. Obviamente, y tratándose de Pushkin, no falta la consabida placa para conmemorar su estancia. Actualmente es una rara avis de dos plantas en la zona en la que está situada y que está plagada de edificios mostrencos de monstruosidad y fealdad parejas, con alguna casita superviviente de otras épocas que demuestra lo que Moscú podría haber sido, y no es.

La exposición de Zinaida Serebriakova comenzó el 6 de octubre, de lo que me di cuenta bastante pronto, no en vano paso casi a diario por delante del Dom Naschokina. También me di cuenta de que iba a durar bastante, hasta el 30 de enero. "Bueno", pensé, "yo esto no me lo pierdo, pero tengo tiempo." Je, eso creía yo, iluso de mí. Las cosas se complicaron, llegaron las vacaciones de Navidad sin visitar la exposición, y ya pensé: "Bueno, en cuanto volvamos a Rusia entro sin falta." Y así fue: el primer viernes tras nuestro retorno salí a mi hora del trabajo, en lugar de dos horas después, y me presenté en la entrada.

Me puse las fundas para los pies (no faltaría más), subí las escaleras, y la señora que cobraba las entradas, una babushka del subtipo en recesión "matrona senior bondadosa", me señaló:

- Verá, la entrada son doscientos rublos, pero tenga en cuenta que, por razones técnicas, sólo funciona el segundo piso, pero no el primero.
- ¡...!
- Bueno, supongo que podremos arreglarlo en algún momento, pero hoy seguro que no. Tome nuestra tarjeta y llámenos cuando pueda venir, y ya le diremos si se puede visitar todo.

"Razones técnicas", en castellano, significa "se ha ido la luz y no tenemos ni pajolera idea de cuándo podremos arreglar el follón éste". Tiene más significados, que engloban cualquier tipo de contratiempo sobre el que no quieres dar explicaciones, cosa que ocurre con frecuencia en cualquier sitio, y no digamos en una casa del siglo XVIII con una primitiva instalación eléctrica que el día menos pensado convertirá el Dom Naschokina en una falla de sección especial.

Al día siguiente, sábado, volví a pasar por delante. Ciertamente no tenía tiempo para ver la exposición, pero sí para preguntar rápidamente cómo iban sus razones técnicas. Me puse las fundas, subí las escaleras, y pregunté a la vendedora de entradas si ya había vuelto la luz:

- ¿Qué quiere usted? ¿A qué viene? - me respondió la susodicha, más cortante que una guillotina sin estrenar.

Me había tocado otra "babushka", pero ésta del subgénero más común "bestia secans furibunda".

- Pues quería ver si ya se podían visitar los dos pisos...

No me dejó terminar, claro.

- ¿Qué quiere? ¿Qué quiere? ¡Dígamelo o váyase!

Visto lo visto, y oído lo oído, opté por lo segundo.

Por fortuna, y en vista del éxito de la exposición, decidieron prolongarla hasta el 13 de febrero. Y lo del éxito es verdad: siempre que pasaba por delante de la puerta del Dom Naschokina había alguien entrando o saliendo. Fue así como, finalmente, el sábado pasado se produjo la conjunción planetaria que me permitió visitar la exposición. cosa que, por fin, llegará en la próxima entrada. Ahora sí, de verdad.

Es que hoy se hace tarde...

2 comentarios:

  1. Nos está costando saber de la exposición casi tanto como a ti verla, jajaja, maaaaaaaadre del amor hermoso, que difícil se hace a veces todo, jejeje...

    Estaré paseándome por la misericordia (a ver si se apiadan de mí) jueves y viernes... A ver si te veo ¿o ya te habrás vuelto?

    Besitos

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  2. Esther, ¿para que hacerlo fácil, si difícil también se puede?

    Y sí, tanto el jueves como el viernes debería andar por la Misericordia.

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