Habíamos dejado la entrada anterior en el momento en que la bicicleta se acerca a la trampa mortal establecida por los gai en el cruce entre Voznesensky Pereulok y Bolshaya Nikitskaya. La trampa aparece bien planteada en la foto que ilustra esta entrada. Y la clave está en la señal de dirección obligatoria hacia la derecha, pegada a la pared del edificio, muchas veces a una altura demasiado elevada como para que lo vean los conductores desde su sillón ¿Hay algún motivo para haber colocado la señal y prohibir el giro a la izquierda? Pues yo diría que ninguno en especial, tanto más cuanto que las calles concernidas no sn demasiado anchas y la incorporación a la izquierda no sería demasiado difícil.
Con eso, el conductor que aparece por allí y quiere acercarse al centro, resulta que no puede. Debe girar a la derecha y dar mas vueltas que un tonto en una ciudad en que los atascos se dan hasta de madrugada, con lo que el retraso es segurísimo. Ah, si se pudiera girar a la izquierda... bueno, parece que ahora no pasan coches... ¿Y si...? El conductor sucumbe a la tentación, gira a la izquierda y, automáticamente, ¡zas!, de detrás de un coche (en este caso, lo tenéis ahí, aparcado frente a la sucursal del Citibank) aparece un gai barrigudo y mal encarado que esgrime la porra en actitud pendenciera, detiene al conductor que en mala hora cayó en la tentación del giro fácil, lo sermonea, le soba los documentos y finalmente opera un trasvaso de efectivo de la cartera del conductor a la suya propia.
Volviendo al asunto de la españolidad de la rebeldía, ¿os imagináis al cura Merino diciendo a su guerrilla: "Acólito, ved ahí noramala que esta señal nos fuerza a girar a la derecha. Bien nos vendría para nuestro propósito de acometer al francés ir a la izquierda, pero respetemos la señal, así sea absurda, y demos unas cuantas revueltas. Antes prefiero dejar escapar la compañía ésa de dragones herejotes que pasar por encima de dicha orden."? ¡Pues claro que no!
La bicicleta gira descaradamente a la izquierda aprovechando que no viene absolutamente nadie. El gai surge de ningún sitio y se me queda mirando sin saber muy bien qué hacer. Al final, siente vergüenza torera y suelta sin mucha convicción:
- ¡A ver si no pasamos por encima de la doble línea continua!
Pero entonces, detrás de mí, un incauto automovilista decide girar a la izquierda en el mismísimo cruce de autos y el miliciano decide pasar del ciclista y pensar en víctimas más lucrativas.
Con lo cual, la segunda provocación ha quedado igualmente impune. Como está visto que los gai están demasiado amaric... adocenados para rugir como es debido a los ciclistas, antes del fin de la temporada ciclista procede provocar a la quintaesencia de la mala leche, al cabreo personificado, al culto al desagrado ¿A la Guardia Civil? No, hijos, no, los picoletos son unos benditos, me refiero a las fuerzas especiales del Ministerio del Interior: a los OMON.
Como la cosa es seria, mejor lo dejamos para la próxima.
Estimado Alfor von Buchweizen, muchas gracias por hacerme reír tanto. Descubrí este blog por casualidad, o por causalidad, porque estaba buscando algún parque para pasear y de algún modo acabé en uno de tus post.
ResponderEliminarSoy español, residente en Moscú, y creo que un poco rusófilo, a pesar de los rusos, que intentan - ¡y de que manera! - que Rusia deje de gustarme.
Un saludo, y cuidado con los OMONES, que son peligrosos y no sólo por su rima...
Ángel, bienvenido, muchas gracias y me alegro de que le resulte divertida la bitácora.
ResponderEliminarNo se flagele por su incipiente rusofilia. Después de todo, la rusofilia no deja de ser amor, y el amor es ciego y muchas veces inexplicable. De todas formas, y siguiendo la evolución clínica de bastante españoles trasplantados a Rusia, y no digamos a Moscú, el grado de rusofilia es inversamente proporcional al tiempo de permanencia en el país.
Podría ser su caso, o no. :)
Toooma ya, ole ole y ole ese pase torero, jajajjaaja... Le dejaste con las ganas...
ResponderEliminarBesitos
Gracias por su bienvenida.
ResponderEliminarVenía siguiendo su bitácora desde hace un tiempo, pero llegado un punto (llorar de risa) consideré necesario reconocerle su labor.
De esta tacada llevo dos años en esta bendita ciudad, aunque anteriormente he residido en periodos cortos, mientras estudiaba el bonito idioma local.