miércoles, 28 de noviembre de 2012

El pintor encasillado

¿Qué es lo que hace una persona cuando lo que ha sido su profesión hasta los 55 años se convierte en algo prohibido, y cuyo ejercicio puede con certeza llevarle a la muerte? Pues renovarse o morir. Mijaíl Nésterov, que es ese señor de la imagen, pintada por él mismo, decidió renovarse.

Sobre encasillamientos, y por propia experiencia, ya se ha escrito algo en esta bitácora. Nésterov era en 1917 un pintor encasillado, y además encasillado voluntariamente. Tenía 55 años, estaba en la cumbre de su fama, y desde su juventud más temprana se había distinguido como un pintor que destacaba en la pintura religiosa, con un cariño especial por la Rusia anterior a Pedro I, que es lo que en las últimas entradas hemos caracterizado como eslavófilo. Uno de los personajes más frecuentes en sus obras era San Sergio de Rádonezh, protagonista del cuadro que le llevó a la fama: La visión del joven Bartolomé.


A partir de ahí, a Nésterov le esperaba una carrera repleta de éxitos en el curso de la cual llevó el cuadro religioso al final del camino que le había abierto Iván Kramskoy, alejado del academicismo y más cercano a la religión como una experiencia personal, pocas veces compatible con la gloria del mundo. Normalmente Nésterov, en sus pinturas, muestra cierto desdén por los jerarcas eclesiásticos, y muchísima simpatía por los religiosos del montón. Destacó, además, como pintor de frescos, y en especial, y porque están en el centro de Moscú a la vista de todo el mundo, se pueden mencionar los del monasterio de Marta y María, aunque no es sencillo llegar hasta ellos. Pero del monasterio de Marta y María, por donde precisamente he pasado hace un rato, tocará escribir en otra ocasión.


Éste es el fresco del que Nésterov estaba más satisfecho, pero para un residente en Rusia es un pelín complicado de visitar, porque está en Abastumani, un pueblecito de la Georgia profunda de poco más de mil habitantes. Y ya se sabe que no corren buenos tiempo en las relaciones entre Georgia y Rusia (lo vimos aquí, y aquí).

En esto, llegó 1917 y las cosas se torcieron. Nésterov dejó casi automáticamente de pintar cuadros religiosos; desde luego, no había quien tuviera narices de encargárselos, y bastante tenía la Iglesia Ortodoxa Rusa con tratar en vano de esquivar los capones que le iban cayendo. Y, por su cuenta, como se hubiera puesto como si nada a pintar cuadros religiosos, el primero que le pillaran iba a ser su última obra.

Nésterov, sin arrepentirse nunca de su obra pasada, ni exiliarse, como otros (aunque no se movieran), simplemente cambió de especialidad y se convirtió en retratista, una modalidad que hasta entonces había cultivado bastante de refilón. Siguió activo hasta su muerte, en 1942, y en esos años le dio tiempo a retratar a la flor y nata de intelectualidad moscovita... como en su día había hecho también Kramskoy, para mi gusto el mejor retratista ruso de cualquier época. Y era bueno, leches, ya lo creo que era bueno.


Iván Pavlov, el famoso científico que ha dado nombre al reflejo condicionado. El cuadro es de 1935 y el autor, Nésterov, tenía 73 años y está visto que no le temblaba la mano ni un poquito.

Al final de su vida, era miembro de la Orden de la Bandera Roja del Trabajo y, en 1941, incluso recibió el premio Stalin. Para haber sido un pintor religioso hasta los 55 años, hay que reconocer que el bandazo no está mal. Pero de bandazos mejor me callo, porque el que me espera a mí se las trae.

4 comentarios:

  1. Excelente reseña amigo. Gracias por estas fotos que has compartido con tus lectores. saludos cordiales

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  2. Vaya V. largando...ande se va, Maestro?

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  3. ¿Abandonas Rusia? Todavía no me lo puedo creer. Ese es un país súper emergente, usted está en una posición estratégica y en tu España querida solo te espera el paro y la guerra civil por trepar... (A menos que su empresa haya decidido mandarlo al Brasil, que eso es otra historia).

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  4. Ernestín, gracias y a mandar.

    Hans, voy a mantener el relativo misterio un par de días por pura perversidad. La pista es que es una ciudad bastante importante, que no está jumto a mar ni río alguno.

    Javier, abandono Rusia, y lo hago dentro de unas cuantas horas. En cuanto a tu opinión de cómo está España, en fin, debe hacer tiempo que no pasas por allí. Desde luego no voy al paro, y la guerra civil, de trepar, lo hace con mucha parsimonia. Otra cosa es lo que los medios quieran que leáis.

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