lunes, 10 de enero de 2011

Comparaciones deportivas (I): el contexto

El Run Moscow tuvo lugar a finales de septiembre, que es una fecha en la que, en Moscú, y por lo que a temperatura se refiere, puede pasar prácticamente cualquier cosa. Puede nevar, puede llover a cántaros y también puede, incluso, hacer buen tiempo, no vayamos a creer.

La San Silvestre valenciana tuvo lugar el 30 de diciembre. Sí, el 30, no el 31. Cosas nuestras. En esa fecha, en Valencia también puede hacer un tiempo de lo más variado, pero lo normal es que haga buen tiempo por arte de magia. De hecho, algún año sí que ha llovido, pero los últimos cinco años incluso ha hecho calor.

En Moscú, las carreras populares son un acontecimiento minoritario, lo cual no es de extrañar, porque los deportes más populares (aparte del fútbol) son el biatlón, el hockey sobre hielo y el patinaje sobre hielo. Si no sabéis lo que es el biatlón, es que probablemente sois españoles. Lo de correr no es que sea insólito, pero no es frecuente y los que corremos (o hemos corrido) por la calle pasamos por frikis irremediables. En parte, porque en Moscú, si no vives en las inmediaciones de un parque, que son auténticos bosques urbanos, encontrar un lugar para correr y que el entrenamiento no sea una pesadilla es sumamente difícil. Hay unos cuantos clubes de corredores desperdigados, para una ciudad que anda por los diez millones de habitantes.

En Valencia, en cambio, las carreras populares son una religión seguida masivamente. Hay varias todos los fines de semana, no hay apenas pueblo que no tenga la suya y hay una legión numerosísima de participantes de todas las edades y niveles posibles. En muchísimos pueblos hay clubes de corredores, incluso más de uno, que reciben un apoyo enorme por parte de los municipios. En Moscú, ya es bastante con que el municipio no sabotee la carrera (ya sabemos que al poder, en Rusia, le disgustan muchísimo las concentraciones de gente).

En Moscú, la única carrera abierta y gratis total que he visto ha sido el Run Moscow, para participar en la cual no hacía falta más que apuntarse por internet en la página habilitada para ello. Casi siempre las carreras,ya de por sí escasas, son de pago. En esta ocasión, sin embargo, Nike dio un paso al frente y se convirtió en organizador del sarao.

He corrido en una carrera organizada por Nike. Fue la San Silvestre Vallecana de hace unos cuantos años y me gustó tan poco, además de que me soplaron dieciocho euros por una carrera básicamente cuesta abajo con unos espectadores de lo más maleducado que he visto, que le tomé aún más tirria a la marca de la que le había tomado desde que fui adolescente de barrio proletario y anti-marquista. Pero con el Run Moscow hice una excepción.

En Valencia, tradicionalmente, las carreras populares han sido siempre gratuitas y generosamente patrocinadas por los ayuntamientos. Debo tener en casa unas ochenta camisetas de las carreras más inverosímiles, y sólo en las de los últimos años comienzan a abundar las que obligan a rascarse el bolsillo. Se ve que la crisis ha hecho dura mella en los presupuestos municipales y que ya quedan pocos ayuntamientos con las finanzas lo suficientemente saneadas como para ponerse a subvencionar carreritas populares. Para compensar el desembolso, los organizadores de carreras de pago se esfuerzan en dar al corredor un valor añadido (el 10k de ayer fue un buen ejemplo: carete, pero no se le puede poner un pero a la organización).

Con los párrafos que van arriba creo que ya está bastante claro el contexto en que nos estamos moviendo. En ambos casos nos hallamos ante una carrera masiva en términos absolutos (alrededor de diez mil personas), pero una de ellas tiene lugar en Moscú, ciudad relativamente indiferente a casi todo lo que ocurre en ella, atletismo incluido; mientras que la otra sucede en Valencia, donde te das la vuelta en el río a cualquier hora y ves a cuatro o cinco tíos persiguiéndote en pantalón corto.

En estas circunstancias, el reparto de dorsales aparece como uno de los retos más importantes, que desentrañaremos en la próxima entrada.

3 comentarios:

  1. Me tienes intrigado. La inscripcion me costó 10€. A mi hermana por hacerlo con bastante mas antelacion le salio por 5€.

    ¿Dices que te costó cara?

    Para mi un buen valor añadido a la carrera más que la camiseta o la gorra (que ademas no las quiero porque al final no pude correr, no hablemos ya de esa bolsa tiñosa...) es llevar el chip y poder acceder luego a los tiempos desglosados por Km.

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  2. Orayo, el Gran Fondo de Siete Aguas costaba cinco, así te inscribieras el último día del plazo, y la organización es impecable.

    Diez euros es, pues, comparativamente caro.

    Más cara, eso sí, me pareció la última media maratón de Castellón. Doce euros, zona de meta innecesariamente reducida y kilómetros mal medidos. Homologarían la distancia final (¡espero!), pero no son normales algunos parciales que hice.

    Si puedo acceder a los tiempos desglosados por kilómetro, vale, pero ni siquiera es el caso. Cada cuarto de carrera, y gracias.

    En fin, no me quejo, pero que no me digan que es barato.

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  3. Vale, pero admite que es un caro relativo.
    No te digo que me costo la inscripcion del duatlon de Cheste que me corres a boinazos.

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