En la última entrada veíamos que algunos países ya se estaban mosqueando con la espiral hiperinflacionista. El más mosqueado fue Letonia, que vio que estaban pasando varias cosas:
1.- Que le estaban exportando la inflación del rublo, mientras que ellos no estaban por la tarea de tener hiperinflación.
2.- Que, para ser un país pequeño, estaban teniendo una coyuntura desfavorable y se estaban quedando sin monedas y billetes en efectivo, que desaparecían de la circulación. Como la única ceca estaba en Rusia, sin la colaboración del BCR les era imposible emitir efectivo, y el BCR, que era tan poco independiente como el de Uzbekistán, a veces tenía la tentación de fastidiar un poco a las díscolas repúblicas independientes. Y, para díscolas, las bálticas. El caso es hoy tenemos cosas como tarjetas de crédito, cuentas bancarias a nombre de todo quisqui, pero en los primeros años noventa esas cosas no existían en esta parte del mundo, y hacía falta el dinero contante y sonante. Y Letonia no lo tenía, porque se lo imprimía Moscú.
Letonia salió de manera rápida de la zona rublo. Entre mayo y julio de 1992 el rublo ruso dejó de ser la divisa letona. Primero hubo una divisa de transición, el rublo letón, y al año siguiente el lat, que es lo que tenemos hoy (al menos hasta que, posiblemente, Letonia entre en la zona euro en 2012). Cuando anduve por allí de visita, me llamó la atención lo tremendamente elevado que era el valor del lat. Vamos, que venía de Rusia, donde las monedas tenían un valor tan ridículo que el que encontraba una la tiraba por las escaleras del metro, y pasé a Letonia, donde con las moneditas comías sin ningún problema y te sobraba para comprarle un par de plátanos a Hugo Chávez.
Los demás países, en lugar de salir de la zona rublo, aunque sometidos a los mismos problemas, no estaban de momento tan empeñados en contener la inflación, aunque sí se oponían a que los ex-soviéticos de las demás repúblicas usaran sus papelitos para pagar obligaciones en su país. Con ello, lo que hicieron fue emitir sus propios papelitos que servirían de medios de pago, de momento junto con el rublo ruso fetén. Los papelitos no eran muy prestigiosos: casi todos ellos se llamaban cupones, como los de los tambores de detergente, y en alguna república recibieron algún sobrenombre cariñoso, como en Bielorrusia, donde los billetitos, como el de la imagen de arriba, recibieron el nombre de "liebrecitas" (zaichiki). El caso es que las máquinas de imprimir echaban humo.
A Kirguizia se le hincharon las narices cuando Víktor Geraschenko, el presidente del Banco Central ruso, le dio un acelerón más a la máquinita de imprimir billetes. Los papelitos no se aceptaban fuera de la república que los había emitido, pero los rublos sí, así que el aumento de la masa monetaria iba a poner la inflación peor de lo que ya estaba de por sí. Kirguizia introdujo en mayo de 1993 su propia moneda y el rublo dejó de circular como medio de pago. Y durante un tiempo mejoró sus cifras, consiguió sorprendentemente que el PIB aumentara e incluso entró en la OMC, algo que parecía lejísimos de cualquiera de las repúblicas ex-soviéticas.
Pero la puntilla al rublo se la dio la propia Rusia, cuando al mes siguiente decidió que ya estaba bien y cambió de golpe y porrazo los billetes en vigor. Los anteriores, incluyendo los que pululaban por las repúblicas, quedaron para señales de libros. De todas formas, cuando la inflación ha sido del 2000% durante un par de años y se ha pulido los ahorros de toda la vida de un barbaridad de gente, ya lo de que unos cuantos cientos de rublos se convirtieran en cromos era lo de menos.
De esta manera, los países que aún seguían chupando de la zona rublo se vieron expulsados de la misma, básicamente porque había dejado de existir. Por ejemplo, Uzbekistán, que tardó unos cuantos meses en reaccionar, hasta que en noviembre de 1993 introdujo un primer cupón-sum. Con ello, el rublo soviético dejó de ser medio de pago, pero empezó otro de los períodos más interesantes para un economista interesado en la política económica, cual fue la política monetaria de las Mil y Una Noches de gobierno y Banco Central de Uzbekistán. A lo mejor otro día toca escribir sobre ella.
Con esto, debería quedar claro que la adopción del euro, y la pertenencia a una zona monetaria, no es fácil y requiere una disciplina difícil de asumir para políticos con complejo de dios. El complejo de dios consiste en que el político diga "Hágase" esto, por estúpido que sea, y que un montón de lameculos, incapaces de decir la verdad o siquiera de intuirla, se pongan a romper lo que sea para satisfacer el deseo del prócer. Pues a una parte de ese complejo, que todos los políticos tienen en mayor o menor medida, hay que renunciar cuando perteneces a una unión monetaria, porque para cumplir casi todos los deseos hace falta dinero. Y el dinero, cuando hay disciplina, no se puede inventar, como hacían los sátrapas postsoviéticos.
Los líderes postsoviéticos no quisieron renunciar ni a un poquito de su complejo de dios, y así se llegó a uno de los robos más vergonzosos de las últimas décadas (el de los ahorros de una generación entera, eliminados por la inflación) y al colapso de unos lazos económicos entre las repúblicas que, durante mucho tiempo, no fueron sustituidos por nada y condujeron a una brutal contracción de la economía de todos aquellos países. Vamos que, como nos tocara salir del euro, ojo con las consecuencias, con o sin devaluación.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1120864
ResponderEliminarEsto salio hoy en el segundo diario mas importante de Argentina (segundo por la tirada)
Bruno, casi me hace llorar. Conozco a los hijos del Maestre que cita el artículo, conozco bastante bien su empresa, le tengo cariño y sé que lo estará pasando mal al echar gente. Y es que es de los empresarios paternalistas.
ResponderEliminarEl artículo creo que es -¡todavía!- un pelín alarmista. Es cierto que los precios en España han bajado ligeramente, pero la inflación subyacente (que excluye energía y alimentos, cuyos precios son más volátiles) sigue siendo positiva. Por eso, podría pensarse que lo que está ocurriendo es una corrección de unos precios, precisamente energía y alimentos, que habían subido exageradamente en el último año. Eso no sería grave.
Por fortuna para España, la situación en la mayoría de los países de la zona euro es semejante. El peor de los mundos sería una situación como la que siguió a la unificación alemana de 1990, con necesidades y políticas monetarias totalmente divergentes dentro del entonces Sistema Monetario Europeo. Entonces aún se pudo devaluar la peseta en 1993, pero ahora no sería posible y podría llevar a una situación muy complicada de ajustar.
Alfor, es temprano, estoy por partir hacia lo que nosotros los occidentales (en tono burlon) llamamos un agujero del infierno, es mas, creo que es lobby de Lucifer... uno de los paises terminados en "-tan" del que no dare el nombre.
ResponderEliminarLa pregunta quizas te resulte un tanto estupida, pero mis pocos conocimientos de economia ameritan semejante, con total seguridad, barbaridad.
¿No es posible que el BCE devalue el €, respecto del dolar, libra o yen y asi evitar el rebote de la deflacion y entrar luego en una espiral inflacionaria que licue los salarios de todos los trabajadores?
Desde ya te pido perdon , pero la ingenieria es lo mio, a eso me dedico.
Bruno, el comentario me quedaría muy largo, así que se ha ganado una nueva entrada. Que, eso sí, no tendrá nada que ver con Rusia.
ResponderEliminarQuién me lo iba a decir, que me pondría a escribir sobre economía.
Ánimo por Absurdistán y vuelva entero.