Pues sí que iba a escribir sobre los cadáveres creativos que vienen a Moscú a morir, como los ríos a la mar, pero resulta que hoy, lunes de Pascua, no es día de entierros, sino de resurrecciones, así que mejor será diferir la continuación de las entradas sobre músicos acabados para la siguiente ocasión.
Porque hoy es Pascua y, por si fuera poco, Pascua doble, puesto que las pascuas católica y ortodoxa, que normalmente están separadas en el tiempo, este año han venido a caer en la misma fecha, igual que sucedió el año pasado, pero no así el año próximo, en que volverán a estar lejos una de la otra.
El sábado por la noche, Moscú tenía todavía más marcha que de costumbre, que ya es decir. Esa noche, delante de cada iglesia, se veían nutridos grupos de gente que no cabían dentro del templo (los templos ortodoxos, por lo general, no tienen una cabida demasiado amplia), mientras escuchaban los cantos que salían desde el interior. Además, el tiempo era estupendo, durante todo el día había hecho sol y, bien entrada la noche, la temperatura seguía siendo muy agradable.
La catedral católica, que es donde pasé la vigilia y que sí tiene una capacidad bastante más parecida a las iglesias españolas, estaba de bote en bote. Al principio no pude sentarme, y sólo hacia la segunda hora de vigilia una señora se fue justo junto a mí y dejó libre su sitio, cosa que agradecí bastante, porque cuatro horas de liturgia, por muy emocionante que fuera, castigan bastante. Y pensar que los ortodoxos las aguantan de pie casi todas las semanas.
La vigilia de Pascua de Resurrección es el momento para el bautismo y confirmación de adultos. En España, donde el bautismo de adultos era insólito hasta hace poquísimo, es un fenómeno que probablemente irá en aumento poco a poco (y aquí tengo sentimientos encontrados: no sé si eso es por suerte o por desgracia), pero en Rusia es bastante frecuente (aquí, claramente, por suerte). El sábado por la tarde se debieron bautizar y confirmar como una treintena de personas, a una de las cuales, además, había preparado yo. Como acceder a las primeras filas fue bastante complicado hasta bien entrada la noche, no pude felicitarla hasta casi la madrugada, pero, sí, estaba muy contenta.
¡Si es que teníamos hasta a la televisión haciendo un reportaje! El reportero, ya a la salida del templo, miró a su alrededor a ver si descubría a algún católico lo suficiente fotogénico y particular como para entrevistarle, y quiso la mala suerte que encontrara a Paulish, un encantador niño mozambiqueño de siete años que ciertamente va a catequesis desde hace unos meses (con Ame, además, una pareja que es el terror de la catequista y del resto del grupo), pero se ve que atiende más bien poco:
- Что это такое - Пасха? (¿Qué es la Pascua?) - preguntó el periodista, un chaval joven, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras los focos apuntaban a Paulish.
Paulish, que habla ruso perfectamente, además de su portugués nativo, miró con cara de ignorancia al periodista, sin acertar a balbucir nada coherente.
- Ты можешь ответить на английском (Puedes responder en inglés) - añadió el periodista con cara de preocupación. Los rusos creen que todos los extranjeros tenemos la obligación de saber inglés (cosa que ellos casi nunca cumplen). En el caso de Paulish, la advertencia es superflua, porque lo único que habla Paulish en inglés son palabras como «Nintendo», «PSP», «On», «Play» y «Game over», que son suficientes para sus propósitos.
Al final, el periodista tuvo que dejar a Paulish por imposible, descubrió una monja negra de las hermanas de la Madre Teresa y le pareció lo suficientemente exótica para lo que quería. La monja, aunque yo ya no lo oí, estoy seguro de que supo responder perfectamente al periodista sobre qué es la Pascua.
Al menos, Paulish ya tiene un estímulo para atender en catequesis. Si no lo hace, viene la televisión y toda Rusia se entera de que esta más verde que una lechuga.
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