El mes pasado, en mi última visita al museo Pushkin, ya comentada en su día por aquí, tuve la gran suerte de coincidir con una exposición temática sobre cuadros históricos del siglo XIX. Como la mayoría de los lectores de esta bitácora habrán sosechado, el arte me gusta, y la historia casi más todavía, así que no perdí ripio de la misma. La muestra era muy buena, e incluía, por ejemplo, el famoso de cuadro de Marat fiambre en su bañera, por David, además de una importante muestra de autores franceses, ingleses y también de algún ruso, de quienes tocará hablar en otra ocasión (Vaznetsov y Nesterov, dos fueras de serie, sobre todo el segundo).
De españoles había cuatro pequeños grabados de Goya, de la serie de los desastres de la guerra, que no sé yo muy bien si llamar históricos, y menos en el tiempo en que fueron dibujados. El de Marat recién difunto no era histórico cuando apareció, vale, porque David, que era amigo del finado, tomó unos apuntes allí mismo, en el lugar del suceso, con lo que más es un grabado periodístico que otra cosa, pero yo creo que David sí tenía la intención de que aquello que pintaba fuera a pasar a la historia, mientras que de Goya no veo tan clara la intención.
Las dos señoras que observan el cuadro y que aparecen en la fotografía de arriba son las últimas que pude observar. En Moscú, quizá más que en otras ciudades, hay toda una legión de seguidores de la cultura atentos a los acontecimientos que se desarrollan en la ciudad, y hay que incidir en que en Moscú hay muchos más eventos culturales que grados bajo cero. Que ya es decir. La diferencia con otras ciudades europeas es que, además, asistir a los eventos culturales en Moscú suele ser muy barato, en particular para los pensionistas, mientras que en otros sitios puede ser caro. La semana pasada, forzado por las circunstancias y el penoso tiempo que hacía, estuve un par de veces en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en Valencia, y visitarla con frecuencia no es algo que esté al alcance de todos los bolsillos. Eso sí, también vi la exposición de Sorolla y ésa era gratis, y lo hubiera sido del todo si hubiéramos logrado esquivar la tienda que había a la salida. Como no lo conseguimos, salimos de allí con un buen puñado de euros menos...
En Moscú, en cambio, un pensionista puede pasarse el día yendo de museos sin más limitaciones que la que le imponga su físico, e incluso pararse ante cuadros como el que estaban observando las señoras y que aquí debajo viene reproducido.
- Mira, mira, Ira (Irina, para las amigas), qué cuadro más horrible.
- ¿Qué es?
- Vamos a leer lo que pone abajo.
- ¡Oh! A esos dos señores les han cortado la cabeza.
- ¿La cabeza? ¿Y por qué?
- Seguro que hicieron algo malo.
- Aquí pone que al matarlos comenzó la revolución en los Países Bajos.
- Los Países Bajos... ¿Una revolución?
- Hablan de intolerancia religiosa.
- Mira, Ira, es interesante, pero es muy feo. Vamos a ver un cuadro más bonito. Venga...
Las dos señoras se fueron a ver la siguiente obra, dejando atrás el cuadro de Louis Gallait, Últimos honores a los restos de los condes Egmont y Hoorn. Sobre la decapitación de estas dos personas en Bruselas creo que ya escribí de cuando estuve por allí por... penúltima vez. El duque de Alba, que era el gobernador español de los Países Bajos en nombre de Felipe II, estaba un tanto nerviosillo con los rebeldes protestantes y, probablemente, con el lluvioso tiempo de por allí. El caso es que Egmont y Hoorn no erán precisamente rebeldes protestantes, sino católicos, y que el conde de Egmont había tenido una participación muy destacada del lado español en la batallas de San Quintín y, sobre todo, de Gravelinas, donde contribuyó a destrozar metódicamente a los franceses, así que cargárselos fuera seguramente algo muy exagerado. Pero vamos, después de las vacaciones lluviosas que me ha tocado soportar, la verdad es que yo mismo hubiera podido cometer cualquier barbaridad. Quizá no ésa, vale, pero alguna barbaridad seguro que sí.
Hola Alfor. Es muy curiosa una inscripción que hay escondida en un rincón de la Grand Place de Bruselas (esa gran obra de arte arquitectónica española sita en Bélgica y conocida en el mundo entero) y que reza algo así como "en memoria de los malvados españoles que oprimieron al pueblo belga cometiendo asesinatos, etc..." (no me acuerdo bien). Yo, después de eso, me río de cualquier cosa... :)
ResponderEliminarPues bueno... en todas partes se cuecen habas y en mis museos a Calderadas.
ResponderEliminarAqui en la Gelida (Alfor pensara "este no sabe que es gelido, pobrico mio") Bogota, Museos, lo que se dice Museos, hay un rato largo. Por algo sera que esta ciudad fue llamada en sus tiempos la Atenas Sudamericana (Ahora es simplemente la Tenaz Sudamericana, aunque Caracas nos compite firme con sus basuras y asesinatos).
En fin. Pasa por ejemplo que los museos que mas me gustan, NO son gratis (Museo Nacional, Casa Museo 20 de Julio, Museo nacional de Trajes tipicos) Y los otros que son gratis no es que tengan demasiado para ir a ver (Museo de la Policia nacional, Museo de las Fuerzas Armadas).
Sin embargo, el señor Antanas Mockus, hombre de pro y matematico mas raro que un Chino pelirrojo natural , que fuera el mejor alcalde de esta urbe, se invento junto al ministerio de cultura un programa segun el cual todos los ultimos domingos de mes los museos son gratis.
A que no adivinan quien esta entonces en sus museos preferidos? ;)
Saludos!
PD: temporada taurina, temporada en que dirijo las protestas antitaurinas en compañia de mis amigos de mi organizacion ecologica :)
Hay que ver como molamos los españoles.
ResponderEliminarLa verdad es que tienes razón con lo da la ciudad de las artes, es un pastón casi todo.
Al'bert, los belgas son unos tipos un poco raros con su particular memoria histórica. Luego, cuando han salido fuera, han hecho buenos a los que les dominaron. Creo que en el Congo saben algo de esto.
ResponderEliminarKozure, proteste, proteste lo que quiera contra los toros. Pero los últimos domingos del mes al museo.
Behhemoth, los españoles molamos, ya lo creo que sí. La CAC es una chulada, vale, pero si no te conformas con pasear y quieres entrar, entonces hay que rascarse el bolsillo. Y, si además de entrar, quieres comprarte algo, ya ni te digo.