El coche se detuvo a las afueras de Ivánovo. Piotr Glebovich salió del mismo, seguido de mí mismo.
- Aquí tenemos una iglesia veterocreyente, del siglo XVII. En un principio estaba construida totalmente sin clavos. Más adelante, hubo que repararla, y sustituyeron las cúpulas de madera que se ven allí sujetándolas con clavos.
- Si es veterocreyente la iglesia, supongo que no tiene luz eléctrica.
- Ésta sí.
- ¿Cómo? En Moscú, la catedral de los veterocreyentes, aún hoy, no la tiene. Se alumbran con velas.
- Cuando la iglesia fue reabierta, hace unos años, y se devolvió a los veterocreyentes, resultó que apenas los había. Entonces, los que quedaron se sometieron al obispo de Ivánovo.
- Supongo que la época comunista fue especialmente dura para los veterocreyentes, como para las otras religiones.
- No, en absoluto. Fueron los zares los que persiguieron duramente a los veterocreyentes. Recuerde que algunos llegaron a quemarse a sí mismos como protesta por la persecución. En cambio, los comunistas sólo reprimieron a los sacerdotes que se metían en política. A los demás no los molestaban.
No es eso lo que se lee ni lo que se cuenta de los comunistas, aunque sí de buena parte de los zares, pero no era el momento de discutir con mi guía.
- Si -continuó Piotr Glebovich-. La iglesia veterocreyente va muriendo. Sin embargo, fueron ellos los que levantaron la industria textil de Ivánovo, hace dos siglos. No les permitían tener tierras, ni servir al Estado, así que no les quedaba más remedio que trabajar. Y trabajaban duro. Era algo parecido a los puritanos en Europa. De esta manera llegaron a hacerse grandes fortunas, porque, además, eran muy frugales.
Entramos en el templo. Piotr Glebovich pidió permiso para que su invitado extranjero pudiera pasar sin problemas. La iglesia, toda de madera y alumbrada con lámparas de luz muy débil, estaba atestada de iconos antiguos. Un sacerdote, evidentemente no veterocreyente, sino ortodoxo "estándar" entonaba unos cánticos. Él y una mujer que vendía velas eran los únicos ocupantes del templo al llegar nosotros.
Tras una oración, salimos del templo.
- Nadie sabe -dijo Piotr Glebovich- la edad de esos iconos. Parece que tienen mucho mérito. Los investigadores han intentado estudiarlos y hacerles pruebas, pero la iglesia siempre se ha negado a cederlos.
Giré la cabeza hacia atrás, mirando nuevamente la iglesia. Nada más lejos, en efecto, del espíritu veterocreyente que permitir a unos científicos desmenuzar unos iconos cuya esencia es ser objeto de culto, no la edad que tengan o la materia de que estén construidos.
Mientras avanzábamos hacia el coche, y ya cerca del mismo, añadió Piotr Glebovich.
- Antes hablábamos de los comunistas. Le diré una cosa. En Rusia, hay un veinte por ciento de la población que, pase lo que pase, siempre votará a los comunistas; igual que hay un diez por cien que siempre votará a Zhirinovsky, digan lo que digan de él. Y ahora vamos al coche, voy a llevarle a su hotel.
El coche se alejó de la iglesia veterocreyente, una iglesia que llevaba allí mucho más tiempo que la ciudad y que seguramente había sido construida por gentes que huían de las persecuciones religiosas zaristas y que buscaban un lugar poco frecuentado. Por gentes que, con el tiempo y con su trabajo, fueron haciendo crecer una ciudad que hoy supera el medio millón de habitantes y que fabricaba la mayor parte del textil ruso.
Sólo me queda una pregunta...
ResponderEliminarQue es un veterocreyente?
Saludos
¿Lo de los clavos era parte de su fe o era purita chulería?
ResponderEliminarMadre del Amor Hermoso... Hay que ser muy bueno con la construcción para hacer ese pedazo de edificio sin clavos, porque pequeña no es, aunque tampoco sea una catedral.
ResponderEliminarMe uno a la pregunta general ¿y qué leches es un Veterocreyente? Yo lo primero que he pensado... Bueno te vas a reír, porque lo de vetero me ha sonado a Bétera, y ya a partir de ahí he hecho mis relaciones, ya sabes, con el "centro de salud" tan conocido de la zona, jejejeje...
Besitosssssssss
PD:¿vas a venir por aquí? dime algo a ver si coincidimos..
BAR, Esther, a sus órdenes. En el post siguiente explico lo que es un veterocreyente.
ResponderEliminarY lo de los clavos, Achab. No, no es chulería, aunque no estoy muy seguro de algunas cosas, pero probablemente sea pura y simple escasez de clavos. Los veterocreyentes iban escondiéndose constantemente por los lugares más apartados, siempre alejándose de la civilización. En lugar de clavos usaban tacos de madera (la madera era el material más abundante en los lugares donde se instalaban) e incluso, cuando tocaba, atrancar bien las puertas para protegerse del frío, pieles de oso. Luego, lo que en principio debió ser necesidad, pasaría a ser virtud.