viernes, 18 de abril de 2008

Mendigos

El otro día andaba conversando con un español que lleva poco tiempo por aquí y salió un tema de conversación poco frecuente.

- Y los sin techo, aquí, ¿qué hacen? En España te los encuentras en los cajeros automáticos o en algún pasaje subterráneo, ¿y aquí?

El mismo hecho de que el tema de conversación sea poco frecuente dice muy poco de nosotros. Efectivamente, para los extranjeros que vivimos por aquí, que por regla general somos gente más o menos acomodada, pero que en todo caso no somos pobres de solemnidad, el encuentro con los que lo pasan realmente mal tiene algo de perturbador. Por una parte, en muchas ocasiones, al menos en Moscú, la pobreza y el alcohol van de la mano, hasta el punto de que es difícil decir si fue primero el alcoholismo el que contribuyó a degradar al individuo, o si fue primero la degradación y luego, como colofón, el alcoholismo. La verdad es que los casos que, por alguna referencia, he podido conocer apuntan más bien hacia lo primero.

No siempre es así. Entre los mendigos que se ven en las calles de Moscú no escasean las ancianas pensionistas, que normalmente suelen recibir limosna; pero no es probable que sean ellas los sin techo que a veces también se ven. Es de suponer que contarán con alguna vivienda y que sus pensiones, aunque menos miserables que hace unos años, sean seguramente insuficientes para cubrir sus necesidades mínimas en una ciudad tan sumamente cara como Moscú. La limosna hace, en estos casos, de complemento de la pensión.

Sin embargo, no es lo normal. El sin techo típico es un personaje muy degradado y convertido en un desecho social tan evidente que apenas habrá quien le dé limosna, tal es la aprensión que inspira, alimentada por la certeza del destino que tendrá la limosna que le diéramos y por el olor a suciedad y alcohol que desprenden.

¿Dónde pasan la noche estos sujetos? El de la foto, que tomé hace unos meses, eligió para ello las escotillas de ventilación de la biblioteca Lenin, a pocos metros de la Plaza Roja, envuelto en unos harapos, porque, aunque de la escotilla sale aire caliente, es fácil ver que las temperaturas, como sucede tan a menudo en Moscú, bajan de cero.

Hasta no hace mucho, el recurso más habitual de los sin techo era colarse en un portal. Las puertas de acceso de los portales moscovitas estaban abiertas, sin cerradura o, en todo caso, eran fáciles de abrir. Las cosas están cambiando y, aunque sigue siendo relativamente fácil colarse en los sitios, cada vez más los vecinos instalan porteros automáticos más o menos fetén.

En todo caso, no es una suerte envidiable. Más le valdría a las autoridades de Moscú tomar cartas en forma de campañas de prevención contra el alcoholismo. Pero no parece lo suyo, en un país donde el alcohol es una especie de religión. En todo caso, para campañas, la que más me ha gustado es la que vi en Lovaina, hace unos cuantos meses.



2 minuten hierop staren is zo goed als heel de avond alcohol drinken.

En cristiano: Mirar aquí durante dos minutos vale tanto como beber alcohol toda la tarde.

Probadlo y decidme cómo es la resaca. Yo no me atrevo.

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