Acabo de llegar de la fiesta de Año Nuevo (aquí pasan olímpicamente de la Navidad) del colegio de Abi y Ro, con la presencia estelar de Ded Moroz y Snegurochka, que ya fueron protagonistas por aquí en las mismas fechas del año pasado.
Abi y Ro van al mismo colegio, pero a clases diferentes y, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los colegios españoles, no hay una fiesta de todo el colegio, sino que cada clase tiene la suya, de manera que me ha tocado ver por partida doble los números de Ded Moroz y Snegurochka. Ha sido muy interesante y me he tirado media mañana sacando fotos y grabando vídeos, como la mayoría de los padres que estábamos entre el público, pero yo lo he tenido que hacer dos veces. Al final, un poco más y Ded Moroz ya hubiera empezado a tutearme. Además, como no en vano se trata de un colegio especializado en música y coreografía, los niños hacían unos números de canto y baile que no se los salta un gitano. Qué fieras, tú.
Pero lo verdaderamente importante de haber estado en la sala tanto tiempo es que he descubierto la identidad secreta de Ded Moroz. Sí, sí, como suena. Ya casi todos los niños son conscientes de que la barba de Ded Moroz no es auténtica, sino postiza. Y es normal. Imaginaos a Ded Moroz, con el gorro, la barba blanca, el albornoz rojo, dando vueltas por Moscú en esta época del año: al pobre no lo dejarían en paz y le estarían pidiendo regalos por donde fuera. Así que, y esto que quede entre nosotros, Ded Moroz, cuando no está delante de los niños, sufre un radical cambio de imagen. Pero radical, radical.
Estaba yo con dos madres esperando en la sala el comienzo de la fiesta de la clase de Ro, cuando vimos entrar a un hombre de unos treinta años, de aspecto desastrado; panzudo, más que gordo; vestido con unos vaqueros raídos y con una camiseta de camuflaje, como el fondo de esta página; y, para acabarlo de arreglar, con una coleta en la parte superior de la cabeza, que más parecía pincel desmochado que otra cosa. Vamos, todo un cromo. El tal hombre avanzó y dejó una bolsa de plástico en la sala, para retirarse después.
- ¿Será éste Ded Moroz? - dijo una de las madres a la otra.
- No puede ser - repuso la otra. Y efectivamente, no parecía posible.
Luego llegó la fiesta, se presentó Snegurochka, nieta de Ded Moroz, y luego llegó el propio Ded Moroz, vestido de rojo y con las mejillas, también, de rojo subido. Jugó con los niños, cantó, bailó, repartió los regalos y luego se fue. Y poco después los niños cantaron una canción más y la fiesta se terminó. Y se retiraron todos los padres, menos yo, que seguía de servicio y me quedaba a la siguiente fiesta, la de Abi.
Y así fue como descubrí el pastel, sí, señor. Y es que, en el intermedio, volvió a aparecer el gordo desastrado de antes, con la bolsa de plástico que dejó en la sala; me fijé en su cara ¡y tenía las mejillas pintadas de rojo! ¡Era realmente él!
Así que ya sabéis la razón por la que no vemos a Ded Moroz por Moscú. En realidad, sí que lo vemos, pero no sabemos que es él, porque, para despistar, presenta un aspecto lo más desastrado y repulsivo posible, con el fin de que no le den la vara más de lo necesario. Y es que, efectivamente, el pobre trabaja tanto en estas fechas que tiene que pasar inadvertido los pocos ratos que pueda tener de descanso. Además, con lo incómodo que debe ser llevar ese pedazo de barba, supongo que hace mucho tiempo que tomó la decisión de afeitarse y de usar la barba sólo con los niños. A ellos no les importa que sea postiza.
Pero eso no es todo, no. En la siguiente entrada desentrañaremos más peculiaridades de Ded Moroz y de su misteriosa nieta Snegurochka. Digo lo de misteriosa porque nadie sabe quién es su madre y porque tampoco queda claro si es su madre o su padre el hijo de Ded Moroz.
JB estuvo haciendo de rey Baltasar en el colegio de las niñas así como tres años seguidos. Los dos últimos años llevaba una careta de goma y era imposible reconocerle pero el primer año lo pasamos fatal porque era él mismo pero pintadito de negro. Mientras entregaba los regalos la pequeña no quiso ni mirar al rey a la cara y luego llegó a casa diciendo que le había dado regalos el rey Baltasar que por cierto "tenía la misma carita y gruñía (JB estuvo callado como un muerto para que no le reconociera) y se reía igualito que su padre". También vino diciendo que Melchor era gay porque llevaba tacones y rimmel.
ResponderEliminarGinebra, dígale a JB que desde aquí le doy la enhorabuena. Si me toca hacer de Baltasar y veo a mis hijos cerca, hasta debajo de la pintura se iba a ver lo colorado que estaría.
ResponderEliminarMadre del Amor Hermoso, Alfito, pero ¿tú como nos cuentas esas cosas? y es más ¿cómo desvelas en un blog que leen españoles quien es verdaderamente Ded Moroz? Uff, pero si aquí los pobres famosos ya no saben ni como disfrazarse, no les funcionan ya ni los chandals andrajosos, ni las gafas de sol, ni na de na. Uff, ahoraa el pobre hombre irá con una horda de españoles detras de él pidiéndole regalos, firmas y arrancándole trozos de ropa para sus colecciones, ainsssssss.....
ResponderEliminarjejejejejejeje
Eres un padre abnegado, no cabe la menor duda, jeje, eso está bien. El año que viene lo mismo te tocan tres fistas de Dez Moroz ya, ¿no?
Por cierto ginebra, la pequeña te salió lista y menudo trauma con Gaspar ¿no? jeje...
besitossssss
Yo creo que no distinguiría a Ded Moroz por la calle en estas fechas de todos los borrachuzos con mejillas coloradas que también van por la calle... ejem... Creo que es un comentario políticamente incorrecto ¿no?
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