Pues sí. Mil quinientas entradas y casi dieciséis años después, resulta que esto sigue. Claro que las cosas han cambiado mucho desde aquel primero de mayo de 2006 en que, recién cambiado de casa en Moscú, tomé el teclado dispuesto a escribir sin saber muy bien de qué. Precisamente esto último no ha cambiado en absoluto, porque sigo escribiendo sin saber muy bien de qué y en más de una ocasión acabó escribiendo sobre algo muy distinto a lo que pensaba, hasta el punto de tener que cambiar el título de la entrada, y aun las primeras líneas de la misma.
De vez en cuando me pongo yo mismo a navegar por mi propia bitácora, en lo que supongo que es un ejercicio de vanidad todo lo lamentable que queramos. La mayoría de las entradas me gustan; vamos, que escribo lo que me gustaría leer, con el tono entre irónico y sarcástico, pero espero que no hiriente, que en la vida real de fuera de las pantallas voy escondiendo cada vez más, porque suele traer más disgustos que alegrías.
Entretanto, la mayoría de los protagonistas, lectores y comentaristas que comenzaron esta andadura han desaparecido, y especialmente mi familia estricta, que está hoy dispersa por esos mundos y no siempre bien avenida. El teatro de las operaciones de las primeras mil y algunas entradas, Moscú y Rusia en general, está hoy enemistado con el resto de Europa y sumido en una guerra que sólo Dios sabe cómo y cuándo terminará. Si pensaba en volver por allí de vez en cuando para reverdecer laureles, o simplemente para visitar conocidos, ya me puedo ir olvidando del asunto.
Tras mucho leer entradas del pasado, creo que lo único que se ha mantenido bastante estable a lo largo de este tiempo es el autor de las mismas. Claro, entretanto, aunque peso lo mismo, he pasado por algún que otro achaque físico y he perdido casi todo el pelo de la cabeza (el del resto del cuerpo más bien ha aumentado en cantidad), pero la cabeza parece estar todavía en su sitio con las ideas más o menos parecidas a las que había en 2006. E incluso parece que, últimamente, el ritmo de entradas está conociendo un incremento desusado, que no creo que lleve a los gloriosos tiempos de ciento cincuenta entradas anuales (también porque mi vida en Bélgica no da para tanto), pero que por lo menos permite publicaciones relativamente frecuentes. Es verdad que, entretanto, hay menos lectores, cosa que deduzco porque hay apenas comentarios, pero nunca se trató de darle bombo, sino de escribir.
Porque, sí, todo ha cambiado, más o menos, pero hay una cosa, una sola, que se mantiene incólume.
Que me gusta escribir.
Lo importante es que aquí estás y se te agradece que nos hayas dado noticias de Rusia basado en tu propia experiencia. 16 anos, se dice rápido. Te cuento que tigrero también está de cumple, en lo que puedas pásate por allá que me esmeré en hacer algo especial
ResponderEliminarFelicitaciones por el objetivo cumplido. No obstante, 3.000 es un número más redondo. Y recuerda: bitacorero, no hay camino; se hace camino al andar...
ResponderEliminarY a nosotros leerte. Gracias por ilustrarnos y sacarnos una sonrisa. ¡ Por muchos años!
ResponderEliminarAlí Reyes, bonita entrada la tuya. Ya la vi. Enhorabuena por el aniversario.
ResponderEliminarFer Sólo Fer, anda que no queda nada para eso. Pero bueno, en estos casos siempre recuerdo la historia del barrendero de Momo.
Anónimo, muchas gracias, que así sea.
Enhorabuena!
ResponderEliminarLluís