viernes, 13 de agosto de 2010

Salida a Tver

En 1908 se publicó un libro interesante para hacer compañía durante este viaje que iba a comenzar: "Volga. Guía por las ciudades de Rusia", escrito por un periodista viajero, Vladimir Gilyarovsky (el de la foto). Gilyarovsky recorrió el Volga enterito, desde su nacimiento hasta su desembocadura, y plasmó sus impresiones en el libro que cayó en mis manos y que me sigue en este viaje, en el cual, al menos en una pequeña parte, vamos a coincidir con su ruta, además de aprovecharnos de algunas de las fotos que trae y que se pueden comparar con las actuales.

Gilyarovsky no es un entusiasta acrítico de su país, como suele pasar con quienes recorren su patria (reconozco que a veces me pasa a mí, sin ir más lejos). Ya en las primeras páginas, con ocasión de la llegada a la ciudad de Rzhev, y tras describir su aspecto exterior sin elogiarla ni lo más mínimo, dice: Tal es el aspecto exterior de Rzhev. Tras el telón, dicho así, no se diferencia mucho de centenares de ciudadillas provinciales rusas, cuyos rasgos generales son suciedad, calles sin adoquinar, vallas torcidas, ausencia de iluminación y otras perlas de la civilización rusa. Joroba con el tío. Probablemente el "tiránico" régimen zarista de Nicolás II, bajo el cual se publicaron esas líneas, no era tan tiránico, porque a buenas horas hubiera podido el bueno de Gilyarovsky publicar una cosa así bajo la democracia popular de Stalin. Vamos, es que si lo hubiera intentado, el régimen le hubiera facilitado inmediatamente la redacción de su siguiente libro de viajes: "Kolymá. Guía de los campos de concentración de Extremo Oriente."

Con el libro en el macuto, salí de casa en dirección a la estación de metro Aeroport, junto al monumento a Ernst Thälmann, que era donde iba a tener lugar la quedada. Llegué sin problema, me presenté a la guía y me adjudicó el sitio que venía en su plano. No pensaba yo que tuvieras un sitio en el autobús adjudicado, pero se ve que sí... esta agencia de viajes intenta currárselo.

Eso de tener un nombre extranjero, no obstante, se las trae. Yo creo que me confundieron con una mujer, porque, poco después, ya sentado yo en mi asiento, vino una tal Elena Mijailovna, que aparentaría unos treinta y cinco años, que era una madre de tres hijos que viajaba con ellos y su marido, y a quien le había tocado el asiento de mi lado.

Elena Mijailovna vio que a su lado iba a ir ¡un hombre!, abrió la boca sorprendida y se quedó sin saber qué hacer.

- Volodya, que me han dicho que me siente en la octava fila, y es ahí - dijo con desagrado. La palabra rusa para estos casos es неприлично y quiere decir "indecente".

Efectivamente, puede que no os lo creáis, pero en Rusia es poco decoroso que una mujer y un hombre se sienten al lado en un autobús sin estar casados. No, no he dicho hacer manitas, sólo sentarse al lado en el autobús. Es posible que muchos penséis que las rusas tienen fama de descocadas. Pues hay de todo. Bueno, quizá lo que no haya son términos medios y, en todo caso, ni mucho menos todas las rusas son del tipo de las que van a las discotecas.

- No sé...

Elena Mijailovna fue a hablar con la guía, que se escandalizó un poquito y movió un par de sitios para que no tuviera que sentarse conmigo. He de reconocer que salí ganando, porque al final no se sentó nadie y fui mucho más ancho.

* * *

La guía se llamaba Margarita y era de Tver. Supongo que había salido de Tver a una hora imposible de la madrugada para organizarnos.

Una guía rusa (экскурсовод es el terminus technicus) se caracteriza por una cosa fundamental: no para de hablar ni debajo del agua. Apenas nos hubimos puesto en marcha, comenzó a revisar el programa que teníamos y, en cuanto salimos de Moscú, nos comenzó a contar todo, pero todo, lo que se veía de camino. Jo, es que hasta nos contó la historia de Jimki, que es la ciudad dormitorio por antonomasia. A mí me gusta la charla, pero no es plato de gusto para todo el mundo, porque hay quien quiere dormir y no es justo que le molesten.

Y, con esto, ya vamos camino de Tver, avanzando con el autobús por la carretera de Leningrado y no muy lejos de nuestra primera parada. Pero eso ya le toca a la siguiente entrada.

2 comentarios:

  1. Confundir tu nombre con el de una mujer... bueno, pobre guía.
    Pero en el fondo es una tontería, aunque tuviste suerte de ir solo. Esperamos ver cómo te va aventurilla.

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  2. Behemoth, es que no es tan fácil para un ruso, cuando te sales de los nombres más habituales y tu apellido no termina en "ov" o en "sky".

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