jueves, 27 de junio de 2013

Más vendepatrias

Una semana larga llevo sin publicar nada. He estado por España, de hospitales, que son malos sitios para inspirarse, y no digamos si el único teclado a mano es el del teléfono móvil.

Dentro de lo malo que resulta andar por los hospitales, hay que reconocer que son lugares muy aleccionadores donde uno se encuentra con una España con la que no suele relacionarse. No es que mi familia sea de nivel alto, más bien lo contrario, y por eso terminamos siempre que vienen mal dadas en la sanidad pública, pero lo que sí somos es gente con un nivel de educación y modales superior a la media. En cambio, llega uno al hospital, y ahí se ve claramente que la enfermedad no conoce de clases sociales y ataca por igual al obrero y al patrón, y todos terminan en la misma habitación codo con codo y quejándose lo mismo.

Normalmente, la gente que lee esta bitácora también tiene un nivel cultural estimable y, supongo que como consecuencia más o menos necesaria, se relaciona con gente de sus mismas características. Y no digamos si los lectores de esta bitácora es gente con una veteranía en el extranjero. Aunque, por ejemplo, no sea cierto que el nacionalismo se cure viajando (ni el carlismo leyendo, eso seguro que no), como pretendía Pío Baroja, lo cierto es que deja un poso y eleva el nivel.

Toda esta introducción viene por los comentarios que me he encontrado a mi vuelta a la actividad en Internet y, en particular, éste escrito por Parrado Segura, en que hace diversas salvedades a la entrada sobre "Vendepatrias", que publiqué hace unos días. Y, como me ha parecido bien pertinente, y puesto que además parece que Parrado Segura tiene también sus horas de vuelo por el extranjero y sabe de lo que escribe, pues vamos a por ello.

La crisis, efectivamente, ha venido a ser algo así como cuando baja el nivel del agua de un lago, hasta dejarlo medio seco, y se ve toda la basura que había en el fondo y que hasta entonces había quedado cubierta por el agua. En España, ese país que iba bien, había mucho dinero cubriendo el lago, y todo parecía estupendo. Los que salíamos al extranjero éramos gente que aspirábamos a algo y que teníamos una formación muy específica, con idiomas y conocimientos en relaciones internacionales, cosa no demasiado común en España hasta hace poco, y aun hoy no lo bastante frecuente. Éramos la gente que no estaba cubierta ni siquiera por el elevado nivel de agua que lucía el lago español.

Pero llegó la sequía, bajó el nivel del agua, y comenzaron a vérsenos las vergüenzas. No es que no existieran, es que el nivel del agua había dejado el paro en niveles desconocidos desde que mandaba Franco, y todo cenutrio tenía ocupación sin esforzarse demasiado. Algún amigo mío, profesor él, me comentaba tan lejos como anteayer que tenía alumnos que se dejaron los estudios, donde lo cierto es que no rendían gran cosa, y que a los pocos meses aparecían con unos cochazos de impresión, y al poco tiempo hasta tuvieron algún hijo, lo que de por sí no está mal, claro, pero llegó la crisis, perdieron el trabajo y enseguida el coche. Hace diez días, un conocido mío, empresario español en Moscú, me comentaba que estaba montando un negocio de venta de coches de segunda mano en Rusia, porque en España se estaban vendiendo coches de segunda mano a precios increíbles (otra cosa es que Rusia permita la entrada de estos coches impunemente, que no lo hace).

El caso es que esta gente existe, y existe porque nos la hemos ido ganando a pulso. Existe porque España se ha convertido en una sociedad adolescente y, como buen adolescente, piensa mucho en sus derechos y casi nada en sus obligaciones. Después del famoso 15-M y sucesivos de hace dos años, y de las manifestaciones de los escrachadores y de los distintos grupos protestadores que aparecen por España contra los recortes, esto está todavía más claro: nadie, pero nadie, ha hablado de cumplir obligaciones, sino de derechos y más derechos; todo el mundo habla de ese famoso "Estado del bienestar" que evidentemente España no está en condiciones de pagar, pero nadie habla de ser responsable y de que los servicios de ese rimbombante Estado del bienestar quizá no deban ser cosa del Estado, ni de las empresas con ánimo de lucro, sino sobre todo de la sociedad. Pero eso implica arremangarse, organizarse y, en una palabra, trabajar en un sistema. Y de eso nada. Es mucho más fácil juntar a dos docenas de macarras con vuvuzelas y montar un escrache.

La adolescencia tiene esos problemas. Ojo, no quiero decir que todos los españoles seamos adolescentes, sino que la sociedad en general lo es y que hay una generalización de adolescentes mentales, además bastante malcriados. Y, claro, como en España hay más dinero del que parece y otro de los problemas de España es que no hay padres, sino sólo madres y además bastante consentidoras, Europa está llena de adolescentes mentales españoles cantando a los cuatro vientos que tenemos derechos, pero no obligaciones, y así ocurre lo que le decía a Parrado Segura su compañera de Abitur, y cito: "los españoles gritamos por las calles a altas horas de la madrugada, robamos bicicletas y dañamos los inmuebles arrendados e incluso metemos en los pisos más personas de las autorizadas, de tapadillo". Que me lo digan a mí, que vivo en el mismísimo centro de Bruselas y los veo a diario, y me hago cruces de los ejemplares que estamos enviando a este bendito país, que si tuviéramos que alistarlos en los tercios, antes se nos hacían protestantes que levantaban un dedo contra los holandeses, que eso cuesta mucho.

Uno de los factores suicidas para que sucedan estas cosas es el absurdo sistema universitario que tenemos, en el que todo quisqui tiene derecho a estudiar pagando mucho menos de lo que cuestan sus estudios, obteniendo becas aunque sea un percebe unicejo y, además, si chapurrea lo que sea medio mal, se pasa un año de Erasmus en cualquier país de Europa empalmando una juerga con la siguiente, y encima le aprueban (o, de lo contrario, no pasa nada), con lo que, encima, los hechos vienen a corroborar que los estudiantes españoles tienen todo el derecho del mundo a correrse juergas durante unos cuantos meses en dos cursos de sus estudios (por llamarlos de alguna manera), pero no hay una obligación correlativa a este derecho. El hecho de que esta actitud no sea exclusiva de los españoles, sino que la compartamos con estudiantes de toda Europa en mayor o menor medida, es un consuelo muy relativo.

En estos días se ha estado hablando de la reforma educativa de Wert, y de que iba a quitar las becas a quien no obtuviera al menos un 6,5 ¡La que se ha montado! ¡Nos quitan un derecho! ¡Es clasista! ¡Viva la igualdad de oportunidades! Y yo lo veo y no lo creo: esa gente quiere hacer el bachillerato toda su vida, y no cumplir nunca los dieciocho, que eso es muy cansado. Y yo, universitario que soy, me he estado quemando las pestañas durante el tiempo que no tengo, escribiendo trabajos de Historia del Mundo Clásico en trenes y aviones, y me tirado tres horas escribiendo un examen hasta que los dedos me crujían de tanto escribir, para sacar un 7. Un 7. Y esta gente, que son hijos de papá en su práctica totalidad, pidiendo que les den becas con sólo que aprueben, y yo, que vengo de familia de las que han pasado apuros para llegar a fin de mes y que soy el primero de mi familia que ha pisado una universidad, jamás me he quejado de igualdad de oportunidades, y mira que podría.

El problema no es sólo que seamos una sociedad adolescente, que también, sino que el padre que tenemos es un ser apocado que se deja dominar por nosotros. A los peperos que nos gobiernan se les llena la boca de falta de valores y blablablá, en lugar de especificar qué valores son ésos (queda muy feo decir que son valores cristianos, que es lo que deberían decir, pero les da vergüenza), y luego, a la hora de la verdad, el hijo adolescente les grita un poco y enseguida se echan para atrás: Wert ha aceptado que se puedan recibir becas con un 5,5. Es una madre.

Sin embargo, creo que saldremos de ésta. Porque no todos los españoles robamos bicicletas, ni gritamos de madrugada, y hasta cuidamos los pisos en los que vivimos. El día que recuperemos el padre que tuvimos y aceptemos que también tenemos obligaciones, esto cambiará a mejor, incluso aunque el nivel del agua siga bajo, y parece que esto último va para rato.

7 comentarios:

  1. Me quito el sombrero Alfor.
    Saludos

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  2. Aviso: No funcionan las tildes del teclado.
    Alfor, admiro tu claridad al decir las cosas, esas "verdades como puños" que sabes que te van a ser echadas por cara.
    Viajar te abre la mente pero depende del tipo de viaje y del lugar. Si viajas a un pais y solo te mueves con compatriotas, es realmente dificil que se te abran los ojos.
    Es cierto que España es el pais de los derechos y no de las obligaciones, que nunca es nuestra culpa, siempre la de los demas. Siempre hay una excusa, se evita la confrontacion pero si la hay, no cuestionamos lo que somos o hemos hecho sino que solo vemos el reproche del otro. Creo que eso es algo muy español, pero es solo mi opinion y no se puede generalizar.
    No he leido mucho de Juan Moreno pero pienso que hace realmente las dos cosas, alaba y defiende a su pais pero a la vez menciona tambien los errores. Creo que en ese sentido hace muy bien, no te quiere mas quien solo te dice lo guapo que eres.

    Y si, estudiar es un derecho que se tiene pero solo si se estar preparado para ello y si no se alcanza el minimo, pues entonces mala suerte. Hay que ganarse una carrera, estudiar no es solo un titulo, es un enriquecimiento.

    Y sobre la tolerancia y estrechez de mente española - y a veces tambien alemana -, hay una cancion de un grupo bavaro que va como anillo al dedo. No comparo al Skinhead con el español, solo su actitud ante el mundo: http://www.dailymotion.com/video/x47j5a_sportfreunde-stiller-antinazibund_music#.Uc1Sr_E2vXQ

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  3. Alfor, desconozco en qué universidad cursaste los estudios, en la mía (una universidad pública de provincias), y en mi carrera (una ingeniería en informática), sacar un 6,5 de media no es que fuera imposible, sino que le estamos dando vueltas unos cuantos que estudiamos allí si "el rizos", el genio de clase (ahora doctor y profesor) llegó a tener esa nota de media. De la gente que estudiamos allí y terminamos la carrera (en torno a un 10-15%) algunos, como yo, tuvimos la suerte de no necesitar nunca beca, otros tenían ayuda de sus padres, y algunos se la sacaron sin más complemento que la dichosa beca, que conseguían estirar para que diera para los 10 meses anuales de universidad. Todos vivimos de nuestra "carrera" y algunos digamos que tienen puestos importantes en sus empresas, o incluso, han creado las suyas propias. Otros se regaron por el mundo.
    Un 6,5 puede estar bien, según los estudios, ya le digo que nadie que necesitara una beca para estudiar haría ninguna ingeniería.

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  4. Estimado Alfor, estoy bastante de acuerdo contigo. Respecto de la ley Wert, solo me gustaría creer que ningún alumno que tenga un seis con cuatro de nota y no pueda pagarse la carrera deba abandonarla mientras otro que si puede costearse los estudios acabe licenciándose con cinco de nota. Llámalo demagogia si quieres, pero es mi opinión.
    Sobre el asunto de criticar al país propio, me ha venido al teclado un caso esclarecedor;
    Hermann Hesse, escritor alemán que se dedicó durante el periodo entre la Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial a alertar a sus compatriotas de la locura que cometían al preparar una máquina de guerra que acabaría con todos. Que criticó duramente el advenimiento del nacismo, y que solo cosechó el desprecio de todos, incluidos muchos intelectuales. La historia le dio la razón. Se puede amar la patria aunque se critique aquello que nos parece mejorable o rechazable de ella.

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  5. Buenas, Alfor:

    Sobre la universidad, le doy la razón (e incluso iría más allá: si tengo tiempo luego, le comento por qué mis amigos me consideran un clasista, fascista y corto de vista por tener un poco de sentido común).

    Sobre las obligaciones que usted menciona, y que hacen la parte más interesante de su entrada, es un término demasiado vago para saber si estoy de acuerdo o en desacuerdo con lo que expone. Si explica un poco más eso de "deberes" y "obligaciones", también le comento.
    (No sé si los tiros van por "esa gente que pide ayudas y no paga impuestos" o por algo más filosófico, y qué es ese algo). De todos modos, como siempre, me abre el apetito debatidor la mitad de sus comentarios*, y si no comento últimamente es porque estoy como usted: trabajo, estudios y un mínimo de vida social obligatoria 24/7.

    Un saludo,

    Isak Isákich
    (Beloemigrant)

    * La otra mitad, sobre la mochila rosa, no admiten discusión.

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  6. Fernando, no hay motivo, pero gracias.

    Sr. K, bienvenido.Yo, de Juan Moreno, no he leído más que los artículos que me ha enlazado el amigo austríaco de Ankara. Me parece bien que critique a España, porque yo también lo hago y no sería justo reprocharle lo que cometo yo mismo; me parece mal que en sus escritos sólo aparezca lo peor que tiene España, que es lo que hay que ir buscando para encontrarlo, y no lo que está a la vista y no es tan malo. Vamos, que la crítica está bien, pero debe ser constructiva y, en todo caso, lo de renunciar a su pasaporte es natural que siente mal a los que lo tenemos.

    Lo de viajar y moverse sólo con compatriotas, por desgracia, también es algo muy español. También he conocido la otra desgracia: una española que se negaba a relacionarse con otros españoles y nos eludía como podía, para aprender mejor alemán. La única forma que tuve de charlar con ella fue hacerme pasar por francés y hablar en alemán con ella con un poquito de acento. Hasta tuvo gracia.

    En fin, hay un término medio en algún sitio.

    José Manuel, tienes toda la razón, aunque supongo que eres anterior a la reforma de Bolonia (ahora habrá que ver cómo son las cosas en las ingenierías). Yo estudié Derecho en Valencia, y no creo que sacar una media de 6,5 fuera algo inhumano, con tal de hincar los codos. Pero tenía algún amigo estudiando en el Politécnico y se dieron casos de suicidios y allí sí que el 6,5 (y menos) parecía difícil de alcanzar.

    En cuanto a Wert, también estudió Derecho y fue premio especial de fin de carrera, así que tonto del todo no debe ser. En todo caso, lo que no tiene sentido es dejar las cosas como están ahora, y más después de Bolonia. No puede ser que seamos el principal receptor de Erasmus vagos y juerguistas porque es cosa sabida en toda Europa que en España se dan las condiciones ambientales precisas para la proliferación de este especimen.

    Maybe Kandalaksha, a ver si al hilo de esto me pongo a escribir sobre la igualdad de oportunidades, esa bonita utopía difícil de alcanzar. Antes que nada quiero dejar claro que mi padre era camionero, mi madre ama de casa, que nadie en mi ascendencia directa paterna piso la universidad (y mi padre fue el primero que aprendió a escribir y contar correctamente) y que creo que mi punto de partida me da cierta perspectiva para hablar sobre el asunto y de cómo se puede salir adelante a pesar de eso.

    Beloemigrant, ardo en deseos de saber por qué le consideran fascista y clasista.

    Sobre lo que considero obligaciones, sin ir más lejos, si usted conoce el ritmo de vida de un Erasmus típico, español por supuesto, en sitios como Alemania, que es donde he convivido con alguno, o las españolas que menciona Parrado Segura en su comentario, dígame qué obligaciones cumplen y en qué edad mental se encuentran esos sujetos.

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  7. >(una ingeniería en informática), sacar un 6,5 de media no es que fuera imposible, sino que le estamos dando vueltas unos cuantos que estudiamos allí si "el rizos", el genio de clase (ahora doctor y profesor) llegó a tener esa nota de media.
    >ningún alumno que tenga un seis con cuatro de nota y no pueda pagarse la carrera deba abandonarla mientras otro que si puede costearse los estudios acabe licenciándose con cinco de nota.

    Creo que el problema reside en considerar igual un 6'5 de nota en carreras tan dispares como Informática o Ingeniería Aeronáutica con otras que prefiero no mencionar.

    Por otro lado, comentar que conozco dos personas que tardaron diez (sí, diez) años en hacer la carrera, porque sus padres podían costearles los estudios, sin agobios, vamos.

    Un estudiante de ingeniería con media de 6'4 se quedará sin beca, mientras que otro de pedagogía con 6'6 seguirá con ella, ridículo.

    Los hijos de familias sin medios podrían perder la beca; nada como hijo de rico para estar diez años ¿estudiando?. Y esos casos que conozco, uno de ellos tiene un expediente bueno porque sacaba tres asignaturas por año... ya le valía, claro. El otro, expediente ramplón.

    Uniendo todo esto, lo más posible es que los estudiantes menos pudientes elijan carreras menos exigentes ante la posibilidad de que como se decía
    en el comentario, ni un genio podía llegar al 6'5 en esa carrera informática.

    En cuanto a los de los Erasmus, 100% de acuerdo, por algo a las becas Erasmus se les llama becas Orgasmus.

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