lunes, 7 de abril de 2014

El número nacional (I)

(Sí, ya sé que tocaría seguir escribiendo sobre Crimea, pero lo dejo para la próxima. Eso sí, no me olvido)

Cuando uno llega a Bélgica y se establece para trabajar aquí, tiene tres meses para inscribirse en el municipio (que llamaremos comuna, como hacen ellos, y ciertamente no merece otra denominación) y conseguir una flamante tarjeta de identidad. Pero las autoridades belgas, muy cucas ellas, hacen algo más, y es asignar al inmigrante legal que ingresa en su territorio un número de registro. Este número de registro se llama "número de registro nacional", así, sin calentarse demasiado la cabeza.

Uno pensaría que lo lógico es que este rimbombante número de registro nacional fuera puesto en conocimento del ciudadano al que se relaciona con el mismo. Parece razonable incluirlo como uno de los datos que aparecen en esa tarjeta de identidad de que el ciudadano extranjero ha debido proveerse, tanto más cuanto que, al fin y a la postre, algunas veces el número de marras es necesario para el administrado. Pero no. El número ése no se notifica al administrado, ni se le escribe en la tarjeta de identidad, ni nada de nada.

Uno de los momentos en que hace falta el número es cuando te compras un coche. Para pedir la matriculación del mismo, uno debe meter en el formulario el número de registro nacional.

- ¿Y de dónde lo saco? En mi tarjeta de identidad no viene.
- Ah, ése lo tienen en la comuna. Diríjase a ella para que se lo den.

Fui a la página web de la comuna, con su flamante directorio telefónico, encontré el número que supuse que correspondería con el departamento donde podrían tener esta información, llamé, y efectivamente era allí. Le expliqué el caso al señor que me atendió.

- Ah, sí, ya sé que no se lo ponen en su tarjeta de identidad. Bueno, tampoco les hace falta muchas veces. Se lo busco enseguida ¿Cuál es su fecha de nacimiento?
- 31 de abril de 1948.
- ¿Y se llama usted...?
- Alfor von Buchweizen.
- A veer... Alföooor... von Bichwieseng... ¿vive usted en la rue de l'Omelette de Pommes de Terre, número 22?
- Ahí mismo. Allí pone Aardappelomeletstraat, pero, si usted lo dice...
- Vale, ¿tiene usted un papel y lápiz a mano?
- Sí.
- Pues le dicto el número. Atento.

Como todo había sido tan fácil, anoté el número directamente sobre el formulario y, como tenía tanta prisa, lo entregué directamente sin anotarlo en lugar alguno por si me volvía a hacer falta.

Craso error.

Otro de los momentos en que hay que echar mano del número de registro nacional es cuando pides una exención de un impuesto. Y, cuando tienes tres hijos, te descuentan una parte de lo que en España sería el IBI, así que, provisto del formulario, me puse a rellenarlo, y vi que tenía que aportar el número de registro nacional de marras. Vaya marrón. Pero bueno, tampoco tanto, porque la otra vez fue muy fácil de conseguir, así que repetí el procedimiento, busque en el directorio telefónico de la comuna, encontré el mismo teléfono de la otra vez, y me encontré con un funcionario que me atendió y que creo que no era el mismo de la otra vez.

- Pues resulta que soy Alfor von Buchweizen, que vivo en su comuna, y tengo que rellenar un formulario, en el que me piden el número de registro nacional. Y parece que lo tienen ustedes. Al menos, otra vez se lo pedí y me lo dieron.
- ¿El número de registro nacional?
- Ése. Sí.
- Bueno, es información personal. Comprenda que no se lo pueda dar por teléfono, lo tendrá que pedir por correo electrónico, por lo menos, aunque lo más fácil sería que se pasara por aquí y lo solicitara personalmente.
- ¿No me lo pueden dar por teléfono, ahora mismo?
- No, no, eso es imposible.
- Bueno, pues les envío ahora mismo un correo electrónico ¿Cuándo creen que me podrán contestar?
- Bueeeeno, si lo envía ahora mismo, yo creo que para mañana por la tarde ya lo debería tener.
- Ah, vale, entonces está bien.

Les envié el correo electrónico, en la confianza de que la eficaz autoridad comunal de Uccle resolvería sin problema alguno mis cuitas.

Ay, alma de cántaro...

3 comentarios:

  1. Joder Alfor

    cualquiera diría, leyendo tu bitácora, que el cambio desde que dejaste Moscú, administrativamente hablando, ha sido a peor...

    tendrás que ir redactando una entrada sobre las buenísimas cosas que tienen los belgas (como el chocolate, tintín y las estatuas meonas) porque por ahora la imagen no es que sea mala pero al menos es "no buena"

    obuar!

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  2. miguel, ¿a ti te gusta Tintiiiin? ¿Y las estatuas meonas? El chhocolate, pase, pero lo demás...

    Todo llegará, todo llegará.

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  3. He de reconocer que Tintín, exceptuando su primer número en el país de los soviets precisamente, siempre me ha gustado.

    Del chocolate pues que decir, en según que ocasión también.

    y las estatuas meonas no es que sean mi debilidad pero después de haber visto "Esta casa es una ruina" pues les cogí cierto cariño...

    de tópicos se me olvidaba la cerveza belga... esa no me gusta, prefiero la alemana o la checa

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