¿Pensabais que únicamente Moscú era un lugar de concentración de la cursilería rampante y suspirante? Pues nada de eso. La coentor y la cursilería afectan universalmente a toda Rusia.
A los rusos hay que comprenderlos. Se han pasado la tira de años sometidos al bolchevismo uniformizante, comprando los mismos muebles, vistiendo las mismas ropas y haciendo las mismas cosas. Se acabó el comunismo, y les ha entrado la sed por destacar, por destacar como sea y a costa de lo que sea. En España, nos hemos dedicado a comprar coches y viviendas que no nos podemos permitir; en Rusia, de las viviendas pasan bastante, pero de los coches no y, de propina, hacen ostentación de un montonazo de cosas que a nosotros, en España, aún no se nos han ocurrido.
Por ejemplo, a la hora de declararse a una mujer. En España, el chico dice a la chica algo así como "¿Quieres salir conmigo?", por las buenas y, como mucho, tras haberla invitado a una fanta, o incluso a dos. La chica acepta, o no, y ya tenemos, o no, una relación en marcha que luego ya veremos si termina en la vicaría y hasta que la muerte los separe o como el rosario de la aurora.
Aquí, no.
Aquí a las chicas hay que mimarlas mucho, lo cual, para un español, es muy cansado. Los rusos las tienen muy mal acostumbradas, les regalan flores a troche y moche, cargan con sus abrigos (y cómo pesan los condenados), las acompañan a casa (y algunas pueden vivir lejísimos) y, en suma, las hacen sentir como princesitas de cuento de hadas. Todo ello para que cuando llegue la pregunta mágica, la chica les dé el sí.
Pero como hay mucho ruso regalando flores, pelando la pava, besando los pies, llevando el quintal de abrigo de pieles que llevan, cediendo el paso cortésmente y regalando el oído de la rusita con lindezas, destacar resulta difícil. En lo tocante al cortejo, casi todo está inventado y no hay mucho que hacer ¿No? ¡Claro que sí! La cuestión es echarle imaginación al asunto y distinguirse del vecino y, en eso, los rusos son únicos. Si hay que ser hortera, se es, pero distinguirse es una obligación.
¿Que a tu chica ya no le caben más flores en su casa, ni en la de la vecina?
¿Que ya no se te ocurren más zalamerías que escribir en los SMS?
¿Que ya habéis visto todas las películas de todos los cines de la ciudad, y a tu chica ya hasta le cuesta abrir esos ojos tan bonitos que tiene, de tanta penumbra que ha padecido entre cines y teatros?
¿Que ya tiene más zapatos que Imelda Marcos, y no le da tiempo a ponerse ni la mitad?
No pasa nada. Siempre te queda el recurso de proclamar tus sentimientos a los cuatro vientos y, para ello, nada mejor que recurrir al marketing y contratar vallas publicitarias. Serà per diners. Y así, uno sale del hotel de Tver espantado por lo que ha visto y se encuentra con esta imagen que le reconcilia con el género humano.
"¡Nadiusha! ¡Te quiero! Tu Konstantin"
Después de esto, como Nadiusha no se dé por enterada...
Konstantin no tiene nada que hacer, lamentablemente se le olvidó añadir "Kroshka".
ResponderEliminar:-)
Bonita la imagen de la rusita poscomunista. En el Occidente cristiano aún se sigue con el esteriotipo de la rusa lobaza, agresiva, siempre vestida con botas altas y astrakán ceñido, que va al grano, te desnuda y te dice "te quiero" con un vozarrón andrógino.
ResponderEliminarA propósito ¿Qué le ha parecido la secuela de Nikita Mijailov? ¿Vale la pena sentarse tres horas?
Alfina, yo creo que Konstantin ha contratado a un publicista para la campaña, y que al publicista le habrá parecido algo pasadito de rosca proponer lo de "kroshka".
ResponderEliminarPero está bien dejar espacio para que el siguiente pueda destacar en algo... :-)
Javier, pues espera, espera, que ayer estuve en el salón del automóvil y ahí el estereotipo campa por sus respetos. Menudas elementas me he cruzado...
No he visto la secuela de Mijalkov, ni creo que la vea. Tres horas, tú, y siempre interpretándose a sí mismo. Me da la impresión de que a los diez minutos la podré contar entera.
¿y eso de Kroshka, que es lo que es? Traducción, Alfina pleaseeeeee!!!
ResponderEliminarPues yo que quieres que te diga, Alfito, francamente, y tal y como está el patio español, me voy a Rusia, que parece que los tíos se lo curran un poco más y un poco mejor, francamente... Porque telita en España que mal está el mercado...
Besitosssssss