Escribía yo en la anterior entrada las parrafadas en ruso incipiente que le echaba a mi profesora de ruso, haciendo lenguas de la imposibilidad de que una estafa como la de MMM fuera a producirse en España, lugar culto, empresarialmente activo, y donde la gente se dedica a trabajar y no a montar timos de la estampita, al menos desde que Antonio Ozores y Tony Leblanc dejaron de hacer películas. No como en Rusia, con gente acostumbrada a la molicie y deseosa de vivir del cuento y de hacerse con duros a cuatro pesetas, con gente a la que poco menos que podías vender oro por baratijas.
Mi soberbia occidental ha recibido un duro castigo en los años siguientes. España, ese país culto y angelical, lleno de gente abnegada, se nos ha caído como un castillo de naipes a base de esquemas piramidales que fueron derrumbándose sucesivamente, sepultando debajo de sí a gente con estudios superiores y perspicacia muy inferior a sus estudios. Primero fueron Fórum Filatélico y Afinsa, por aquellas fechas también fue Gescartera, y más adelante se pinchó la burbuja inmobiliaria, que no deja de ser en el fondo un esquema piramidal más, sólo que sin un Mavrodi responsable directo y único detrás del asunto.
Y hace un par de semanas tuve el honor de saber que un conocido mío desde hace bastante años ha ingresado en el club de los Mavrodi y Camacho y ha montado un tinglado que ha afectado a bastante gente cercana, tanto a él como a mí.
Mavrodi, el jefe de MMM, es bastante difícil decir que hubiera engañado a nadie. Sí dijo alguna vez que sus acciones iban a subir siempre, pero podía interpretarse en plan baladronada, tanto más cuanto que la cotización la fijaba él mismo, no la oferta ni la demanda. El método de Alberto, que tal es el nombre de mi conocido, consistió en contratos de «mutuo», que los juristas sabemos que es un sinónimo de préstamo, pero los legos lo tienen mucho más oscuro. La garantía en estos contratos es la propia confianza que te merezca el prestatario, porque garantías reales no hay. Teóricamente, los superbeneficios de Alberto eran conseguidos mediante el arbitraje en distintas casas de apuestas deportivas, pero que estos beneficios llegaran al 120% anual en interés simple (me da pereza calcular el interés compuesto, porque ya se ve que es una burrada), indicaría que los responsables de las casas de apuestas no tienen claro su propio negocio. Y no creo que sea eso.
Hace unos días, ahora que estamos de campaña de IRPF en España, hice la declaración de renta de uno de los todavía no afectados por el asuntillo (lo sería pocos días después).
- ¿Y esto de Alberto?
- ¿Qué pasa?
- Pues que estoy viendo tus datos fiscales, que me he bajado de la página de Hacienda, y no aparecen los pagos que te ha hecho, y varios son de 2010. Deberían estar.
- Él dice que todo es legal.
- ¿Y no te ha retenido nada?
- ¿Retener? ¿Por qué tenía que retener?
- Pues porque esto es una renta del capital, está sujeta a un tipo del 19%, y a un tipo de retención que también es del 19%.
- ¿Sí?
- Sí.
- Pues Alberto dice que es todo legal y que lo tiene todo declarado y en regla.
Miré a mi interlocutor con los ojos entornados y frunciendo la nariz.
- Esto acabará mal. No sé cuándo, pero acabará mal.
- Bueno, si acaba mal dentro de unos cuantos meses ya lo habré recuperado todo.
Por desgracia, esos meses no llegaron a pasar. La cosa se quedó en cinco días, justo antes del siguiente vencimiento. Primero pareció que no era nada, luego llegaron las preocupaciones y las querellas por estafa. Y no sabemos en qué fase exactamente estamos ahora, pero no debe faltar demasiado para la de busca y captura internacional, igual que le pasó a Mavrodi. Y yo pensando que en España no podía pasar algo parecido a lo de MMM, tonto de mí.
En fin, desde luego mi conocido era, y espero que siga siendo, una persona interesante donde las haya. Digo conocido, porque, lo que es amigos, ahora mismo dudo que tenga alguno.
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