Estoy preocupado, amigos. Muy preocupado. Y quizá os preguntéis por qué. Pues por algo muy sencillo, y es que es frecuente, cuando me presentan a algún español despistado de paso por aquí, que invariablemente llegue la pregunta siguiente, que da lugar a la no menos siguiente conversación:
- Y tú, ¿cuánto tiempo llevas en Rusia?
- Bueno, unos cuantos años.
- ¡Hala! Tú ya te estás haciendo ruso.
- Ni de leeeeejos. Yo soy más español que la tortilla de patatas.
- ¿Y te adaptas a esto?
- Más bien malamente, la verdad, pero uno va pasando a trancas y barrancas.
Como se ve, la mera mención de estar convirtiéndome en ruso y de perder mi españolidad más íntegra me provoca sarpullidos. Yo ya sé que hay españoles que encontrarán semejante actitud impropia de la acogida que me ha dispensado este generoso país, pero dichos españoles, en su práctica totalidad, residen en España y, cuando, por ejemplo, quieren hacer una transferencia bancaria, van al banco de la esquina (o directamente se meten en su ordenador) dando un paseíto agradable y la hacen y sale bien a la primera. Vamos, por poner un ejemplo de algo directamente impensable en Moscú.
Pues bien, parecía que algo estaba cambiando. En Aeroflot, antaño paraíso de colas, codazos y luchas de banderías por un centímetro, la civilización ha hecho acto de presencia en forma de expendedor de números para colas. Vamos, como en España en los ambulatorios, en los supermercados, en la RENFE y en casi todos los sitios. Semejante innovación tiene un carácter mucho más revolucionario que la emancipación de los siervos o la implantación del Cristianismo, y así parecía que el paraíso socialista estaba mucho más cercano que en todo el período bolchevique. Parecía.
Y, ciertamente, es verdad que ahora la gente, confundida por el aparatejo, toma el numerito y con aire despistado entra en la sala de espera y se pregunta a quién hay que pedir la vez o qué hombro hay que empujar. Los que hemos visto más aparatejos de ésos tenemos más suerte, y elevamos nuestras preces al comprobar que han terminado los codazos y las marrullerías. Bueno, hay quien sigue intentando colarse, pero no es lo mismo.
Con lo que no ha acabado el sistema es con el número de gente a la que hay que atender. Y, así las cosas, el sábado por la tarde me presenté en una oficina de Aeroflot con la pretensión de beneficiarme de un billete gratuito, cosechado a lo largo de numerosos viajes por los reinos de Eolo. Dieciséis operadores atendían al público, pero para pedir los billetes gratuitos había sólo uno de ellos, y no sólo yo quería pedirlos, sino que, horror de los horrores, comparé mi número con el de la pantalla y, tragando saliva, vi que había cincuenta personas delante de mí. Y cincuenta personas, Madre de Dios, equivale a tres horas por lo menos. Mientras tanto, los que no iban a gorronear billetes, sino a comprarlos, hay que reconocer que estaban teniendo un servicio decente.
En esto, volví a rondar por la maquinita expendedora, pensando cómo salir del apuro y si habría habido alguien directamente poco paciente que hubiera dejado tirado por allí un número que me permitiera adelantar algo.
¡¡¡¡Bingo, bingo, bingo!!!! Allí estaba, a los pies de la maquinita, lo que estaba buscando y que me permitió adelantar cuarenta puestos de una tacada. Lo recogí como quien encuentra mil rublos en el suelo y, efectivamente, a los veinte minutos ya me estaban atendiendo. No diré ahora en qué quedó lo del billete gratuito, que eso es otro asunto y materia de otra entrada.
Salí de allí y, de camino a la salida, vi la maquinita expendedora. Y me puse a pensar.
"Pues con esto de los números se podría hacer negocio. Así como yo lo he recogido del suelo, ¿no podría venir tranquilamente, coger veinte números, digamos, y venderlos? Los más caros serían los más cercanos. Yo creo que cien rublos por billetes la gente los pagaría seguro, con tal de no hacer cola. Si me conchabo con el tipo de seguridad, me quitaría de problemas. De vez en cuando dejaríamos que alguien cogiera números con normalidad, y luego tomaría veinte de golpe para desesperar al siguiente que llegara, y entonces estaría vulnerable y le ofrecería un billete próximo. Saldría seguro."
A todo esto, aún tenía el número que había tomado al principio, que desde luego era mucho mejor que el que estaban sacando los que entraban en aquel momento. Lo tomé y lo miré...
"¡Dios mío! ¡Vade retro, Satanás! ¡Estoy pensando como un ruso! ¡Me estoy rusificando!"
Y salí corriendo de la oficina de Aeroflot ¡Hay que salir de Rusia unos días cuanto antes!
Si le consuela, yo he traficado con los numeritos esos en el Corte Inglés. Ha sido este año a cuenta de las colas para sacar los libros de texto. Llegué, cogí número, me fui a churretear porque tenía sesenta números delante, y cuando volví me llamó mi santo para decirme que había sacado él los libros en otro establecimiento así que "vendí" mi número. No voy a contar a cambio de qué por aquello de no dar ideas al personal, pero me salió estupendamente el trueque.
ResponderEliminarMuy buenas ALFOR! ceo que es la primera entrada que hago en tu blog.
ResponderEliminarLo que yo observé en Moscú es como, los días de largas colas en las taquillas de metro (es decir, casi siempre), hay gente con el típico billete de 20, 30, 50 viajes que se dedica a revender los viajes uno a uno ... con lo que, por un pequeño incremento sobre la tarifa normal, te ahorras la espera.
Eso sí! tienen que estar al tanto de la militsia y la babuwka correspondiente , que siempre están al acecho!
Saludos desde Madriz!
Ginebra, ¿así que en El Corte Inglés? Conozco esa cola de los libros de texto y la verdad es que allí la clientela suele tener posible. Buen sitio.
ResponderEliminar¡Kinomendi!, bienvenido. Sí que es verdad que pasa eso. Y hay otra parecida, también, que ya se comentó aquí
(Por cierto, aquí seguimos una estricta política de anonimato, por lo que me he permitido editar una palabra de tu comentario. Espero que no te importe)
ResponderEliminarAinssssss Alfito alfito alfito, Madre del Amor Hermoso, si que te estás rusificando, sí, eso de pensar en revender los tickets de la cola es muy ruso... Ve con cuidado y vuelve pronto, ya sabes lo que dice el anuncio: Vueeeeeeeelveeeeeeeeeee a casa vueeeeeelveeeeeeee por navidaaaaaddddddd... jejejjee
ResponderEliminarBesitossssss
puta no seas pendejo y te creas que has nacido en el mejor de los mundos seguramente en españa no hacen colas.... es el paraiso en la tierra esa huevada de pais....
ResponderEliminarlo que te vendria bien reflexionar es que rusia se esta recomponiendo no se sale tan facil de la destrccion de un pais (la URSS) y estar funcionando como relojito suizo a los pocos momentos...
si tanto te repugna ese pais y sus ciudadano pues harias bien en coger tu cahpeton trasero e irte a la tierra del quijote ese... despues de todo ellos han sido una potencia mundial.... y que es españa en estos momentos????
Anónimo rusófilo rogelio y casi seguro que peruano: Preguntas qué es España en estos momentos. España es el país al que tus compatriotas sueñan con irse a vivir. No diré más.
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