- Un saludo a Alfina, y a los niños...
- Se lo daré.
- ¡Ah! ¿Se acuerda de Lora?
- ¿Lora? No sé...
- Sí, aquélla que quería mucho a su chico, que se llamaba Olifor.
- Aaahhh... bueno, sí que me acuerdo. No duraron mucho. Por lo que supe, Lora, además a a Olifor, quería a bastantes más chicos. Y a varios al mismo tiempo.
- ¿Cómo?
- Eso parece. Bastante tuvo que aguantar Olifor.
- ¡Pero si era un santo!
- Y tanto que lo era.
- No entiendo yo eso de no ser fiel a tu marido.
- Bueno, no estaban casados.
- Fíjese que yo me quedé embarazada con dieciocho años años, me casé y me separé con veinte ¡Era tonta! Y luego estuve con Kolia diecisiete años ¿Conoció usted a Kolia? Claro que lo conoció ¡Diecisiete años! Y nunca nos separamos. No como mi primer marido ¿Sabe lo que pasó? ¡Entró en casa de la vecina! La vecina le llamó para arreglar no sé qué ¡Para arreglar no sé qué! Y el entró en su casa. Esa vecina era un bicho, por lo menos tenía que haberme preguntado, y ya se lo dije yo a él, primero tenía que haberme pedido permiso.
- Claro que sí.
- ¿Sabe? Se casó mi nieta, la hija de Oleg. Fue el año pasado, en octubre. Pero yo les compré un regalo, ya lo creo que se lo compré. Un día pasé por Paveletskaya, después de limpiar en una casa del rascacielos de Oktyabrskaya. Iba al metro, pero pasé por una tienda... la que hay al lado de una zapatería, seguro que usted la conoce ¿La conoce?
- Ahora no recuerdo...
- Bueno, una tienda. Y entonces lo vi en la vitrina. Era una rana, pero era una rana con piedrecitas por encima. Unas piedrecitas que brillaban. A mí me gustó la rana.
- Sí, qué... bonita.
- Decidí regalárselo a mi nieta, como regalo de bodas. Entré en la tienda y miré lo que costaba. Pregunté y fui dando vueltas. Al final, una chica me lo dijo. Siete mil rublos. Pero yo, claro, no tenía siete mil rublos en casa. Mi pensión es de cinco mil rublos ¡Cinco mil rublos, Alfor! ¿Pero es que se puede vivir con cinco mil rublos al mes? Menos mal que están ustedes, que son mis salvadores. Sí, sí, mis salvadores, a todos se lo digo. Y yo estaba allí en la tienda, y quería regalar aquella rana a mi nieta. Pero tenía que ir a mi casa a por dinero. Y le dije a la chica que no vendiese la rana, que me la guardase a mí. La chica, ¿sabe usted?, la chica me dijo que me la guardaría, y así fue como al día siguiente volví a la tienda y compré la rana ¡Una rana preciosa, Alfor!
- ¿Y le gustó mucho a su nieta?
- ¡Ah! Es que mi nieta se iba a casar, ¿sabe? Ya se casó hace unos meses, claro, pero entonces no se había casado todavía. No pude ir a su boda, ¿sabe? Y no pude ir porque fue entonces cuando tuve el accidente y me rompí el brazo ¡Qué mal lo pasé! Y Oleg, mi hijo, que sólo vino a verme dos días. Fíjese lo que son las cosas. Un hijo, y casi no vino a verme. Quienes vinieron a verme fueron los amigos y la familia de Kolia ¿Y qué eran míos? ¡Nada! Eran familia de Kolia. Y Kolia ya había muerto, y ni siquiera nos habíamos casado, bueno, legalmente, usted ya me entiende. Lo quería mucho, y nunca lo engañé. Ni él a mí. Pues fue su familia la que venía a verme al hospital, y la que me trajo comida y cuidó de mí cuando ya me mandaron a casa. Porque yo ahora estoy bien, estoy muy bien, pero entonces ni siquiera podía ir de compras ¿Cómo iba a ir, tal y como estaba?
- Claro que no.
- Pero Dios me ayudó, y ahora ya estoy bien. Espere un momento, que me llama aquel señor. Voy a limpiar y ahora vuelvo y le cuento lo del regalo de bodas.
Bueno, Alfor, decirle que he terminado de leer su blog completo, de cabo a rabo. Es una bitácora excelente, que ha ido ganando con el tiempo; es entretenida, instructiva, divertida, bien escrita, con buen uso del lenguaje (algo muy raro por internet), por algo la he leído toda.
ResponderEliminarDe los artículos más instructivos destacaría los de economía e historia; los más divertidos, aquel de cómo interpretaría un ruso los carteles electorales españoles o aquel de los sureños que tenían loh asientoh ehtánda.
Si yo no hubiera estado (poco tiempo, dos meses) por tierras eslavas, pensaría en algún momento que se ceba usted con el país que le acoge. Como he visto lo que hay, sé que no hace usted más que reflejar la realidad diaria.
Hace dos semanas una amiga volvió de pasar un mes en Rusia. Cuando nos encontramos me dijo que había salido espantada del país; también me dijo algo así que cómo no le había comentado nada de aquello. Mi respuesta fue: "Si yo te hubiera contado lo que hay, ¿cuánto me habrías creído?" Y es que si alguien me contara lo que yo mismo he visto, no sé si me creería el 20% pensando que son exageraciones.
He echado de menos en el blog algunos temas: ¿Cómo no comentó usted algo sobre Mitrofán, el pobre oso emborrachado para que D. Juan Carlos I, rey de España, lo abatiera sin problemas? o un tema que merece categoría propia: los "туалеты" de Rusia. Con aviso de que se abstengan de visitar la página las personas sensibles.
Un saludo y a seguir así. ¡He perdido horas de sueño leyendo su blog!
En línea con lo expuesto en el anterior comentario, quiero añadir lo siguiente.
ResponderEliminarAunque no estuve en Rusia, sí viajé a un país limítrofe, con importante carga rusa. Fuí seria y severamente advertido, de lo que me iba a encontrar, pero yo, que he viajado por Europa y he vivido tiempo fuera de España, interpretaba tan serias advertencias como fantasías imposibles. Je, je, je,... cuando a la vuelta rendí cuentas de las experiencias, las caras amargas me correspondieron a mí expresarlas. Pero se produce un extraño fenómeno. Aunque no he contado estos resultados, muchos de ellos de tipo casi paranormal, a todos mis conocidos, hay sin embargo uno que a la que insinúo que puedo volver por esos parajes, en seguida se muestra entusiasmado en acompañarme. Lo cual me confirma mis sospechas de que algo misterioso y desconocido envuelve a esas tierras.
Hechas las anteriores observaciones, deseo resaltar que de entre lo encontrado por internet, esta bitácora ha sido de una gran ayuda para aclararme muchas dudas, y permitirme entender muchas informaciones, datos, y circunstancias, aparentemente ininteligibles.
Este heroico soldado que se proclama fanfarrón, bien se merece una gran medalla por su heroísmo. Con mis considerados saludos,
Ditifet.
Francisco, gracias por los piropos. Sí que debe haberle gustado, para haberse leído las quinientas y pico entradas que a día de hoy constituyen el corpus completo de la bitácora. :)
ResponderEliminarSin embargo, los dos temas que usted echa en falta sí que han sido tratados, aunque con cierta mesura. A Juanca, del que, precisamente por ser monárquico, no soy partidario, y creo que se me nota, se le zahiere por aquí de vez en cuando. En relación con sus aventuras cinegéticas, por ejemplo, lo tiene aquí.
En cuanto a las letrinas, hay otras bitácoras que las han retratado tan bien que no tengo mucho que añadir. De todas formas, de vez en cuando me he puesto con ello, sin querer hacer demasiada sangre, tanto más cuanto que, con mucho esfuerzo, la cosa va mejorando. Además, el olor es muy difícil de transmitir por escrito: no todos somos Patrick Süßkind.
Ditifet, bienvenido. Me alegro de haberle sido de ayuda y le doy las gracias por las medallas. Tiene usted mucha razón con lo que dice de la inexplicable atracción de este sitio, y la prueba son las despedidas a moco tendido que hay, a pesar de lo mal que se puede llegar a pasar. De hecho, a ver si algún día escribo una entrada sobre despedidas, pero, entretanto, vamos a ver lo que dura la campaña.
Es verdad, sí había leído la entrada sobre el pobre oso; lo había olvidado.
ResponderEliminarSobre tualety varios, me refería a hacer un muestrario: el más raro que he visto -lo juro- fue un aseo público con taza turca y taza "normal" dentro, para poder elegir.
No, no estoy de broma. No llevaba la cámara... lástima
Aish Alfito, me da pena la señora, porque la rana la verdad es que es muy cara para... ejem para ser una rana. A ver si por fin te cuenta si le gustó o no a su nieta, porque tela como se va por las ramas, jejeje..
ResponderEliminarBesitos