jueves, 13 de julio de 2006

Aviones


La verdad es que asusta un poco. Por la mañana llego al trabajo, echo un vistazo a la prensa y, en primera página, toma ya: "Accidente aéreo. El Airbus A310 de la compañía Sibir se estrella en el aeropuerto de Irkutsk." No funcionaron los frenos en el aterrizaje, con el resultado de que el avión fue frenado por los propios edificios de la terminal. Más de cien muertos y, por una vez en un accidente de aviación (aunque haya sido en tierra), esta vez ha habido supervivientes. Todo un consuelo, sobre todo para ellos.

Y digo que asusta un poco porque estoy escribiendo esto en el aeropuerto, donde estoy a punto de tomar un vuelo de... Sibir, precisamente, hacia Rostov del Don. Vista la racha reciente de los Airbus, el hecho de que aparato que me va a tocar sea un Tupolev, incómodo, como todos los aviones rusos, pero dicen que seguro, puede que no sea negativo.

Desde los buenos tiempos de líneas aéreas soviéticas y únicas, cada aeródromo ruso poco menos que se quedó con los aparatos que en ese momento estaban en tierra, creando una multitud de líneas aéreas pigmeas, en un país donde el transporte aéreo es absolutamente fundamental y donde hay lugares totalmente incomunicados. El mantenimento de la flota era el que era, y a los aviones se les estrujaba, y me da que se les sigue estrujando, mucho más allá del plazo normal de retiro y jubilación. Con los vuelos internacionales tienen algo más de cuidado a la fuerza, pero los vuelos internos son de pronóstico reservado. De hecho, tras una racha de tres desgracias en poquísimo tiempo, los norteamericanos dieron la orden a sus diplomáticos de que eludieran las compañías rusas, y así es como para hacer un trayecto tan tonto como, por ejemplo, Moscú - San Petersburgo, los diplomáticos gringos daban más o menos la vuelta a Europa, eso sí, en primera, pagando un ojo de la cara a costa del contribuyente estadounidense. Dichosos ellos, que pueden y quieren permitírselo.

De toda la pléyade de microcompañías de aviación han acabado desapareciendo las más y destacando algunas, como Sibir, que, los pobres, para un Airbus que compran, va y se les estrella. Alguna tiene un nombre directamente inquietante, especialmente KrasAir. Los que estamos por aquí sabemos que se trata de una línea aérea con base en el aeropuerto de Krasnoyarsk, en el centro de Siberia, pero ¡qué nombrecito!

Para otro día queda una descripción de la flota de aviación genuinamente rusa, con el cuarteto fantástico Antónov, Yakovlev, Tupolev e Iliushin, que no es la selección rusa de ajedrez, aunque lo parezca; y digo que queda para otro día, porque ahora... me llaman al embarque. Si alguien llega a leer esto, es señal de que la cosa ha ido bien y que otro día podré seguir escribiendo mis experiencias en los cielos de la Santa Rusia. Amén.

(Por si no quedó claro, la cosa fue bien. Además, el aparato resultó ser un Boeing, no un Tupolev. Se agradeció)

3 comentarios:

  1. Buff, que miedo... Madre del amor hermoso (por enésima vez) Menuda flotita tenemos, amigo mío... ¿y tú te subes en esas cosas con total tranquilidad?
    En fin, me alegro que gozaras de las comodidades de un Boeing.
    Por cierto la verdad que yo me pensaría dos veces volar con la compañía Krasair, después de todo lo que cuentas, y encima el nombre que parece ya decir que te la vas a pegar.
    ¿Sabes que te digo Alf? que creo que en Mongolia, donde tu querías trabajar, si no recuerdo mal, tal vez estuvieras algo más seguro, jejejejjeejeje...
    Espero saber pronto detalles de esa flotilla rusa.
    Besos

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  2. Lo de volar con KrasAir, pues todo llegará, seguro. Y lo de volar con total tranquilidad, pues, te diré, tanto como total...

    De momento, voy a aparcar la flota aérea para otra entrada y me voy a dedicar a repasar las andanzas por Rostov del Don, tierra de cosacos.

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  3. Anda pues mira, ese paseito me parece muy interesante, jejeje.
    Besos

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