lunes, 18 de abril de 2011

Moscú en bici (II)

Es bastante probable que los planes de Sobyanin para transformar a Moscú en algo así como Amsterdam en implantación de la bicicleta tengan bastantes dificultades para dar resultados palpables en forma de una parte significativa de la ciudadanía desplazándose en bicicleta. Voy a tratar de apuntar algunas razones por las que pienso que esto será así:

La primera es de tipo general: los rusos son unos tíos geniales haciendo planes... y una calamidad con patas ejecutándolos. En Rusia hay más planes de transporte que longanizas, y la mayoría de las carreteras siguen estando para llorar, con un asfalto indecente, atestadas de coches hasta la exageración las que entran y salen de las grandes ciudades, con puentes para pasar por los cuales es conveniente confesarse y comulgar primero, y en las que no hay más accidentes porque Dios no quiere. Y esta gente quiere construir en cinco años ciento ochenta kilómetros de carril bici. Anda ya.

La segunda es la lógica de tipo climático. Así como Valencia es el sitio ideal para ir en bici, con temperaturas suaves todo el año, casi sin lluvias y con una agradable brisilla marina (que a veces se enfada, pero sólo a veces), Moscú es otra cosa. Entre mayo y septiembre la temperatura está por encima de los diez grados, que es aproximadamente el nivel de comodidad, pero el resto del tiempo hay que proponerse muy seriamente lo de la bicicleta, e incluso en esos meses de comodidad te puedes encontrar con lluvias muy frecuentes. Y luego hay tres meses, diciembre, enero y febrero, y a veces buena parte de marzo, en que no es que haya que proponerse muy seriamente lo de la bicicleta, es que hay que ser todavía más fanático que yo, que ya es decir. Hay hielo en las calles, puedes llegar hecho un desastre a los sitios con las tormentas de nieve y el barro medio sólido que los coches te salpican y, además, bastantes fabricantes directamente no recomiendan la conducción a nosecuántos grados bajo cero, porque no se fían de cómo puedan responder los mecanismos. Y esos nosecuántos grados bajo cero, aquí, se alcanzan.

La tercera causa es que en Moscú no hay un movimiento ciclista como lo hay, o ha habido, en Valencia. En Valencia ha existido desde hace un par de décadas una cierta concienzación organizada (véase aquí), que tiene el mérito de haber conseguido que su politización (que la tiene) no se pase de rosca, cosa dificílisima en Valencia, y es gracias en parte a su presión que la situación ha mejorado muchísimo, torciendo la voluntad de un gobierno municipal que, como se vio en la entrada anterior, había sido muy crítico con la infraestructura mientras estuvo en la oposición. En Moscú no hay ni rastro de algo parecido. No es que la sociedad civil rusa dé pena, es que no hay rastro de una demanda y los propios y pocos ciclistas que en Moscú somos nos conformamos con que nos sigan considerando unos bichos raros y no nos peguen demasiado.

La cuarta es que, maldición, así como he dicho que la sociedad civil rusa da pena, la única excepción que hay a esto la constituyen precisamente los máximos enemigos del ciclista: los automovilistas. Los automovilistas rusos sí que están organizados, son influyentes, son totalmente apolíticos (ahora bien, aquí son apolíticos hasta los políticos) y son capaces de montarla bastante gorda por un quítame aquí este metro de calzada para construir un carril bici. Y es que pasarse horas y horas en los atascos de Moscú le agria el carácter al más pintado.

Y la quinta es que, después de años de comunismo (ya es sabido que en Rusia, el comunismo siempre tiene por lo menos una parte de culpa de lo que pasa), la máxima aspiración, el sueño más húmedo y la culminación de toda una vida de sinsabores y fracasos era acceder a la propiedad de un automóvil propio. En Moscú había avenidas enormes por las que no circulaba casi nadie y los pocos que tenían vehículo (de motor) propio eran envidiados por la turbamulta. El coche no sólo era un medio de transporte; el coche era - y es - un símbolo de estatus, un símbolo de triunfo, de ser algo en la vida, y de ver por encima del hombro a alguien, como esos seres inferiores que caminan por las aceras o se apelotonan en el metro o en los trolebuses. Esa absurda idea del coche como quintaesencia del triunfo social nos la inculcan en España los anuncios de coches y nos la creemos, o no, pero aquí está grabada a fuego en el colectivo descendiente de la generación anterior que sí que vivió esa sed y que hoy por nada del mundo renunciarán a sus cuatro ruedas, así tengan que pasarse media vida tocando el claxon en los atascos.

O mucho me equivoco, o esa idea del carril bici se quedará en el plan de Sobyanin, escrita y nada más, y los ciclistas seguiremos burlándonos de los automovilistas mientras serpenteamos entre los pocos espacios que dejan y llegamos más pronto que ellos. O haciendo esos ciento ochenta kilómetros en parques, jardines y en lugares donde no hace mucha falta, como han hecho en Madrid. Vaya, que me gustaría equivocarme, pero las cosas son como son, y en Moscú sólo serán de otra manera si Sobyanin es mucho más tozudo de lo que pienso. Y no me lo creo.

2 comentarios:

  1. Hola a todos!
    Magnífica entrada Alfor
    Estudié en Valencia, e iba a todos los sitios en bici... por la calle con los coches y cuando era jugarse el tipo por la acera, así atropellé a un par de personas... Muy buen recuerdo de entrar en Viveros a pedales... Después estuve en Albacete, y allí era de bicho raro vamos... La universidad llena de Audis y Volvos de muchos $ de los profesores (era algo así como de nuevo rico, lo de los profesores de la UCLM, inpecables y con super-coches) Pero donde disfruté de la Bici fue en Alemania, disfruté muchísimo...
    Me acuerdo en Vcia que me pegaban en la bici la cuartilla de las concentraciones aquellas que se hacían viernes por la tarde en la plaza de la reina creo, pero no acudí nunca...
    Ahora vivo en el campo y voy a pinchazo por salida... las malas hierbas y los pinchos....
    Ah, algo que me pone de los nervios, pero si está todo inventado! que se copie el modelo alemán de carriles bici... con el plan E, p.e. en Denia han hecho un carril bici absurdo, las bicis deben ir con los coches, pues con los peatones, prácticamente sin espacio para éstos, con lo que invadirán elcarril... en fin...
    Sl2

    ResponderEliminar
  2. Lluis, bienvenido. Ahora ya no se permite entrar en Viveros en bicicleta, pero entonces era la caña, con esa rampa empinadísima para acceder al río.

    Y sí, yo en Alemania también me lo pasé mucho mejor, y eso que estudié en la peor ciudad desde el punto de vista ciclista de allí.

    ResponderEliminar