Como bien saben los lectores de esta bitácora, me he sacudido la pereza de encima, y me he puesto a hacer limpia en la barra de la derecha. En la entrada anterior ya expliqué los motivos de la eliminación de cinco bitácoras abandonadas, y toca ahora hacer un repasito a las que han pasado la criba, a ver cómo está de salud la rusosfera en española recogida en esa barra.
Hay dos bitácoras que no han sido eliminadas por los pelos. La primera es Soviet Russia. Las aventuras de Xavi en Omsk, y los relatos con que nos deleitaba, se fueron espaciando y espaciando, hasta que ahora aparece uno de uvas a peras. La iba a borrar, pero entonces resurgió momentáneamente para incorporarse al 15-M a distancia, como los estudiantes de la UNED y, siempre con la esperanza de que sea más asiduo, lo mantengo, aunque, por lo que he hablado últimamente con el autor, el tiempo no le sobra.
Y luego está Desde mis gafas. César, el autor, incluso se había despedido hacía año y medio, lo cual convertía esta bitácora en clara candidata al ciberdesguace. Pero he sido tan sumamente vago en actualizar el diseño que le he dado tiempo a descansar y meter otra entrada, muchísimos meses después de la anterior, así que no va a haber ciberdesguace. Lo que no sé es si en esta su nueva etapa César va a seguir escribiendo sobre estos andurriales eslavo-orientales, o se va a dedicar a la España cañí y olé; pero, puesto que a mí también me gusta escribir de lo mío, y es lógico que a veces lo haga sobre el país donde nací, difícilmente voy a poder reprochar a nadie que haga lo mismo.
Las demás bitácoras siguen ahí, con actualizaciones más o menos frecuentes, pero siguen ahí. Unas más serias, otras más festivas, otras más socarronas, otras más rusófilas. El caso es que a mí me molan, y por eso están ahí.
Ahora llega el momento de ampliar un poco. Hasta ahora, únicamente había puesto bitácoras no alojadas en ningún medio de comunicación masivo. No puedo dar una razón de por qué hago esto, pero supongo que, más o menos conscientemente, tengo a todos los medios de comunicación masivos bajo sospecha de falta de independencia y, por consiguiente, me parece que también las bitácoras alojadas en ellos van a ser hechura de sus amos. Pero voy a comenzar a relajar este prejuicio, en parte en atención a que esta misma bitácora está alojada en Google, que tampoco es, probablemente, una casa muy representativa de la rebelión, la lucha contra el sistema o la anarcotradición. Y, lo dicho, mal puedo reprochar a los demás que hagan lo que yo y alojen su bitácora donde mejor les parezca y les dejen.
En estas circunstancias, ingresa en la barra derecha la bitácora "Érase una vez en Rusia". No, no suena ninguna banda sonora de Ennio Morricone al entrar en ella, ni tampoco de Glinka o de Prokopiev. La bitácora está alojada en "El País" y no tengo ni idea de quién la escribe, pero alguien que escribe en El País y firma como "soviética", probablemente responde al prototipo de rusófilo: al menos, seguro que responde a dos de las características más habituales del mismo, es decir, que es de izquierdas (o sólo progre, que no es lo mismo) y no le gustan los EEUU. Otra de las características habituales es la de ser hombre, y ésa parece que falla estrepitosamente en este caso. Y es que ni siquiera yo puedo acertar siempre, y menos cuando estoy de broma.
En todo caso, la bitácora tiene varias entradas simpáticas y, ahora que me doy cuenta, es la primera bitácora escrita por una mujer que accede a la barra derecha. Si estuviera en España, es posible que esta circunstancia incluso fuera ilegal y me obligaran a poner más bitácoras de mujeres, vinieran o no a cuento.
Hasta aquí hoy. Pero quitar cinco bitácoras e introducir sólo una queda un poco flojo, así que tendré que rebuscar un poco por la red para meter algo más. Lo cual ocurrirá en la siguiente entrada, porque hoy se hace tarde.
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