Pues, señor, la cosa consiste en cortar la fruta a trozos, e incluso en amasarla un poco con las manos mientras se mezcla con el azúcar, y en dejarla reposar en un plato, en una mezcla de vino y el licor (vodka, por supuesto), que se pretenda echar.
Por otra parte, el vino y la naranjada (bueno, la gaseosa también vale, pero a mí me gusta más con naranjada) se meten en un recipiente. Ojo a la proporción mágica: 5 partes de vino por dos de naranjada o lo que sea. Por otra parte, muchas veces es difícil encontrar un recipiente con la suficiente capacidad para contener los cinco litros o más que estamos elaborando, pero no hay dificultad que no pueda vencer un ánimo avezado, así que siempre se encuentra alguno. En mi caso, un recurso recurrente fue el cubo de fregar, que recomiendo limpiar con espero si ya ha sido usado. Con mucho esmero.
Ahora se le echa la fruta macerada, el azúcar y la canela y se remueve bien. Y ya sólo queda ajustar el sabor al gusto, que es lo realmente difícil del asunto. Hay que evitar caer en tres tentaciones principales:
1.- Pasarse con la canela. Además, si te pasas no hay vuelta atrás añadiendo cosas para compensar, no. Si te pasas, te has pasado sin remedio y tu sangría sabrá sólo a canela. Tiene que tener un regusto, pero no un gusto (Jo, ya me estoy pareciendo a los enólogos de salón que tanto critico).
2.- Pasarse con el vodka. Otro error grave. Estamos hablando de sangría, no de vodka o ron de color rojo. Si te gusta mucho el vodka, cosa que me parece bien, entonces deberías beberlo a palo seco.
3.- Pasarse con la naranjada. Es una tentación de tipo económico, porque la naranjada es mucho más barata que el vino, pero no saldrá bien, ya que corremos el peligro de quedarnos con un insulso líquido sin cuerpo, que ya no será sangría.
Lo que no es peligroso es pasarse con el azúcar. La mayoría de los que gustamos de la sangría somos unos golosos sin remedio. Además, como decía un amigo mío de cuando teníamos dieciséis años: "A mí el alcohol no me gusta, pero tiene efectos simpáticos." Pues el azúcar tiene buena parte de la culpa de los "efectos simpáticos". Eso sí, el resacón de la mañana siguiente, que también es culpa del azúcar, tiene mucha menor simpatía, pero, entretanto, "que te quiten lo bailao".
Y la sangría debe estar fría. En Moscú, en invierno, eso es sumamente fácil de conseguir, y más teniendo en cuenta que ahora mismo estamos a dieciséis bajo cero: sacas un rato la sangría a la terraza y en poco tiempo la tienes a punto. Eso es vida, no como en España, que hace un calor del quince.
Pues eso, que aproveche, y tened ojo con la ingestión y con lo que hacéis, que luego, si no, todo son lamentos.
Por cierto que habría que fomentar el uso de la sangría por aquí, incluso en las discotecas de superpostín... pero eso será el asunto de la siguiente entrada.
Algún bar he visto que sirve sangría, pero a 200 o 250 rublos el vaso como si fuese un coctel. Y no te creas que era con Rioja sino con "Don Semión" del malo. (Que conste que no lo pedí yo)
ResponderEliminarAinsssss Alfitooo.. Que cierto es, azúcar que lleve y con ganas.. Yo, hace años, tenía un cubo sólo y exclusivo para sangrías. También va bien un buen barreño (palangana gigante) Es más, en un cumple, hace ya bastantes años, compramos adrede el cubo para mezclar ingredientes. Y la preparamos con un día de antelación, algo que le confiere un sabor especial, pues la fruta macera de verdad. Después se remueve bien antse de consumir y se le añade el hielo.. Por cierto, se te olvidó el hielo y la sangría mejor si estaá bien fresquita, jejejeje...
ResponderEliminarBesitosssss
Alberto, aparte de hacer sangría con Rioja debería estar penado, lo del precio de la sangría en esos bares que has dicho tiene delito. Pide el libro de reclamaciones (a veces funciona, de verdad).
ResponderEliminarEstherita, tienes tanta razón que voy a editar. Se me habían olvidado dos cosas: que esté fría, efectivamente, y la proporción mágica: 5/2.