Para acabar, antes de las vacaciones, ahí va otra entrada menos culinaria. Rusia es un país que, como gran potencia que es, periódicamente tiene tiranteces con otras grandes potencias. Eso no es nuevo y les pasa a todos de países de cierto fuste. A España le pasa bien poco, dicen que por eso del talante que estamos derrochando durante los últimos tres años y pico, pero bien podría ser porque lo de gran potencia nos viene un poco grande últimamente, y así los demás países de relumbrón no se molestan en llevarse ni bien ni mal con nosotros.
Con Rusia no pasa eso. Últimamente se lleva bastante mal con un número de países pequeñajos que están por aquí cerca, siendo Georgia o Estonia los casos más destacados; pero también se lleva bastante mal con algún país de más peso, y el que más ha destacado durante el último trimestre es el Reino Unido, con el que ha habido algún rifirrafe en forma de expulsión mutua de diplomáticos y declaraciones progresivamente subidas de tono, hasta que, gracias a Dios, llegó el verano y se demostró que las vacaciones son más importantes que las trifulcas. Vamos bien.
Pues parece que el Reino Unido tiene la mosca tras la oreja con los servicios secretos rusos y sospecha que están detrás del envenenamiento de un señor, un tal Litvinenko, del que yo nunca había oído hablar hasta que lo envenenaron con un mejunje hace unos meses. El mejunje se llama polonio y yo tampoco lo había oído nombrar nunca hasta el suceso en cuestión. Resumiendo muy por encima, el tal Litvinenko, al parecer, era un antiguo agente ruso que se fue por patas del país, se instaló en Londres y periódicamente ponía a caldo a los dirigentes rusos, azuzado, apoyado, financiado o yo qué sé qué por Berezovsky. Berezovsky es un tipo más bien desagradable, forrado hasta las orejas, exiliado igualmente en Londres y que de vez en cuando amenaza con montar una gorda por aquí.
Sea como fuere, el caso es que el tal Litvinenko fue misteriosamente asesinado y los británicos, muy moscas porque en su país haya pasado una cosa semejante, opinan que hay un ex-espía (o no tan ex) ruso que podría saber algo sobre el asunto y con el que les gustaría hablar en serio. Este señor, de repente, se ha encontrado muy a gusto en Rusia y ha dicho que de mil amores responderá a las preguntas de los señores jueces británicos, sólo que sin moverse de su casa. Y ahí ya se ha agarrado la trifulca.
Yo no tengo ni idea de geopolítica, estoy muy lejos de ver conspiraciones contra Rusia o de Rusia y el Reino Unido me resulta bastante indiferente, pero, al oír los pormenores del asuntillo, me vinieron a la memoria un par de hechos históricos de hace unas cuantas décadas que no resisto la tentación de relatar, sin que, Dios me libre, esté acusando a nadie de nada. Y, para que no se me acuse, como en ocasiones ocurre, de partidismo, voy a ser ecuánime y a repartir los papeles protagonistas entre dos personas, una de cada bando: un blanco y un rojo.
Aquí tenemos al blanco. Se trata del general Evgenii Miller, que en la guerra civil rusa dirigió las fuerzas del Ejército Blanco en el norte del país con un éxito más bien pobre, todo sea dicho, tanto que a principios de 1920 tuvo que abandonar el país y emigrar, para formar parte de la Unión Militar Rusa (ROVS, en sus siglas rusas), una especie de ejército blanco en el exilio, en el que fue ascendiendo hasta convertirse en 1930 en su presidente.
Por cierto que, en calidad de presidente de la ROVS, puso incluso su granito de arena en la guerra civil española, ya que dio orden a las unidades operativas de que disponía de enrolarse con los nacionales, como así hicieron algunos. De hecho, no sólo hubo rusos en el bando republicano, pero ésa es otra historia.
En septiembre de 1937, mientras estaba tranquilamente en París, el general Miller fue secuestrado por un grupo de agentes del NKVD, antecesor de la KGB, que se habían hecho pasar por diplomáticos alemanes; fue conducido en barco hasta la Unión Soviética, condenado a muerte y ejecutado en mayo de 1938. Desde la cárcel, se dirigió repetidamente a Yeschov, entonces jefe del NKVD, con el ruego de que le dejaran ir a misa, aunque fuera atado, y más adelante que le dejaran al menos tener unos evangelios en la celda, pero corrían malos tiempos para semejantes inclinaciones y Yeschov no se molestó en responder a semejante enemigo del pueblo. Pues no tenía trabajo él ni nada ordenando arrestos y purgas.
Y éste es el rojo, mucho más conocido que el anterior. Se trata de Lev Bronstein, alias Trotsky, prácticamente el número dos del bolchevismo, después de Lenin, organizador del Ejército Rojo e ideólogo afamado. Al morir Lenin, como es sabido, tuvo sus rencillas con un cargo ejecutivo del Partido, el secretario general, un tal Stalin, que fue ganando poder y más poder hasta que, en 1929, Trotsky fue invitado a dejar de mancillar con sus pies el suelo soviético y exiliarse. Pasó por Turquía, Francia, Noruega y finalmente recaló en Méjico, donde fue bien acogido por el gobierno priista de entonces y donde llevaba una vida bastante cómoda, aunque no tranquila, allá por 1940, cuando fue asesinado de mala manera por un agente del NKVD, Ramón Mercader, español por cierto, aunque no sea un orgullo ser su compatriota.
Es aleccionador el editorial de "Pravda" al respecto, bajo el título "Muerte de un espía internacional" y con casi total seguridad dictado por el propio Stalin. Traduzco: "Ha entrado en la tumba una persona, cuyo nombre es pronunciado con desprecio y maldición por los trabajadores de todo el mundo. Las clases dominantes de los países capitalistas han perdido a un servidor leal. Y los servicios secretos extranjeros se han visto privados de un agente eficaz a lo largo de muchos años, de un organizador de asesinatos."
Y así terminaba el editorial: "Trotsky se enredó en sus propias redes, llegando al límite de lo que puede llegar a caer un ser humano. Le mataron sus propios partidarios. Acabaron con él los mismos terroristas a los que enseñó a asesinar desde su rincón. Trotzky, que organizó los perversos asesinatos de Kirov, Kuybyshev, Gorki, se convirtió en víctima de sus propias intrigas, traiciones, maldades. De esta manera, tan poco gloriosa, ha terminado su vida esta persona despreciable, pasando a la tumba con el sello en la frente de espía internacional y asesino."
Creo que, hasta hoy, queda algún estalinista que opina que Mercader era un trotskista decepcionado que actuaba solo, y que Stalin, pobrecito, no tuvo nada que ver con su muerte. Los demás comunistas, y Trotzky lo era y de qué manera, tampoco acaban de criticar a Stalin, en una muestra de que ciertos partidismos tienen graves consecuencias sobre la percepción de las cosas. En todo caso, que Dios nos libre de la gente del NKVD, en cualquiera de sus denominaciones sucesivas.
Ainsssss como decía mi santa abuela que en paz descanse: "a qui no te faena el dimoni se la dona" (ahora no me acuerdo si era el dimoni o deu qui donava la faena). Y lo digo porque ya ves, se aburren, pues a pelearse un rato...
ResponderEliminar¿Así que no sabes que es el Polonio? Muy mal me parece Alfito, que eso es de octavo de EGB, de física y quimica y la tabla periódica. Y no me vengas con que tú eres de letras, porque en octavo la física y química es obligatoria para todos y todas. (O era).
En fin, permítame que le ilustre, caballero:
"El polonio es un elemento químico en la tabla periódica cuyo símbolo es Po y su número atómico es 84. Se trata de un raro metaloide radioactivo, químicamente similar al teluro y al bismuto, presente en minerales de uranio".
Madre del Amor Hermoso, el tal Eugenii no perdió el tiempo por lo que se ve... Mandando soldaditos a España y todo.
Mare de Deu Senyor, (por cambiar un poco la frase) pues el tipejo est rojo no se queda atrás, ahora que lo que le dijo Stanlin de epitafio tiene telita, vamos yo en fantasma leo eso y me suicidio, y mira que estando en estado fantasmal es complicado.
Ainsssss Como está el patio espianil, mareeeee... Pero digo yo que ya podían ser más modernetes y usar armas biológicas o algo y no el Polonio, que eso ya está muy visto, hombre..
Besitossssss
jejejeje..(por el comentario de Esther,)siendo el productor número 1 en armas....quien lo iba a pensar.
ResponderEliminarMe parece mi querido Alfor que ciertamente todo el mucdo necesita unas vacaciones, estamos viviendo una era de estress constante, mismo que hace q nadie esté contento con nada...
Trotsky...claro que se su historia aquí en México, vino a exciliarse con la afamada pintora Frida Kahlo y su esposo el muralista Diego Rivera, ellos completamente socialistas, amablemente lo acogieron en su casa.
Un beso
Angelicos.
ResponderEliminarEsther, yo es que no estudié octavo de básica en España, y así fue como esquivé la tabla periódica. Creo que se nota.
ResponderEliminarBAR, creo que, para cuando el señor Mercader intervino, el camarada Trotzky ya estaba mosqueado con la pareja Rivera-Kahlo, y viceversa.
Achab, del Señor.