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Y ahora tenemos otro mapa, que representa la anexión del Cáucaso meridional por parte de Rusia. Ya vimos en la introducción a la guerra ruso-japonesa que Rusia, en sus relaciones con China, primero se tomó la mano y luego todo el brazo. Pues bien, no era la primera vez. Primero había practicado el sistema a conciencia en el Cáucaso, y luego lo haría en el Turquestán, por ejemplo. De momento, aceptó el protectorado sobre Kartli-Kajetia, pero en 1801, cuando la palmó el sucesor de Heraclio II, Jorge XII, un señor gordo y decrépito que sólo reino tres años, dijo que ya estaba bien de bromas y que este reino es parte del Imperio Ruso sí o sí, dejando al heredero con un palmo de narices.
Y con esto llegamos al mapa de hoy, que también es un mapa de Georgia en georgiano (pero tranquiiilos, que aquí estoy yo) y que ilustra la anexión rusa del Cáucaso entre 1800 y 1830. Rusia siguió con cada uno de los reinecillos georgianos un sistema similar: primero protectorado, luego te voy metiendo presión hasta que te cabreas y sueltas una torta, y entonces me enfado y te anexiono directamente. En el mapa, en el original, antes de que me pusiera a escribir encima, veréis sobre algunas regiones una cifra negra y una roja: la negra es el año de establecimiento del protectorado, y la roja la de la anexión pura y simple. Como en 1830 todavía no había terminado el proceso, lo he intentado completar escribiendo yo mismo, en negro, el año de la anexión, que no se completó totalmente hasta 1878.
Imereti, que era un reino, cayó ya en 1810, sin casi protectorado ni leches. Su último rey, Salomón II, trató de aliarse hasta con Napoleón, pero en balde. Abjasia, convertida en protectorado en 1810, se defendió como gato panza arriba y no fue sometida totalmente hasta 1865, no como hoy, en que aplauden a los rusos con las orejas cuando se acercan por allí; Guria, por su parte, cometió el error de aliarse con el Imperio Otomano en la guerra ruso-turca de 1829, y el zurriagazo fue inmediato.
Mingrelia se convirtió en protectorado en 1804 y Svanetia, por su parte y aprovechándose de que para llegar allí había que pasarlas canutas, estaba pasando más desapercibida, hasta que sucumbió a la vieja costumbre georgiana de las peleas internas entre sus príncipes y fue anexionada en 1857 y, de paso, también Mingrelia, con lo que se terminó la historia. Pero Rusia fue algo más allá. Faltaban las provincias, fuertemente islamizadas, que habían pertenecido a la Georgia medieval y que ahora estaban en poder otomano. Aprovechando una nueva guerra, en 1878 Rusia consiguió la devolución de Ajaria y de buena parte de Tao-Klaretia, ahora más conocida como región de Kars. Ésta última fue recuperada por el Imperio Otomano en 1918, cuando Rusia perdió la primera guerra mundial, y así sigue hoy.
Lo que es delicadísimo es tratar de justificar con hechos de hace siglos lo que sucede hoy. Nos puede servir para dar una explicación parcial, pero no para dar razón a unos o a otros y mucho menos cuando en esta guerra todos, rusos, georgianos, osetios y abjasios, tienen argumentos para justificar sus posturas respectivas. No digo que todos sean buenos (probablemente no lo sea ninguno), pero sí que no hay blancos y negros, sino grises, muchos grises.
En cualquier caso, se echa de ver que los abjasios han tenido un territorio prácticamente independiente durante buena parte de la historia universal. No así los osetios, que aparecieron por los territorios que ahora ocupan huyendo de los turcos y estuvieron bajo el vasallaje de los reyes de Kartli hasta la supresión de este reino. Sólo a principios del siglo XX, con la llegada de los bolcheviques al poder, que utilizaron a unos y a otros para controlar la región, obtuvieron una entidad territorial propia, un territorio autónomo dentro de la complejísima Federación Soviética Transcaucásica, primero, y a partir de 1936 de la República Socialista Soviética de Georgia. Pero la configuración de ésta ya pertenece a la responsabilidad de Stalin. Que, por cierto, era georgiano.
Entretanto, Rusia acaba de reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur. La cosa se pone aún más entretenida. Es curioso que Rusia reconozca la independencia de dos países, la gran mayoría de cuyos habitantes tienen pasaporte ruso. Si yo fuera aficionado a pensar en términos conspirativos, se me ocurrirían un montón de teorías; pero, como no lo soy, me conformo con sentarme a ver lo que pasa.
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