Los rusos están de Maslenitsa, una fiesta que tiene una cierta similitud con nuestro carnaval: que tiene lugar en vísperas de Cuaresma y que tiene la función de darse un último atracón antes de los rigores del ayuno. En el caso católico, que no es ni mucho menos tan riguroso como el ortodoxo en cosas de darle gusto a la tripa, el Carnaval consiste en desfasarse, digamos, espiritualmente, antes de que llegue el tiempo de penitencia, limosna y conversión. En el caso ortodoxo, el tiempo de penitencia viene acompañado de un hambre de lobo, porque el ayuno va muy en serio, así que el desfase anterior no es tan espiritual como físico, y consiste en ponerse morado de blinis. Y más vale coger reservas, porque el lunes comienza la Cuaresma.
En ruso, Cuaresma se dice "Veliki Post" (Великий пост), que literalmente no tiene que ver con los cuarenta días, sino que significa "gran ayuno". Es posible que, con la crisis galopante que estamos padeciendo, mucha gente decida tomárselo más en serio que en los años de las vacas gordas, quizá no tanto por piedad, sino porque el bolsillo invita a la mesura.
En el caso católico, la Cuaresma comenzó anteayer con la imposición de ceniza, para recordar lo que somos y en lo que nos convertiremos. Tal día como anteayer, hace unos años, volvía yo de la imposición de ceniza hacia mi casa, con el estómago, por cierto, bastante insatisfecho, como le corresponde a tal día.
No bien hube salido del metro, cuando me paró un miliciano pendenciero. Yo no sé si los milicianos ayunan, pero, si no lo hacen, a algunos les vendría bien, porque los más de ellos parecen embarazados de varios meses. Uno pensaría que su trabajo requiere movimiento, agilidad en la persecución de malhechores, velocidad y que, en tales circunstancias, sería gente espigada y en forma. Uno pensaría que es un trabajo mal pagado y que, por eso, en su casa pasarían apreturas y tendrían que llevar una dieta que contribuiría a eliminar michelines.
Pues no. Los presuntos malhechores están en su casi totalidad en mucha mejor forma que cualquier miliciano y éstos, estarán todo lo mal pagados que se quiera, pero de algún sitio (y sospecho cuál es) sacan para alimentar su particular curva de la felicidad.
- Documentos.
- ¿Me enseña los suyos? -cuando tengo hambre, también tengo ganas de pelea, pero esto no lo hagáis si no estáis muy seguro de que lo tenéis todo en regla. Si no, tocar las pelotas sale muy caro.
- ¿Los míos?
- Tengo derecho a que me los enseñe primero, ¿no?
Me miró con desagrado, pero yo estaba ahí plantado esperando que se echara mano al bolsillo y entretanto se le estaban escapando presuntos indocumentados a espuertas. Y, presunto indocumentado que se escapa, presunta mordida que se escapa. Y había que ahorrar para el Mercedes.
- Aquí están -los milicianos tienen los documentos normalmente unidos con un cordón o con una cadenita a un botón interior.
Los miré con parsimonia, aprendiendo bien el nombre del miliciano. Que vean que nos interesa su personalidad.
- Pues aquí están los míos.
El miliciano (Sergey Miloserdov, por cierto) los examinó con la esperanza de encontrar algo irregular, pero no lo había, así que me los devolvió.
- Tome.
- Gracias - e hice gesto de irme.
- Oiga - me interrumpió el miliciano, mirándome la frente.
- ¿Qué?
- Tiene usted una mancha en la frente.
- Ah, ya.
- ¿Lo sabe?
- Sí.
- ¿Y qué es?
- Ceniza. Un ritual religioso.
Me fui. El miliciano siguió a lo suyo, seguramente pensando lo raros que somos los españoles.
Todo lo que se cuenta aquí debería tomarse con sentido del humor. Si usted no se ve capaz de hacerlo, y aun así persiste en entrar y leer, sepa que no va por usted, que lo que se cuenta está fuera de contexto y que incluso es posible que no sea ni verdad.
viernes, 27 de febrero de 2009
miércoles, 25 de febrero de 2009
Variaciones sobre un tanque
Ya dije en mi última entrada que hay gente muy suya que no pierde oportunidad de hacer ver a sus interlocutores extranjeros que la fiesta del 23 de febrero no va con ellos y que, por tanto, no deberían ni mencionar nada relacionado con ella. Pero no toda la gente es así y, en todo caso, los niños no tienen la culpa. Ame, sin ir más lejos, va a una guardería con niños rusos (bueno, hay un chino y un alemán, pero los demás son rusos), y sus cuidadoras no son tan crueles como para echarles a los guiris en cara que sus padres no defendieron la patria soviética, mientras los discriminan arrodillados en un rincón. Menos mal.
- Papà.
- ¿Sí, Ame?
- Aixo és peg tu. Lo he fet en la guagdeguia (Esto es paga ti. Lo he hecho en la guagdeguía)
Ame me dio un cuadrito muy chulo.
- Oh, Ame, pero aixo és molt bonico. Ara mateixa vaig a escanejar-ho. (Oh, Ame, pero si es muy bonito. Ahora mismo voy a escanearlo)
- Sí, papà, sí.
Como se echa de ver, en las guarderías rusas el pacifismo y esas bobadas están descartados. Que hay que poner a niños de cinco años a regalar tanques con estrellas rojas de cinco puntas a sus padres, pues se les pone. Si el padre no es precisamente comunista y lo más probable es que en su día hubiera estado enfrente del tanque, peor para él. A todo esto, Ro se acercó por allí y miró la pantalla del ordenador.
- ¡Papà, papà!
- ¿Sí?
- ¿I no se pot pintar de rosa? ¡De verd queda molt lleig! (¿Y no se puede pintar de rosa? ¡De verde queda muy feo!)
- ¿De... rosa?
- ¡Sí, sí!
- Sí, clar, segurament... se pot... per qué no... (Sí, claro, seguramente... se puede... por qué no...)
- Deixa, deixa... (Deja, deja...)
Y Ro se puso a los mandos del ratón.
La verdad es que el tanque ya parecía menos amenazante.
Entonces apareció Abi.
- Huy, eixe negre no m'agrada gens. Deixa'm a mi, deixa'm. (Huy, ese negro no me gusta nada. Déjame a mí, déjame)
Abi relevó a su hermana en el ordenador.
El problema principal de la variación cromática parece el camuflaje. El enemigo lo vería a la legua, si no fuera porque al tanquisssssta sesssual seguramente le daría vergüenza acercarse con eso a ningún sitio.
A Ame todo eso le estaba pareciendo bien, pero él también quería pintar.
- Ahoga yo, ahoga yo...
Y Ame aferró el ratón y se puso a modificar el dibujito del tanque.
Quizá Ame no sea todavía muy ducho con el ratón, pero hay que reconocer que, lo que es el problema del camuflaje del tanque, lo resolvió bien.
- Papà.
- ¿Sí, Ame?
- Aixo és peg tu. Lo he fet en la guagdeguia (Esto es paga ti. Lo he hecho en la guagdeguía)
Ame me dio un cuadrito muy chulo.
- Oh, Ame, pero aixo és molt bonico. Ara mateixa vaig a escanejar-ho. (Oh, Ame, pero si es muy bonito. Ahora mismo voy a escanearlo)
- Sí, papà, sí.
Como se echa de ver, en las guarderías rusas el pacifismo y esas bobadas están descartados. Que hay que poner a niños de cinco años a regalar tanques con estrellas rojas de cinco puntas a sus padres, pues se les pone. Si el padre no es precisamente comunista y lo más probable es que en su día hubiera estado enfrente del tanque, peor para él. A todo esto, Ro se acercó por allí y miró la pantalla del ordenador.
- ¡Papà, papà!
- ¿Sí?
- ¿I no se pot pintar de rosa? ¡De verd queda molt lleig! (¿Y no se puede pintar de rosa? ¡De verde queda muy feo!)
- ¿De... rosa?
- ¡Sí, sí!
- Sí, clar, segurament... se pot... per qué no... (Sí, claro, seguramente... se puede... por qué no...)
- Deixa, deixa... (Deja, deja...)
Y Ro se puso a los mandos del ratón.
La verdad es que el tanque ya parecía menos amenazante.
Entonces apareció Abi.
- Huy, eixe negre no m'agrada gens. Deixa'm a mi, deixa'm. (Huy, ese negro no me gusta nada. Déjame a mí, déjame)
Abi relevó a su hermana en el ordenador.
El problema principal de la variación cromática parece el camuflaje. El enemigo lo vería a la legua, si no fuera porque al tanquisssssta sesssual seguramente le daría vergüenza acercarse con eso a ningún sitio.
A Ame todo eso le estaba pareciendo bien, pero él también quería pintar.
- Ahoga yo, ahoga yo...
Y Ame aferró el ratón y se puso a modificar el dibujito del tanque.
Quizá Ame no sea todavía muy ducho con el ratón, pero hay que reconocer que, lo que es el problema del camuflaje del tanque, lo resolvió bien.
lunes, 23 de febrero de 2009
El Día del Defensor de la Patria
Ya va febrero de vencida, sigue haciendo frío, pero todos esperamos que esto termine pronto, que comience el deshielo y que la mugre, como todos los años, emerja para ser arrinconada. Lo cierto es que el deshielo ya ha comenzado varias veces, y que otras tantas la mugre y el barro han asomado bajo la nieve, pero las mismas veces ha nevado al cabo de pocas horas, ha helado por las noches y de nuevo ha amanecido el suelo blanco y los árboles tocados de nieve.
Hoy tocan más fotos y menos texto. Después de todo, es el Día del Defensor de la Patria y estamos de fiesta, así que me voy a limitar a poner fotos de hace unos cuantos días, de cuando una tozuda nevada más lo dejó todo blanco y bonito, aunque con el firme resbaladizo y la estabilidad comprometida.
Se supone que hoy es un día en que te saludan y te felicitan por ser hombre, para compensar de una manera bastante pálida lo que fatalmente sucederá el 8 de marzo. Estrictamente, no siempre es así. Recuerdo hace unos años, tal día como hoy, en que tuve una reunión con un señor bastante anciano, o quizá más castigado que anciano. Yo, muy cumplido, y con el respeto debido a las canas que peinaba mi interlocutor, le dije:
- Antes que nada, le felicito por la fiesta de hoy.
El otro me miró y dijo:
- Pues yo no le felicito a usted.
Me quedé estupefacto. Abrí tanto los ojos que el otro debió haber notado que no esperaba un corte semejante, y menos en alguien que se suponía que venía a pedirme algo. Mi visitante continuó:
- No le felicito, porque no es su fiesta. Es la fiesta del Defensor de la Patria Soviética, y usted habrá defendido su patria, pero no la soviética. Yo sí que defendí la soviética. Usted no.
- Tiene usted razón - dije.
Sin duda, la tenía, pero no entendí ese deje chulesco totalmente gratuito. Yo no le había pedido ser felicitado. Hubiera bastado con dar las gracias por mi saludo, o incluso con no dar ni las gracias, agachar la cabeza y pasar a hablar de lo que le traía a verme, sin necesidad de pasarme por la cara lo que yo hubiera defendido o dejado de defender.
Y así, con esos comienzos, el hombre me pidió lo que me venía a pedir, yo puse una mirada torva, le respondí a la rusa (lo de "responder a la rusa" queda para otra entrada), cosa que he tenido tiempo sobrado de aprender, y el hombre acabó marchándose sin resultado.
Porque yo no defendería la patria soviética, vale, ni ganas, pero fanfarronerías, las justas, y en todo caso mías.
Hoy tocan más fotos y menos texto. Después de todo, es el Día del Defensor de la Patria y estamos de fiesta, así que me voy a limitar a poner fotos de hace unos cuantos días, de cuando una tozuda nevada más lo dejó todo blanco y bonito, aunque con el firme resbaladizo y la estabilidad comprometida.
Se supone que hoy es un día en que te saludan y te felicitan por ser hombre, para compensar de una manera bastante pálida lo que fatalmente sucederá el 8 de marzo. Estrictamente, no siempre es así. Recuerdo hace unos años, tal día como hoy, en que tuve una reunión con un señor bastante anciano, o quizá más castigado que anciano. Yo, muy cumplido, y con el respeto debido a las canas que peinaba mi interlocutor, le dije:
- Antes que nada, le felicito por la fiesta de hoy.
El otro me miró y dijo:
- Pues yo no le felicito a usted.
Me quedé estupefacto. Abrí tanto los ojos que el otro debió haber notado que no esperaba un corte semejante, y menos en alguien que se suponía que venía a pedirme algo. Mi visitante continuó:
- No le felicito, porque no es su fiesta. Es la fiesta del Defensor de la Patria Soviética, y usted habrá defendido su patria, pero no la soviética. Yo sí que defendí la soviética. Usted no.
- Tiene usted razón - dije.
Sin duda, la tenía, pero no entendí ese deje chulesco totalmente gratuito. Yo no le había pedido ser felicitado. Hubiera bastado con dar las gracias por mi saludo, o incluso con no dar ni las gracias, agachar la cabeza y pasar a hablar de lo que le traía a verme, sin necesidad de pasarme por la cara lo que yo hubiera defendido o dejado de defender.
Y así, con esos comienzos, el hombre me pidió lo que me venía a pedir, yo puse una mirada torva, le respondí a la rusa (lo de "responder a la rusa" queda para otra entrada), cosa que he tenido tiempo sobrado de aprender, y el hombre acabó marchándose sin resultado.
Porque yo no defendería la patria soviética, vale, ni ganas, pero fanfarronerías, las justas, y en todo caso mías.
viernes, 20 de febrero de 2009
Seguimos con la crisis
En la última entrada sobre la crisis en Rusia habíamos dejado al rublo tiritando y al Banco Central de Rusia ante la encrucijada de qué hacer para que el rublo no se les vaya definitivamente a hacer gárgaras.
Pues lo han conseguido. En los últimos días, el tipo de cambio del rublo no sólo se ha mantenido estable, sino que incluso ha ganado algo, y eso a pesar de que el Banco Central no sólo no ha puesto rublos sobre la mesa, sino que incluso ha tenido que ayudar un poquito al dólar vendiendo rublos (ahí, ilustrando la entrada, está el elocuente gráfico sobre evolución de reservas del BCR). Y bueno, ¿dónde está el truco? ¿Tanto ha mejorado la economía rusa?
La respuesta es que no. El Banco Central se ha decidido a una defensa numantina del tipo de cambio limitando de manera muy bestia la oferta de rublos. Tan bestia que el martes pasado tuvo que meter una inyección de dinero para evitar que se le paralizara el sistema.
Sin que sirva de precedente, vamos a poner unas cuantas tablitas, que quedan bien en el contexto. Las he hecho yo a ojo, transformando algo los datos que aparecen en la excelente página del BCR, así que no vayáis a pedir milagros.
La verdad es que el BCR, una vez más, nos ha sorprendido a todos. La decisión que ha tomado no ha sido ninguna de las que aparecían en la última entrada, ni siquiera la de poner una vela a San Sergio de Radonezh, sino que se han dedicado a cortar los préstamos a los bancos y, naturalmente, a subir el tipo de interés del rublo. Curiosamente, es todo lo contrario a lo que están haciendo los bancos centrales de todo el mundo, por lo que estamos esperando con impaciencia el resultado de toda esta actuación tan original. Por desgracia, el resultado más probable de esta política, si se prolonga en el tiempo, es que el rublo, efectivamente, se vaya a reforzar, pero que la actividad económica quede absolutamente estrangulada.
En la tabla, las cantidades ofrecidas a los bancos quincenalmente sin garantía aparecen en rosa y, como se ve, presentan un pico importante entre noviembre y diciembre. Teniendo en cuenta que eso coincide sospechosamente con las caídas más pronunciadas de las reservas de divisas rusas, uno viene a pensar que esos préstamos sin garantías no eran utilizados precisamente para dar créditos a las empresas y particulares, sino para comprarle divisas al mismo banco central que te estaba concediendo un préstamo sin garantía. Y luego se queja Sebastián de los bancos españoles y de que no dan créditos; al menos, los bancos españoles no se dedican a vender euros a tutiplén.
Un buen día, el BCR dice que ya está bien y decide dejar de subastar tanto rublo. Ese día ha coincidido aproximadamente con el año nuevo, pero se ha agudizado en la primera quincena de febrero (el dato de la primera quincena de enero no es representativo, porque todo quisqui está de fiesta en Rusia), en que las subastas de dinero del BCR han sido poco menos que simbólicas, y a cambio el tipo de interés al que se ha prestado ese dinero ha subido a saco. Si partíamos al comienzo de la serie de un tipo de interés de amigo íntimo (del 10%, que sí, en Rusia, lo creáis o no, es un tipo de interés de amigo íntimo), ahora estamos por encima del 18%, que en España sería inmediatamente objeto de aplicación de la Ley Azcárate de Represión de la Usura (bueno, o debería serlo).
Y eso no es todo. El BCR ha cortado drásticamente la tendencia al alza de la oferta de dinero, que vemos en el gráfico adjunto, el cual muestra la evolución nominal mes a mes del agregado monetario M2 (básicamente, dinero contante y sonante y depósitos a la vista). Hay que reconocer que, más que el BCR, los que han acortado la oferta monetaria han sido los propios tenedores de rublos, usted y yo sin ir más lejos, que los han cambiado en cantidades notables, pero, bueno, también algo ha contribuido el BCR, que se los ha guardado en vista de lo que pasaba.
Cuando no hay rublos en la calle y el BCR sólo te los presta a un interés de la leche, empieza la caza del rublo, los bancos empiezan a vender divisas y el tipo del rublo mejora. Cuando no hay divisas que vender, o simplemente no quieres hacerlo, entonces tienen que pedir a otros bancos, que desde luego no lo prestan sin garantía (porque serán hermanos, pero no primos), y lo hacen a unos tipos de interés que están alrededor del 25%. Lo malo es que, cuando los inversores, empresarios o consumidores piden prestado dinero a esos bancos, los tipos de interés son del 30% para arriba. Como para pedir una hipoteca en Rusia. Como, encima, todo quisqui está con el agua al cuello, dicen "Sí, hombre, un 30% te voy a pagar yo" y deciden que ya consumirán, invertirán o comprarán materias primas cuando la cosa cambie.
Como esto no puede durar eternamente, el BCR ha decidido aflojar un poco la mosca en los últimos dos días, y el rublo ha vuelto a temblar un poquito. Entretanto, se ha hecho público el presupuesto federal para 2009, que prevé un déficit público del 8% del PIB, más incluso que el español, que ya es decir, pero para comentarlo con algo más de sosiego espero a una próxima entrada. Sigo pensando que una solución más permanente vendría de esa velita a San Sergio de Radonezh (o a San Nicolás el Milagroso, que también vale), para que subiera el precio del petróleo, pero esperaremos, porque el BCR es perfectamente capaz de tener soluciones alternativas a lo que habíamos pensado todos. Lo viene demostrando una y otra vez.
Pues lo han conseguido. En los últimos días, el tipo de cambio del rublo no sólo se ha mantenido estable, sino que incluso ha ganado algo, y eso a pesar de que el Banco Central no sólo no ha puesto rublos sobre la mesa, sino que incluso ha tenido que ayudar un poquito al dólar vendiendo rublos (ahí, ilustrando la entrada, está el elocuente gráfico sobre evolución de reservas del BCR). Y bueno, ¿dónde está el truco? ¿Tanto ha mejorado la economía rusa?
La respuesta es que no. El Banco Central se ha decidido a una defensa numantina del tipo de cambio limitando de manera muy bestia la oferta de rublos. Tan bestia que el martes pasado tuvo que meter una inyección de dinero para evitar que se le paralizara el sistema.
Sin que sirva de precedente, vamos a poner unas cuantas tablitas, que quedan bien en el contexto. Las he hecho yo a ojo, transformando algo los datos que aparecen en la excelente página del BCR, así que no vayáis a pedir milagros.
La verdad es que el BCR, una vez más, nos ha sorprendido a todos. La decisión que ha tomado no ha sido ninguna de las que aparecían en la última entrada, ni siquiera la de poner una vela a San Sergio de Radonezh, sino que se han dedicado a cortar los préstamos a los bancos y, naturalmente, a subir el tipo de interés del rublo. Curiosamente, es todo lo contrario a lo que están haciendo los bancos centrales de todo el mundo, por lo que estamos esperando con impaciencia el resultado de toda esta actuación tan original. Por desgracia, el resultado más probable de esta política, si se prolonga en el tiempo, es que el rublo, efectivamente, se vaya a reforzar, pero que la actividad económica quede absolutamente estrangulada.
En la tabla, las cantidades ofrecidas a los bancos quincenalmente sin garantía aparecen en rosa y, como se ve, presentan un pico importante entre noviembre y diciembre. Teniendo en cuenta que eso coincide sospechosamente con las caídas más pronunciadas de las reservas de divisas rusas, uno viene a pensar que esos préstamos sin garantías no eran utilizados precisamente para dar créditos a las empresas y particulares, sino para comprarle divisas al mismo banco central que te estaba concediendo un préstamo sin garantía. Y luego se queja Sebastián de los bancos españoles y de que no dan créditos; al menos, los bancos españoles no se dedican a vender euros a tutiplén.
Un buen día, el BCR dice que ya está bien y decide dejar de subastar tanto rublo. Ese día ha coincidido aproximadamente con el año nuevo, pero se ha agudizado en la primera quincena de febrero (el dato de la primera quincena de enero no es representativo, porque todo quisqui está de fiesta en Rusia), en que las subastas de dinero del BCR han sido poco menos que simbólicas, y a cambio el tipo de interés al que se ha prestado ese dinero ha subido a saco. Si partíamos al comienzo de la serie de un tipo de interés de amigo íntimo (del 10%, que sí, en Rusia, lo creáis o no, es un tipo de interés de amigo íntimo), ahora estamos por encima del 18%, que en España sería inmediatamente objeto de aplicación de la Ley Azcárate de Represión de la Usura (bueno, o debería serlo).
Y eso no es todo. El BCR ha cortado drásticamente la tendencia al alza de la oferta de dinero, que vemos en el gráfico adjunto, el cual muestra la evolución nominal mes a mes del agregado monetario M2 (básicamente, dinero contante y sonante y depósitos a la vista). Hay que reconocer que, más que el BCR, los que han acortado la oferta monetaria han sido los propios tenedores de rublos, usted y yo sin ir más lejos, que los han cambiado en cantidades notables, pero, bueno, también algo ha contribuido el BCR, que se los ha guardado en vista de lo que pasaba.
Cuando no hay rublos en la calle y el BCR sólo te los presta a un interés de la leche, empieza la caza del rublo, los bancos empiezan a vender divisas y el tipo del rublo mejora. Cuando no hay divisas que vender, o simplemente no quieres hacerlo, entonces tienen que pedir a otros bancos, que desde luego no lo prestan sin garantía (porque serán hermanos, pero no primos), y lo hacen a unos tipos de interés que están alrededor del 25%. Lo malo es que, cuando los inversores, empresarios o consumidores piden prestado dinero a esos bancos, los tipos de interés son del 30% para arriba. Como para pedir una hipoteca en Rusia. Como, encima, todo quisqui está con el agua al cuello, dicen "Sí, hombre, un 30% te voy a pagar yo" y deciden que ya consumirán, invertirán o comprarán materias primas cuando la cosa cambie.
Como esto no puede durar eternamente, el BCR ha decidido aflojar un poco la mosca en los últimos dos días, y el rublo ha vuelto a temblar un poquito. Entretanto, se ha hecho público el presupuesto federal para 2009, que prevé un déficit público del 8% del PIB, más incluso que el español, que ya es decir, pero para comentarlo con algo más de sosiego espero a una próxima entrada. Sigo pensando que una solución más permanente vendría de esa velita a San Sergio de Radonezh (o a San Nicolás el Milagroso, que también vale), para que subiera el precio del petróleo, pero esperaremos, porque el BCR es perfectamente capaz de tener soluciones alternativas a lo que habíamos pensado todos. Lo viene demostrando una y otra vez.
miércoles, 18 de febrero de 2009
España para los rusos (y II)
Bueno, pues no, el español más conocido en Rusia no es ningún deportista, sino la persona que aparece en la foto que ilustra esta entrada. Se trata de Dolores Ibárruri, "Pasionaria" (1895-1989), persona que se viene a la cabeza al 3% de los rusos (y, en particular, al 9% de los moscovitas), cuando se les pregunta si pueden nombrar a algún español famoso. Pasionaria, que era el seudónimo con el que firmaba sus artículos en la prensa obrera desde 1920, nació en una familia vizcaína, carlista y católica, pero las dos últimas características le duraron sólo hasta que se casó con un sociata y comenzó a dar guerra en la huelga general de 1917. Luego llegaría su ascenso imparable en el PCE, su acta de diputada comunista por Asturias (1936, y también en 1977) y algunas frases célebres, como el "No pasarán", que luego se demostró equivocado, y otra que sus partidarios destacan bastante menos y que fue pronunciada con motivo de los procesos de 1938 a los militantes del POUM: "Más vale condenar a cien inocentes a que se absuelva a un solo culpable." Vamos, que era mejor no estar cerca cuando decía cosas como ésas. Viva la presunción de inocencia.
Con esos antecedentes, en 1939, de haberse quedado en España, es de suponer que Franco no se hubiera conformado con decirle "¿Ves, Dolores, como sí que hemos pasado?", sino que tendría alguna pretensión más, así que Pasionaria decidió irse a Moscú, donde se quedó durante los cuarenta años siguientes, ocupando cargos cada vez altos en el PCE, presidencia incluida, hasta que en 2005 (sí, en 2005) fue elegida Presidenta de Honor a perpetuidad. Como era una figura muy simbólica, supongo que los rusos de más edad la recuerdan y la mencionan.
Yo diría que, si preguntamos por España quién era la Pasionaria, no sé si encontraríamos un 9% de personas que lo supieran, pero desde luego en el ranking de popularidad está bastante por debajo de Rafa Nadal, Pau Gasol o Raúl González. En Rusia, no, y es justo preguntarse por qué, y hasta aventurar una respuesta. Porque, fijémonos en otro dato, y es que, junto con Montserrat Caballé, es la única mujer española que citan los rusos, y eso que son españolas mujeres que han tenido una fuerte influencia en la historia universal, como Isabel la Católica, Santa Teresa de Jesús o Bibiana Aido. Volvamos, pues, a la encuesta.
En la encuesta hay una pregunta abierta "¿Qué es lo primero que le viene a Vd. a la cabeza al oír la palabra "España"?. El 60% de los encuestados responden a la pregunta, y uno de cada tres hace una asociación histórica. Mira que España luchó ocho siglos contra la morisma, descubrió y colonizó América, fue primera potencia mundial durante siglo y medio... pues no, señores, los rusos que asocian España con un hecho histórico sólo se acuerdan de la guerra civil. Evidentemente, no podemos criticarles mucho, porque nuestro Gobierno parece exactamente de su misma opinión. En fin, ¿y qué dicen los rusos de la guerra civil? Veamos las respuestas:
Fuimos a luchar por la libertad de España en los años treinta.
Pues ya podían haber comenzado por su propia casa...
Nuestras tropas lucharon en la guerra civil del lado de los comunistas.
Hombre, en realidad casi todo eran asesores militares, que no se asomaban mucho por el frente.
Aviadores españoles en la guerra.
Se refiere a la segunda guerra mundial, en que hubo algunos aviadores republicanos españoles combatiendo con en Ejército Rojo.
En 1936 hubo una guerra. Hubo niños que estaban con nosotros.
Y, efectivamente, algunos siguen, aunque ya no son niños. Hay que decir que un gran número ha preferido irse a la que ha podido.
Niños españoles en Moscú en los años cuarenta. Los pusieron en familias para educarlos.
Yo tengo entendido que más bien estaban en residencias, pero puedo equivocarme.
Soy de la época de la revolución española, de la guerra, nos hicimos amigos de los niños españoles.
Probablemente, los que más citan hechos históricos son los encuestados más ancianos. Supongo que es normal en todos los sitios.
Claro que algunos encuestados no lo ven tan claro, y se preguntan qué pintaban sus soldados por allí.
La guerra de 1936. Nuestra gente murió para nada; nadie nos había llamado.
Ya digo que por el frente pasaban poco. Pocos soviéticos morirían en acción de combate.
Lo mismo que en Afganistán y Chechenia.
Hombre, no, que la República pagaba el armamento a tocateja.
Metimos allí la cabeza.
Hubo una guerra allí. Nuestros soldados murieron.
En fin, no todo el mundo es tan erudito y se dedica a la historia. Como en todos los sitios, hay cosa de un 3% que opina directamente sobre los españoles... y más en concreto sobre las españolas:
Los españoles tienen una risa contagiosa.
Je, cómo se nota que no conocéis a la Vicepresidenta.
Hombres y mujeres morenos y ardientes.
¿Como Rajoy?
Ardiente sangre española.
Sobre todo al pagar impuestos.
Mujeres bellas y bronceadas.
¡Ajá! ¡Ahí les queríamos ver! Hasta ahora, sabíamos que a los hombres españoles les gustan las mujeres rusas, también sabíamos que a las mujeres rusas les gustan los hombres españoles. Acabamos de descubrir que también a los hombres rusos les gustan las mujeres españolas.
Bueno, pues ya sólo nos falta saber si a las mujeres españolas les gustan los hombres rusos. Qué lástima que no conozcamos ninguna encuesta sobre esto.
Ah, la fuente de la encuesta está aquí.
Con esos antecedentes, en 1939, de haberse quedado en España, es de suponer que Franco no se hubiera conformado con decirle "¿Ves, Dolores, como sí que hemos pasado?", sino que tendría alguna pretensión más, así que Pasionaria decidió irse a Moscú, donde se quedó durante los cuarenta años siguientes, ocupando cargos cada vez altos en el PCE, presidencia incluida, hasta que en 2005 (sí, en 2005) fue elegida Presidenta de Honor a perpetuidad. Como era una figura muy simbólica, supongo que los rusos de más edad la recuerdan y la mencionan.
Yo diría que, si preguntamos por España quién era la Pasionaria, no sé si encontraríamos un 9% de personas que lo supieran, pero desde luego en el ranking de popularidad está bastante por debajo de Rafa Nadal, Pau Gasol o Raúl González. En Rusia, no, y es justo preguntarse por qué, y hasta aventurar una respuesta. Porque, fijémonos en otro dato, y es que, junto con Montserrat Caballé, es la única mujer española que citan los rusos, y eso que son españolas mujeres que han tenido una fuerte influencia en la historia universal, como Isabel la Católica, Santa Teresa de Jesús o Bibiana Aido. Volvamos, pues, a la encuesta.
En la encuesta hay una pregunta abierta "¿Qué es lo primero que le viene a Vd. a la cabeza al oír la palabra "España"?. El 60% de los encuestados responden a la pregunta, y uno de cada tres hace una asociación histórica. Mira que España luchó ocho siglos contra la morisma, descubrió y colonizó América, fue primera potencia mundial durante siglo y medio... pues no, señores, los rusos que asocian España con un hecho histórico sólo se acuerdan de la guerra civil. Evidentemente, no podemos criticarles mucho, porque nuestro Gobierno parece exactamente de su misma opinión. En fin, ¿y qué dicen los rusos de la guerra civil? Veamos las respuestas:
Fuimos a luchar por la libertad de España en los años treinta.
Pues ya podían haber comenzado por su propia casa...
Nuestras tropas lucharon en la guerra civil del lado de los comunistas.
Hombre, en realidad casi todo eran asesores militares, que no se asomaban mucho por el frente.
Aviadores españoles en la guerra.
Se refiere a la segunda guerra mundial, en que hubo algunos aviadores republicanos españoles combatiendo con en Ejército Rojo.
En 1936 hubo una guerra. Hubo niños que estaban con nosotros.
Y, efectivamente, algunos siguen, aunque ya no son niños. Hay que decir que un gran número ha preferido irse a la que ha podido.
Niños españoles en Moscú en los años cuarenta. Los pusieron en familias para educarlos.
Yo tengo entendido que más bien estaban en residencias, pero puedo equivocarme.
Soy de la época de la revolución española, de la guerra, nos hicimos amigos de los niños españoles.
Probablemente, los que más citan hechos históricos son los encuestados más ancianos. Supongo que es normal en todos los sitios.
Claro que algunos encuestados no lo ven tan claro, y se preguntan qué pintaban sus soldados por allí.
La guerra de 1936. Nuestra gente murió para nada; nadie nos había llamado.
Ya digo que por el frente pasaban poco. Pocos soviéticos morirían en acción de combate.
Lo mismo que en Afganistán y Chechenia.
Hombre, no, que la República pagaba el armamento a tocateja.
Metimos allí la cabeza.
Hubo una guerra allí. Nuestros soldados murieron.
En fin, no todo el mundo es tan erudito y se dedica a la historia. Como en todos los sitios, hay cosa de un 3% que opina directamente sobre los españoles... y más en concreto sobre las españolas:
Los españoles tienen una risa contagiosa.
Je, cómo se nota que no conocéis a la Vicepresidenta.
Hombres y mujeres morenos y ardientes.
¿Como Rajoy?
Ardiente sangre española.
Sobre todo al pagar impuestos.
Mujeres bellas y bronceadas.
¡Ajá! ¡Ahí les queríamos ver! Hasta ahora, sabíamos que a los hombres españoles les gustan las mujeres rusas, también sabíamos que a las mujeres rusas les gustan los hombres españoles. Acabamos de descubrir que también a los hombres rusos les gustan las mujeres españolas.
Bueno, pues ya sólo nos falta saber si a las mujeres españolas les gustan los hombres rusos. Qué lástima que no conozcamos ninguna encuesta sobre esto.
Ah, la fuente de la encuesta está aquí.
lunes, 16 de febrero de 2009
España para los rusos (I)
Si en la última entrada veíamos que los españoles no tenemos muy buena opinión de Rusia, hoy toca ver la opinión contraria, es decir, la opinión que tienen los rusos de España. Y esta vez con datos, porque existe una encuesta disponible, cuya fuente daré en la próxima entrada. Cierto que no es muy reciente, pero uno puede suponer que desde 2001 los gustos no hayan cambiado tanto.
Lo primero que llama la atención es que España les mola a los rusos mucho más que Rusia a los españoles. Así como veíamos que el 55% de los españoles encuestados piensan que el mundo sería mejor sin Rusia, sólo el 8% de los rusos piensan que España es un país enemigo. Nada menos que el 62%, ahí es nada, piensan que España es un país amigo de Rusia. Hay que mencionar que la cobertura que hacen los medios de comunicación rusos de los sucesos de España (y de casi cualquier otro país) es prácticamente nula. La prensa y la televisión locales sacan casi exclusivamente cosas que pasan aquí, lo cual es normal, porque aquí pasan cosas tan tremendas que parece que, en comparación, en el resto del mundo os aburrís bastante. Pero, claro, de esta manera los medios rusos no tienen la oportunidad de mediatizar la opinión pública que sí tienen los medios españoles.
Si hurgamos un poco más en la encuesta, vemos que la mitad de los rusos son capaces de decir, y decir bien, que la capital de España es Madrid. El resto de los rusos no opina, y alguno es muy atrevido y dice que la capital de España es Barcelona u otra ciudad, como, ojo, Milán. Sí, Milán. Al revés no hay datos, pero supongo que ahí les sacamos ventaja, y que bastante más de la mitad de los españoles sabe que la capital de Rusia es Moscú. Ya sabéis, allí donde los rojos se llevaron el oro.
Otra pregunta interesante consiste en saber si los rusos son capaces de nombrar a algún español, al que sea. Resulta un poco decepcionante, porque sólo un 19% de los rusos, es decir, uno de cada cinco, pueden nombrar a algún español, aunque, si nos ceñimos únicamente a los habitantes de Moscú, que se suponen mejor formados, el porcentaje sube hasta el 45%. A mí me sigue pareciendo poco. En España, posiblemente gracias a la denostada cobertura mediática, poco menos que todo quisqui puede nombrar, al menos, a Putin ("ji, ji, qué nombre más gracioso", como dicen casi todos por allí), y seguro que muchos también a gente como Lenín (con acento en la "i"), Pepe Stalin o Gorbachov. En mi pueblo, por ejemplo, el porcentaje de universitarios es susceptible de aumentar bastante, pero el gato de una de mis vecinas, fiel votante de Izquierda Unida, y antes del PCE, se llama "Lenín" (con acento en la "i"). Lo quiere mucho. A ver cuántos perros rusos se llaman "Quijote".
Porque ésa es otra: ¿Quiénes son esos personajes españoles que nombran los rusos encuestados? Voy a dejar en suspenso quién es el español más nombrado, pero en segundo lugar viene Miguel de Cervantes (3% del total y 10% de los moscovitas, entre los que ocupa el primer lugar). Le sigue Francisco Franco (2%, 7%), luego Julio y Enrique Iglesias (2%, 4%, qué raro que tan poca gente los conozca, ¿no?), Federico García Lorca (2%, 4%) y Salvador Dalí (2%, 7%).
Sólo después viene el Jefe del Estado, Juan Carlos Puigmo... huy, qué digo, de Borbón y Borbón (1%, 5%), que la verdad es que no se puede decir que sea muy conocido. El entonces presidente del Gobierno, Josemari Aznar, ni siquiera aparece. En cambio, los siguientes de la lista, ya con porcentajes más bajos, son Francisco de Goya, Don Quijote (algunos han interiorizado tanto al personaje que ya lo toman por real), Pablo Picasso, Cristóbal Colón ("nacionalizado", si se quiere, pero español), Benito Mussolini (sí, hijos, sí, y no sé si es sólo ignorancia del entrevistado o, además, del entrevistador), Diego Velázquez, Lope de Vega y Montserrat Caballé. Con menos del 1% están Antonio Banderas, Juan Antonio Samaranch (que fue embajador de España en Moscú y supongo que por eso lo conocen algo), Vasco de Gama (menos mal que nos queda Portugal), Plácido Domingo, José Carreras (los dos han actuado repetidamente en Moscú, como la Caballé), Antonio Stradivari, Giuseppe Verdi, Diego Armando Maradona y Ronaldo. Como veis, hay cierta confusión entre España e Italia entre los rusos, confusión que los que vivimos aquí hemos notado con cierta frecuencia. Entre los aficionados al fútbol la confusión ya es épica.
Y ahora, la pregunta del millón: ¿Quién era el/la español/a más conocido/a entre los rusos en 2001? (¿Os dais cuenta de qué respeto le estoy cogiendo al Ministerio de Igualdad y a su policía lingüística?) Bueno, pues esa pregunta os la dejo a vosotros, a ver qué se os ocurre, como adivinanza. Los que vivís aquí seguro que lo tenéis más fácil, porque podéis hacer la encuesta vosotros mismos.
Y que nadie nombre a ZP, porque en 2001 a ZP no lo conocía ni el Tato, cuánto menos el Iván. Hala, a pensar.
Lo primero que llama la atención es que España les mola a los rusos mucho más que Rusia a los españoles. Así como veíamos que el 55% de los españoles encuestados piensan que el mundo sería mejor sin Rusia, sólo el 8% de los rusos piensan que España es un país enemigo. Nada menos que el 62%, ahí es nada, piensan que España es un país amigo de Rusia. Hay que mencionar que la cobertura que hacen los medios de comunicación rusos de los sucesos de España (y de casi cualquier otro país) es prácticamente nula. La prensa y la televisión locales sacan casi exclusivamente cosas que pasan aquí, lo cual es normal, porque aquí pasan cosas tan tremendas que parece que, en comparación, en el resto del mundo os aburrís bastante. Pero, claro, de esta manera los medios rusos no tienen la oportunidad de mediatizar la opinión pública que sí tienen los medios españoles.
Si hurgamos un poco más en la encuesta, vemos que la mitad de los rusos son capaces de decir, y decir bien, que la capital de España es Madrid. El resto de los rusos no opina, y alguno es muy atrevido y dice que la capital de España es Barcelona u otra ciudad, como, ojo, Milán. Sí, Milán. Al revés no hay datos, pero supongo que ahí les sacamos ventaja, y que bastante más de la mitad de los españoles sabe que la capital de Rusia es Moscú. Ya sabéis, allí donde los rojos se llevaron el oro.
Otra pregunta interesante consiste en saber si los rusos son capaces de nombrar a algún español, al que sea. Resulta un poco decepcionante, porque sólo un 19% de los rusos, es decir, uno de cada cinco, pueden nombrar a algún español, aunque, si nos ceñimos únicamente a los habitantes de Moscú, que se suponen mejor formados, el porcentaje sube hasta el 45%. A mí me sigue pareciendo poco. En España, posiblemente gracias a la denostada cobertura mediática, poco menos que todo quisqui puede nombrar, al menos, a Putin ("ji, ji, qué nombre más gracioso", como dicen casi todos por allí), y seguro que muchos también a gente como Lenín (con acento en la "i"), Pepe Stalin o Gorbachov. En mi pueblo, por ejemplo, el porcentaje de universitarios es susceptible de aumentar bastante, pero el gato de una de mis vecinas, fiel votante de Izquierda Unida, y antes del PCE, se llama "Lenín" (con acento en la "i"). Lo quiere mucho. A ver cuántos perros rusos se llaman "Quijote".
Porque ésa es otra: ¿Quiénes son esos personajes españoles que nombran los rusos encuestados? Voy a dejar en suspenso quién es el español más nombrado, pero en segundo lugar viene Miguel de Cervantes (3% del total y 10% de los moscovitas, entre los que ocupa el primer lugar). Le sigue Francisco Franco (2%, 7%), luego Julio y Enrique Iglesias (2%, 4%, qué raro que tan poca gente los conozca, ¿no?), Federico García Lorca (2%, 4%) y Salvador Dalí (2%, 7%).
Sólo después viene el Jefe del Estado, Juan Carlos Puigmo... huy, qué digo, de Borbón y Borbón (1%, 5%), que la verdad es que no se puede decir que sea muy conocido. El entonces presidente del Gobierno, Josemari Aznar, ni siquiera aparece. En cambio, los siguientes de la lista, ya con porcentajes más bajos, son Francisco de Goya, Don Quijote (algunos han interiorizado tanto al personaje que ya lo toman por real), Pablo Picasso, Cristóbal Colón ("nacionalizado", si se quiere, pero español), Benito Mussolini (sí, hijos, sí, y no sé si es sólo ignorancia del entrevistado o, además, del entrevistador), Diego Velázquez, Lope de Vega y Montserrat Caballé. Con menos del 1% están Antonio Banderas, Juan Antonio Samaranch (que fue embajador de España en Moscú y supongo que por eso lo conocen algo), Vasco de Gama (menos mal que nos queda Portugal), Plácido Domingo, José Carreras (los dos han actuado repetidamente en Moscú, como la Caballé), Antonio Stradivari, Giuseppe Verdi, Diego Armando Maradona y Ronaldo. Como veis, hay cierta confusión entre España e Italia entre los rusos, confusión que los que vivimos aquí hemos notado con cierta frecuencia. Entre los aficionados al fútbol la confusión ya es épica.
Y ahora, la pregunta del millón: ¿Quién era el/la español/a más conocido/a entre los rusos en 2001? (¿Os dais cuenta de qué respeto le estoy cogiendo al Ministerio de Igualdad y a su policía lingüística?) Bueno, pues esa pregunta os la dejo a vosotros, a ver qué se os ocurre, como adivinanza. Los que vivís aquí seguro que lo tenéis más fácil, porque podéis hacer la encuesta vosotros mismos.
Y que nadie nombre a ZP, porque en 2001 a ZP no lo conocía ni el Tato, cuánto menos el Iván. Hala, a pensar.
viernes, 13 de febrero de 2009
Rusia para los españoles
El otro día supe de una encuesta de popularidad que a mí me ha parecido por lo menos curiosa. Se trata de averiguar cómo evoluciona la simpatía que despierta un país en el resto del mundo. La encuesta ha tenido en cuenta opiniones de veintiún países, entre los que estaba España, y se trataba de medir la simpatía o antipatía que despertaban unos cuantos países, los más gordos (entre los que no estaba España), Rusia, China, Estados Unidos... vamos, los que parten el bacalao.
Para Rusia, los resultados de la encuestra han sido tirando a chungos. En el último año, en el mundo ha aumentado en ocho puntos porcentuales el número de personas que creen que sin Rusia el mundo sería mejor, hasta el 42% actual. Que quede claro que he buscado denodadamente la ficha técnica de la encuesta por toda la internet, y que he sido incapaz de encontrar otra cosa más que el enlace que pongo arriba y otros considerablemente peores, así que los estadísticos que leáis esto, antes de tirar a degüello, tened piedad.
El dato de qué pensamos los españoles de Rusia aparece por ahí, aislado en medio del resumen. Resulta que, a pesar de los denodados esfuerzos de los españoles rusófilos, que los hay, el 55% de los españoles parece que pensamos que Rusia no mola. No he encontrado datos sobre cuántos pensamos que Rusia mola o se la repanpinfla, pero el 55% es un montón y, desde luego, bastante más que ese 42% mundial. Eso sí, no he visto la ficha técnica, no sé cuántas entrevistas han hecho en España, dicen que el margen de error máximo en cualquier país de la encuesta es del 4,4%... vamos, que me estoy fiando de lo que dicen y sé que muy científico no es, pero seré confiado y lo daré por bueno.
En fin, que la cosa sorprende. Puestos a sorprenderse, llama la atención que en Egipto, típico destino turístico ruso, el número de personas con una actitud positiva hacia Rusia ha pasado del 78% (¿eran poco menos que parientes, o qué?) al 46%. O la encuesta está un pelín sesgada en alguno de los dos momentos o algún ruso ha hecho en el último año una trastada de espanto.
Para consuelo de los rusófilos españoles, los EEUU están todavía un poquito peor en las preferencias de los españoles: el 56% de los españoles pensamos que el mundo sería mejor sin los EEUU, y eso que el presidente ya no es Bush (la encuesta fue en noviembre, supongo que después de las elecciones presidenciales). China también está por ahí, con un 54% de españoles que les caen antipática. Y peor están Israel, con un 71% de españoles a los que no les importaría verlo fuera del mapa. Pero el que están peor a los ojos de los españoles es Pakistán. A un 78% de los encuestados, al parecer, Pakistán les cae fatal. A mí lo que me extraña es que los encuestadores hayan encontrado un 78% de españoles capaces de tener una opinión sobre Pakistán. Para mí que los encuestados sospechan que todo país que acaba en "tán" tiene más peligro que un toro bravo en una manifestación comunista, y lo ponen a caer de un burro.
En fin, el caso es que a los españoles del montón Rusia les desagrada. Yo consideraba lógico que a los españoles que vivimos aquí Rusia nos provoque algo de malestar, y es que ya sabéis que la práctica totalidad de los rusófilos españoles está en España; cuando los españoles venimos a vivir a Rusia, la rusofilia se nos desvanece en poco tiempo. Pero, ¿a qué viene tanta inquina entre los españoles de a pie? ¿No habíamos quedado en que nuestros corazones están próximos, aunque geográficamente estamos alejados, y que las relaciones políticas van de rechupete? ¿Acaso la desfavorable cobertura mediática influye negativamente sobre una opinión pública excesivamente manejable? A esta última pregunta seguro que todo rusófilo responderá que por supuesto, en lo que seguramente tienen razón. Que Rusia es puturrudefuá, y quien no piense así es que está desinformado por la maledicente prensa patria.
En todo caso, me ha picado la curiosidad, así que voy a investigar si la opinión de los rusos sobre España tiene algo que ver sobre la que tenemos nosotros sobre Rusia. Pero eso será otro día, que hoy se hace tarde.
Para Rusia, los resultados de la encuestra han sido tirando a chungos. En el último año, en el mundo ha aumentado en ocho puntos porcentuales el número de personas que creen que sin Rusia el mundo sería mejor, hasta el 42% actual. Que quede claro que he buscado denodadamente la ficha técnica de la encuesta por toda la internet, y que he sido incapaz de encontrar otra cosa más que el enlace que pongo arriba y otros considerablemente peores, así que los estadísticos que leáis esto, antes de tirar a degüello, tened piedad.
El dato de qué pensamos los españoles de Rusia aparece por ahí, aislado en medio del resumen. Resulta que, a pesar de los denodados esfuerzos de los españoles rusófilos, que los hay, el 55% de los españoles parece que pensamos que Rusia no mola. No he encontrado datos sobre cuántos pensamos que Rusia mola o se la repanpinfla, pero el 55% es un montón y, desde luego, bastante más que ese 42% mundial. Eso sí, no he visto la ficha técnica, no sé cuántas entrevistas han hecho en España, dicen que el margen de error máximo en cualquier país de la encuesta es del 4,4%... vamos, que me estoy fiando de lo que dicen y sé que muy científico no es, pero seré confiado y lo daré por bueno.
En fin, que la cosa sorprende. Puestos a sorprenderse, llama la atención que en Egipto, típico destino turístico ruso, el número de personas con una actitud positiva hacia Rusia ha pasado del 78% (¿eran poco menos que parientes, o qué?) al 46%. O la encuesta está un pelín sesgada en alguno de los dos momentos o algún ruso ha hecho en el último año una trastada de espanto.
Para consuelo de los rusófilos españoles, los EEUU están todavía un poquito peor en las preferencias de los españoles: el 56% de los españoles pensamos que el mundo sería mejor sin los EEUU, y eso que el presidente ya no es Bush (la encuesta fue en noviembre, supongo que después de las elecciones presidenciales). China también está por ahí, con un 54% de españoles que les caen antipática. Y peor están Israel, con un 71% de españoles a los que no les importaría verlo fuera del mapa. Pero el que están peor a los ojos de los españoles es Pakistán. A un 78% de los encuestados, al parecer, Pakistán les cae fatal. A mí lo que me extraña es que los encuestadores hayan encontrado un 78% de españoles capaces de tener una opinión sobre Pakistán. Para mí que los encuestados sospechan que todo país que acaba en "tán" tiene más peligro que un toro bravo en una manifestación comunista, y lo ponen a caer de un burro.
En fin, el caso es que a los españoles del montón Rusia les desagrada. Yo consideraba lógico que a los españoles que vivimos aquí Rusia nos provoque algo de malestar, y es que ya sabéis que la práctica totalidad de los rusófilos españoles está en España; cuando los españoles venimos a vivir a Rusia, la rusofilia se nos desvanece en poco tiempo. Pero, ¿a qué viene tanta inquina entre los españoles de a pie? ¿No habíamos quedado en que nuestros corazones están próximos, aunque geográficamente estamos alejados, y que las relaciones políticas van de rechupete? ¿Acaso la desfavorable cobertura mediática influye negativamente sobre una opinión pública excesivamente manejable? A esta última pregunta seguro que todo rusófilo responderá que por supuesto, en lo que seguramente tienen razón. Que Rusia es puturrudefuá, y quien no piense así es que está desinformado por la maledicente prensa patria.
En todo caso, me ha picado la curiosidad, así que voy a investigar si la opinión de los rusos sobre España tiene algo que ver sobre la que tenemos nosotros sobre Rusia. Pero eso será otro día, que hoy se hace tarde.
miércoles, 11 de febrero de 2009
Marketing
Headquarters of Hunnilieber, Inc., 8.30 A.M., marketing director's office. Meeting of regional and country managers. External politeness, but some bad mood appears sometimes in the director's voice. It's crisis time.
- Mister Fox.
- Yes, mister Bigbossy.
- Could you report on the market situation in Russia, and your possible measures to avoid a drop in sales because of the current economic crisis?
-Well, you know perfectly well that our product managers have been working very hard in order to introduce our main product, deodorants, into the Russian market. You know that one of the reasons that lay behind our poor performance so far is that the product, even if quite well-known among the female segment, was totally absent in the perception of Russian men.
- Really?
- Indeed, mister Bigbossy. Our first researches showed that some years ago, deodorants for men were totally unavailable in Russian stores, and that work had to start from zero.
- I can't believe it!
- Maybe you would if you had had the opportunity to use the metro at rush hour, as some of our researchers did.
- Oh...
- And the... experience gave evidence that introducing that kind of product would be no easy task at all.
- So?
- Our first target was the upper-class male Russian who could afford to buy a first-class deodorant. The problem with that kind of target market is that our product was not expensive enough to attract his attention, so we started to target another market, namely an ordinary middle-class Russian. We tried to understand his feelings and needs, but it has been far from simple, and I have to recognize that we did quite a lot of mistakes before we started doing things correctly.
- Quite a lot of mistakes, mister Fox? Could you elaborate on this?
- Well, in the beginning we tried to simply introduce our product without adapting anything. Our salespeople had been very successful in Russia with other different product lines, so we hoped that customers would rush to the stores to buy our deodorants, as it was the case with other products. But customers did not rush to the stores. On the contrary, our product stayed very long on the store's shelves and some store managers simply didn't want to work with it. Even the managers were not conscious about the possible advantage of using a deodorant.
- Amazing...
- Our salespeople had a tough time, not only trying to convince store managers, but just smelling the air in their premises. Not a bargain for a deodorant vendor, believe me.
- Go on.
- Our first little improvement came when we understood that the male population was oriented to success with the opposite sex. We saw the opportunity to find sinergies with other regional managers and started to sell the most modern labeling, just as we had done in other countries.
- Despite the success we had with this marketing improvement, we somehow felt that it was not enough and that we were in a position to achieve even better results. Our approach had been too general, whereas the Russian market required something more specific.
- But what about the crisis? You won't say that it hasn't hit you.
- It has, indeed, but in our opinion this is the time when you have to forget diplomacy and good manners for the sake of results. This is not the time to stand on ceremony, sirs. This is the time to show robust figures and look to your competitors with a sarcastic smile. We have concentrated all our efforts in the introduction of a new product line that is sure to wipe all our competitors off the market, because our product suits, not just the average Russian consumer, but the average Russian like nothing else. Here it is.
- Mister Fox.
- Yes, mister Bigbossy.
- Could you report on the market situation in Russia, and your possible measures to avoid a drop in sales because of the current economic crisis?
-Well, you know perfectly well that our product managers have been working very hard in order to introduce our main product, deodorants, into the Russian market. You know that one of the reasons that lay behind our poor performance so far is that the product, even if quite well-known among the female segment, was totally absent in the perception of Russian men.
- Really?
- Indeed, mister Bigbossy. Our first researches showed that some years ago, deodorants for men were totally unavailable in Russian stores, and that work had to start from zero.
- I can't believe it!
- Maybe you would if you had had the opportunity to use the metro at rush hour, as some of our researchers did.
- Oh...
- And the... experience gave evidence that introducing that kind of product would be no easy task at all.
- So?
- Our first target was the upper-class male Russian who could afford to buy a first-class deodorant. The problem with that kind of target market is that our product was not expensive enough to attract his attention, so we started to target another market, namely an ordinary middle-class Russian. We tried to understand his feelings and needs, but it has been far from simple, and I have to recognize that we did quite a lot of mistakes before we started doing things correctly.
- Quite a lot of mistakes, mister Fox? Could you elaborate on this?
- Well, in the beginning we tried to simply introduce our product without adapting anything. Our salespeople had been very successful in Russia with other different product lines, so we hoped that customers would rush to the stores to buy our deodorants, as it was the case with other products. But customers did not rush to the stores. On the contrary, our product stayed very long on the store's shelves and some store managers simply didn't want to work with it. Even the managers were not conscious about the possible advantage of using a deodorant.
- Amazing...
- Our salespeople had a tough time, not only trying to convince store managers, but just smelling the air in their premises. Not a bargain for a deodorant vendor, believe me.
- Go on.
- Our first little improvement came when we understood that the male population was oriented to success with the opposite sex. We saw the opportunity to find sinergies with other regional managers and started to sell the most modern labeling, just as we had done in other countries.
- Despite the success we had with this marketing improvement, we somehow felt that it was not enough and that we were in a position to achieve even better results. Our approach had been too general, whereas the Russian market required something more specific.
- But what about the crisis? You won't say that it hasn't hit you.
- It has, indeed, but in our opinion this is the time when you have to forget diplomacy and good manners for the sake of results. This is not the time to stand on ceremony, sirs. This is the time to show robust figures and look to your competitors with a sarcastic smile. We have concentrated all our efforts in the introduction of a new product line that is sure to wipe all our competitors off the market, because our product suits, not just the average Russian consumer, but the average Russian like nothing else. Here it is.
lunes, 9 de febrero de 2009
De relleno
En la anterior entrada, un vecino de Salvacañete intenta aclararse con el formulario de entrada a Rusia. Para evitar conflictos en el control de pasaportes, intento explicarle cómo rellenarlo.
- Bueno, pues usted no haga caso a todo ese tejemaneje de números que tiene por ahí y comience por esos cuadrados.
- ¿Éstos alargaos?
- Ésos, donde pone "Surname" y, entre paréntesis, "family name".
- ¿Y ahí qué pongo?
- Sus apellidos ¿Cuáles son sus apellidos?
- González Domínguez.
- Pues escríbalos. Una letra en cada cuadrado. Y en mayúsculas.
El señor González se pone a escribirlos.
- Oiga, que no caben todas las letras.
- ¿No?
Ya tenemos un problema: los ruskis no pensaron en la gente que tiene dos apellidos, es decir, toda la Hispanidad, que no es poco. Y menos mal que mi interlocutor era de Salvacañete, y allí el apellido Arizmendicorrenechea no se usa.
- Bueno, pues ponga sólo el primero. Normalmente no pasa nada.
- Pero ya he escrito las primeras letras del segundo.
- Pues déjelo como está.
- Vale, ¿y ahora qué hago?
- En el renglón de abajo, donde pone "given names", ponga su nombre de pila ¿Usted cómo se llama?
- ¿Yo? Romualdo.
- Pues a escribir.
Romualdo lo hizo.
- Oiga, que el cuadradico es muy pequeño. Que no cabe la punta del boli.
- Ande, ande, no se me queje.
Y es cierto. Para encajar las letras en los cuadrados hay que ser miniaturista. Seguro que la mayoría de las letras acaban con claustrofobia.
- Ahora pasemos a la parte de abajo, ahí donde pone "date of birth".
- ¡Eh! ¿Y esos cuadradicos que hay debajo de mi nombre?
- Ah, ya, donde pone "patronimic". Déjelo el blanco, que los españoles no usamos de eso. Venga, vamos a los cuadrados de abajo. Donde pone "day", escriba el día en que nació, donde pone "month", el número del mes, y donde pone "year", el año en que nació.
- Hecho, ¿y ahora?
- Ahora vamos a la parte de la derecha.
- ¿Aquí?
- Sí, donde pone "sex". Usted tiene que indicar si es "male" o "female".
- ¿Si mi sexo es malo? ¿Serán bordes?
- Mire, ¿sabe qué? Ponga una equis al lado de "male" y olvidemos el asunto.
- Si usted lo dice...
- Seguimos. En el renglón de abajo, donde pone "nationality", usted tiene que poner de dónde es.
- Vale, ya lo entiendo. Escribo "de Salvacañete".
- Mmmm... no. Ponga "España", pero en inglés.
- ¿En inglés?
- Ande, déjeme el papel. Ahí va: Spain.
- Jo, cuánto sabe.
- Nada, don Romualdo, tonterías. Pasemos abajo. Ahí, donde pone "passport or other ID", usted tiene que poner su número de pasaporte.
- Pero si sólo tengo uno...
- Yaaaaaa. Bueno, ábralo por la página donde esté su foto. Vale. Pues ese número de arriba a la derecha es su número de pasaporte. Cópielo.
- Cuántas cosas piden, ¿eh?
- Y lo que nos falta. Aquí, en estas dos rayas, debajo de las letras "visa number", tiene que poner el número de su visa.
- ¿Que le tengo que dar el número de mi tarjeta a los rusos? ¿Y, si no se lo doy, no me dejan pasar? No me gusta nada esto.
- Nooooo. A ver, déjeme su pasaporte otra vez. Mire, en esta página le han puesto una pegatina muy chula ¿A que no estaba cuando le dieron el pasaporte?
- Ah, no, no estaba.
- Bueno, eso se lo han puesto los del Consulado ruso.
- ¡Pero si en Salvacañete no hay de eso! Yo le di el pasaporte a un señor de una agencia, y cuando volvió llevaba la pegatina puesta.
- Pues menos mal, porque sin esa pegatina no entra ¿Ve esas letras y números? Bueno, pues es el número del visado. Cópielo ahí.
Don Romualdo, con la lengua entre los dientes y sudando un poquito, acertó a garabatear el número de visado en el lugar indicado.
- Vale, muy bien. Ahora pasemos a ese cuadrado lleno de letras.
- Ahí sí que no puedo escribir nada.
- Sólo hay que subrayar el motivo de su visita. Si es usted funcionario o alto cargo, tiene que subrayar debajo de donde pone "official"; si va de turismo, donde pone "tourism"; si es un empresario y va de trabajo, donde pone "business"; si a estudiar, donde pone "education"; si trabaja en Rusia, donde pone "employment"; si va a visitar a un amigo, subraye la palabra "private" y, si no acaba su viaje en Rusia, sino que continúa a otro país, tendrá que subrayar "transit". Y bien, ¿a qué va usted a Rusia?
Romualdo se acercó a mi oído y me dijo en voz más baja, no sin asegurarse que la mujer que estaba a su lado y que, como vimos, atendía por Roberta, dormía a pierna suelta.
- A casarme.
"Ufffffff..."
- Pero no se lo diga a mi hermana, que se cree que vamos de turismo unos días.
- ¿Pero usted sabe lo que va a hacer?
- Claro. Voy a casarme, y mi hermana viene a acompañarme, pero se cree que venimos de turismo. Es que, si no, no vendría. No le gusta mucho mi novia, ¿sabe? Pero a mí sí me gusta.
- Bueno, es lo mínimo...
- La conocí un día que me fui a Cuenca, y resulta que era de aquí y que estaba unos días en Cuenca.
- Ya, ya... y ¿en qué idioma hablan?
- Pues no sé, porque yo no hablo ruso y ella no habla español, pero nos entendemos. Nos mandamos cartas.
- Pues vale. Volviendo al pasaporte, creo que tendrá que subrayar "turismo", porque es lo que pone en su visado. Si pone lo de la boda igual hay jaleo.
- Lo que usté diga.
- A ver. Ahora donde están esas dos líneas debajo de "name of host person or company, locality" tiene usted que poner el nombre de quien le ha invitado, y en qué ciudad vive.
- Huy, no cabe.
Y ciertamente no cabe. El que hizo el diseño del formulario todavía debe de estar riéndose de toda la gente a la que a diario obliga a apretar la letra.
- Pues ha de caber. Venga, apriete o no entra.
Romualdo hizo de tripas corazón.
- Venga, ya queda menos. Abajo, al lado de donde pone "from", ponga el día de hoy, y donde pone "to", el último día del visado.
- A ver, ¿y cuáles son?
- Los pone en la pegatina ésa de antes, la del pasaporte.
- ¿Dónde?
- Venga, ¿usted qué día se vuelve a Salvacañete?
- Pues no lo sé. Primero me tengo que casar, y luego digo yo que me iré de viaje de novios.
- Claro, claro... pero usted tendría que poner una fecha...
- ¿Si?
- Bueno, o no... ¿Sabe qué? ¿Y si dejamos eso en blanco?
- ¿Sí?
- Y así se queda usted lo que le dé la gana. Como si se quiere quedar a vivir.
- ¿Y con mi hermana qué hacemos?
- A su hermana le pondremos fecha de retorno, claro que sí. Mañana mismo si quiere. Firme donde pone "signature", apriétese como pueda la firma dentro del cuadrado, y a correr.
- Bueno, pues usted no haga caso a todo ese tejemaneje de números que tiene por ahí y comience por esos cuadrados.
- ¿Éstos alargaos?
- Ésos, donde pone "Surname" y, entre paréntesis, "family name".
- ¿Y ahí qué pongo?
- Sus apellidos ¿Cuáles son sus apellidos?
- González Domínguez.
- Pues escríbalos. Una letra en cada cuadrado. Y en mayúsculas.
El señor González se pone a escribirlos.
- Oiga, que no caben todas las letras.
- ¿No?
Ya tenemos un problema: los ruskis no pensaron en la gente que tiene dos apellidos, es decir, toda la Hispanidad, que no es poco. Y menos mal que mi interlocutor era de Salvacañete, y allí el apellido Arizmendicorrenechea no se usa.
- Bueno, pues ponga sólo el primero. Normalmente no pasa nada.
- Pero ya he escrito las primeras letras del segundo.
- Pues déjelo como está.
- Vale, ¿y ahora qué hago?
- En el renglón de abajo, donde pone "given names", ponga su nombre de pila ¿Usted cómo se llama?
- ¿Yo? Romualdo.
- Pues a escribir.
Romualdo lo hizo.
- Oiga, que el cuadradico es muy pequeño. Que no cabe la punta del boli.
- Ande, ande, no se me queje.
Y es cierto. Para encajar las letras en los cuadrados hay que ser miniaturista. Seguro que la mayoría de las letras acaban con claustrofobia.
- Ahora pasemos a la parte de abajo, ahí donde pone "date of birth".
- ¡Eh! ¿Y esos cuadradicos que hay debajo de mi nombre?
- Ah, ya, donde pone "patronimic". Déjelo el blanco, que los españoles no usamos de eso. Venga, vamos a los cuadrados de abajo. Donde pone "day", escriba el día en que nació, donde pone "month", el número del mes, y donde pone "year", el año en que nació.
- Hecho, ¿y ahora?
- Ahora vamos a la parte de la derecha.
- ¿Aquí?
- Sí, donde pone "sex". Usted tiene que indicar si es "male" o "female".
- ¿Si mi sexo es malo? ¿Serán bordes?
- Mire, ¿sabe qué? Ponga una equis al lado de "male" y olvidemos el asunto.
- Si usted lo dice...
- Seguimos. En el renglón de abajo, donde pone "nationality", usted tiene que poner de dónde es.
- Vale, ya lo entiendo. Escribo "de Salvacañete".
- Mmmm... no. Ponga "España", pero en inglés.
- ¿En inglés?
- Ande, déjeme el papel. Ahí va: Spain.
- Jo, cuánto sabe.
- Nada, don Romualdo, tonterías. Pasemos abajo. Ahí, donde pone "passport or other ID", usted tiene que poner su número de pasaporte.
- Pero si sólo tengo uno...
- Yaaaaaa. Bueno, ábralo por la página donde esté su foto. Vale. Pues ese número de arriba a la derecha es su número de pasaporte. Cópielo.
- Cuántas cosas piden, ¿eh?
- Y lo que nos falta. Aquí, en estas dos rayas, debajo de las letras "visa number", tiene que poner el número de su visa.
- ¿Que le tengo que dar el número de mi tarjeta a los rusos? ¿Y, si no se lo doy, no me dejan pasar? No me gusta nada esto.
- Nooooo. A ver, déjeme su pasaporte otra vez. Mire, en esta página le han puesto una pegatina muy chula ¿A que no estaba cuando le dieron el pasaporte?
- Ah, no, no estaba.
- Bueno, eso se lo han puesto los del Consulado ruso.
- ¡Pero si en Salvacañete no hay de eso! Yo le di el pasaporte a un señor de una agencia, y cuando volvió llevaba la pegatina puesta.
- Pues menos mal, porque sin esa pegatina no entra ¿Ve esas letras y números? Bueno, pues es el número del visado. Cópielo ahí.
Don Romualdo, con la lengua entre los dientes y sudando un poquito, acertó a garabatear el número de visado en el lugar indicado.
- Vale, muy bien. Ahora pasemos a ese cuadrado lleno de letras.
- Ahí sí que no puedo escribir nada.
- Sólo hay que subrayar el motivo de su visita. Si es usted funcionario o alto cargo, tiene que subrayar debajo de donde pone "official"; si va de turismo, donde pone "tourism"; si es un empresario y va de trabajo, donde pone "business"; si a estudiar, donde pone "education"; si trabaja en Rusia, donde pone "employment"; si va a visitar a un amigo, subraye la palabra "private" y, si no acaba su viaje en Rusia, sino que continúa a otro país, tendrá que subrayar "transit". Y bien, ¿a qué va usted a Rusia?
Romualdo se acercó a mi oído y me dijo en voz más baja, no sin asegurarse que la mujer que estaba a su lado y que, como vimos, atendía por Roberta, dormía a pierna suelta.
- A casarme.
"Ufffffff..."
- Pero no se lo diga a mi hermana, que se cree que vamos de turismo unos días.
- ¿Pero usted sabe lo que va a hacer?
- Claro. Voy a casarme, y mi hermana viene a acompañarme, pero se cree que venimos de turismo. Es que, si no, no vendría. No le gusta mucho mi novia, ¿sabe? Pero a mí sí me gusta.
- Bueno, es lo mínimo...
- La conocí un día que me fui a Cuenca, y resulta que era de aquí y que estaba unos días en Cuenca.
- Ya, ya... y ¿en qué idioma hablan?
- Pues no sé, porque yo no hablo ruso y ella no habla español, pero nos entendemos. Nos mandamos cartas.
- Pues vale. Volviendo al pasaporte, creo que tendrá que subrayar "turismo", porque es lo que pone en su visado. Si pone lo de la boda igual hay jaleo.
- Lo que usté diga.
- A ver. Ahora donde están esas dos líneas debajo de "name of host person or company, locality" tiene usted que poner el nombre de quien le ha invitado, y en qué ciudad vive.
- Huy, no cabe.
Y ciertamente no cabe. El que hizo el diseño del formulario todavía debe de estar riéndose de toda la gente a la que a diario obliga a apretar la letra.
- Pues ha de caber. Venga, apriete o no entra.
Romualdo hizo de tripas corazón.
- Venga, ya queda menos. Abajo, al lado de donde pone "from", ponga el día de hoy, y donde pone "to", el último día del visado.
- A ver, ¿y cuáles son?
- Los pone en la pegatina ésa de antes, la del pasaporte.
- ¿Dónde?
- Venga, ¿usted qué día se vuelve a Salvacañete?
- Pues no lo sé. Primero me tengo que casar, y luego digo yo que me iré de viaje de novios.
- Claro, claro... pero usted tendría que poner una fecha...
- ¿Si?
- Bueno, o no... ¿Sabe qué? ¿Y si dejamos eso en blanco?
- ¿Sí?
- Y así se queda usted lo que le dé la gana. Como si se quiere quedar a vivir.
- ¿Y con mi hermana qué hacemos?
- A su hermana le pondremos fecha de retorno, claro que sí. Mañana mismo si quiere. Firme donde pone "signature", apriétese como pueda la firma dentro del cuadrado, y a correr.
viernes, 6 de febrero de 2009
Entrando en Rusia
Eso que está escaneado ahí al lado es la tarjeta de inmigración que todo guiri debe rellenar cuando entra en Rusia. Si la línea aérea en que viaja el guiri es obsequiosa, lo normal es que la repartan a los pasajeros en vuelo para que éstos lo puedan rellenar y presentarse al control de pasaportes con el papelito rellenado. Si la línea aérea es Iberia, puede repartir la hoja, o no, o hacerlo en el momento más inoportuno, digamos a las cuatro de la mañana en un vuelo nocturno.
Sea como fuere, al subir a un vuelo con destino a Rusia hay que proveerse de un bolígrafo, porque, si no, habrá que contar con la benevolencia de los pasajeros que hayan sido más previsores. En la benevolencia de los azaf... estooo... auxiliares de vuelo es mejor no confiar, porque los que hacen el recorrido Madrid - Moscú, tanto en Iberia como en Aeroflot, suelen ser gente curtida que se dejó la piedad en tierra (bueno, eso en turista, en primera son amables).
En esos vuelos hay pocos españoles, pero los hay, y algunos, turistas incautos o padres adoptantes, cogen el papelito, le dan vueltas y revueltas sin saber muy bien qué hacer y luego empiezan a refunfuñar. Como ya está bien de ignorancia, vamos a dar unas indicaciones sobre el modo de proceder.
Y es que el papelito está en ruso y en inglés, y pare usted de contar. El españolito de Salvacañete comienza a leer, y encuentra unas letricas incomprensibles y, al lado, unas letricas que sabe cuáles son, pero que las junta y no tienen sentido.
- ¡Roberta!
- ¡Dime!
- ¿Qué pongo en "Serial"?
- ¿Dónde?
- En "serial". Al lado hay un numerico, pero tengo espacio libre para poner más cosas.
- No sé. Pon "Falcon Crest".
- Vale.
Mal comienzo, mal comienzo... A veces, uno no puede reprimirse y decide ayudar al compatriota, antes de que se monte una gorda en el control de pasaportes y Salvacañete termine por romper relaciones con Rusia.
- Oiga...
- ¿Qué? ¿Es usted español? - pregunta sorprendido.
- Hombre, pues sí, y como le he visto un poco perdido con el papel, me preguntaba si podría echarle una mano.
- Agradecido, agradecido... ¡Roberta! ¡Este señor nos ayuda! - grita el señor de Salvacañete, con un vozarrón que seguro que despertó a todos los habitantes de Ginebra, unos cuantos kilómetros más abajo.
Tragué saliva, y comencé la actividad didáctica.
Pero eso lo dejo para la próxima.
Sea como fuere, al subir a un vuelo con destino a Rusia hay que proveerse de un bolígrafo, porque, si no, habrá que contar con la benevolencia de los pasajeros que hayan sido más previsores. En la benevolencia de los azaf... estooo... auxiliares de vuelo es mejor no confiar, porque los que hacen el recorrido Madrid - Moscú, tanto en Iberia como en Aeroflot, suelen ser gente curtida que se dejó la piedad en tierra (bueno, eso en turista, en primera son amables).
En esos vuelos hay pocos españoles, pero los hay, y algunos, turistas incautos o padres adoptantes, cogen el papelito, le dan vueltas y revueltas sin saber muy bien qué hacer y luego empiezan a refunfuñar. Como ya está bien de ignorancia, vamos a dar unas indicaciones sobre el modo de proceder.
Y es que el papelito está en ruso y en inglés, y pare usted de contar. El españolito de Salvacañete comienza a leer, y encuentra unas letricas incomprensibles y, al lado, unas letricas que sabe cuáles son, pero que las junta y no tienen sentido.
- ¡Roberta!
- ¡Dime!
- ¿Qué pongo en "Serial"?
- ¿Dónde?
- En "serial". Al lado hay un numerico, pero tengo espacio libre para poner más cosas.
- No sé. Pon "Falcon Crest".
- Vale.
Mal comienzo, mal comienzo... A veces, uno no puede reprimirse y decide ayudar al compatriota, antes de que se monte una gorda en el control de pasaportes y Salvacañete termine por romper relaciones con Rusia.
- Oiga...
- ¿Qué? ¿Es usted español? - pregunta sorprendido.
- Hombre, pues sí, y como le he visto un poco perdido con el papel, me preguntaba si podría echarle una mano.
- Agradecido, agradecido... ¡Roberta! ¡Este señor nos ayuda! - grita el señor de Salvacañete, con un vozarrón que seguro que despertó a todos los habitantes de Ginebra, unos cuantos kilómetros más abajo.
Tragué saliva, y comencé la actividad didáctica.
Pero eso lo dejo para la próxima.
miércoles, 4 de febrero de 2009
Más sobre la crisis
En la última entrada sobre economía, un comentarista (anónimo) me preguntaba si había leído el artículo del Handelsblatt. El Handelsblatt es un diario económico alemán relativamente poco conocido en España, por esa costumbre que tiene de estar escrito en alemán, lo que, claro, le resta audiencia fuera de la relativamente poco numerosa comunidad germanohablante (o, por lo menos, germanoleyente).
Es una lástima, porque el periódico es realmente bueno. Es algo parecido al Neue Zürcher Zeitung (NZZ), periódico suizo, de Zurich, que es toda una autoridad en toda el área germanófona, pero que se pasa bastante por alto en el resto del mundo, que, si no lee en su lengua materna, lo hace, todo lo más, en inglés.
El caso es que el día del comentario el Handelsblatt publicó, no uno, sino dos artículos sobre Rusia. El primero, titulado Putin in der Rubelklemme (Putin en el lío del rublo) apareció en la sección de política y versaba sobre las manifestaciones del fin de semana, y en que el diario, en la línea desiderativa y políticamente correcta de prácticamente toda la prensa occidental, se preguntaba si el autoritario régimen de Putin estaba caminando hacia su fin. Entre líneas se echaba de ver que el redactor, Sven Schäffler, poco menos que estaba poniendo velas a San Sven para que así fuera. Yo, como ya sabéis, tengo de partidario de Putin lo mismo que de aficionado a los toros, o sea, que me da bastante lo mismo, pero considerar que las manifas del finde, sumadas a la crisis económica, puedan ser el punto de inflexión del régimen que conduzca a su caída me parece un tanto exagerado.
Supongo que el comentarista anónimo se refería a la otra noticia que publicó el Handelsblatt, que apareció en la sección de economía, bajo el título Russland droht eine neue Rubelkrise (Una nueva crisis del rublo amenaza a Rusia). A diferencia del anterior artículo, en éste el redactor de turno deja fuera los prejuicios y se arremanga para analizar lo que está pasando y lo que puede pasar. El artículo es descriptivo, pero interesante, y destaca especialmente el final del mismo, en el que refiere las posibilidades que tiene el Banco Central de Rusia para salir ileso del chaparrón que está cayendo, y que dice que son tres, además de continuar como hasta ahora, es decir, defendiendo a capa y espada al rublo y poniendo encima del mostrador las reservas de divisas que haga falta. Hasta que se acaben, se entiende. Esto es lo que puede hacer el BCR, según el Handelsblatt:
1. Apretar las tuercas a la liquidez del rublo subiendo a saco los tipos de interés. Lo malo es que los tipos de interés ya están de por sí como para ahogar todo tipo de actividad inversora, y que de esta manera procíclica no es como se va a recuperar Rusia de la crisis.
2. Introducir nuevas medidas de control de cambios, obligando a que los exportadores conviertan por narices a rublos el contravalor de sus exportaciones, entre otras limitaciones, lo que haría aumentar la demanda de rublos. El problema es que así cabreas al inversor extranjero que quiere sacar de Rusia sus dividendos o repatriar sus inversiones. Y cabrear al inversor extranjero sale muy caro.
Después de todo, esto sería volver a la situación que hubo hasta hace un par de años. El Banco Central eliminó esta medida porque el problema era precisamente el contrario: el rublo se estaba revaluando demasiado y estaba ahogando la competitividad de la producción rusa (que, de por sí, y salvo las materias primas, no es que sea como para tirar sputniks, es que ni siquiera es para tirar cohetes).
3. Tirar la toalla, dejar de hacer declaraciones estúpidas sobre tipos de cambio objetivo y dejar que el rublo se las componga como quiera en el mercado. Obviamente, la ventaja es que el Banco Central se queda con las reservas de divisas para mejor ocasión, y la desventaja es que da un poco de vértigo lo que puede pasar con los tipos de cambio dejados al libre albedrío de los tiburones de las bolsas, que, desde luego, tienen unos intereses bastante diferentes a los del Banco Central.
En otro país, cabría otra posibilidad que no menciona el artículo, que es la de emitir más deuda pública para esterilizar la masa monetaria existente. Es decir, para que la gente le prestara los rublos al Estado en lugar de correr a los puntos de cambio, cambiarlos a dólares y hundir más el tipo de cambio. En Rusia, creo que la cosa no funcionaría bien del todo por varios motivos. El primero, que la confianza en el Gobierno para convertir a Rusia en una potencia mundial es muy alta entre la población, pero, cuando se trata de que le toquen el bolsillo, la población no lo ve tan claro, y más con el recuerdo del batacazo de 1998; el segundo, que a causa del primer motivo los intereses que tendría que apoquinar el tesoro ruso serían un ojo de la cara, y no está el horno para bollos; el tercero, que la colocación de los títulos entre la población sale bien con un sistema financiero fetén, pero el sistema financiero ruso es cualquier cosa menos fetén, con lo que la deuda acabarían colocándola a los bancos, que pedirían préstamos al Banco Central (porque el interbancario ruso está tan seco como todos los demás). Claro, si la deuda la acabas colocando con fondos del Banco Central, no estás esterilizando nada y sí haciendo un poco el tonto. De todas formas, como el endeudamiento público es nulo, el Estado tiene un margen bastante importante para tirar por ahí, así que algo debería hacer.
Yo, naturalmente, no tengo ni idea de lo que van a sacarse de la chistera estos chicos (si lo supiera, ya sabéis, estaría escribiendo estas líneas desde las islas Mauricio con un zumo de piña en la mano), pero la cosa promete. Yo apuesto, al menos a medio plazo, por la medida número 2, de apretar las clavijas al control de cambios, y a corto por la continuación de la política de sangrar las reservas de divisas.
Aun así, quizá lo más efectivo (el Handelsblatt tampoco lo cita, claro) sea que el presidente del Banco Central, Ignatiev, le ponga una vela a San Sergio de Radonezh y le pida que interceda porque el precio del petróleo comience a subir. Porque, si no, aquí van a tener que hacerles bastantes agujeros más al cinturón.
Es una lástima, porque el periódico es realmente bueno. Es algo parecido al Neue Zürcher Zeitung (NZZ), periódico suizo, de Zurich, que es toda una autoridad en toda el área germanófona, pero que se pasa bastante por alto en el resto del mundo, que, si no lee en su lengua materna, lo hace, todo lo más, en inglés.
El caso es que el día del comentario el Handelsblatt publicó, no uno, sino dos artículos sobre Rusia. El primero, titulado Putin in der Rubelklemme (Putin en el lío del rublo) apareció en la sección de política y versaba sobre las manifestaciones del fin de semana, y en que el diario, en la línea desiderativa y políticamente correcta de prácticamente toda la prensa occidental, se preguntaba si el autoritario régimen de Putin estaba caminando hacia su fin. Entre líneas se echaba de ver que el redactor, Sven Schäffler, poco menos que estaba poniendo velas a San Sven para que así fuera. Yo, como ya sabéis, tengo de partidario de Putin lo mismo que de aficionado a los toros, o sea, que me da bastante lo mismo, pero considerar que las manifas del finde, sumadas a la crisis económica, puedan ser el punto de inflexión del régimen que conduzca a su caída me parece un tanto exagerado.
Supongo que el comentarista anónimo se refería a la otra noticia que publicó el Handelsblatt, que apareció en la sección de economía, bajo el título Russland droht eine neue Rubelkrise (Una nueva crisis del rublo amenaza a Rusia). A diferencia del anterior artículo, en éste el redactor de turno deja fuera los prejuicios y se arremanga para analizar lo que está pasando y lo que puede pasar. El artículo es descriptivo, pero interesante, y destaca especialmente el final del mismo, en el que refiere las posibilidades que tiene el Banco Central de Rusia para salir ileso del chaparrón que está cayendo, y que dice que son tres, además de continuar como hasta ahora, es decir, defendiendo a capa y espada al rublo y poniendo encima del mostrador las reservas de divisas que haga falta. Hasta que se acaben, se entiende. Esto es lo que puede hacer el BCR, según el Handelsblatt:
1. Apretar las tuercas a la liquidez del rublo subiendo a saco los tipos de interés. Lo malo es que los tipos de interés ya están de por sí como para ahogar todo tipo de actividad inversora, y que de esta manera procíclica no es como se va a recuperar Rusia de la crisis.
2. Introducir nuevas medidas de control de cambios, obligando a que los exportadores conviertan por narices a rublos el contravalor de sus exportaciones, entre otras limitaciones, lo que haría aumentar la demanda de rublos. El problema es que así cabreas al inversor extranjero que quiere sacar de Rusia sus dividendos o repatriar sus inversiones. Y cabrear al inversor extranjero sale muy caro.
Después de todo, esto sería volver a la situación que hubo hasta hace un par de años. El Banco Central eliminó esta medida porque el problema era precisamente el contrario: el rublo se estaba revaluando demasiado y estaba ahogando la competitividad de la producción rusa (que, de por sí, y salvo las materias primas, no es que sea como para tirar sputniks, es que ni siquiera es para tirar cohetes).
3. Tirar la toalla, dejar de hacer declaraciones estúpidas sobre tipos de cambio objetivo y dejar que el rublo se las componga como quiera en el mercado. Obviamente, la ventaja es que el Banco Central se queda con las reservas de divisas para mejor ocasión, y la desventaja es que da un poco de vértigo lo que puede pasar con los tipos de cambio dejados al libre albedrío de los tiburones de las bolsas, que, desde luego, tienen unos intereses bastante diferentes a los del Banco Central.
En otro país, cabría otra posibilidad que no menciona el artículo, que es la de emitir más deuda pública para esterilizar la masa monetaria existente. Es decir, para que la gente le prestara los rublos al Estado en lugar de correr a los puntos de cambio, cambiarlos a dólares y hundir más el tipo de cambio. En Rusia, creo que la cosa no funcionaría bien del todo por varios motivos. El primero, que la confianza en el Gobierno para convertir a Rusia en una potencia mundial es muy alta entre la población, pero, cuando se trata de que le toquen el bolsillo, la población no lo ve tan claro, y más con el recuerdo del batacazo de 1998; el segundo, que a causa del primer motivo los intereses que tendría que apoquinar el tesoro ruso serían un ojo de la cara, y no está el horno para bollos; el tercero, que la colocación de los títulos entre la población sale bien con un sistema financiero fetén, pero el sistema financiero ruso es cualquier cosa menos fetén, con lo que la deuda acabarían colocándola a los bancos, que pedirían préstamos al Banco Central (porque el interbancario ruso está tan seco como todos los demás). Claro, si la deuda la acabas colocando con fondos del Banco Central, no estás esterilizando nada y sí haciendo un poco el tonto. De todas formas, como el endeudamiento público es nulo, el Estado tiene un margen bastante importante para tirar por ahí, así que algo debería hacer.
Yo, naturalmente, no tengo ni idea de lo que van a sacarse de la chistera estos chicos (si lo supiera, ya sabéis, estaría escribiendo estas líneas desde las islas Mauricio con un zumo de piña en la mano), pero la cosa promete. Yo apuesto, al menos a medio plazo, por la medida número 2, de apretar las clavijas al control de cambios, y a corto por la continuación de la política de sangrar las reservas de divisas.
Aun así, quizá lo más efectivo (el Handelsblatt tampoco lo cita, claro) sea que el presidente del Banco Central, Ignatiev, le ponga una vela a San Sergio de Radonezh y le pida que interceda porque el precio del petróleo comience a subir. Porque, si no, aquí van a tener que hacerles bastantes agujeros más al cinturón.
lunes, 2 de febrero de 2009
Cocina para exiliados (XII): el grajo vuela bajo
Al final, tenía que ocurrir. Las temperaturas han caído estrepitosamente, casi tanto como el rublo, y ahora estamos a algo así como veinte bajo cero, ateridos, tiritando y mirando por la ventana un sol de invierno que no calienta absolutamente nada. En España era famoso el anticiclón de las Azores, causante de la pertinaz sequía y de los rigurosos calores que nos afectan; en Rusia, el causante de esta ola de frío es el anticiclón del Ártico, que, evidentemente, no se anda con chiquitas.
Mientras escampa, hay que hacer algo para calentarse. El recurso estrella es la sopa. Los rusos son maestros en sopas, hasta el punto de que la sopa caliente es el plato más genuino de esta cocina y, en mi opinión, el único en que pueden presumir de sacarles cierta ventaja a las cocinas españolas. Pero, ¿de verdad la cocina española no tiene nada que demostrar en cuanto a sopas? No, no, algo hay, recordemos una de las canciones más famosas de "Siniestro Total", esa versión del Highway to Hell llena de ripios que llamaron algo así como "Somos Siniestro Total".
Ingredientes:
Se sofríe el ajo en el aceite de oliva, ya sea cortado el ajo en láminas o en trozos más gordos, según sean los dientes. Se añade la carne de soja seca troceada finamente y el agua, y se deja hervir, momento en que se añade el pimentón y la sal. Se remueve periódicamente con una cuchara de palo y, como a los quince minutos, se retira del fuego. Aún caliente, se añade la hierbabuena y los huevos y se remueve con fuerza. Resulta bastante más rico en proteínas que la sopa con pan.
Y se sirve, y a comer.
- ¿Sabes qué? -dijo Alfina.
- ¿Qué?
- Que le voy a añadir smetana.
- ¿Quéeee...? - "pero si es una sopa tradicional española, de toda la vida... ¿que pinta ahí la smetana, como si fuera un borsch cualquiera?", pensé poco menos que indignado, como si yo no hubiera alterado la receta en lo más mínimo.
- Sí, sí -y Alfina se levantó, abrió la nevera, cogió el bote de smetana y virtió una cuchara bien colmada en la sopa.
Hacedlo. No será tradicional, pero está buenísimo.
Mientras escampa, hay que hacer algo para calentarse. El recurso estrella es la sopa. Los rusos son maestros en sopas, hasta el punto de que la sopa caliente es el plato más genuino de esta cocina y, en mi opinión, el único en que pueden presumir de sacarles cierta ventaja a las cocinas españolas. Pero, ¿de verdad la cocina española no tiene nada que demostrar en cuanto a sopas? No, no, algo hay, recordemos una de las canciones más famosas de "Siniestro Total", esa versión del Highway to Hell llena de ripios que llamaron algo así como "Somos Siniestro Total".
Que cuando el grajoHay literalmente centenares de recetas de sopa de ajo, pero todas tenían algo en común: el ajo y el pan. Quitar el ajo a la sopa de ajo parece muy atrevido, pero a continuación presento la primera receta, que yo epa, de sopa de ajo sin pan.
vuela tan bajo,
y hace un frío del carajo,
hay que tomar sopas de ajo
Ingredientes:
Una cabeza de ajo, como la de la foto (a saco y sin contemplaciones).Sí, ya sé que muchos le ponen jamón en trozos pequeños. Pero es que somos pobres.
Un litro y medio de agua.
Un rabo de cuchara de pimentón (y nada de mariconear: pimentón picante).
80 gramos de carne de soja (ésta es la innovación que sustituye al pan).
Cuatro huevos.
Aceite de oliva al gusto.
Hierbabuena (lo suyo sería una ramita, pero por estas latitudes va a ser que no, y que habrá que ir al bote).
Sal al gusto.
Se sofríe el ajo en el aceite de oliva, ya sea cortado el ajo en láminas o en trozos más gordos, según sean los dientes. Se añade la carne de soja seca troceada finamente y el agua, y se deja hervir, momento en que se añade el pimentón y la sal. Se remueve periódicamente con una cuchara de palo y, como a los quince minutos, se retira del fuego. Aún caliente, se añade la hierbabuena y los huevos y se remueve con fuerza. Resulta bastante más rico en proteínas que la sopa con pan.
Y se sirve, y a comer.
- ¿Sabes qué? -dijo Alfina.
- ¿Qué?
- Que le voy a añadir smetana.
- ¿Quéeee...? - "pero si es una sopa tradicional española, de toda la vida... ¿que pinta ahí la smetana, como si fuera un borsch cualquiera?", pensé poco menos que indignado, como si yo no hubiera alterado la receta en lo más mínimo.
- Sí, sí -y Alfina se levantó, abrió la nevera, cogió el bote de smetana y virtió una cuchara bien colmada en la sopa.
Hacedlo. No será tradicional, pero está buenísimo.