viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad y españoles en el Pushkin

La pintura de al lado es de uno de los grandes más grandes de todos los tiempos. Zurbarán es lo más de lo más, y la pintura que fotografié el otro día, que representa a la Virgen dando de mamar al Niño y que precisamente por eso es hoy el día adecuado para traer aquí, es uno de los orgullos del Museo Pushkin de Moscú.

Su colección de pintores españoles es escasa, pero reseñable. Español al fin, me hizo mucha ilusión ver cuadros de mis compatriotas colgados allí, tan sumamente lejos de los talleres que los vieron pintar. Como yo mismo, tan sumamente lejos de la tierra que me vio nacer, aunque, precisamente ahora, estoy en ella para pasar estos días.

La pequeña colección de españoles del Pushkin es estrictamente del siglo XVII, el Siglo de Oro. Cronológicamente, todos los cuadros están muy próximos, pero podemos empezar por un valenciano que pasó casi toda su vida en Italia.



José de Ribera "el Spagnoletto" es tan italianillo que la transcripción de su nombre de pila al cirílico no es "José" (ni siquiera "Josep", en su valenciano materno), sino "Giuseppe". En realidad vivió casi toda su vida en Nápoles, que en su tiempo pertenecía a la monarquía hispánica. En el cuadro del Pushkin se representa a San Antonio, santo del siglo IV considerado uno de los fundadores de la vida monástica.




Los dos cuadros de arriba son de Murillo. El de arriba representa al arcángel San Gabriel y fue pintado por encargo de ese señor que aparece en la esquina inferior derecha y que es nada menos que el arzobispo Domonte, que hoy nadie sabe quién era, pero que en 1680 fue consagrado arzobispo de Sevilla, ciudad que por entonces ya no estaba en su mayor esplendor, pero que seguía siendo de las más importantes de España. El segundo cuadro "La niña vendedora de frutas", es una excepción a la temática religiosa y da alegría sólo de mirarlo. Las frutas tienen un sentido alegórico bastante evidente.

No debería ser muy complicado averiguar que, cuando Murillo pintó este último cuadro, era un joven madurillo de treinta años escasos, mientras que el cuadro de arriba lo pintó con los sesenta más que cumplidos y próximo ya el descalabro que vino a acabar con su vida.



Se atribuye esta María Magdalena a Pedro de Mena, otro de los grandes del Barroco español, en este caso de la escultura policromada. Se nota claramente que le falta algo entre las manos; se trata de una cruz que se ha perdido.



Bodegón con reloj, de Antonio de Pereda y Salgado, es el único representante de otro género que, en cuanto lo vemos, decimos "¡Barroco!", y no nos equivocaremos. El cuadro es un curioso intermedio entre un bodegón, como los que bordaron Zurbarán o Velázquez, con un ojo puesto en el subgénero más barroco de todos, la Vanitas, y así es como aparece el reloj, que ya da un apunte de la brevedad de la vida como tema de la obra. Pereda y Salgado no exagera tanto como el pintor paradigmático de la Vanitas y del Barroco llevado al no va más, que es su casi contemporáneo, pero en Andalucia (Pereda era castellano), Valdés Leal.

Así pues, hay poco español en el Museo Pushkin, pero ya da para hacerse una ligera idea del Barroco español, esa época en que los artistas creían en Dios. Gracias a ello crearon un mundo irrepetible que todavía hoy podemos apreciar cuando nos acercamos a contemplar lo que hicieron.

Entretanto, feliz Navidad a quienes visiten esta bitácora, y mucho ojo con el turrón, que las indigestiones las carga el diablo.

3 comentarios:

  1. Feliz Navidad también a usted y su familia.

    Me he reído mucho con las últimas entradas, sobre todo con lo que dijo el chaval de "dar gracias por tener dinero". Estos niños... ))))

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  2. Feliz Navidad!

    A mí me gustó mas lo de ".. para jugar con niñas, ya tengo la clase de coreografía..."

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  3. Francisco, menos mal que a alguien le hace gracia. Porque, lo que es a mí...

    ¡Si al menos fuera verdad!

    Danferesp, hombre, tanto como jugar... al fin y al cabo es una clase.

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